ALEJANDRA BORUNDA y fotografías de KIERAN DODDS
Los bosques de las iglesias protegen los frágiles paisajes de Etiopía
Sacerdotes, científicos y comunidades locales colaboran para salvar el cinco por ciento de los bosques que quedan en el norte de Etiopía
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La
iglesia Debre Mihret Arbiatu Ensesa, que se parece a un molinillo de
colores desde arriba, está rodeado de árboles. Pero los campos secos y
cálidos están a pocos pasos de distancia. |
De
niño, Alemayehu Wassie Eshete iba a la iglesia todos los domingos.
Caminaba por carreteras de tierra seca entre campos de trigo en su
provincia natal del norte de Etiopía. Al final del viaje le esperaba un
premio: la entrada a otro mundo, literalmente.
Las
iglesias de la Iglesia Unitaria Ortodoxa Etíope —el grupo religioso
dominante en Etiopía, con casi 50 millones de fieles— casi siempre se
encontraban en bosques vitales y sombríos. Los bosques, según la
creencia religiosa, eran como ropa que rodeaba la iglesia que albergaban
en su núcleo, tan integrantes del espacio religioso como el mismo
edificio eclesiástico. Wassie salía del cálido sol y entraba en un mundo
hermoso y fresco, lleno de cantos de pájaros y plantas aromáticas, un
pequeño punto caliente de biodiversidad y espiritualidad.
«Desde una perspectiva ecológica, es como pasar del infierno al cielo», afirma. «Vas de los campos secos y cálidos al precioso
bosque. Cualquiera puede verlo como algo solo hermoso, pero el bosque
significa más. También es un lugar espiritual donde la naturaleza es
perfecta y puedes rezarle a Dios».
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Un sacerdote vestido con túnicas ceremoniales frente a un mural de vivos
colores en la iglesia de Robit Bahita, cerca de Bahir Dar. |
Pero
cuando Wassie empezó a estudiar biología y ciencia en la escuela, se
dio cuenta de que los bosques que amaba eran pocos y distantes. En la
escuela, aprendió lo importante que eran los bosques para la salud
ecológica de las diversas partes del mundo y se preguntó: ¿dónde están
nuestros bosques, los del norte de Etiopía? ¿Por qué quedan tan pocos?. En el último siglo casi todos los bosques autóctonos de la provincia
de Gondar del Sur han desaparecido. Los han talado para dejar espacio a
campos de trigo y pastos, empresas agrícolas que sustentan el rápido
crecimiento demográfico de la región. Con todo, aún quedan muchos de los
bosques de las iglesias de Etiopía, protegidos por sus guardianes
religiosos y las comunidades que los rodean. Estos son fragmentos
diminutos de un pasado perdido y el núcleo de la esperanza de la
conservación y la restauración futura. |
Los campos cerca de la iglesia de Gebita Giyorgis invaden la franja de bosque eclesiástico. |
El corazón de la Comunidad
Las
iglesias y los bosques que las envuelven han servido de núcleos para
comunidades locales, partes integrantes de la vida religiosa y secular,
desde el siglo IV d.C. Los bosques aportan una especie de «cobertura de
respeto» para las iglesias y las riquezas que albergan. Se estima que
algunos de ellos tienen 1.500 años de antigüedad: son islas diminutas y
antiguas de hábitat histórico en un paisaje cambiado.
A principios del siglo XX, se estima que un 40 por ciento de Etiopía
estaba cubierto de árboles. Pero a lo largo del siglo pasado, con el
aumento demográfico, la demanda de alimentos se disparó. Las hectáreas
de bosque se vieron reemplazadas por campos agrícolas. Poco a poco, con
el paso de décadas, la cantidad total de tierra cubierta de árboles
disminuyó. Ahora se sitúa en torno al 4% del país. En
Gondar del Sur, los fragmentos de bosque están separados en casi 1.500
franjas diminutas.
Las franjas forestales
restantes —lugares fundamentales para la biodiversidad— están
amenazadas. Especies invasoras como el eucalipto, que son valiosas
porque crecen rápido y sirven como leña, están entrando en algunas de
ellas. El ganado, que vaga en los bosques sombríos y frescos, pisotea
plantas jóvenes y daña árboles antiguos.
Defensores del bosque
Al principio, Wassie centró su investigación en comprender qué vivía
en los bosques y cómo podrían convertirse en lugares fundamentales para
preservar lo que quedaba del hábitat forestal etíope restante. Como
parte de sus estudios de doctorado, contó las diferentes especies de
flora y fauna. También contó las semillas presentes en el suelo, lo que
le revelaría qué bosques podían recuperarse y generar árboles nuevos en
el futuro. Primero, midió si estaba germinando algún árbol nuevo y
rastreó cómo el ganado estaba dañando el delicado sotobosque.
