miércoles, 30 de noviembre de 2011

FITRUF - SARRIÓN (Teruel)





Día 9 de Diciembre
Bienvenida a expositores

13:00 h. Inauguración Oficial de la Feria a cargo del Ilmo. Sr. D. Luis Marruedo Espeja, Director General de Desarrollo Rural.
Seguidamente, la Asociación de Truficultores de Teruel ofrecerá una degustación de trufa.
17:30 h. Demostración gastronómica a cargo de Jesús Borao, cocinero del Restaurante Torico Gourmet.
20:00 h. Cierre del recinto ferial.

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Día 10 de Diciembre


10:00 h. Apertura del Recinto Ferial al público en general.
Durante todo el día, III Concurso Fotográfico FITRUF.
11:30 h. Ponencia “Atreveros a cultivar la trufa de otra manera”, a cargo de Gerard Chevalier. Investigador INRA
13:00 h. Fin del plazo de recepción de trufas al VI Concurso de la trufa de más peso y mayor calidad
16:30 h. Exhibición de búsqueda de trufa con Jabalí.
17:30 h. Ponencia “Trufa y Truficultura Sostenible ” a cargo de Juan Barriuso Vargas, doctor y profesor en la Universidad de Zaragoza. 
20:00 h. Fin de inscripciones para el concurso de perros truferos (plazas limitadas) 
20:00 h. Subasta de las trufas ganadoras del concurso. El dinero recaudado se destinará a la A.E.C.Cancer.
Al finalizar, cierre del recinto ferial.
22:00 h. Cena-degustación de productos trufados.

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Día 11 de Diciembre

10:00 h. Apertura del Recinto Ferial al público en general.
11:05 h. Presentación de perros truferos participantes en el concurso en el campo anexo al recinto ferial habilitado al efecto.
11:30 h. XI Concurso demostración de perros truferos, en el campo anexo al recinto ferial.
12:45 h. “X Concurso gastronómico de la trufa”. Presentación de los platos a concurso en el salón de la Casa de Cultura anexo al Recinto Ferial. 
Abierto a todo el público.
13:00 h. Degustación de platos trufados por el jurado formado por expertos en cocina trufada y posterior exhibición.
17:00 h. Fallo del jurado y entrega de premios de ambos concursos.
Sueguidamente, Acto de clausura de la feria.

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martes, 29 de noviembre de 2011

JOAN ALCOVER (Mallorca, 1854-1926) 
CANÇÓ DELS PINS

De la costa brava som la cabellera,
i sobre els abismes del mar avançant,
som de la Roqueta la visió primera
        que saluda de lluny al navegant.

Quan l’illa va néixer, la mà creadora
en la terra verge llençà la llavor
de la raça nostra, qui dominadora,
        per tot arreu la clapa de verdor.

Som una harmonia de l’illa qui canta;
de la nostra escorça degota salut;
i sota l’espessa verdor onejanta,
        brunzeix un món d'eterna joventut.

Tribus espargides que es veuen d'enfora,
alenam empeses per un ritme sol;
si un pi destralegen, la pineda plora;
        si la pineda cau, l’illa se'n dol.

Aquí la llegenda hi té son hostatge;
palau de columnes que s’alcen a mils,
van, al clar de lluna, per sota el ramatge.
        blanques visions de túniques subtils.

Coronam la serra de segles enrera,
i sobre els abismes del mar avançant,
som de la nostra illa la visió primera
        que encoratja de lluny al navegant.

Aquí la sofrença hi troba col·liris:
l'insecte s'hi penja de l’or que ha teixit;
i el pastor, a l'hora que es baden els lliris,
        hi consulta l’horari de la nit.

