20 marzo 2021

Resineros, la memoria del bosque

EUGENIO MONESMA (Huesca, 1952)
Los resineros

Tras dos milenios de aprovechamiento de su riqueza en nuestro país, en el año 1995 eran pocas las zonas boscosas de Pinnus pinaster que se seguían explotando. Una de ellas está en la provincia de Segovia, en la llamada Tierra de Pinares. Allí, entre toda su masa forestal, la chimenea de la fábrica de Zarzuela del Pinar delataba una actividad que todavía estaba viva entre sus gentes: la resinación.

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17 marzo 2021

El Pino Casandra, del cronista de Canarias

JUAN GUZMÁN OJEDA, Ing. Téc. Forestal
El pino que fue Bonito y quedó para la bruja Casandra

El protagonista en esta ocasión tiene mucho que ver con la mágica relación árbol-agua, que se hace notar de diferentes formas entre las vertientes norte y sur de las islas Canarias. Mientras que en la fachada norte podemos prácticamente tocar las nubes, empapándonos con la humedad interceptada; en la zona sur, una vez discurren los barrancos, encontramos charcas de agua que permanecen llenas durante varios meses. Estos pilancones naturales abundaban junto al paraje conocido como Cuevas de las Niñas, razón que atrajo la atención del Servicio Hidráulico para finalmente construir una presa en la zona.
     Cuando se inicia la construcción de esta presa, allá por 1935, ya existía un testigo de excepción que observaba el trajín de obreros y, a los pocos años, el inusual crecimiento de los pilancones. Probablemente, desde su atalaya temiera que la ingeniería llegara a sumergirlo, pero en 1958 la magna obra hidráulica coronó su muro con una altura de 32 metros sobre el cauce. Sin duda, el diseño del embalse se calculó con precisión para que este respetable testigo pasara a presidir el paisaje que se forma a partir de la mágica combinación árbol-agua.
     En el pinar genuino de sur de la isla de la Gran Canaria, sobre la coordenada 27º 55´ 26 ´´ N y 15º 40´07´´W, reside desde hace aproximadamente cuatro siglos un magnífico ejemplar de pino canario que responde por igual a dos nombres populares: Pino Bonito y Pino de Casandra. El primero, más propio de los lugareños, alude (¡cómo no!) a su singular silueta; el segundo se desprende del halo de la fantasía y leyenda que inspira al ser humano al contemplar tan bella estampa. Debió ser en una noche de acampada, seguramente en plena luna llena, cuando al calor de la convivencia y bajo el lema “el terror une a la gente”, se engendró, a la sombra nocturna del mismo árbol, el mito de la bruja Casandra. El origen de la leyenda
      Aunque no existe una versión oficial de la leyenda de Casandra, todas parecen coincidir en que la joven y guapa bruja fue encadenada al árbol y luego quemada por su esposo. Esta reacción fue la violenta consecuencia por pactar con el demonio el aliento de vida de sus dos hijas, a cambio de la eterna juventud. Continúa la leyenda aseverando que aún hoy puede llegar a oírse el arrastre de cadenas de su fantasma, e incluso los gritos de lamento de su desdichado marido.
     Por ser punto de reunión de pastores, a pocos metros del pino encontramos un círculo de piteras que responden al establecimiento de una gambuesa o recinto para guardar el ganado trashumante, cerrando la entrada con algún arbusto local de quita y pon.

Estatura y heridas de un centenario
     El árbol presenta un perímetro normal (medido a la altura del pecho) de 5,10 metros. A la altura de 3,5 metros se divide en dos grandes brazos o pernadas, hasta alcanzar una altura total cercana a los 20 metros. Ambas pernadas entrelazan sus copas para dotar a este ejemplar de un esbelto porte abierto y redondeado. Como consecuencia de antiguos aprovechamientos pueden apreciarse hasta tres heridas en su base; de éstas, solo la de la cara norte, la más profunda, presenta marca de fuego. La evidencia revela que su posición aislada y su cercanía al embalse lo han redimido de los últimos incendios. En cualquier caso, el estado del ejemplar es saludable y estas heridas no hacen peligrar por el momento su estabilidad biomecánica.
     También puede apreciarse con facilidad cómo algunas ramas bajas fueron enganchadas por furtivos necesitados, que con las prisas ejecutaron unas podas muy poco ortodoxas. Además, como consecuencia de la acción erosiva y posiblemente por el pastoreo, el árbol exhibe varias de sus raíces en superficie.
     Tras el gran incendio de 2007, con la pérdida de centenarios como Pilancones (31/01/2008) o El Mulato (11/06/2012), este ejemplar pasa a ocupar un lugar todavía más sobresaliente en el ranking de nuestro patrimonio forestal. Sería del todo recomendable llevar a cabo ciertas labores protectoras que permitan alargar o acomodar su vida, en especial evitar el pisoteo de sus raíces, sanear los cortes y proteger los huecos de posibles incendios.  


