03 octubre 2025

RUDYARD KIPLING (India, 1865-1936)
Canción de un árbol

De los árboles todos que tan bellos crecen,
engalanando a la Inglaterra vieja,
ninguno tan noble bajo la luz del sol
como el roble, y el fresno, y el espino.

Señores, canta el roble y el fresno, y el espino
(y todo en la mañana de San Juan).
Sin duda cantaremos nosotros grandes cosas
con el roble, y el fresno, y el espino.

El Roble largamente se nutrió en la arcilla,
que de otro modo no empezara Eneas.
El Fresno entre fangales fue una dama en su hogar
cuando era Bruto un fuera de la ley;

El espino del cerro contempló a Nueva Troya
(y la ciudad de Londres nació de ella);
por eso la remota antigüedad, testigo
fue del roble, del fresno y del espino.

El tejo, que en el rústico cementerio envejece,
padre ha sido de un arco poderoso;
el sabio elige para sus zuecos el aliso
y para su escudilla escoge el haya.

Cuando tú hayas matado, tu cuenco esté vertido
y tus zapatos se hayan destrozado,
para todas las cosas preciso es que te ayudes
con el roble, y el fresno, y el espino.

Desprecia el olmo a toda la humanidad, y espera
que lo abata una ráfaga de viento
para hacer que una rama tu cabeza golpee;
sin embargo, confías en su sombra.

Pero cuando un muchacho está tranquilo o triste,
o ebrio de un cuerno lleno de cerveza,
guardaría su cuerpo de todo mal, tumbado
bajo un roble, o un fresno, o un espino.

¡Oh! No cuentes al cura los apuros que pasas
o diría que todos son pecados;
Mas… nosotros estamos de noche entre los bosques
bajo el hechizo dulce del estío.

Nosotros le traemos noticias de palabra
–buenas nuevas del grano y del ganado
.
Y el sol asciende ahora por el Sur, reflejándose
en el roble, en el fresno, en el espino.

Señores, canta el roble, y el fresno, y el espino
(y todo en la mañana de San Juan).
Y vivirá Inglaterra hasta el día del juicio
con el roble, y el fresno, y el espino.

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30 septiembre 2025

MARIO RIGONI STERN (Italia, 1921-2008)
Arboreto salvático

Sinopsis
Del alerce, «árbol cósmico por el cual descienden el sol y la luna», al roble con su fuerza heráldica; del haya, «árbol feliz de los dioses», al tejo, símbolo de la muerte y la eternidad: Rigoni Stern escoge veinte árboles muy queridos para contarlos, repasando sus características botánicas y ambientales, ilustrando su historia y riqueza, explicando el influjo que han ejercido en la cultura popular y la literatura, y animando su arboretum con las experiencias propias del hombre de montaña, con los recuerdos y la nostalgia de «cuando los hombres vivían con la naturaleza». Las descripciones se entretejen con las reflexiones personales del escritor, que percibe una consonancia de vivencias y destinos entre las personas y los árboles, contenidos en la parábola eterna de nacimiento y muerte, alegría y sufrimiento; destinados tal vez a vivir mucho tiempo pero condenados, en cualquier caso, a desaparecer y ser remplazados. 
  • EAN / ISBN : 978-84-19168-54-2, 
  • Gallo Nero Ediciones
  • Data d'edició : 01/09/2024
  • 1ª Edición original: 1991 
  • Traductor@s : Gago, Blanca
  • Nº de pàgines : 152
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27 septiembre 2025

Joshua Tree, la seducción de un nombre fuerte e iconográfico


THE JOSHUA TREE

Distribución de la Yucca brevifolia

El llamado árbol de Josué no es realmente un árbol, su aspecto lo asemeja a la estructura exterior de un árbol. Es una yuca, un arbusto perenne, típicamente americano. Crece sólo en el suroeste de los Estados Unidos, en los suelos áridos del desierto de Mojave. La Yucca brevifolia, como se la conoce científicamente, es un miembro de los más grandes de su género con una altura entre cinco y quince metros.  
     El árbol de Josué tiene hojas rectas y en forma de daga, que miden alrededor de un centímetro de ancho en la base y se estrechan hasta formar puntas afiladas en el extremo. Las hojas crecen en forma de espiral en los extremos de los tallos. Las hojas muertas de temporadas anteriores permanecen en el tallo y se acumulan debajo del nuevo crecimiento. Cuando se produce una helada invernal y la cantidad de precipitaciones estacionales ha sido suficiente, estos árboles florecen entre febrero y abril. Sus flores de color blanquecino crecen en racimos y desprenden un olor desagradable. No crece en gran densidad, son individuos salteados en el paisaje.
     El registro más antiguo conocido para la ciencia de Joshua Tree lo da J. C. Fremont en 1844, un teniente del ejército estadounidense que se convirtió en uno de los exploradores más importantes de las regiones de los condados de Kern y Tulare en California. El álamo de Fremont, Populus fremontii, recibe su nombre en su honor.

