Arboreto salvático
Sinopsis
- EAN / ISBN : 978-84-19168-54-2,
- Gallo Nero Ediciones
- Data d'edició : 01/09/2024
- 1ª Edición original: 1991
- Traductor@s : Gago, Blanca
- Nº de pàgines : 152
"Quién hubiera dicho que estos poemas de otros iban a ser míos, después de todo hay hombres que no fui y sin embargo quise ser, si no por una vida al menos por un rato..." Mario Benedetti. A los amantes de los árboles,... localización, poesía, cuentos/leyendas, etc.
THE JOSHUA TREE
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| Distribución de la Yucca brevifolia |
El llamado árbol de Josué no es realmente un árbol, su aspecto lo asemeja a la estructura exterior de un árbol. Es una yuca, un arbusto perenne, típicamente americano. Crece sólo en el suroeste de los Estados Unidos, en los suelos áridos del desierto de Mojave. La Yucca brevifolia, como se la conoce científicamente, es un miembro de los más grandes de su género con una altura entre cinco y quince metros.
El árbol de Josué tiene hojas rectas y en forma de daga, que miden alrededor de un centímetro de ancho en la base y se estrechan hasta formar puntas afiladas en el extremo. Las hojas crecen en forma de espiral en los extremos de los tallos. Las hojas muertas de temporadas anteriores permanecen en el tallo y se acumulan debajo del nuevo crecimiento. Cuando se produce una helada invernal y la cantidad de precipitaciones estacionales ha sido suficiente, estos árboles florecen entre febrero y abril. Sus flores de color blanquecino crecen en racimos y desprenden un olor desagradable.
No crece en gran densidad, son individuos salteados en el paisaje.
El registro más antiguo conocido para la ciencia de Joshua Tree lo da J. C. Fremont en
1844, un teniente del ejército estadounidense que se convirtió en uno de los
exploradores más importantes de las regiones de los condados de Kern y
Tulare en California. El álamo de Fremont, Populus fremontii, recibe su
nombre en su honor.
El árbol de Josué se reproduce en un acuerdo exclusivo y mutuamente beneficioso con la polilla hembra de la yuca, cuyos órganos son los únicos capaces de recolectar y transferir el polen del árbol. La polilla ayuda al árbol a reproducirse mientras completa su propio ciclo reproductivo: recoge el polen cuando pone huevos dentro del ovario de una flor. A medida que sus huevos se incuban, las semillas del árbol crecen y las larvas de la polilla se alimentan de las semillas cuando eclosionan. Las larvas suelen dejar suficientes semillas para que nazcan más árboles, pero el árbol de Josué tiene capacidades especiales para garantizar que las crías de la polilla de la yuca no consuman un exceso de frutos sin darse cuenta, si hay demasiados huevos de polilla en un ovario, el árbol puede abortarlos.
Además de crecer a partir de semillas, el árbol de Josué puede crecer a partir de rizomas. Este tipo de crecimiento ayuda al árbol a sobrevivir a inundaciones e incendios que matan al árbol principal pero dejan el sistema de raíces intacto. El árbol crece muy lentamente. En sus primeros años las plántulas pueden crecer dos centímetros al año, pero luego generalmente crecen solo un centímetro al año. El tronco del árbol está hecho de fibras y por lo tanto no posee los anillos de crecimiento que tienen los árboles. También tiene un sistema de raíces poco profundo que debe soportar su tamaño desproporcionadamente grande y pesado, lo que dificulta la supervivencia en el desierto. A pesar de esto, un árbol de Josué a menudo vive varios cientos de años. 
Una versión sobre el origen del nombre dice que los colonos mormones nombraron la planta en honor al profeta bíblico Josué. La forma de las ramas extendidas del árbol les recordó la historia bíblica en la que el profeta Josué extiende sus manos hacia el cielo. El
nombre botánico “Yucca” proviene del caribeño “yuca”, que se refiere a
una planta diferente. La palabra fue adoptada por Linneo como el género
Yucca.
La especie "brevifolia" describe las hojas estrechas (brevi-folia).
Esta
es la versión de la historia del origen del nombre del árbol de Josué
que aparece en Wikipedia, la versión más sucinta que he leído. Es una
historia bonita y muy difundida. ¿Pero es cierto?
