12 febrero 2017

DIEGO GALLEGO, doctor en Biología
La procesionaria no mata a los pinos


Entrevista de MÓNICA RUBIO (Periodista y Bióloga) -enero 2016-.

     Numerosos montes de la Región aparecen profusamente salpicados por los llamativos bolsones de la procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa). Están llenos a reventar de orugas. Al parecer, las altas temperaturas invernales que se están registrando este año han provocado el prematuro arranque de su ciclo vital. Y su presencia es motivo habitual de alarma entre la población. No en vano, la mayoría de los senderistas ya conocen su capacidad urticante tanto para los humanos como para las mascotas, y además les acompaña la mala fama de ser los responsables de grandes defoliaciones que conducen inexorablemente a la muerte de extensas áreas de pinos. Pero esto es una verdad solo a medias...
      "La procesionaria no mata árboles y no es una plaga forestal en los ecosistemas mediterráneos", aclara Diego Gallego, quien diferencia bien las dos situaciones en las que puede aparecer este lepidóptero: el entorno natural y el entorno urbanizado.
     De hecho, en el entorno natural, la procesionaria cumple una labor fundamental, que aún es desconocida por el gran público. Gallego explica al respecto que, al igual que ocurre con los perforadores -otro conocido insecto que ataca a los pinos-, procesionaria es una especie endémica de los pinares y ha evolucionado con ellos. "Y en los bosques de pino carrasco (Pinus halepensis) es el mayor consumidor de acículas. Es, por tanto, el principal productor secundario de los pinares, ya que muy pocas especies son capaces de ingerirlas en las cantidades en que lo hace la procesionaria", alega en su defensa. La relevancia de este hecho, argumenta, es que las acículas se degradan muy mal en estos suelos. Pero cuando la procesionaria se las come, "genera una gran cantidad de excremento rico en nitrógeno y con más humedad que la hoja seca, y es por lo tanto otro elemento importante en el ciclo de la materia y la energía. Y además a muy bajo coste ya que nunca mata a los árboles. Insisto, nunca mata los árboles, los puede dejar pelados, pero rebrotan siempre. Puede suceder que mueran, pero será por otras causas que han coincidido en el tiempo con el ataque de procesionaria", sentencia el experto.
     Pero la debilidad provocada por la larga sequía no está entre ellas. Gallego, que trabaja con plagas y su tratamiento, puntualiza que "la procesionaria no está ligada a la debilidad del arbolado, como los perforadores". Lo que ocurre es que es mucho más visible en repoblaciones con pinar abierto de pequeño tamaño, donde las afecciones llegan a ser dramáticas, que en pinares maduros, donde apenas se aprecia, describe.
"Otra cosa está clara, solo come pino", detalla el investigador. Por eso, señala que "en el medio natural, poco se puede hacer con planificación", pues siempre volverá al pino. Pero "no es un problema forestal sino de salud pública. En este segundo caso sí que se podría hacer una selección de especies de jardinería para evitar problemas. Como no poner pinos en lo colegios, por ejemplo".
Además, apunta que los controladores naturales son sobre todo otros insectos parasitoides, "y para potenciarlos, lo mejor es no tratar el bosque o hacerlo cuando sea estrictamente necesario". Y no son los únicos depredadores: "los vertebrados, y en particular los pájaros no son muy importantes aunque también tienen su papel, por lo que potenciar sus poblaciones con cajas nido siempre es bueno. Desgraciadamente, los únicos pájaros especializados en comer esas orugas son los cucos y críalos y estos dependen de las poblaciones de urracas, ya que preferentemente parasitan sus nidos, y la urraca no es muy abundante en buena parte de la Región", lamenta.
     Por ello, en zonas de bosque o con escaso uso público se decanta por "dar prioridad a los agentes naturales de control poblacional y no tratar".
     Por contra, en las zonas de uso público intensivo, perímetros de poblaciones, parques, jardines particulares, colegios o similares "el problema de salud pública es prioritario, y los niveles de procesionaria deben ser cero, para lo cual hay que tratar con todos los medios técnicos que se dispongan, siempre adecuados a los niveles de presencia. Desde trampas con feromonas para captura de adultos cuando hay muy poco, o la retirada directa de los bolsones, a tratamientos con piretroides autorizados. Estos productos 'se cargan' toda la fauna de artrópodos, pero estamos hablando de prioridad a la salud pública sobre el medio ambiente. El esfuerzo debe centrarse aquí", sostiene el técnico, acostumbrado a desarrollar su tarea en este campo dentro de la empresa de sanidad agrícola Econex. De cualquier modo, resume, en estas áreas públicas "la gestión pasa por un buen seguimiento de las zonas sensibles y eliminar las orugas antes de que lleguen a ser urticantes, normalmente después de diciembre, aunque este año parece que eso se ha adelantado".
     El cuerpo de las orugas de la procesionaria del pino, las que están en las bolsas blancas y descienden en fila india por los troncos, está cubierto de pelos irritantes. Estos se desprenden fácilmente y flotan en el aire, y pueden causar picor en nariz, garganta y oídos.
     Así pues, Gallego no se preocupa demasiado porque "la procesionaria está controlada por sus depredadores naturales y en menor medida por los tratamientos fitoquímicos". Pero la cuestión es que la impresión entre los visitantes del monte es que los pinos están cuajados de procesionaria. "Por la información que tengo, este año los enterramientos de procesionaria han empezado entre dos y tres meses antes de lo habitual. Por lo general, las procesiones para enterrarse y convertirse en pupa pueden verse sobre marzo y suelen ser bastante sincrónicas", es decir, simultáneas para la mayoría de los nidos, y duran de 15 a 20 días. Este año, comenta, "parece que han comenzado a finales de diciembre, pero desconozco cuánto se va a prolongar el fenómeno", valora el experto, quien recuerda que "lo importante es que no se toquen" los bolsones ni las orugas y que se controlen las mascotas. "Pueden llegar a ser muy peligrosas para los perros y para las personas alérgicas. Lo mejor es que eviten las zonas con mucha presencia de bolsones", recomienda.
     Detalla además que la intensidad de afección por procesionaria es cíclica y local, y que hasta el momento no se conocen ataques extensos en ninguna comarca de la Región. "Lo normal es que ocurra con mucha intensidad en una zona y en otras haya muy poco, y que esto vaya cambiando de forma cíclica cada siete y ocho años", describe. Y aunque dice desconocer la distribución este año, cree que "será como todos. El problema es que alguna de esas zonas estén próximas a poblaciones o sean muy transitadas, entonces se despierta la alarma social y cunde la sensación de que las afecciones son mucho más extensas", razona, alejándose del alarmismo. Por su parte, la Consejería de de Agua, Agricultura y Medio Ambiente emitió una nota el pasado día 8 en la que indicaba que ya se habían "detectado orugas en estadio 5, típico de los meses de primavera. Esta situación se observa en la zona central de la Región y en los montes que rodean el valle del Guadalentín".
      En todo caso, la procesionaria sigue siendo un animal rechazado y, sobre todo, desconocido. O si no, ¿cuántos de ustedes saben que quien guía la procesión del árbol al suelo es siempre una hembra?, quizá alguno sí, pero, ¿la reconocerían en su forma de mariposa?

