05 marzo 2022

Los anillos de crecimiento y la huella del tiempo

RAQUEL ALFARO SÁNCHEZ
Los anillos de los árboles explican el movimiento de los trópicos desde el siglo XIII
   
 
El estudio liderado por Raquel Alfaro Sánchez, investigadora postdoctoral en el CREAF, alerta de que el movimiento del límite de los trópicos originó cambios en los regímenes de precipitación con consecuencias socioeconómicas importantes para las civilizaciones pasadas.
Raquel Alfaro Sánchez
¿Dónde empiezan y acaban los trópicos? ¿Siempre han ocupado la misma extensión? El clima en los trópicos viene dominado por el cinturón de lluvias tropicales. Un cinturón de nubes y lluvias delimitado aproximadamente por el trópico de Capricornio en el sur, y el trópico de Cáncer en el norte, pero que no es inmóvil: oscila durante el año creando una estación de lluvias y otra estación seca.
      Este mes de octubre, un equipo de investigadores liderados por Raquel Alfaro Sánchez, investigadora postdoctoral en el CREAF, publicaron en Nature Geoscience un estudio que ha medido por primera vez el movimiento del límite tropical en el hemisferio Norte durante los últimos ochocientos años. La zona intertropical ocupa de forma general una banda ancha entre los 30 grados latitud norte y 30 grados latitud sur, pero parece que no siempre ha sido así. Según Alfaro-Sánchez y su equipo, la frontera norte del cinturón tropical se ha expandido y contraído hasta cuatro grados entre el año 1203 y el 2003. De hecho, el estudio explica que durante los últimos 800 años se han experimentado cambios sucesivos en la posición del extremo norte de los trópicos con consecuencias importantes sobre el clima.
      En este sentido, los resultados muestran que el periodo de expansión más duradero se registró entre 1568 y 1634. Este periodo coincidió con graves sequías que afectaron a diversas regiones del hemisferio Norte.
      "La expansión del cinturón tropical entre 1568 y 1634 coincidió con graves sequías y con la caída del imperio otomano en la actual Turquía, el final de la dinastía Ming en China y el casi abandono de la colonia Jamestown en el estado de Virginia, Estados Unidos, señala Alfaro-Sánchez. Según Valerie Trouet, coautora del estudio e investigadora del Laboratory of Tree-Ring Research, University of Arizona, «es bastante probable que el cambio en el clima fuera uno de los factores que más contribuyeron a estos cambios socioeconómicos».
      Hace tiempo que se conoce que los trópicos no son una línea fija. Sin embargo, hasta ahora no se tenían datos de la evolución de estas fronteras geográficas invisibles antes del año 1930, que fue cuando comenzaron a utilizarse sistemas de registro científicamente precisos.

      Los anillos de los árboles nos explican el clima pasado aunque no existan datos instrumentales
Para rastrear las fluctuaciones en el límite norte del cinturón tropical desde 1203 hasta 2003, el equipo se valió de la información que queda registrada año a año en los anillos de crecimiento de árboles. Se analizaron árboles situados en cinco regiones diferentes del hemisferio norte (Este y oeste de América del Norte, la meseta tibetana, Paquistán del norte y Turquía).
      El equipo pudo reconstruir la posición del límite norte de los trópicos porque la amplitud de cada anillo de crecimiento refleja las condiciones climáticas anuales.
      De esta manera, la influencia que el movimiento de los trópicos tuvo, sobre todo en el régimen de precipitaciones durante los últimos 800 años, quedó marcada en la anchura del anillo puesto que, anillos más gruesos reflejan más crecimiento, buenas condiciones climáticas sobre todo de humedad y anillos delgados condiciones de sequía y menos crecimiento forestal.
      Así, Raquel y su equipo analizaron primero los anillos de los árboles desde 1930, fecha en la que comenzaron a realizarse registros meteorológicos sistemáticos y fiables. De ese modo, se pudo equiparar lo que mostraban los anillos de los árboles con los registros meteorológicos observados. Una vez evaluado el grado en el que ambos registros coincidían, se calibró un modelo estadístico y se pudo extrapolar lo que explicaban los anillos de crecimiento de los árboles en etapas anteriores en las que no existían aún registros.
      A parte de detectar la expansión del límite tropical de finales del siglo XVI, los anillos mostraron que los trópicos se contrajeron sistemáticamente, hasta 1.56 grados de latitud en el hemisferio Norte, tras erupciones volcánicas muy virulentas como la del volcán Tambora en 1815. La explosión de este volcán, situado en la Indonesia actual, emitió aerosoles y partículas que filtraron la radiación solar y enfriaron el planeta durante 1816, un año conocido como “el año sin verano”.
 