La historia tiene variaciones. Chris Clarke en este artículo pone en duda la veracidad del origen del nombre de esta Yuca. El nombre de Joshua Tree no entró en el vocabulario de la región hasta el siglo XX y la migración
mormona masiva a lo largo del Camino Viejo Español terminó en
1857, cuando Brigham Young llamó a los colonos de vuelta a Salt Lake
cuando comenzó la guerra de Utah. En ninguno de los escritos mormones se nombra a esta planta de este modo.
El Parque Nacional Joshua Tree le otorga al árbol otro lugar importante en la historia estadounidense: Franklin Roosevelt inauguró el parque en 1936 para garantizar que la rápida expansión urbana de California no amenazara el ecosistema desértico único en el que las yucas son las reinas.
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| Portada del disco y el árbol (hoy desaparecido) |
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Su último proyecto, llamado TWIST, pretende poner en relieve el universo fantástico e inesperado que puede ofrecer la naturaleza. La colección consta de cinco esculturas de gran tamaño, con formas que van desde símbolos identificables como un corazón y un bucle infinito hasta configuraciones comunes, como la bobina de un muelle y el nudo. La obra más grande y compleja, Encaje de madera, presenta una intrincada confluencia de formas arbóreas.
Con TWIST, Monsieur Plant ha creado una llamativa obra que es a la vez formalmente bella y engendra una sensación de asombro y curiosidad a cualquier que se tope con ellas. Uno sólo puede imaginar la experiencia de encontrarse con una de estas obras en la naturaleza y cuestionarse todo lo que sabe sobre lo que los árboles pueden y no pueden hacer.
"No tengo una especie favorita. Es durante mis paseos por la naturaleza cuando más a menudo encuentro la inspiración", dice el artista. "Esta es la razón por la que he querido trabajar en la deformación, exagerando las formas para desafiar y cuestionar a la persona que observa mis obras
Las obras de Guinet se consiguen mediante un meticuloso proceso de esculpido en yeso antes de cubrirlas con corteza de pino para crear la ilusión de un tronco de árbol real. El efecto final es digno de admiración y desafía completamente la lógica, incluso de cerca.
Los trabajos anteriores del artista incluyen instalaciones en la naturaleza, performances e intervenciones con objetos hechos por el hombre que complican sus orígenes y los confunden con procesos de crecimiento orgánico, como un par de zapatillas de deporte completamente cubiertas de pétalos de flores o corteza.
En primavera, su perfume invadía el piso. En verano, impedían que el sol irrumpiera a lo bestia por la puerta del balcón. Los árboles hacían que la calle fuera más fresca que el resto de la ciudad. En otoño dejaban una estampa de colores dorados y, de hoja caduca, en invierno permitían que la luz entrara de nuevo por las ventanas. Luego me mudé junto a un parque que lo pasa mal si hay sequía, y que es el climatizador natural de la zona.
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La Via Laietana reformada. Gorka Urresola |
Ver al menos tres árboles desde casa, tener un 30% de cobertura vegetal en el barrio y estar a 300 metros de un parque o bosque. Es la regla 3-30-300 para tener una ciudad saludable, que debería contar con 50 metros cuadrados de superficie verde por habitante. Eso rebajaría las temperaturas y el consecuente consumo de energía, proporcionaría sombra y mitigaría inundaciones. Y reduciría la contaminación, la angustia y la mortalidad prematura.
Científicos y expertos en urbanismo están de acuerdo en que los árboles contribuyen a crear ciudades más amables cuando el calentamiento global se intensifica. Pero las administraciones les tienen manía. En la nueva Via Laietana de Barcelona no hay una triste rama bajo la que cobijarse (ni la habrá hasta otoño). Recuerda a esa cruzada arboricida que hay en Madrid por la que se arrasa parte del patrimonio verde, se inauguran parques áridos o se ponen toldos en la Puerta del Sol tan caros como inútiles.