    -----

10 febrero 2017

CLEMENTINA ARDERIU (Barcelona, 1889-1976)
Exili

Si bull combatre,
no vull combat;
contra qui estimo
qui m'ha girat?
Poc en movia,
que ha estat el vent;
el vent, amb cara
de malcontent,
que se m'enduia
fora camí:
fugint, corria
pel meu destí.
Enfredorida
cerco redós:
sóc estrangera,
com tu, com vós.
Lluny de la vinya,
lluny de l'oliu,
no sóc covarda.
Si eres ho diu,
és que no em resta
prou força al cor
per a amargar-hi
l'escampadissa
i l'enyorança
del meu tresor.
La mar, tan fina,
qui la veiés,
i aquella estesa
dels meus carrers!
Barcelonina
sóc més que mai;
¿què se me'n dóna
del clar desmai,
de les arbredes
vora el corrent?
De l'aigua dòcil
del riu, ¿què en faig,
sense la ufana
d'abril i maig
i l'aire tebi
del meu jardí?
Tu la primera
ja deus florir,
bella glicina
vora del mur;
el pi que et vetlla
callat i obscur,
sé que sospira
pel teu fullam,
mentre dins l’aire,
com en un clam,
totes les branques
visen el cel.
I la figuera,
arbre de mel,
antic i nostre
i amic del mar,
veig que brotona
adelerada
per no fer tard.
Tremoladisses
clapes de sol
per tot el volt
de la palmera!
Jo la vetllava
com un infant;
cada any em deia:
«Com es fa gran!»
I m'abellia
que prosperés
amb les regades
entorn copsades
pels violers.
Gronxa, palmera,
l’aire subtil!
Ara la casa
ja m'és hostil.
T'he ben perduda!
Per sempre? No.
Em veig, un dia
de gran claror,
per l'ampla costa
dels pins pujant,
la que jo veia
de casa estant.
A mitja altura
m’he de girar:
la bella estesa
de Sarrià,
amb la cintura
dels seus jardins
i tanta rosa
negada a dins,
voldrà aparèixer
davant dels ulls.
«Hola, palmera,
veges si culls
l'adéu que et llanço
del fons de mi!»
Les teves palmes
dirán que sí.
-----