Artículo:
Alfaro-Sánchez, R., Nguyen, H., Klesse, S., Hudson, A., Belmecheri, S., Köse, N., … & Trouet, V. (2018). Climatic and volcanic forcing of tropical belt northern boundary over the past 800 years. Nature Geoscience, 1. doi:10.1038/s41561-018-0242-1
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02 marzo 2022

EDITH SÖDERGRAN (Rusia, 1892-1923)
Primavera nórdica

 

Todos mis castillos de aire se han fundido como la nieve,
todos mis sueños han corrido como el agua,
de todo cuanto he amado, solo me queda
un cielo azul y algunas estrellas pálidas.
El viento discurre, suave, entre los árboles.
El vacío reposa. El agua está en silencio.
El viejo abeto, alerta, piensa
en la nube blanca a la que besó en sueños.

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27 febrero 2022

¿Se nos van los grandes Baobabs?

SUNLAND BAOBAB
El recuerdo de uno de los grandes
Sunland Baobab

El dinero mueve el mundo. Si eres propietario de una tierra y en ella hay un grandísimo baobab puedes hacer que los turistas lleguen, paguen, se fotografíen y se despidan. Pero si además tienes mas ideas, haces que ese baobab se convierta en una mina de oro. Aprovechas tus ideas, adaptas al baobab a las mismas y "voilà", tienes turistas que están dispuestos a dejar un poco más de dinero. Pero a veces los sueños se terminan y eso es lo que le pasó al bar de Platland Baobab, Mooketsi Baobab, Tree Bar, Big Baobab, Pub Tree, Sunland "Big Baobab" o como prefieran llamarlo. Sí, había un espacio en la barriga del baobab y los propietarios lo ampliaron y explotaron como bar.
     Este bar de "diseño creativo" en el interior de un baobab se hallaba en Modjadjiskloof, provincia de Limpopo, Sudáfrica. Esta zona se caracteriza por tener un gran número de enormes baobabs.
     La familia Van Heerden en 1989 compró la granja del gran baobab. Dedicaron una parte de las tierras a cultivar mangos y palmeras. En 1993 obtuvo del gobierno el permiso para vaciar parte de la estructura interior del gran baobab, el de mayor embergadura, por lo menos, de Sudáfrica.
     El bar contaba con una bodega, una barra y una zona de ocio, donde se podían acomodar, interiormente, a 15 personas. A lo largo del año lo visitaban unas 7000 personas. Aseguran que el interior mantenía una temperatura de 22º, algo nada desdeñable si se comparaba con el exterior.
     El árbol tenía una altura de 22m y una circunferencia de 47m. Se conjeturaba con su edad y hay quien afirmaba que era milenario. Como se aprecia en las fotografías este baobab constaba de dos partes conectadas por la base, lo que interiormente también daba lugar a dos espacios. Anterior a este uso como bar se había constatado que había sido utilizado por bosquimanos y voortrekker, y se encontraron evidencias de que este interior había sufrido hasta cinco incendios (1650, 1750–1780, 1900, 1955 y 1990).
     En agosto de 2016 colapsó un tercio de su estructura y en 2017 el resto. Su página en Facebook aún sigue abierta, allí encontraréis más información. La muerte de estos gigantes es muy dolorosa -
la del baobab Glencoe en 2009, en
2016 la del baobab de Chapman de Bostwana, etc-. Según un estudio publicado en 2018, no sólo el Sunland Baobab, sino "la mayoría de los baobabs africanos más grandes y antiguos han muerto en los últimos 12 años". Es probable que ahora el Sagole sea el baobab de mayor embergadura del continente.