    El árbol de Josué se reproduce en un acuerdo exclusivo y mutuamente beneficioso con la polilla hembra de la yuca, cuyos órganos son los únicos capaces de recolectar y transferir el polen del árbol. La polilla ayuda al árbol a reproducirse mientras completa su propio ciclo reproductivo: recoge el polen cuando pone huevos dentro del ovario de una flor. A medida que sus huevos se incuban, las semillas del árbol crecen y las larvas de la polilla se alimentan de las semillas cuando eclosionan. Las larvas suelen dejar suficientes semillas para que nazcan más árboles, pero el árbol de Josué tiene capacidades especiales para garantizar que las crías de la polilla de la yuca no consuman un exceso de frutos sin darse cuenta, si hay demasiados huevos de polilla en un ovario, el árbol puede abortarlos.  
     Además de crecer a partir de semillas, el árbol de Josué puede crecer a partir de rizomas. Este tipo de crecimiento ayuda al árbol a sobrevivir a inundaciones e incendios que matan al árbol principal pero dejan el sistema de raíces intacto. El árbol crece muy lentamente. En sus primeros años las plántulas pueden crecer dos centímetros al año, pero luego generalmente crecen solo un centímetro al año. El tronco del árbol está hecho de fibras y por lo tanto no posee los anillos de crecimiento que tienen los árboles. También tiene un sistema de raíces poco profundo que debe soportar su tamaño desproporcionadamente grande y pesado, lo que dificulta la supervivencia en el desierto. A pesar de esto, un árbol de Josué a menudo vive varios cientos de años. 

    Una versión sobre el origen del nombre dice que los colonos mormones nombraron la planta en honor al profeta bíblico Josué. La forma de las ramas extendidas del árbol les recordó la historia bíblica en la que el profeta Josué extiende sus manos hacia el cielo. El nombre botánico “Yucca” proviene del caribeño “yuca”, que se refiere a una planta diferente. La palabra fue adoptada por Linneo como el género Yucca. La especie "brevifolia" describe las hojas estrechas (brevi-folia).
     Esta es la versión de la historia del origen del nombre del árbol de Josué que aparece en Wikipedia, la versión más sucinta que he leído. Es una historia bonita y muy difundida. ¿Pero es cierto? La historia tiene variaciones.
Chris Clarke en este artículo pone en duda la veracidad del origen del nombre de esta Yuca. El nombre de Joshua Tree no entró en el vocabulario de la región hasta el siglo XX y la migración mormona masiva a lo largo del Camino Viejo Español terminó en 1857, cuando Brigham Young llamó a los colonos de vuelta a Salt Lake cuando comenzó la guerra de Utah. En ninguno de los escritos mormones se nombra a esta planta de este modo.
    El Parque Nacional Joshua Tree le otorga al árbol otro lugar importante en la historia estadounidense: Franklin Roosevelt inauguró el parque en 1936 para garantizar que la rápida expansión urbana de California no amenazara el ecosistema desértico único en el que las yucas son las reinas.


Portada del disco y el árbol (hoy desaparecido)
     Casi un siglo después, un viaje en autobús de U2 por esos mismos parajes desérticos, derivó en el título de su quinto álbum de estudio. Se iba a llamar The two Americas, pero el árbol de Josué les hizo cambiar de opinión. El 9 de Marzo de 1987, la banda irlandesa publicó el disco que cimentó su estatus como la mayor banda del planeta. También inmortalizó para siempre The Joshua tree, lugar de peregrinaje para cientos de fans del grupo de todo mundo. En el año 2000 el árbol fotografiado en la portada del disco murió, aunque se desconoce si fue de "éxito".