08 febrero 2017

XAVIER HERNANDEZ MARCET, JORDI ROY GABARRA 
Guía de bolsillo de los árboles de Barcelona

Esta Guía se concibe como herramienta para ayudar a aquellos lectores que deseen iniciarse en la identificación de los árboles más frecuentes de los parques y calles de Barcelona. Su formato de bolsillo permite transportarla cómodamente y sirve de punto de partida para descubrir y conocer más en profundidad el gran patrimonio verde que atesora nuestra ciudad.

La guía incluye además seis itinerarios con las mejores rutas para ver árboles en Barcelona, con el objetivo de mostrar con detalle 50 de los 145 árboles (o grupos de árboles) incluidos en el Catálogo de Árboles de Interés Local del Ayuntamiento de Barcelona.

-----

06 febrero 2017

La reina de las palmeras canarias, del cronista de Canarias

JUAN GUZMÁN OJEDA (Ing. técn. forestal)
La palmera canaria tiene un rey sin nombre  
Fuente: Pellagofio

El ejemplar más alto de Phoenix canariensis en las islas Canarias y en el mundo tiene 36 metros de altura y dos siglos y medio de edad. Décimocuarta entrega de la serie “Árboles de Canarias” de Juan Guzmán

Si valorásemos la conexión entre una especie y su uso tradicional por la cantidad de nombres propios que se refieren a sus elementos vegetales, la palmera canaria -Phoenix canariensis- tomaría una holgada ventaja. No existe otra especie con más riqueza léxica y toponímica. Su amplia influencia pasa desde conceder nombre propio a una de las islas a procurar términos tan concretos como espucho, tajalague, jarropón o pírgano, entre otros.
      La necesidad de denominar estos lugares y morfologías es el resultado de muchos siglos de aprovechamiento e íntima relación. Esta cadena cultural se traslada desde la confección del tamarco para la vestimenta aborigen antes de la conquista, hasta el uso de las hojas en la limpieza viaria quizás hoy mismo. Las mejores representaciones del símbolo vegetal de Canarias se concentran en La Gomera y Gran Canaria, si bien las crónicas hablan de extensos, exuberantes e impenetrables palmerales que poco a poco fueron cediendo a la ocupación territorial por el ser humano.
      Desde el punto de vista fisiológico, las palmáceas tienen poco que ver con los árboles. La palmera no produce madera ni tiene corteza, no ramifica, sus raíces son todas del mismo grosor y no inicia su crecimiento en altura hasta adquirir su diámetro definitivo. Pese a tratarse de un grupo botánico prehistórico, son vegetales evolucionados y científicamente curiosos: su resistencia al viento y al fuego es extrema, pero a la vez resultan sensibles a plagas y enfermedades.
      A finales del pasado siglo, tras la muerte masiva de gran cantidad de palmeras ornamentales, hizo saltar todas las alarmas respecto a la vulnerabilidad y supervivencia de los palmerales silvestres. La puesta en jaque de la palmera canaria promovió, entre otras acciones, una caracterización de las formaciones naturales de la especie, materializándose en el Atlas de los palmerales de Gran Canaria (2007). Uno de los investigadores de este trabajo, el geógrafo Marco Márquez, fue quien amablemente me presentó al rey de la palmera canaria.

En el barranco de Tenoya
      No creemos que exista en el mundo un ejemplar de Phoenix canariensis que supere en altura al que se ubica sobre la coordenada 28º 7´ 19´´Norte y 15º 29´ 31´´Oeste, en la isla de Gran Canaria. Esta localización nos lleva hasta la finca Areba –por deformación del apellido Arévalo–, un predio agrícola muy cercano al cauce del barranco de Tenoya y al asentamiento urbano de Casa Ayala. Entre plataneras y tomateras, junto a la acequia que discurre por el eje central de la finca, se levanta orgulloso este estirado ejemplar. Su altura, certificada por medición topográfica, se estableció en 32 metros hasta la base en que se inserta la corona foliarla, susmándole la hoja la elevación total llegaría a los 36 metros.
      Las hojas cortas y el aspecto de esfera achatada revelan que, al encontrarnos con una especie dioica, se trata de un individuo del sexo masculino. La lejanía de la copa desde nuestra posición no debe confundirnos ante el hecho de que las hojas presentan un tamaño más pequeño de lo común. Por ejemplo, las hojas estilizadas de una palmera mediana del sexo femenino puede llegar a alcanzar los siete metros, pero en nuestro caso las pencas no superan los 3 ó 4 metros. La razón de esta reducción no radica tan solo en el sexo, sino, como comenta el experto Marcos Díaz-Bertrana, también puede responder a una cuestión de la propia altura: al vegetal le cuesta mucho bombear los nutrientes a tanta altura, traduciéndose finalmente en un aporte menor.
      En añadidura también apuntamos que una copa aligerada en peso ayuda a un mayor equilibrio biomecánico, y más tratándose de individuos altos y flexibles al viento intenso.

