18 junio 2024

Premio AEMO 2017, Olivo Caracol de Periana, Málaga

EL OLIVO "CARACOL" de Periana, Málaga, olivo monumental de España en el año 2017

Olivo entre melocotones
Hoy nos encontramos en el municipio de Periana, Málaga, para visitar el olivo que llaman "Caracol", propiedad de Rafael Toledo. Este extraño olivo fue el ganador del Concurso de AEMO en 2019 (Asociación Española de Municipios del Olivo). Es un Verdial de Vélez injertado en acebuche, que se encuentra en un paraje denominado Fuente Piojo, muy cercano a la Villa Turística de la Axarquía, y conviviendo con otros ejemplares, tanto jóvenes como viejos.
      Su singular tronco está acostado sobre una albarrada (pared de piedra seca) y  se retuerce sobre sí mismo configurando una forma muy peculiar. El olivo es un auténtico coloso con un tronco que da fe de su longevidad, pudiendo muy bien alcanzar los 400 o 500 años. La mayoría de los olivos de esta zona son Verdiales de Vélez, variedad ancestral que se injertó en acebuches cuando se domesticaba el cultivo del olivo en la Península Ibérica.
      La zona atesora un rico patrimonio natural de olivos monumentales por lo que no es de extrañar que alguno fuera testigo de las luchas entre las huestes comandadas por Umar Ibn Hafsun y los castellanos cuando éstos tomaron el cercano castillo de Zaila en 1485, previo paso para la conquista de Vélez-Málaga.
     El ayuntamiento de Periana incluyó este olivo en la Primera Ruta de Olivos Singulares, por lo que se ha hecho muy popular.

En este enlace de Wikiloc tenéis la ruta, de la que hemos tomado las fotos.

Información de los Premios AEMO 


 
 -----

15 junio 2024

El pino de la Finca, del cronista de Canarias

JUAN GUZMÁN OJEDA, Ing. téc. forestal
Pino de la Finca de La Laja, un árbol que respira café


En el año 2005, mientras se realizaba una excavación para la construcción de la Urbanización de Las Candelarias, en Agaete (Gran Canaria), la maquinaria conectó dos épocas históricas al toparse de repente con restos arqueológicos. Al poco, los expertos pudieron identificar el hallazgo como los restos del que se cree que fuera uno de los primeros ingenios azucareros que se construyeran en Europa. La conquista de Gran Canaria se fecha en 1483, solo tres años después entró en funcionamiento este ingenio. El azúcar que aquí se refinaba no fue un producto cualquiera, la venta de la misma sirvió de motor económico para que el hidalgo andaluz, Alonso Fernández de Lugo, obtuviera la economía necesaria para culminar la Conquista de Canarias, finiquitándola con la ocupación de La Palma (1493) y de Tenerife (1496).
     El ingenio de Agaete supuso uno de los primeros núcleos de deforestación hispánica, alimentándose tanto de las leñas de la mezcla de pinos canarios y bosquetes termófilos del valle de Agaete, como del agua que bajaba desde las cumbres. Sólo en Gran Canaria llegaron a funcionar más de 20 centrales azucareras, siempre necesitadas de biomasa forestal. Se sabe que el de Agaete fue de los pocos que consumían madera del pinar, seguramente por su abundancia y cercanía. Los ingenios azucareros fueron las primeras empresas forestales de las islas Canarias –muy lejanas al concepto de la sostenibilidad–, teniendo en plantilla leñadores e incluso esclavos propios o alquilados, cuadrillas que también se desplazaban entre las islas.
     El punto de mira de este artículo nos sitúa a 5 kilómetros, valle arriba, del antiguo complejo industrial, sobre una ladera alta de la denominada Finca de La Laja. Esta finca ocupa una gran parte de la zona fértil del valle de Agaete, en la parte de San Pedro, justo a la salida del sendero que desciende desde la Finca de Samsó, en Tamadaba. La Finca de La Laja es una de las cuatro particiones principales de predio matriz que acabara al borde del mar. La antigüedad de sus viviendas solariegas es tal que ni siquiera se tiene constancia o datación de las mismas.
     Por otro lado, Agaete es hoy la única zona de un país europeo donde se cultiva café, un hecho considerado como una auténtica rareza y excepcionalidad. La historia nos recuerda que en 1788 fue Carlos III quien dictó un decreto para establecer plantíos en Tenerife, enviando plantas y semillas desde América y Asia. Poco después, desde el Jardín de Aclimatación de La Orotava llegaron las primeras plantas al valle de Agaete. La variedad Arabica typica –originaria de Etiopía– es muy apreciada por su baja productividad en contrapunto a su exquisito sabor.

