domingo, 23 de marzo de 2014

ADRIENNE RICH (Baltimore, 1929-2012)
The trees   

The trees inside are moving out into the forest,
the forest that was empty all these days
where no bird could sit
no insect hide
no sun bury its feet in shadow
the forest that was empty all these nights
will be full of trees by morning.

All night the roots work
to disengage themselves from the cracks
in the veranda floor.
The leaves strain toward the glass
small twigs stiff with exertion
long-cramped boughs shuffling under the roof
like newly discharged patients
half-dazed, moving
to the clinic doors.

I sit inside, doors open to the veranda
writing long letters
in wich I scarcely mention the departure
of the forest from the house.
The night is fresh, the whole moon shines
in a sky still open
the smell of leaves and lichen
still reaches like a voice into the rooms.
My head is full of whispers
which tomorrow will be silent.

Listen. The glass is breaking.
The trees are stumbling forward
into de night. Winds rush to meet them.
The moon in broken like a mirror,
its pieces flash now in the crown
of the tallest oak.




LOS ÁRBOLES

Los árboles del interior salen hacia el bosque,
el bosque que estuvo vacío todos estos días,
donde no podían posarse los pájaros
ni esconderse los insectos
ni enterrar el sol sus pies en la sombra,
el bosque que estuvo vacío todas estas noches
se llenará de árboles por la mañana.

Toda la noche se esfuerzan las raíces
por soltarse de las grietas
en el suelo de la terraza.
La hojas luchan por acercarse al cristal
pequeños tallos tensos por el esfuerzo
los largos y apretados ramajes se arrastran bajo el tejado
como pacientes a los que acaban de dar el alta
medio aturdidos, dirigiéndose
a las puertas de la clínica.

Yo me siento dentro, las puertas abiertas hacia la terraza,
escribiendo largas cartas
en las que menciono que el bosque
está abandonando la casa.
La noche es fresca, la luna llena brilla
en un cielo todavía abierto
el olor de hojas y liquen
llega aún como una voz a las habitaciones.
Mi mente se llena de susurros
que mañana habrán callado.

Escuchad. Los cristales se rompen.
Los árboles se tambalean
hacia la noche. Los vientos salen apresurados a su encuentro.
La luna se quiebra como un espejo,
sus fragmentos relampaguean ahora en la copa
del roble más alto.

Traducción: Mª Soledad Sánchez Gómez
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