Atreim a la terra la boira que passa;
som l’aura divina de la llibertat;
si la destral sona, com una amenaça,
        retruny al cor d'un món esparverat.
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viernes, 25 de noviembre de 2011

JOSÉ EMILIO PACHECO (Ciudad de México, 1939-2014)
Apunte del natural

     Una rama de sauce sobrenada sobre el cauce. Pulida por la corriente, se encamina hacia el mar. El viento impulsa la navegación. La rama se estremece y prosigue. En sus hojas se anuda una serpiente. La luz del sol y los restos de la lluvia arden en sus escamas.
     Rama y serpiente se enlazaron hasta constituir una sola materia. Piel es la madera y la lengua, retoño venenoso. La serpiente ya no florecerá en la selva. El árbol no encajará en las aves sus colmillos narcóticos.
     Prueban la sal en las aguas fluviales, entran en el mar mientras la noche se propaga. Llegarán unidas al fondo del océano. Tal vez renazcan en una rama inviolable.

En "Tarde o temprano"
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domingo, 20 de noviembre de 2011

MIGUEL HERNÁNDEZ (Orihuela, 1910-1942)

Árbol desnudo


Ya el pecado, el verdor, se ha retirado
     a la hierba cencida.

Ya no te buscan deseosas manos,
     maliciosas avispas.

Ya no fluyen tus savias ni tu cuerpo
     ya puros a la fuerza:

por pura voluntad del puro viento
     de nieve, de pureza.

Dios, el tiempo y el frío: puras nadas,
     de mondez te han vestido.

Como la muerte, árbol ya en ramas,
     de luz y de vacío.

Lo que no cae ni palidece nunca;
     la desnudez del hueso,

sin mentiras, sin pámpanos ni frutas,
     ni favor ni deseo.

De verdad verdadero, con qué fuerza!
     ¡con qué fe! te detallas:

transcurre sobre ti la paz serena
     de lo que esconde: nada.

La majestad de lo callado, porque
     secreto es descubierto.

Corporal ya de alma, ya te pones
     espiritual de cuerpo.

A la sombra sin sombra de tus ramas,
     con afición de azules,

el cuerpo se me cae de mí, y adana,
     el alma se descubre.

Se me torna la sangre en las heridas
     licores cristalinos;

la sombra luz, virtud la anatomía
     y pájaros los nidos.

Los ardores verdales de la higuera,
     no alteran con sus iras

mi gama de la fuente: es ser serena,
     de la nieve: es ser fría.

¡Cuánta! diafanidad, ¡cuánto silencio
     con carácter de vidrio!

que nos mete a los dos, árbol, ejemplos
     de Dios por el oído.

No se menea nada ante nosotros,
     dos árboles descalzos:

¡oh la nada! pletórica de todo
     de nuestra quietud, árbol.

¿Cuándo no vendrá abril que desazone
     nuestras tranquilidades;

que no nos pueda hacer, ni con sus flores
    desnudos temporales?

¿Cuándo? entrará en octubre mi deseo;
     ¿cuándo?, como a los ríos,

me dejarás, ¡oh, cuándo!, sin meneos,
     cuajado, ¡oh, cuándo frío!

Aún mi afición por el estío abunda,
     aún lo mollar requiero.

Aún me duele tu viento, tu finura:
     aún me duele tu viento.

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lunes, 14 de noviembre de 2011

RICARDO CODORNÍU Y STÁRICO (Cartagena, 1846-1923)
"el apóstol del árbol"
El árbol escarnecido

