EL
ÁRBOL DE LA ORACIÓN...
La leyenda afirma que, después del nacimiento de Tsong Kapa, la sangre del postparto cayó en la tierra y de ahí brotó el más fantástico de los árboles. Cuentan que las hojas de árbol y también la corteza del tronco tenían impresiones de sílabas místicas, y las flores desprendían la fragancia más transportadora. El Tercer Dalai Lama había oído hablar del árbol desde que era pequeño y deseaba intensamente verlo por sí mismo. Sobre la colina que asoma por encima del árbol, fundó el Monasterio de Kumbum "Ermita de los Cien Mil Budas". Este monasterio estaba destinado a ser la Universidad Monástica mayor y más importante del este del Tibet. Las noticias sobre la existencia de este árbol sagrado empezaron a llegar a Occidente en los primeros años de 1.800. El sacerdote lazarista Abbé M. Huc, que viajó de Pekín a Lhasa en los años 1.845-46, escribió un relato detallado de su propia visita a Kumbum, concediendo especial atención al árbol. Se sentía escéptico con respecto a lo que iba a encontrar y sometió al árbol a un exhaustivo escrutinio. En sus Travels in Tartary, Thibet and China During The Years 1844-45-46 declara:
"Sí, este árbol existe, y hemos oído hablar de él demasiado a menudo como para no sentir, de algún modo, ansias por visitarlo. Al pie de la montaña, donde se levanta la gran lamasería, y no lejos del principal templo budista, hay un gran cercado cuadrado formado por paredes de ladrillo. Al entrar en él, pudimos examinar con detenimiento el maravilloso árbol, del cual habíamos visto ya algunas ramas asomando por encima del muro. En primer lugar, nuestros ojos se dirigieron hacia las hojas con ansiosa curiosidad, siendo invadidos por una consternación y sorpresa absolutas al descubrir que realmente había caracteres tibetanos en cada una de las hojas. Todos eran de color verde, algunos más oscuros y otros más claros que la propia hoja. Nuestra primera impresión fue sospechar de fraude por parte de los lamas; pero, después de un minucioso examen de cada detalle, no podíamos descubrir el más mínimo engaño. Todos los caracteres aparecían ante nosotros como partes de la propia hoja, del mismo modo que sus venas y nervios. La posición no era la misma en todas; en una hoja estaban en su parte superior; en otra, en el medio; en una tercera, en su base, o a un lado; las hojas más jóvenes representaban los caracteres todavía en un estado de formación parcial. La corteza del árbol y sus ramas, que se asemejan a las de un plátano, están también cubiertas de estos caracteres. Cuando extraes un trozo de corteza vieja, la joven corteza que aparece exhibe los vagos perfiles de caracteres en estado de germinación y, lo que es muy singular, estos caracteres nuevos son, a menudo diferentes de aquellos a los que reemplazan.
"Sí, este árbol existe, y hemos oído hablar de él demasiado a menudo como para no sentir, de algún modo, ansias por visitarlo. Al pie de la montaña, donde se levanta la gran lamasería, y no lejos del principal templo budista, hay un gran cercado cuadrado formado por paredes de ladrillo. Al entrar en él, pudimos examinar con detenimiento el maravilloso árbol, del cual habíamos visto ya algunas ramas asomando por encima del muro. En primer lugar, nuestros ojos se dirigieron hacia las hojas con ansiosa curiosidad, siendo invadidos por una consternación y sorpresa absolutas al descubrir que realmente había caracteres tibetanos en cada una de las hojas. Todos eran de color verde, algunos más oscuros y otros más claros que la propia hoja. Nuestra primera impresión fue sospechar de fraude por parte de los lamas; pero, después de un minucioso examen de cada detalle, no podíamos descubrir el más mínimo engaño. Todos los caracteres aparecían ante nosotros como partes de la propia hoja, del mismo modo que sus venas y nervios. La posición no era la misma en todas; en una hoja estaban en su parte superior; en otra, en el medio; en una tercera, en su base, o a un lado; las hojas más jóvenes representaban los caracteres todavía en un estado de formación parcial. La corteza del árbol y sus ramas, que se asemejan a las de un plátano, están también cubiertas de estos caracteres. Cuando extraes un trozo de corteza vieja, la joven corteza que aparece exhibe los vagos perfiles de caracteres en estado de germinación y, lo que es muy singular, estos caracteres nuevos son, a menudo diferentes de aquellos a los que reemplazan.
Los
lamas nos informaron de que no existe un árbol como éste en lugar
alguno; que en varias lamaserías de Tartaria y Tíbet se han
realizado muchos intentos para multiplicar la especie por medio de
semillas e injertos, pero que todos estos intentos han sido
infructuosos.
ESENCIA
DE ORO PURO
El
Tercer Dalai Lama
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