Información: fotos de la red
https://www.allthingsnature.org/what-is-a-moth.htm
http://www.rsjphoto.net/cal-deserts/yucca/index.html
https://www.pbssocal.org/redefine/how-did-the-joshua-tree-get-its-name
https://www.gutenberg.org/cache/epub/69555/pg69555-images.html#THE_SONG_OF_THE_PINE
https://los40.com/los40/2022/03/08/los40classic/1646752590_941493.html

Con toda probabilidad no es Yucca brevifolia pero la he puesto porque me parece espectacular. Quizás es la Yucca filifera, propia de México

    

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24 septiembre 2025

CHRISTOPHE GUINET, (Francia)
Los insólitos y poéticos troncos de árbol del artista Monsieur Plant
     Nacido en París, creció entre la ciudad y el campo y desarrolló una cierta cercanía a la naturaleza. De adolescente, también se interesó por la cultura urbana, incluido el arte callejero, sin olvidar su primera pasión por la flora hasta convertirla en el tema central de su arte.
     En particular, en plena naturaleza y sea cual sea la estación del año, desentierra tocones y troncos de árboles que luego transforma en verdaderas piezas artísticas que buscan desafiar al espectador. A través de sus composiciones artísticas, desea expresar sentimientos fuertes, pero también denunciar los excesos de nuestra sociedad moderna, como la carrera por la innovación o el consumo excesivo.

     Su último proyecto, llamado TWIST, pretende poner en relieve el universo fantástico e inesperado que puede ofrecer la naturaleza. La colección consta de cinco esculturas de gran tamaño, con formas que van desde símbolos identificables como un corazón y un bucle infinito hasta configuraciones comunes, como la bobina de un muelle y el nudo. La obra más grande y compleja, Encaje de madera, presenta una intrincada confluencia de formas arbóreas.
     Con TWIST, Monsieur Plant ha creado una llamativa obra que es a la vez formalmente bella y engendra una sensación de asombro y curiosidad a cualquier que se tope con ellas. Uno sólo puede imaginar la experiencia de encontrarse con una de estas obras en la naturaleza y cuestionarse todo lo que sabe sobre lo que los árboles pueden y no pueden hacer.
     "No tengo una especie favorita. Es durante mis paseos por la naturaleza cuando más a menudo encuentro la inspiración", dice el artista. "Esta es la razón por la que he querido trabajar en la deformación, exagerando las formas para desafiar y cuestionar a la persona que observa mis obras
     Las obras de Guinet se consiguen mediante un meticuloso proceso de esculpido en yeso antes de cubrirlas con corteza de pino para crear la ilusión de un tronco de árbol real. El efecto final es digno de admiración y desafía completamente la lógica, incluso de cerca.
     Los trabajos anteriores del artista incluyen instalaciones en la naturaleza, performances e intervenciones con objetos hechos por el hombre que complican sus orígenes y los confunden con procesos de crecimiento orgánico, como un par de zapatillas de deporte completamente cubiertas de pétalos de flores o corteza.

 

Información:
https://www.designboom.com/tag/christophe-guinet/
https://culturainquieta.com/arte/escultura/los-insolitos-y-poeticos-troncos-de-arbol-del-artista-monsieur-plant/?_gl=1*18hpys6*_ga*TDVBcjlNemtnTFViLUI5M1dvNDhtMnNFSkFrbk5mSW1tcDZscWYybVFJeHprT1BIdGhwUmZWM0lwTlMyQVlVZQ..*_ga_MC7XEE9W9V*MTc0NjA4Njg4NS4xLjEuMTc0NjA4Njg4NS4wLjAuMA
https://www.designboom.com/art/monsieur-plant-tree-trunk-sculptures-nature-10-03-2022/
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21 septiembre 2025

LLUCIA RAMIS (La Vanguardia, julio-2025)
Fobia a los árboles

En primavera, su perfume invadía el piso. En verano, impedían que el sol irrumpiera a lo bestia por la puerta del balcón. Los árboles hacían que la calle fuera más fresca que el resto de la ciudad. En otoño dejaban una estampa de colores dorados y, de hoja caduca, en invierno permitían que la luz entrara de nuevo por las ventanas. Luego me mudé junto a un parque que lo pasa mal si hay sequía, y que es el climatizador natural de la zona.

La Via Laietana reformada. Gorka Urresola

Ver al menos tres árboles desde casa, tener un 30% de cobertura vegetal en el barrio y estar a 300 metros de un parque o bosque. Es la regla 3-30-300 para tener una ciudad saludable, que debería contar con 50 metros cuadrados de superficie verde por habitante. Eso rebajaría las temperaturas y el consecuente consumo de energía, proporcionaría sombra y mitigaría inundaciones. Y reduciría la contaminación, la angustia y la mortalidad prematura.

