De “Ramsés, el hijo de la luz.” (fragmento)
... El príncipe optó por la segunda
solución.
Cuando divisó unos ibex, gacelas y
orix y, a lo lejos, una cuasia de unos diez metros de alto, prometió
obedecer siempre a su instinto. El árbol, con abundantes ramas y
corteza gris, estaba engalanado con pequeñas flores perfumadas, de
color amarillo verde, y proporcionaba un fruto comestible, de carne
suave y azucarada, de forma ovoide, pudiendo alcanzar cuatro
centímetros de largo, que los cazadores llamaban “el dátil del
desierto”. Poseía armas temibles, largas espinas muy rectas, con
la punta de color verde claro. El hermoso árbol dispensaba algo de
sombra y custodiaba una de esas fuentes misteriosas surgidas de las
entrañas del desierto con la bendición del dios Seth...
(Cuasia: planta de la familia de las
simarubáceas, notable por el amargo sabor de su leño, que se emplea
en medicina)
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