Fotos de internet
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24 febrero 2022

Jacarandas de CDMX

MILENIO DIGITAL, Ciudad de México
Un mapa para localizar las jacarandas


Alberto Díaz Cayeros, economista, politólogo y director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Stanford, creó un mapa para localizar los árboles de jacarandas que durante la primavera colorean de morado las calles de la Ciudad de México.
      A través de la plataforma Medium comentó el proceso para elaborar este mapa en Google Earth sobre la ubicación de estos árboles en el Centro Histórico y las motivaciones que tuvo para hacerlo. 
    Explicó que el verdadero interés para ver las jacarandas además de su belleza fue su inquietud por geocodificar los arboles sobrevivientes a la época pehispánica y las acequias, que son canales abiertos que sirvieron para drenar el lago en donde se localizaba la Ciudad de México.
      Desde 1753 había un mapa hecho por José Antonio de Villaseñor y Sánchez en el que se mostraban las iglesias principales y puntos de interés, la acequia real con aguas fluidas y otras más pequeñas, así como el acueducto que suministra agua desde la época prehispánica desde los manantiales de Chapultepec.
      "Mi suposición inicial fue que muchos árboles en la actualidad, especialmente cualquier árbol viejo que sobrevive en el centro de la ciudad, se ubicaría en los patios y en los alrededores de las primeras edificaciones de la iglesia o en las acequias", explicó el también economista.

     En su búsqueda, Díaz Cayeros encontró que los árboles más viejos en la Ciudad de México son los sauces mexicanos, mejor conocidos como ahuehuetes, cuyo significado es "ancianos de agua", pero no podía mapearlos con imágenes satelitales y en ese análisis halló a las jacarandas: "Cuando comencé a examinar imágenes satelitales, la característica verdaderamente sorprendente que encontré fueron las jacarandas", confesó.
     El académico reconoció que le gustaría crear un proyecto para mapear a los ahuehuetes y que sean el testimonio de la persistencia de las fuerzas naturales en una ciudad pavimentada y construida como la Ciudad de México. "Estoy seguro de que un algoritmo podría programarse y el proceso de aprendizaje automático podría encontrarlos y catalogarlos", escribió el politólogo.
      Díaz Cayeros incluyó en el mapa cerca de unas 400 jacarandas en las áreas que codificó, que son principalmente el Centro Histórico, aunque reconoce que este mapa puede ampliarse.

      Las jacarandas, que son originarias de Sudamérica, fueron adaptados al clima de la Ciudad de México y el académico cree que estos árboles no sólo están cerca de iglesias, donde probablemente echan raíces los árboles por la cercanía con las acequias, sino también en amplios bulevares y complejos habitacionales como Tlatelolco.
     Díaz Cayeros concluyó que este método para georeferenciar a las jacarandas se puede mejorar y realizar mejores visualizaciones que permitan conocer de forma automática la geolocalización de los árboles de jacarandas en toda la ciudad, que permitarán contribuir a su conservación. 
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La llegada de las jacarandás a Ciudad de Mexico 
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21 febrero 2022

Entre la magia y la leyenda, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
El castaño de Aníbal

Entre los años 218 y 210 A.C. el general cartaginense Aníbal Barca estaba atacando el imperio romano en la propia península italiana, tras cruzar los Pirineos y los Alpes con su ejército y sus elefantes. Según la leyenda, entre batalla y batalla, pasó por la Garfagnana (un área histórico-geográfica de la provincia de Lucca, en la Toscana, entre los Alpes Apuanos y la principal cadena de los Apeninos, en la Toscana) y ató un elefante enfermo a un castaño, que desde entonces es conocido como el “Castaño del elefante” y también como el “Castaño de Anibal”. 
      Naturalmente la leyenda es falsa, y nadie sabe cómo nació, pero parece destinada a permanecer viva mientras viva el árbol, y seguramente también hasta mucho después. Ni el árbol estaba allí hace 2230 años, ni tendría posibilidad de retener a un elefante, pero la leyenda acerca a numerosos visitantes al árbol (y al restaurante que está enfrente) en la placita del Eva, en Renato di Barga, en la citada provincia de Lucca. El árbol es majestuoso y vigoroso; en el lado que da a la carretera hay una fisura evidente. La copa está compuesta por ramas jóvenes que emergen del tronco a unos 2 m por encima de la base y de las ramas viejas todavía cubiertas por una vegetación exuberante. Ciertamente no es una gran belleza aunque las dimensiones sean respetables, con más de siete metros de perímetro. Respecto a su edad tampoco hay unanimidad, se opina entre los 520 años y los 700, llegando alguno a decir hasta los 800, pero siempre lejos de hablar de “milenarios” que suelen opinarse en nuestro país. 

La 1ª foto es de Verónica Marchi para “Il Giornale di Barga e della Valle del Serchio” y las otras dos de Saro Sciuto.

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