07 junio 2024

Los árboles canoa (y2), del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
Los árboles canoa (y 2)

Foto 1
 

(...) Para profundizar algo más sobre los árboles canoa, solicité permisos para poder mostrar fotos que ilustrasen algo más aquello de lo que hablaba. (...) Los árboles de canoa son una parte de los llamados “árboles con cicatrices”, aquellos a los que los aborígenes australianos han quitado la corteza para usarla en otras cosas (las canoas serían el uso de mayor tamaño, pero no el único) y además existen los árboles tallados, creados como una forma de expresión artística y espiritual por algunos pueblos aborígenes, para marcar sitios de importancia como los lugares de enterramiento y lugares sagrados. (En la foto 1 un árbol tallado cerca de Dubbo, en Nueva Gales del Sur, fotografiado por Henry King) En el siglo XIX, muchos de ellos fueron cortados para llevar a museos, pero en la actualidad están protegidos por ley y algunos han sido devueltos a sus antiguos emplazamientos.
      Al hablar de los arboles de canoa, decía que también se sacaban de ellos “coolamons”, pero no dije lo que eran. La mejor definición es la de “recipiente multifunción de lados curvos”, que varían en longitud de 30 a 70 cm, y de forma similar a una canoa. Los coolamons fueron utilizados tradicionalmente por las mujeres aborígenes para llevar agua, frutas, y cualquier otra cosa, así como para acunar a los bebés y se transportaban en la cabeza cuando se viajaba, o debajo del brazo si se usaba como cuna.
   
      He pedido permiso a Karlangu Aboriginal Art Centre (https://karlangu.com/) para poder mostrar las imágenes de los coolamons llenos de frutos y en su función de cuna, y ver así realmente lo que son estos recipientes y el uso que se les daba. Pero sin duda, hablar de canoas hechas con corteza de eucalipto, sin ver una de estas, dejaba mi publicación original absolutamente coja y con poco sentido, por ello me puse en contacto con el Museo Marítimo Nacional de Australia (https://www.sea.museum/) que en una de sus páginas muestra el proceso de corta, extracción limpieza, plegado y atado para formar unas canoas de corteza del estilo de extremo atado o “estilo Gippsland”.
      No era el único tipo, puesto que este variaba con las zonas, y puede que con los diferentes grupos indígenas. Había canoas construidas para durar y otras casi de emergencia, canoas individuales y de diversa capacidad, de hasta una docena de personas. Llegaron a desarrollar sistemas para tener fuego y cocinar dentro de ellas, necesario en las noches de pesca o durante largos viajes. Pero no sólo la fabricación era importante. 
     La capacidad de conducir y navegar canoas, comprender los ríos y las corrientes, y la confianza en el agua, eran habilidades valiosas en el siglo XIX. Aunque en ocasiones pensemos en Australia como un semidesierto (realmente hay de todo en un territorio tan grande), el sistema fluvial formado por los ríos Darling y Murray (el primero y segundo en longitud, que se unen antes de llegar al mar) tiene una longitud de 3.672 km, y baña diversas zonas de los estados de Victoria, de Nueva Gales del Sur y del sur de Queensland. Estos ríos con frecuencia, en época de lluvias se desbordan e inundan enormes extensiones, porque muchas de ellas son absolutamente llanas (el río Murray, a 274 km del mar tiene una altura sobre él de tan sólo 3,6 metros). En estas condiciones saber construir una barca y manejarla, era sin duda la diferencia entre la vida y la muerte.

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05 junio 2024

 Diario de Palencia,
¡Vamos Palencia! reclama más atención para el Olivo de la Paz
Con motivo de su 25 Aniversario en Palencia se pretende que se desarrolle un sencillo acto apolítico

El próximo 10 de junio se cumplirán 25 años desde que este olivo de más de 1.500 años, según reza la placa que lo acompaña, fuera plantado esa noche de 1999 en Palencia. Esa fecha coincidió además con el fin de la guerra de Kosovo, por lo que pasó a denominarse como Olivo de la Paz.
     Con motivo de este 25 aniversario, ¡Vamos Palencia! ha propuesto al Ayuntamiento que se restaure la placa conmemorativa que se encuentra deteriorada y que se reponga también la placa que incluía el nombre de la persona que donó este olivo al Ayuntamiento de Palencia, Miguel Ángel Gimeno, propietario de la extinta empresa Viveros Gimeno. Se pretende que se desarrolle un sencillo acto apolítico en el que también se reflexione y se ponga en valor lo que simboliza, la paz, siendo más necesaria que nunca en estos momentos de inestabilidad mundial con las cruentas guerras que se están desarrollando.
     Asimismo desde ¡Vamos Palencia! también ponen voz a los vecinos del barrio que llevan años preocupándose por la salud de este ejemplar al que consideran, debería prestársele mayor atención y cuidados.
     El Olivo de la Paz está ubicado en la Avenida de los Vacceos entre los números 9 y 11 y cuando se trasplantó recién traído de Sabiñán (Zaragoza) contaba con 8.500 Kg de peso y un diámetro de copa de unos cuatro metros. Es un símbolo en el barrio de San Juanillo, cuyos vecinos han estado siempre muy pendientes de su evolución y salud, dando la voz de alarma en varias ocasiones al verse éste ejemplar enfermo.
     También han reclamado al Ayuntamiento que se asesore y procure las mejores condiciones para su mantenimiento. Algunas personas han solicitado que se mejore su espacio retirando el riego por aspersión que le procura una humedad excesiva y que podría producir asfixia radicular u ocasionar la aparición de hongos. También sugieren que se le provea de un espacio alrededor con cubierta vegetal o mulching.