Difícil de capturar
     Pero en esta tranquila y atractiva finca, además de ser cafetal y bodega, así como contar con otra extensa orla de frutales, también coexisten varias especies arbóreas canarias como son el almácigo (Pistacia atlantica), el acebuche (Olea cerasiformis), la palmera canaria (Phoenix canariensis) y, cómo no, el pino canario (Pinus canariensis). El Pino de la Finca de La Laja es uno de esos portentos vegetales difíciles de capturar o encuadrar con la cámara.
     Detrás de la bodega de La Laja, bajo los impresionantes riscos que salvan hasta 800 metros con las cimas de Tamadaba, encontramos antiguas terrazas y, al pie de éstas, tres pinos alineados. Es justo el que se encuentra más a la izquierda (28º 04 28¨N y 15º 40´ 09¨W) el que ofrece unas enormes proporciones. Curiosamente, la fisionomía de este árbol no es la más típica del Pinus canariensis, de hecho, a cierta distancia parece más bien un gran eucalipto.
     Este árbol arranca como un gran cilindro de más de 4 metros de diámetro y a 4,5 metros se transforma en varias ramas de gran calibre, hasta el punto de que el diámetro principal llega a incrementarse de forma notoria en este engrosamiento. La razón de este aspecto poco común pudiera ser la pérdida de la guía terminal en su época juvenil. La altura del ejemplar no se ha podido calcular técnicamente, pero se estima entre los 30 y los 35 metros. La proyección del diámetro de su copa es muy amplia, abarcando más de 300 metros cuadrados.
     La primera parte del árbol se encuentra sumergida en un invernadero que hoy hace las veces de almacén y trastienda, ya que tal y como nos comenta el propietario “debajo de los pinos no crece bien la huerta”. En la encrucijada donde se dividen las grandes ramas todavía se ubica una pequeña urna –con instalación eléctrica y todo– donde se mantuvo una talla de la Virgen del Pino hasta hace pocos años. Ahora esta imagen se encuentra en la capilla que se construyó junto a la bodega.

Para amarrar bestias
     El hecho de que los tres pinos se encuentren alineados hace pensar que los mismos fueron plantados, si bien el de en medio es de menores dimensiones. A priori parece que los tres tienen diferentes edades, pero solo un estudio dendrocronológico sería capaz de despejar esta incógnita. Otra hipótesis es que el pino de mayores dimensiones pudiera ser de origen espontáneo y que el resto fuera plantado, ya que antiguamente siempre se libraba de la tala algún árbol para “poder amarrar a las bestias y garantizar una buena sombra para el descanso”, tal y como nos cuenta el propietario, Inocencio Lugo.
     En cualquier caso, se trate o no de un pino contemporáneo y superviviente al ingenio de Agaete, es un bello y a la vez extraño ejemplar digno de admiración. Por ello, es recomendable retirar el invernadero y adecuar el entorno para que este ejemplar pueda lucir en toda su magnitud, toda vez que se realicen labores de extracción de “cores” que permitan hacer un conteo de los anillos fisiológicos. Esta práctica, ejecutada profesionalmente, no supone ningún daño para los árboles.
     Esperemos que estas labores puedan llegar a realizarse, así como que nos depare alguna agradable sorpresa. Sería realmente interesante descubrir si el árbol, cuya sombra sigue mezclando aromas del pinar con el tueste del café natural, fue testigo o no del sudor de los esclavos aborígenes que no tuvieron otro remedio que entregar su trabajo al sometimiento de otras islas hermanas.

