ADRIENNE RICH (Baltimore, 1929-2012)
The trees
The trees inside are
moving out into the forest,
where no bird could sit
no insect hide
no sun bury its feet in
shadow
the forest that was empty
all these nights
will be full of trees by
morning.
All night the roots work
to disengage themselves
from the cracks
in the veranda floor.
The leaves strain toward
the glass
small twigs stiff with
exertion
long-cramped boughs
shuffling under the roof
like newly discharged
patients
half-dazed, moving
to the clinic doors.
I sit inside, doors open
to the veranda
writing long letters
in wich I scarcely mention
the departure
of the forest from the
house.
The night is fresh, the
whole moon shines
in a sky still open
the smell of leaves and
lichen
still reaches like a voice
into the rooms.
My head is full of
whispers
which tomorrow will be
silent.
Listen. The glass is
breaking.
The trees are stumbling
forward
into de night. Winds rush
to meet them.
The moon in broken like a
mirror,
its pieces flash now in
the crown
of the tallest oak.
LOS ÁRBOLES
Los árboles del interior
salen hacia el bosque,
el bosque que estuvo vacío
todos estos días,
donde no podían posarse
los pájaros
ni esconderse los insectos
ni enterrar el sol sus
pies en la sombra,
el bosque que estuvo vacío
todas estas noches
se llenará de árboles
por la mañana.
Toda la noche se esfuerzan
las raíces
por soltarse de las
grietas
en el suelo de la terraza.
La hojas luchan por
acercarse al cristal
pequeños tallos tensos
por el esfuerzo
los largos y apretados
ramajes se arrastran bajo el tejado
como pacientes a los que
acaban de dar el alta
medio aturdidos,
dirigiéndose
a las puertas de la
clínica.
Yo me siento dentro, las
puertas abiertas hacia la terraza,
escribiendo largas cartas
en las que menciono que el
bosque
está abandonando la casa.
La noche es fresca, la
luna llena brilla
en un cielo todavía
abierto
el olor de hojas y liquen
llega aún como una voz a
las habitaciones.
Mi mente se llena de
susurros
que mañana habrán
callado.
Escuchad. Los cristales se
rompen.
Los árboles se tambalean
hacia la noche. Los
vientos salen apresurados a su encuentro.
La luna se quiebra como un
espejo,
sus fragmentos
relampaguean ahora en la copa
del roble más alto.
Traducción: Mª Soledad
Sánchez Gómez
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