WALT WHITMAN (EE.UU, 1819-1892)
Canto a la secuoya
Una canción de California…
Un coro de dríades desvaneciéndose,
o de hamadríades alejándose.
Una voz imponente y sombría que murmura, más allá
del cielo y la tierra.
La voz de un poderoso árbol que se muere en el denso
bosque de secuoyas.
¡Adiós, hermanos míos!
¡Adiós, oh tierra y cielo! ¡Adiós, aguas vecinas!
Mi tiempo ha llegado a su fin, me ha llegado la hora.
Canto a la secuoya
Una canción de California…
Un coro de dríades desvaneciéndose,
o de hamadríades alejándose.
Una voz imponente y sombría que murmura, más allá
del cielo y la tierra.
La voz de un poderoso árbol que se muere en el denso
bosque de secuoyas.
¡Adiós, hermanos míos!
¡Adiós, oh tierra y cielo! ¡Adiós, aguas vecinas!
Mi tiempo ha llegado a su fin, me ha llegado la hora.
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