Número 3 de Gran Canaria
-----

12 junio 2024

El Espino de José

El espino de José de Arimatea, Glastonbury, Reino Unido

El Reino Unido cuenta con una gran cantidad de árboles antiguos, muchos de ellos asociados a diversas leyendas e historias. A menudo es difícil saber dónde acaba la historia y dónde empieza la fantasía.
     Uno de los árboles más célebres del Reino Unido es el llamado espino de Glastonbury. En diciembre de 2010 sufrió la mutilación de todas sus ramas pero lentamente se regeneró.
      Se alza sobre la cima de una colina cerca de la ciudad del mismo nombre en Somerset, al suroeste de Inglaterra. Es uno de los muchos espinos que crecen en la zona pero
misteriosamente florece en pleno invierno además de hacerlo, como todos los demás, también en primavera.
     La leyenda dice que, cuando el cuerpo de Cristo fue bajado de la cruz, fue
depositado en una tumba que petenecía a José de Arimatea, tío de María, madre de Jesús,  y que asustado por la vida que había llevado, José emigró de Palestina llevando consigo el Santo Grial y refugiándose en Britania. Al llegar a la cima de una colina, entonces rodeada de pantanos, cerca de Gltoastonbury, hincó en tierra el bastón de espino que traía, indicando que había llegado al final del viaje. Ese bastón echó raíces y el día de Navidad, en pleno invierno, floreció. El “milagro” se conmemoró construyendo la primera iglesia cristiana en tierra extraña.
     Al lugar llegaron muchos peregrinos y c
on el tiempo se construyó una abadía, hoy derrruída. Los peregrinos cortaban retoños del “árbol sagrado”, práctica que habría continuado a lo largo de los siglos de modo que todos los espinos de la zona podrían ser descendientes directos del de José de Arimatea. Los devotos también dejaban sus anhelos colgados del espino con la esperanza de que se cumplieran.
     Lógicamente el espino que ahora crece en la colina es un descendiente de aquel original que sería originario del Líbano y su nombre en latín es: Crateagus monogyna praecox.
     Todos los años, antes del día de Navidad, se envían a la realeza inglesa ramilletes del espino de Glastonbury y se dice que la Reina Isabel los ponía sobre la mesa y presidían el desayuno del 25 de diciembre.

 
-----

09 junio 2024

Takahashi en Okayama, el cronista de Japón (072)


TAKAHASHI HIROSHI
El ichō del templo de Bodaiji (prefectura de Okayama)
Especie: Ichō (Ginkgo biloba, familia Ginkgoaceae, género Ginkgo)
Dirección: Kōen 1532, Nagi-chō, Katsuta-gun, Okayama-ken 708-1307.
Perímetro del tronco: 11,9 m.
Altura: 30 m.
Edad: 900 (atribuida)
Designado monumento natural nacional.
Tamaño ★★★★   Vigor ★★★★★    Porte ★★★★     
Calidad del ramaje ★★★★    Majestuosidad ★★★★★

Me gustaría presentarles ahora el austero aspecto que muestra el ichō (Ginkgo biloba) más grande de la región de Chūgoku, que fue presentado ya en otro artículo.
      A media ladera del monte Nagi, a una altitud de 600 metros, se encuentra el templo budista de Bodaiji. Acercándonos al edificio principal procedentes del aparcamiento, atraerá inmediatamente nuestra vista, al fondo del recinto, a mano derecha, un gran ichō que se alza imponente, como figura principal sobre un fondo de cedros japoneses (sugi).
     El templo de Bodaiji es el lugar donde se preparó entre los nueve y los 13 años el sabio budista Hōnen (1133-1212), fundador de la secta de la Tierra Pura (Jōdoshū). Se dice que el ichō se desarrolló a partir de un bastón o rama que Hōnen clavó en el suelo en un gesto de determinación en su empeño por coronar con el éxito su formación educativa.
     Durante algún tiempo, el templo quedó abandonado y su recinto ofrecía una ruinosa imagen, pero ahora luce tan bello que parece otro, pues es objeto de un cuidadoso mantenimiento y además de aparcamiento tiene también otros servicios. Alrededor del árbol se han instalado corredores de madera elevados sobre estacas para evitar dañar las raíces, una muestra del celo con que está siendo preservado. Muestra el gigante, como es típico en los ichō de sexo masculino, unas magníficas raíces aéreas, raíces que se extienden a partir del tronco y de las ramas. Las que cuelgan de una gran rama horizontal a modo de innumerables estalactitas son realmente inigualables. Da la sensación de que cada una de esas raíces fuera extendiéndose por propia voluntad.
     Estas raíces aéreas se denominan normalmente chichi u oppai (tetas) pero aquí, en el municipio de Nagi, reciben el nombre de rengi, forma dialectal de la palabra japonesa surikogi (mazo de mortero), y su parecido con este objeto es innegable. Esta comarca es de copiosas nevadas y, según se dice, en la era Tenmei (1781-1789) una gran rama que se extendía hacia el norte cedió al peso de la nieve hasta quedar en contacto con el suelo, de donde surgió un nuevo tronco. Una buena muestra de la asombrosa vitalidad que tiene el ichō.
     Presenta este ejemplar el poderoso porte que caracteriza a su especie, con mayor anchura de tronco a una cierta altura que en la base. Durante el estío su follaje es tan lujuriante que no permite obtener una imagen de conjunto, mientras que en invierno se muestra literalmente cubierto de unas ramillas finas como agujas que crecen profusamente por todo su tronco. Como debió de perder su tronco principal original, cabe pensar que con este desarrollo de nuevas ramillas trata de sostener el nivel de fotosíntesis. Con esa corpulencia que tiene, parece un ser robusto e inamovible, pero lo cierto es que está luchando con todas sus fuerzas para no debilitarse.
     Los momentos más recomendables para visitarlo son el otoño, cuando sus hojas se tiñen de amarillo, y el invierno, cuando está asegurado el espectáculo de esa fuerza casi terrorífica de sus raíces aéreas, que quedan totalmente al descubierto una vez perdido el follaje.