La excusa suele ser el subsuelo y que los maceteros entorpecerían el paso de vehículos de emergencias. Hormigón, metro, tuberías, cables, parkings que, al privatizar lo que hay debajo, convierten el espacio público de la superficie en un lugar muy distinto a lo que prometían los renders. España deberá rehabilitar su parque de viviendas para lidiar con el calor extremo porque el 90% de los edificios que habrá en el 2050 carecen de aislamiento. Y es frustrante recordar que el plan Cerdà, diseñado en el siglo XIX, contemplaba que cada manzana tuviera su propio jardín.
Las prioridades viraron hacia las plazas duras. Porque las ciudades se fijan más en los costes de cuidarlos que en los beneficios medioambientales, sociales, económicos, estéticos y de salud que proporcionan los árboles. En la era de la república independiente de tu casa, no existe la concepción de lo que sería mejor para el conjunto.
Lo hemos leído aquí
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La alfombra-mosaico
El plano del edificio destruido
La huella del edificio desaparecido se hace visible en el
Monumento con la impresión de su plano. El espacio que ha surgido de esta
manera simboliza el vacío y la pérdida que quedó después del desastre.
El punto de impacto de la aeronave está marcado por una pequeña fuente.
El paseo
Es un camino recto y largo que cruza toda la zona. Conecta
el lugar del árbol que vio todo y la impresión del plano del
edificio destruido. El paseo forma una conexión con los
alrededores y está flanqueado por árboles que procedían del Museo de Ámsterdam. Estos árboles expresan las condolencias de toda la ciudad
de Ámsterdam para con las víctimas.
El jardín de flores
El
área entre el paseo marítimo y la impresión de plano del edificio
destruido alberga un jardín de flores en el que hay flores de diferentes regiones del mundo. Murieron 43 personas de 11 nacionalidades. Las flores son un signo de nueva
vida.
Información:
https://hart.amsterdam/nl/page/1763153/vandaag-30-jaar-geleden-de-vliegramp-in-de-bijlmer
https://amsterdam.kunstwacht.nl/kunstwerken/bekijk/9910-groeiend-monument-bijlmerramp
https://en.wikipedia.org/wiki/De_Boom_Die_Alles_Zag
https://es.wikipedia.org/wiki/Vuelo_1862_de_El_Al
https://www.komoot.com/es-es/discover/El_%C3%A1rbol_que_lo_vio_todo/@52.3189600,4.9745800/tours?sport=tourigbicycle&map=true&toursThroughHighlight=3335776&focusedTour=e389085324&pageNumber=1
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En el extremo norte, donde la taiga se confunde con la tundra, entre abedules enanos, matas achaparradas de serbal con sus bayas amarillentas, jugosas e inesperadamente grandes, entre alerces de seiscientos años, que alcanzan su edad adulta a los trescientos, vive un árbol peculiar, el stlánik. Es un pariente lejano del cedro, el cedro siberiano, un arbusto de pinocha perenne con un tronco algo más grueso que un brazo humano y una altura de dos a tres metros. No es un árbol caprichoso y crece en las laderas agarrándose con las raíces a las grietas de las rocas. Es valeroso y obstinado, como todos los árboles del norte. Y posee una sensibilidad poco común.
Termina el otoño, hace tiempo que debería haber llegado la nieve, el invierno. Hace mucho que por los bordes del blanco firmamento corren como derrames unas nubes bajas y azuladas. Desde por la mañana, el penetrante viento otoñal se ha calmado como una amenaza. ¿Anuncia nieve? No. No caerá. El stlánik aún no se ha acostado. Uno tras otro pasan los días y la nieve sigue sin caer, las nubes merodean lejos tras los oteros, y en el alto cielo sale un pequeño y pálido sol. Todo es otoñal...
Pero el stlánik se dobla. Se dobla cada vez más, como bajo un peso insoportable cada vez mayor. El árbol araña con su copa la roca y se apretuja contra el suelo, extendiendo cual patas sus ramas azulinas. Se tiende. Parece un pulpo vestido de plumas verdes. Acostado espera un día, otro, y de pronto del blanco cielo empieza a caer, polvorienta, la nieve, y el stlánik, como el oso, se sumerge en un sueño invernal. Sobre la blanca montaña se alzan enormes bultos de nieve: son los arbustos del stlánik que se han puesto a hibernar.