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El santuario de la iglesia de Ural Kidane está decorado con pinturas
narrativas ornamentadas muy elaboradas ante las que reza un sacerdote. |
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La multitud observa cómo
devuelven una réplica del Arca de la Alianza a su santuario dentro de la
iglesia al final del festival de Timket, iglesia en la que se celebra
la Epifanía |
En
algún momento, Wassie decidió que quería dedicar su energía a proteger
los bosques, no solo a estudiarlos y ver cómo mermaban. Quería ayudar a
las comunidades que amaban y respetaban los bosques a salvaguardarlos,
restaurarlos y quizá, incluso, ampliarlos. Se había ganado la confianza de
los sacerdotes y las comunidades que cuidaban de los bosques que
estudiaba y se dio cuenta de que podía colaborar con ellos para
conservar los espacios salvajes.
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Dos mujeres caminan por el bosque de la iglesia de Betre Mariam cerca de Zege |
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Un sacerdote de la iglesia de Robit Bahita sostiene una cruz en el bosque. |
En
una conferencia académica en México, Wassie conoció a Meg Lowman, una
bióloga estadounidense, y captó su interés con su presentación acerca de
los bosques de las iglesias. Lowman invitó a Wassie a visitar su
laboratorio para hablar más del proyecto. Cuando llegó utilizó Google
Earth para imprimir imágenes de los bosques de las iglesias desde
arriba. Se les ocurrió que podrían colaborar para estudiar y conservar
los bosques, Lowman tenía contactos en la comunidad científica
estadounidense para respaldar la investigación y Wassie contaba con un
amplio conocimiento de los bosques y había establecido relaciones con
los sacerdotes que cuidaban de ellos. Wassie llevó a Lowman a Etiopía, donde organizaron un taller para más de
150 sacerdotes, muchos de los cuales caminaron durante días para
asistir. Los científicos proyectaron las fotografías de Google Earth en
una sábana y mostraron a los sacerdotes cómo habían mermado los bosques
con el paso del tiempo.
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Un joven novicio se apoya en un árbol que crece en el bosque que rodea la iglesia de Robit Bahita. |
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Un sacerdote de la iglesia de Robit Bahita, cerca de Bahir Dar, posa para un retrato. |
«Les apasionó desde el principio porque se consideraban guardianes de
todas las criaturas de Dios», afirma Lowman. «Yo, como científica de
conservación, creo que tenemos la responsabilidad de salvar la
biodiversidad. Tenemos el mismo objetivo»
Construir una solución
Los científicos decidieron con los sacerdotes que lo más eficaz y
directo que podían hacer para preservar los bosques era construir muros
bajos que demarcaran los bosques y evitasen la entrada de los animales.
El año siguiente Wassie y Lowman habían recaudado el dinero
suficiente para dar comienzo a la construcción. Descubrieron que esta
sencilla solución resultó ser increíblemente eficaz. Cada vez más
sacerdotes empezaron a pedir ayuda para construir sus propios muros.
Ahora, unos pocos años después, el dúo científico ha ayudado a más de
20 comunidades a erigir muros alrededor de sus bosques y tienen una
lista mucho más larga de lugares donde querrían construir más. En los
lugares donde han construido muros, los bosques prosperan tanto que los
sacerdotes han decidido ampliarlos para que los bosques puedan
expandirse aún más. En los bosques de las iglesias intactos, la calidad
del agua es mejor que en los campos circundantes, los plantones de
árboles sobreviven mejor, y los polinizadores —importantes tanto para
las especies de los bosques como para la agricultura que los
rodea— abundan.  |
Muchas iglesias han
erigido muros que impiden que el ganado entre en los bosques. En esta
foto, ha caído un gran árbol y ha dañado uno de esos muros. Una mujer
que se dirige a la iglesia entra por el agujero creado por el árbol
caído.
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«Nos
dijeron que la mayor parte de los bosques habían quedado destruidos y
parecía que no quedaba esperanza», afirma Wassie. Pero hay miles de
bosques de iglesias repartidos por el paisaje y cada uno representa,
para él, un alfiler de esperanza de la restauración futura. A continuación Wassie quiere averiguar cómo conectar algunas de esas
motas de bosque para reconstruir una vasta red por toda la provincia,
tarde lo que tarde.
«Tenemos todas las piezas», afirma. «Tengo esperanza gracias a haber
trabajado con los sacerdotes. Aunque las iglesias están presionadas,
trabajan para proteger lo que tenemos. Podemos recuperar aún más».
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