     Entre mediados y finales de noviembre el tono amarillo de su manto otoñal alcanza su mayor esplendor, realzado desde 2012 por la iluminación nocturna. La fantástica visión de este gigante iluminado en medio de la oscuridad se convertirá, sin ninguna duda, en una experiencia inolvidable.

 
Número 072
-----

07 junio 2024

Los árboles canoa (y2), del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
Los árboles canoa (y 2)

Foto 1
 

(...) Para profundizar algo más sobre los árboles canoa, solicité permisos para poder mostrar fotos que ilustrasen algo más aquello de lo que hablaba. (...) Los árboles de canoa son una parte de los llamados “árboles con cicatrices”, aquellos a los que los aborígenes australianos han quitado la corteza para usarla en otras cosas (las canoas serían el uso de mayor tamaño, pero no el único) y además existen los árboles tallados, creados como una forma de expresión artística y espiritual por algunos pueblos aborígenes, para marcar sitios de importancia como los lugares de enterramiento y lugares sagrados. (En la foto 1 un árbol tallado cerca de Dubbo, en Nueva Gales del Sur, fotografiado por Henry King) En el siglo XIX, muchos de ellos fueron cortados para llevar a museos, pero en la actualidad están protegidos por ley y algunos han sido devueltos a sus antiguos emplazamientos.
      Al hablar de los arboles de canoa, decía que también se sacaban de ellos “coolamons”, pero no dije lo que eran. La mejor definición es la de “recipiente multifunción de lados curvos”, que varían en longitud de 30 a 70 cm, y de forma similar a una canoa. Los coolamons fueron utilizados tradicionalmente por las mujeres aborígenes para llevar agua, frutas, y cualquier otra cosa, así como para acunar a los bebés y se transportaban en la cabeza cuando se viajaba, o debajo del brazo si se usaba como cuna.
   
      He pedido permiso a Karlangu Aboriginal Art Centre (https://karlangu.com/) para poder mostrar las imágenes de los coolamons llenos de frutos y en su función de cuna, y ver así realmente lo que son estos recipientes y el uso que se les daba. Pero sin duda, hablar de canoas hechas con corteza de eucalipto, sin ver una de estas, dejaba mi publicación original absolutamente coja y con poco sentido, por ello me puse en contacto con el Museo Marítimo Nacional de Australia (https://www.sea.museum/) que en una de sus páginas muestra el proceso de corta, extracción limpieza, plegado y atado para formar unas canoas de corteza del estilo de extremo atado o “estilo Gippsland”.
      No era el único tipo, puesto que este variaba con las zonas, y puede que con los diferentes grupos indígenas. Había canoas construidas para durar y otras casi de emergencia, canoas individuales y de diversa capacidad, de hasta una docena de personas. Llegaron a desarrollar sistemas para tener fuego y cocinar dentro de ellas, necesario en las noches de pesca o durante largos viajes. Pero no sólo la fabricación era importante. 
     La capacidad de conducir y navegar canoas, comprender los ríos y las corrientes, y la confianza en el agua, eran habilidades valiosas en el siglo XIX. Aunque en ocasiones pensemos en Australia como un semidesierto (realmente hay de todo en un territorio tan grande), el sistema fluvial formado por los ríos Darling y Murray (el primero y segundo en longitud, que se unen antes de llegar al mar) tiene una longitud de 3.672 km, y baña diversas zonas de los estados de Victoria, de Nueva Gales del Sur y del sur de Queensland. Estos ríos con frecuencia, en época de lluvias se desbordan e inundan enormes extensiones, porque muchas de ellas son absolutamente llanas (el río Murray, a 274 km del mar tiene una altura sobre él de tan sólo 3,6 metros). En estas condiciones saber construir una barca y manejarla, era sin duda la diferencia entre la vida y la muerte.

       -----