por la Paz

 
 
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03 junio 2024

Árboles canoa (1), del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
Los árboles de canoa (1de2)

Foto 1 - 1890

Foto 2 - 1988
Con esta extraordinaria serie de tres fotos (cuyo uso me ha autorizado el señor Trevor Thomas y al cual agradezco su generosidad) se puede ver y entender lo que en Australia es un “árbol de canoa”. Se trata de árboles a los que los aborígenes australianos quitaron en su momento pedazos de corteza para la creación de canoas, refugios, escudos, coolamons* y algunos otros usos.  
     La corteza, en tramos lisos y libres de ramas, se cortaba con hachas de piedra, llegando hasta la albura y luego se despegaba con cuidado. Se empleaban para ello, como no, los árboles propios de Australia como son los eucaliptos, especialmente el llamado allí “chicle rojo” (Eucaliptus camadulensis), que pueden pasar perfectamente de los 20 metros de altura y cuya corteza llega a ser de 3 cm de grosor. Después de cortada la corteza debía ser preparada y curada, siguiendo para ello los métodos y costumbres nativas. Las canoas duraban, en el mejor de los casos, unos cuatro años, y las más grandes solían ser para dos personas, para uso en ríos, lagos y mar en calma. Con la llegada de los europeos esto cambió y la llegada de nuevas técnicas apartó las canoas de corteza del uso tradicional.
      Volviendo a las fotos, la foto 2 en color fue tomada en 1988 a la orilla del río Murray, cerca de Blanchetown (una población llamada así en honor de Lady Blanche Macdonell, esposa de un gobernador de Australia de sur en el siglo XIX), a unos 130 km de Adelaida. La foto 3 corresponde a 2017, cuando el señor Trevor Thomas volvió al mismo lugar y fotografió de nuevo el árbol, sin embargo lo más interesante es tener la foto 1 de ese mismo árbol, tomada en 1890 y que fue incluida en el libro “Bark Canoes of the Murray Valley” de Robert Edwards, publicado en 1972. 
     Nadie sabe cuándo se quitó la corteza de este árbol, pero el señor Thomas estima que hace entre 250 y 300 años, siendo la edad actual de este eucalipto entre 500 y 600 años. Se estima que, con anterioridad a la llegada de hombres blancos, el territorio estaba ocupado por el pueblo Ngarrindjeri, el pueblo aborigen australiano de la parte baja del río Murray, pero ni siquiera en esto hay acuerdo, algunos opinan que eran un grupo de hasta 18 clanes territoriales, con parentesco cultural, pero sin unidad política. Fuesen Ngarrindjeri o no, lo cierto es que fueron los nativos locales quienes hicieron una canoa a partir de este árbol.

Recipiente multifunción de lados curvos

Foto 3 - 2017

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31 mayo 2024

FRANCISCO DE QUEVEDO (Madrid, 1580-1645)
Canción fúnebre en la muerte de Don Luis Carrillo...

Miré ligera Nave,
Que con alas de lino en presto vuelo
Por el aire süave
Iba segura del rigor del Cielo,
Y de tormenta grave.
En los Golfos del Mar el Sol nadaba
Y en sus ondas temblaba;
Y ella, preñada de riquezas sumas,
Rompiendo sus cristales,
Le argentaba de espumas,
Cuando en furor iguales,
En sus velas los vientos se entregaron.
Y dando en un bajío,
Sus leños desató su mismo brío,
Que de escarmientos todo el Mar poblaron,
Dejando de su pérdida en memoria
Rotas jarcias, parleras de su historia.

En un hermoso prado
Verde Laurel reinaba presumido,
De pájaros poblado
Que, cantando, robaban el sentido
Al Argos del cuidado.
De verse con su adorno tan galana
La Tierra estaba ufana,
Y en aura blanda la adulaba el viento,
Cuando una nube fría
Hurtó en breve momento
A mis ojos el día;
Y arrojando del seno un duro rayo,
Tocó la Planta bella
Y juntamente derribó con ella
Toda la gala, Primavera y Mayo.
Quedó el suelo de verde honor robado,
Y vio en cenizas su soberbia el prado.