A. Joaquín H-R y C.

Mucho tiempo había pasado desde que la tierra fue una nebulosa separada del sol, y también desde que la luna, imitando tal tendencia al aislamiento, había huido de nuestro planeta y éste se balanceaba en el espacio redondeándose, aunque presentando ciertos graciosos achatamientos hacia los polos e irregularidades en su superficie, que le quitan monotonía.
Cuando el calor comenzaba a ser soportable para la materia organizada, germinó en cierto valle andaluz, entre otras, una hierbecilla que solo servía para comida de los ganados, aunque aspiraba a ser más útil el favorito de Júpiter, al hombre.
      Perdonad que haya olvidado decir, a su debido tiempo, que entonces este caballero era el padre de los dioses y de las hierbas, en aquella dichosa época pensaban mejor que la mayoría de los hombres en este siglo XX de la nueva era, y no solo pensaban sino que hablaban también. Por cierto que hay quien asegura que hablaban Esperanto. Júpiter, por ser relativamente joven, aún no se había vuelto sordo. Reconoced que esta explicación no huelga.
      El caso es que la hierbecilla dijo al dios de la electricidad:
      -¡Papito! Cuando llegue el invierno, sus hielos desgarrarán mis celdillas y fibras, me mustiaré, y acabará por secarse todo mi cuerpo, quedando hecha una lástima. Ciertamente ya habré esparcido semillas, que germinarán la próxima primavera, mas antes de cubrir la tierra con su verdor, habrán de fabricar raíces, que son productos que no pueden utilizar ni los hombres ni los animales. Si tú quisieras volver leñoso mi sistema radical, yo produciría mas hojas y flores y frutos.
      Júpiter, siempre amable, menos cuando tenía algún disgusto con su cara mitad y le daba por aterrorizar el mundo con truenos y relámpagos, consintió, y la hierba fue provista de una raíz leñosa, dejando de ser planta anual y pasó a figurar entre las vivaces.
      Sin embargo, reflexionando la plantita tanto como un filósofo alemán, e insistiendo mas que un mendigo pedigüeño, suplicó que las celdillas y fibras de su tallito se endureciesen por la adición en otoño de lignina o vasculosa, sustancia que, aun cuando de ambos modos es denominada por los botánicos, todavía no resulta bien conocida, porque los hombres de ciencia saben mejor los nombres de las cosas que lo que son en realidad. De tal suerte, cada año quedaba modificada, por decirlo así, la última capa de materia leñosa producida, que recubría las anteriores y se aumentaba la altura y el grueso del tronco, resultando, por cierto, una madera de las más fuertes y duras.
      El árbol, dominado por su afán de perfeccionarse, de nuevo pidió al dios que diese a sus hojas la consistencia del cuero, para que con mayor lentitud evaporasen el agua de la savia, y de esta suerte ser productiva aún durante los años de sequía, y hasta le rogó también que agrandase y dulcificase sus semillas, transformándolas en bellotas. Entonces el hombre le llamó encina.
Mas ésto no fue suficiente para calmar sus laudables aspiraciones. Aunque sabía vivir en los países mas secos, dar grata sombra y refrescar el aire, fijando con su poderoso sistema radical la tierra de las laderas a la roca subyacente, y por mas que producía durísima madera, excelente carbón y sabroso fruto, no le bastaba, aspirando siempre a ser más útil al hombre. Pero ¿cómo?.
      El amor es ingenioso, y halló lo que buscaba diciendo: “Si logro hacer más gruesa mi corteza, podría defender al hombre del calor y del frío, de la humedad y de la sequía, sirviendo también para conservar largo tiempo el precioso fruto de la vid y para tapar las botellas en que guarda el vino, que le alegra y le transporta al país de los sueños.
Entonces se transformó en alcornoque, a quien deben su prosperidad extensas regiones y su bienestar muchos hombres, que de tiempo en tiempo le desnudan, arrancándole su gruesa corteza, y causándole terribles heridas.
      Y el hombre muestra su gratitud al árbol llamando a todo el que nada bueno hace y para nada sirve ¡ALCORNOQUE!

---Fin---

viernes, 4 de noviembre de 2011

RAFAEL LASSO DE LA VEGA (Sevilla, 1890-1959)
Ciprés blanco

Hoy he visto un ciprés blanco.
-¡ay, color de mi esperanza-,
y al despertar de mi sueño,
así, pensé, tengo el alma!

Así, pensé, son mis penas,
mis penas dulces y claras
como el agua de la fuente,
del color de mi esperanza...

-Yo te recuerdo, ciprés,
viejo ciprés de mi alma,
tan triste para el pasado,
tan joven para el mañana...
Yo te reconozco, ciprés
de dolor y de esperanza;
¡ella, también como tú,
duerme y vive toda blanca!

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