El topónimo

      Como dato curioso conviene decir que el topónimo de Las Niñas poco tiene que ver con la Leyenda de Casandra, aunque a buen seguro se habrá incluido en más de una visión narrativa. El topónimo es muy antiguo y parece aludir al hecho de que en las cuevas habitaron algunas mujeres de “moral distraída”. Pero a juzgar por el aura que envuelve a este espécimen de Pinus canariensis, sí que me inclino a pensar en algún tipo de pacto por la eterna belleza y lozanía; pero ya no sé si con la Madre Naturaleza, con Satanás o por conexión con la mismísima bruja Casandra.



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14 marzo 2021

U2 - The Joshua tree

U2 - THE JOSHUA TREE
One Tree Hill
      «One Tree Hill» es la novena canción y el penúltimo sencillo del álbum The Joshua Tree lanzado el 1987 por el grupo irlandés U2. El sencillo fue editado exclusivamente en Nueva Zelanda y Australia en 1988 donde llegó al número uno de los charts nacionales. El título del tema One Tree Hill se refiere a una torre volcánica de la ciudad de Auckland en Nueva Zelanda. El último árbol de este monte volcánico fue cortado el año 2000.
      El texto de la canción tiene varias interpretaciones y rinde tributo a dos personas: a un amigo neozelandés de Bono, Greg Carrol, que falleció en un accidente de moto en Dublín en 1986, y a la memoria del cantautor chileno Víctor Jara.
            
Parte del texto dice: 
...
Y en el mundo, un corazón oscurecido, una zona de fuego
Donde los poetas hablan del corazón y después son desangrados,
Jara cantó su canción, un arma en las manos del amor,
Se sabe que su sangre aún grita de la tierra

Corre como un río, corre al mar
Corre como río al mar.

No creo en pinturas de rosas ni en corazones rotos
Mientras disparos violen la noche de los misericordiosos
Te veré de nuevo cuando las estrellas caigan del cielo
Y la luna se haya enrojecida sobre el monte de un árbol.

Y correremos como un río, como un río corre al mar
Correremos como un río al mar...
      El tema fue tocado frecuentemente durante la gira del Joshua Tree Tour y Lovetown Tour con su última interpretación a principios de los 90. A partir de ahí no fue interpretada públicamente por U2 hasta el año 2006 en Auckland durante la gira Vertigo Tour y dos veces en shows en Tokio. En la gira U2 360° Tour volvió a ser interpretada en cuatro ocasiones (Chicago, Auckland y en Santiago de Chile junto a la cantante chilena Francisca Valenzuela).
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11 marzo 2021

Takahashi en Kioto, el cronista de Japón (023)

 TAKAHASHI HIROSHI (Yamagata, 1960)
Grupos de fukujō daisugi de Shimokuroda (prefectura de Kioto), Japón

Especie: Sugi (Cryptomeria japonica, familia Cuprasáceas, género Cryptomeria).
Dirección: Katanami-chō, Keihoku, Ukyō-ku, Kyōto-shi, Kyōto-fu 601-0401, Japón
Perímetro del tronco: 15,2 m.     Altura: 30 m.     Edad: 800 años.
Tamaño:★★★★★   Vigor:★★★   Porte:★★★★★   Calidad del ramaje:★★   Majestuosidad:★★★★★