Un monarca de 250 años
      Se estima que la edad de este monarca vegetal debe estar próxima a los 250 años, su diámetro constante y columnar es como el del resto de palmeras adultas, alrededor de los 80 centímetros. En la base de este magnífico ejemplar encontramos notorios engrosamientos compuestos por finas raíces apelmazadas, aunque no parece que la presencia de estas morfologías responda a la longevidad, pues también pueden observarse en ejemplares más jóvenes y viceversa. Su función o aparición no está muy clara, aunque se considera cierta vinculación a la variabilidad de luz y humedad en situaciones de estrés.
      El aporte extra por el riego de la actividad agrícola sin duda habrá colaborado a un mejor crecimiento, si bien equilibrando la merma provocada por el aprovechamiento hidráulico, ya que por su posición potencial en vaguada podría afirmarse que de la misma manera hubiera alcanzado la altura que tiene.
      Así pues, la palmera canaria tiene un rey que ni siquiera tiene un nombre propio. De llamarlo solo así, “El Rey”, seguro que incomodaría en demasía a uno de los que se sabe que llegó a ser propietario de la finca: el mismísimo Juan Negrín, último mandatario republicano de este país.
      En cualquier caso esta significativa palmera, junto a las 42.999 unidades adultas que conforman los palmerales silvestres de Gran Canaria, continúan bajo una grave amenaza de extinción. Actualmente las plagas están causando estragos en palmeras canarias ornamentales en el sur de la Península, hasta el punto de prácticamente haberlas sentenciado en esta zona geográfica.
      La mitológica Fénix, de la que deriva el nombre botánico de la palmera canaria, era un ave ligada siempre al concepto de la inmortalidad. Ante una especie tan arraigada en nuestra cultura como en nuestro medio ambiente, romper con la leyenda es un lujo no permisible, un atentado a nosotros mismos. Ahora, más que nunca, debemos salvaguardar esta maravilla de la biodiversidad canaria, una joya verde y de cristal, no sólo por su dureza, sino también por su fragilidad.

-----

03 febrero 2017

LA LEYENDA DE LOS ALMENDROS DE MEDINA AZAHARA

     Según cuenta la leyenda, Abd al-Rahman había traído a la bellísima Azahara desde Granada pues era su favorita. Para demostrarle el amor que sentía por ella, ordenó la construcción de una ciudad palatina, la "Ciudad de Al-Zahra", o la "Ciudad de la Flor de Azahar".
   
Para ello contrató a los mejores arquitectos y artesanos, compró los materiales más apreciados, las más exóticas maderas, ricos mármoles, y coloridos azulejos. Telas y muebles comprados a los mercaderes más prestigiosos adornaban las estancias y todo esto lo hizo el califa por amor. Mandó diseñar y construir hermosos jardines con flores y plantas traídas desde todos los rincones del mundo, árboles de exóticos frutos y los pobló con hermosos pájaros.
     Lujo y riqueza no serían nada si no se aliaran con la exquisitez, el buen gusto y la fantasía. La vida en el palacio, el fasto de las recepciones, la generosidad del califa, la riqueza y colorido de los trajes, las exquisitas y valiosas joyas, los uniformes de su guardia, la belleza de sus caballos árabes o el aspecto brillante de los salones.
      Pero... ¿Era su amada realmente feliz allí? Abd al-Rahman la sorprendía a menudo llorando, y sus constantes regalos no conseguían hacer brillar su sonrisa.
Le preguntó el motivo de su tristeza y qué debía hacer para contentarla, Azahara le respondió que a su tristeza no podría ponerle remedio ni él con todo su poder. Lloraba por no poder contemplar la nieve de Sierra Nevada de su añorada Granada. Entonces él le respondió: “Yo haré que nieve para ti en Córdoba”.
     Inmediatamente mandó talar un bosque situado frente a la medina y replantarlo de miles de almendros muy juntos unos de otros y cada primavera, cuando los almendros abrían su flor blanca, la nieve aparecía en Córdoba sólo para que su amada Azahara no volviese a llorar.



---Fin---