A finales del invierno, cuando aún la nieve cubre la tierra con tres metros de espesor y en los desfiladeros las nevascas han formado una capa tan dura que sólo se puede atacar con barras de hierro, los hombres buscan inútilmente en la naturaleza señales de la primavera. Aunque el calendario anuncie la llegada de la nueva estación, el día no se distingue de otro de invierno: el aire es cortante y seco como cualquier día de enero. Por fortuna, la sensibilidad del hombre es muy tosca, sus percepciones demasiado simples. Por lo demás, los sentidos de que dispone el hombre, cinco en total, son pocos, insuficientes para predecir o adivinar nada.
La naturaleza es algo más sutil que el hombre en sus sensaciones. Sabemos algo de esto. ¿Recuerdan los salmónidos que van a desovar sólo en el río en que cayeron las huevas que les dieron vida? ¿Y las misteriosas trayectorias de las aves migratorias? Son muchas las plantas y flores barómetro que conocemos.
Pues bien, entre la inmensidad albina de las nieves, en medio de la desesperación más absoluta, de pronto se alza el stlánik. El árbol se sacude la nieve, se alza en toda su estatura y levanta hacia el cielo sus ramas verdosas, ateridas y algo anaranjadas. El stálnik oye la llamada imperceptible de la primavera, y como cree en ella, es el primero en levantarse en el norte. El invierno ha terminado.
Pero también ocurre esto otro. Arde una hoguera. El stlánik es demasiado confiado. Aborrece tanto el invierno que está dispuesto a confiar en el calor del fuego. Si en invierno, junto a un arbusto de stlánik, que duerme acostado, retorcido su sueño invernal, se enciende una hoguera, el stlánik se levantará. La hoguera se apaga y el defraudado cedro siberiano, llorando por el engaño, de nuevo se doblará para acostarse en el viejo lugar. Y lo cubrirá la nieve.
No, no sólo predice el tiempo. El stlánik es el árbol de las esperanzas, el único árbol en todo el extremo norte perennemente verde. En medio del blanco cegador de la nieve, sus ramas de un verde apagado nos hablan del sur, del calor y de la vida. Durante el verano es humilde y pasa desapercibido, todo a su alrededor florece con premura, esforzándose por llegar a fructificar en el fugaz verano boreal. Las flores de la primavera, del verano y del otoño se precipitan las unas tras las otras en la incontenible y fragorosa floración. Pero se acerca el invierno y empieza a llover pinocha amarillenta que deja desnudos los alerces, la pajiza hierba se mustia y se seca, el bosque clarea, y entonces se ve cómo entre la pálida hierba y el musgo gris se encienden a lo lejos las enormes antorchas verdes del stlánik.
A mí, el stlánik siempre me ha parecido el árbol ruso más poético, mejor que el venerado sauce llorón, que el plátano o que el ciprés. Y la leña del stlánik es la que más calienta.
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MONTERO GLEZ, en "El País" (jul-2025)
El stlánik, el árbol que se tumba y duerme durante los inviernos
El stlánik es lo más parecido a un barómetro; al igual que anuncia las primeras nevadas, anuncia el brote de la primavera
En la tundra siberiana crece un árbol peculiar que se conoce como stlánik. Se trata del cedro originario de las montañas, un árbol con el que los presos condenados en Kolimá mantenían una relación especial. Así lo cuenta el escritor Varlam Shalámov, —superviviente del Gulag— en sus Relatos de Kolimá (Minúscula), una epopeya escrita con crudeza, y traducida al castellano por Ricardo San Vicente.
Según Shalámov, el stlánik es árbol dotado de una sensibilidad “poco común”. Es capaz de avisar de la llegada de las primeras nieves tumbándose hasta rozar con su copa el suelo, “extendiendo cual patas sus ramas azulinas”, escribe Shalámov, dando cuenta del milagro que la naturaleza ofrece ante sus ojos. Es la mirada de un convicto, de un hombre condenado, pero que no ha perdido el hilo de ternura que le une con el resto del mundo. A pesar del aislamiento, Shalámov detalla y apunta las señales, indicios que la naturaleza va emitiendo con el pasar de los días en “la tierra de la muerte blanca”, como se conoce a aquellos parajes inhóspitos donde cualquier brote de verdor es celebrado con los ojos.