Vi, con pródiga vena
De parlero cristal, un Arroyuelo
Jugando con la arena,
Y enamorando de su risa al Cielo.
A la margen amena,
Una vez murmurando, otra corriendo,
Estaba entreteniendo;
Espejo guarnecido de esmeralda
Me pareció, al miralle,
Del prado, la guirnalda,
Mas abrióse en el valle
Una envidiosa cueva de repente;
Enmudeció el Arroyo,
Creció la oscuridad del negro hoyo,
Y sepultó recién nacida fuente,
Cuya corriente breve restauraron
Ojos, que de piadosos la lloraron.

Un pintado Jilguero,
Más ramillete que ave parecía;
Con pico lisonjero
Cantor del Alba, que despierta al día;
Dulce cuanto parlero
Su libertad alegre celebraba,
Y la paz que gozaba,
Cuando en un verde y apacible ramo,
Codicioso de sombra,
Que sobre varia alfombra
Le prometió un reclamo,
Manchadas con la liga vi sus galas;
Y de enemigos brazos
En largas redes, en nudosos lazos,
Presa la ligereza de sus alas,
Mudando el dulce, no aprendido canto,
En lastimero son, en triste llanto.

Nave tomó ya puerto;
Laurel se ve en el Cielo trasplantado,
Y de él teje corona;
Fuente, hoy más pura, a la de Gracia corre
Desde aqueste desierto;
Y pájaro, con tono regalado,
Serafín pisa ya la mejor zona,
Sin que tan alto nido nadie borre.
Así que el que a don Luis llora no sabe
Que, Pájaro, Laurel y Fuente y Nave
Tiene en el Cielo, donde fue escogido,
Flores y Curso largo y Puerto y Nido.

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29 mayo 2024

El árbol de la Armada, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
El árbol de la Armada Española


De Colin Urwin
Hace casi cuatrocientos treinta fui arrastrado a la orilla arenosa de la bahía de Ballygally en el bolsillo de un marinero que luchaba por el rey español contra el clima cruel y la reina virgen inglesa.
     El pobre marinero se había ahogado en el mar y nunca llegó a saborear mi dulce pulpa de castaña, pero no me desperdicié y yo sobreviví a ese miserable viaje desde la soleada costa de España y me encontré en Irlanda muerta de hambre por el frío y la lluvia.
     Y allí podría haber muerto yo misma, arrugada en mi piel, pero nos enterraron a ese pobre marinero y a mí junto con él. Me estremecí en ese suelo frío y húmedo tan lejos de casa rezando para que el sol calentara la tierra fértil y turbia.
     La primavera siguiente asomé la cabeza, nunca me sentí tan valiente pero fui recibido por un viento más frío que la tumba. ¡Cómo anhelaba mi tierra natal de naranjas y calor, donde los olivares son fragantes y todas las castañas dulces!
     Pero aquí no me molestaron, y en el clima irlandés mis raíces consumieron la carne, los huesos y las botas de cuero español de mi involuntario amigo marinero, poco mundano e ignorante quien pensó que me consumiría, oh, ¡cómo cambiaron las tornas!
     He visto muchas cosas en mi larga vida ¿quién no?, supongo, pero por cada pregunta respondida, se plantearon cien más. Desde este tranquilo cementerio vi guerras y hambruna,
la codicia y la necedad del hombre están grabadas en cada página. Quizás debería estar agradecido de que la locura del hombre me haya traído aquí pero tan lejos de mi tierra, el precio que pagué fue caro solo me quedé, sin la esperanza de que alguna vez pudiera haber
un árbol joven que creciese de una de mis semillas. No soy un castaño de indias al que trepan los escolares irlandeses, soy un dulce castaño español alejado de mi propia especie
y aunque de todos los árboles nativos me he apartado el canto del pinzón y el mirlo me animaron. El petirrojo a través de los oscuros días de invierno, tardes ruidosas en la primavera. Y qué alegría cada domingo por la mañana, al escuchar a la gente cantar.
He soportado el viento y la lluvia, mis ramas han crujido con la nieve, pero a pesar de todo, mi viejo corazón nunca dejó de crecer. Pero no importa dónde te encuentres, debes hacer lo mejor que puedas así seas un castaño dulce español o el irlandés nativo. Y ahora, por desgracia, mi tiempo ha llegado, como debe ser y a mis semejantes confío mi viejo corazón de madera. Haz de mí algo útil, una glorieta o un asiento donde los peregrinos se tomen un momento para sentarse y descansar los pies, y dejad que los niños trepen y jueguen, mientras tú te acuerdas de mí y cuéntales toda la historia del Árbol de la Armada Española.
 
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