La zona arbolada en que se forman los manantiales del río Katanamigawa es un área de extracción de madera que viene siendo preservada desde el periodo Heian (794-1185) y que durante siglos surtió de material de construcción la antigua capital de Japón, Kioto, y el antiguo palacio imperial allí situado. Son extensos bosques de sugis japoneses -que no cedros- con todo el peculiar encanto que aporta esta especie. Sin embargo, los sugis que crecen en esta región no son los típicos árboles de tronco simple y recto que vemos en otros lugares: son los fukujō daisugi, que desarrollan varios troncos de un único pie. La técnica del daisugi consiste en ir talando ordenadamente cada uno de esos troncos para que salgan otros muchos. De un solo cedro se pueden seguir extrayendo troncos a lo largo de más de 300 años. Los árboles gigantes que hallamos aquí son, pues, en cierto sentido, árboles creados por el ser humano. La evolución de los estilos arquitectónicos y otras circunstancias redujeron la demanda de este tipo de explotación y, para inicios del periodo Muromachi (1336-1573) puede decirse que la época del daisugi había quedado atrás. Descuidada, la zona cayó en un olvido de siglos, pese a lo cual estos complejos de sugis continuaron creciendo hasta que, una vez más, han pasado a ser objeto de atención, esta vez por su tamaño, que parece rozar sus propios límites de crecimiento. Entre estos ejemplares hay algunos con troncos de 15 metros de perímetro. Contemplando su singular ramaje y su gigantesco tronco, es difícil sustraerse a un sentimiento de reverente temor.
     Grupos de estos peculiares sugis motean las colinas que se extienden entre Keihoku, en el distrito de Ukyō, y Hanase, en el de Sakyō, ambos en Kioto. Visitando esta zona se percibe de una forma muy directa el esplendor de la vieja capital. Declarada Área Natural Protegida, este espacio ofrece rutas de senderismo y, debido a lo intrincado de su orografía, se ofrecen también visitas guiadas. Se dice que en el área protegida existen más de 250 árboles con tronco de diámetro superior a los tres metros, cuya presencia contribuye aún más a transportar al visitante a un mundo ubicado en otra dimensión. En tres horas de caminata no demasiado dura es posible dar una vuelta a toda el área, por lo que se ha convertido en un lugar ideal para desconectar de los agobios de la vida diaria. 

  

Numero 023

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08 marzo 2021

Gloucester Tree, escalera al cielo, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
Gloucester Tree, West-South Aussie

Foto 1
      El territorio que actualmente forma el Parque Nacional Gloucester (al sur del territorio de Australia Occidental) tiene entre sus árboles notables un grupo denominado “los cuatro ases” formado por cuatro Eucaliptus diversicolor, especie esta a la que se llama en zona “Karri” y a la que se considera la más noble de las más de 600 especies de eucaliptos existentes. (Foto 1) Se dice que tienen unos 400 años y una altura de 75 metros. El parque (y un determinado árbol) recibió el nombre por una visita real de 1947. Ese año, el entonces Gobernador General de Australia, Su Alteza Real el Duque de Gloucester, visitó la zona que desde entonces lleva su nombre. Entre los años 1937 y 1952 se seleccionaron allí ocho árboles para usarlos como puestos de vigilancia de incendios. Coincidiendo con la visita del gobernador y para mostrarle en qué consistía tal selección, se le llevó a ver la preparación de uno de esos árboles, el que ahora lleva su nombre. Antes, y para comprobar si era válido como mirador, el silvicultor Jack Watson lo escaló ayudado por unas botas y un cinturón, lo que le llevó seis largas horas entre subir, comprobar si era válido y regresar. Los peldaños que sirven de escalera para la subida (acero corrugado como el de la construcción), se clavaron en la madera después de barrenarla con un berbiquí. El duque mostró su interés por las herramientas y el método y decidió hacerlo el mismo. Estuvo un poco dándole al berbiquí y dijo que no parecía muy difícil, a lo que le manifestaron que ni siquiera había traspasado la albura del árbol. 
     Hoy el árbol (Gloucester Tree), ya no es una torre de vigilancia, pero sigue siendo una atracción turística. Ya en 1963 se estimaba que más de 3000 personas habían subido allí. En 1973, la cabaña de madera original fue reemplazada por otra de aluminio y acero con galería, que está situada a unos 53 metros de altura, diez por debajo del punto más alto del árbol. Durante un tiempo se daba un recuerdo a los turistas que subían a la cabaña de observación, pero luego se suprimió. 
     Thomas Pakenham en su libro “Árboles Excepcionales del Mundo”, publicado en 2003, dice que un guardabosques le había mencionado tres muertes desde que él trabajaba allí. Los tres por problemas de corazón, uno hombre había fallecido al llegar a la cabaña, otro bajando y cayó al suelo y un tercero ya en el autobús. 
     El vídeo está grabado con un dron y nos da una idea de cómo es la subida al árbol de Gloucester. Finalmente debo decir que no hay turnos para subir o bajar y puede ser fácil que te encuentres a alguien a media escalera…

Foto 2
Lista de Eucalyptus con nombre propio
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