Shalámov lo hace igual que un naturalista. En su cuaderno de campo va describiendo los distintos matices que adquiere la nieve con el paso del día; la gasa de niebla que envuelve las madrugadas y el camino de frío al trabajo en la mina. En ningún momento pierde la curiosidad ante las blancas montañas donde se aprecian bultos de nieve. Bajo ellos hibernan los arbustos del stlánik, “igual que el oso, se sumergen en un sueño invernal”.
De esta forma, el stlánik se convierte en un barómetro; al igual que anuncia las primeras nevadas, anuncia el brote de la primavera. Porque lejos de los almanaques, la primavera, por aquellas tierras de muerte, llegaba cuando quería. “La naturaleza es algo más sutil que el hombre en sus sensaciones”, explica Shalámov, señalando el despertar del stlánik con la llegada de los primeros brotes, cuando el árbol se levanta del suelo, sacudiéndose la nieve bajo la que ha permanecido sepultado durante el invierno. Y todo esto lo cuenta Shalámov con una prosa magistral, un fraseo musculado sin anabólicos ni fuegos artificiales, sin concesiones, como corresponde a una experiencia vital donde la guadaña de la muerte acecha a cada rato.
Pero también, el stlánik servía de vitamina C, o eso mismo pensaba Shálamov que en las primaveras y veranos arrancaba sus agujas secas, llenando sacos que entregaba al capataz y que iban a parar a la cocina donde preparaban un brebaje amarillento que había que beber obligatoriamente antes de cada comida. Ese era el único remedio que se conocía contra el escorbuto, enfermedad causada por la falta de vitamina C.
Más tarde, se descubrió que aquello era mentira, que las agujas del stlánik no servían para el escorbuto ni para cosa parecida. Y que tomar aquel brebaje —que sabía a mil demonios— era otro castigo más en aquella tierra de muerte.
En resumidas cuentas: lo de la vitamina del stlánik era un engaño como el que se podía practicar cuando se encendía una hoguera cerca, mientras el árbol hibernaba bajo la nieve. Creyéndose que la primavera había empezado, el stlánik se levantaba para celebrarla. Porque, al igual que muchos seres humanos, el stlánik también es un árbol ingenuo y confiado.
El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
Lo hemos leído aquí
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| Historia de esta foto |
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| Vista del terreno ardiendo durante el incendio de Tres Cantos la pasada madrugada, del 11 al 12 de agosto. Alfonso Santos |
En la Biblia, en el libro de Jueces, hay una parábola que se puede aplicar a nuestros días.
Todo sucedió después de la muerte de Gedeón. Mientras él vivió y fue líder en Israel, hubo paz en toda la nación. (Este hecho siempre se repite: a tal líder, tal nación.)
Sucedió que después de que Gedeón murió, uno de sus hijos, Abimelec, quiso reinar en el lugar de su padre, a pesar de que Gedeón había afirmado en vida que ninguno de sus hijos reinaría sobre Israel (8:23). Tomado por la ambición por el poder, Abimelec mató a todos sus hermanos. Quería tomar el asiento de líder de la nación solo para él. Sin embargo, Jotam, el hijo menor de Gedeón, logró escapar y pronunció una alerta severa al pueblo de su tierra, sobre lo que estaba a punto de suceder. Y les contó esta parábola:
Jotam les dijo:
– Una vez los árboles fueron a ungir un rey sobre ellos, y dijeron al olivo: “Reina sobre nosotros.” Mas el olivo les respondió: “¿He de dejar mi aceite con el cual se honra a Dios y a los hombres, para ir a ondear sobre los árboles?”
– Entonces los árboles dijeron a la higuera: “Ven, reina sobre nosotros.” Pero la higuera les respondió: “¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ondear sobre los árboles?”
– Después los árboles dijeron a la vid: “Ven tú, reina sobre nosotros.” Pero la vid les respondió: “¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ondear sobre los árboles?”
– Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: “Ven tú, reina sobre nosotros.” Y la zarza dijo a los árboles: “Si en verdad me ungís por rey sobre vosotros, venid y refugiaos a mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y consuma los cedros del Líbano.”
Jueces 9:8-15
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---Fin---
TOMÁS CASAL PITA
El plátano de "Los cien Bersaglieri"