Científicos y expertos en urbanismo están de acuerdo en que los árboles contribuyen a crear ciudades más amables cuando el calentamiento global se intensifica. Pero las administraciones les tienen manía. En la nueva Via Laietana de Barcelona no hay una triste rama bajo la que cobijarse (ni la habrá hasta otoño). Recuerda a esa cruzada arboricida que hay en Madrid por la que se arrasa parte del patrimonio verde, se inauguran parques áridos o se ponen toldos en la Puerta del Sol tan caros como inútiles.

La excusa suele ser el subsuelo y que los maceteros entorpecerían el paso de vehículos de emergencias. Hormigón, metro, tuberías, cables, parkings que, al privatizar lo que hay debajo, convierten el espacio público de la superficie en un lugar muy distinto a lo que prometían los renders. España deberá rehabilitar su parque de viviendas para lidiar con el calor extremo porque el 90% de los edificios que habrá en el 2050 carecen de aislamiento. Y es frustrante recordar que el plan Cerdà, diseñado en el siglo XIX, contemplaba que cada manzana tuviera su propio jardín.

Las prioridades viraron hacia las plazas duras. Porque las ciudades se fijan más en los costes de cuidarlos que en los beneficios medioambientales, sociales, económicos, estéticos y de salud que proporcionan los árboles. En la era de la república independiente de tu casa, no existe la concepción de lo que sería mejor para el conjunto.

Lo hemos leído aquí 

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18 septiembre 2025

Boom Die Alles Zag (El árbol que lo vio todo)

EL ÁRBOL QUE LO VIO TODO
Het Groeiend Monument


De Boom Die Alles Zag (El árbol que lo vio todo) es un álamo gris (Populus × canescens) ubicado en Bijlmermeer, Ámsterdam, Países Bajos, que sobrevivió al accidente del vuelo 1862 de El Al el 4 de octubre de 1992. El avión se accidentó en una zona urbana donde un edificio fue destruído. Un árbol situado al lado del edifio destruido, sobrevivió.  Debido a los patrones en forma de ojo en su tronco, el árbol fue considerado testigo ocular del accidente y de sus consecuencias. 
    Alrededor del árbol fue creciendo un monumento donde cada año se recuerda a los desaparecidos. Reunirse para recordar a sus seres queridos  junto al álamo fue casual. Allí, bajo el árbol, ponían flores, fotos y recuerdos. El árbol fue el corazón en cuyo entorno creció el Monumento. "El todo" está enmarcado por una pared en la que se han escrito textos conmemorativos y recuerdos.
     El árbol perdió una parte de sus raíces durante la limpieza del suelo pues el avión era de carga y llevaba "ciertas" sustancias tóxicas, por lo que fue necesario sostenerlo con cables. La tierra se le volvió a cambiar en 2017 para estimular el crecimiento de las raíces. Según las pruebas de tracción realizadas cuatro años después mejoró su condición, pero el árbol todavía está sostenido por cables.
     El diseño de la zona afectada por el siniestro consta de cinco partes diferentes que forman el Monumento Creciente, ya que, con el tiempo, se iban añadiendo elementos.
 
La alfombra-mosaico
Alrededor del árbol que lo vio todo es una enorme mosaico multicolor hecho en baldosas de pavimento. Se montó un taller cercano al lugar para que cualquier persona pudiera decorar una baldosa con el fin de despedirse de alguien o de procesar el duelo. Entre agosto de 1995 y julio de 1996  casi dos mil personas: familiares, residentes locales, escolares, maestros, periodistas, políticos y trabajadores humanitarios hicieron un azulejo de mosaico. Los casi dos mil pequeños mosaicos están conectados al monumento, como un recordatorio duradero del desastre aéreo. La idea fue de Akelei Hertzberger, iniciadora y diseñadora de la alfombra-mosaico. La organización estaba en manos de Jolanda van de Graaf.

El plano del edificio destruido
La huella del edificio desaparecido se hace visible en el Monumento con la impresión de su plano. El espacio que ha surgido de esta manera simboliza el vacío y la pérdida que quedó después del desastre. El punto de impacto de la aeronave está marcado por una pequeña fuente.

El paseo
Es un camino recto y largo que cruza toda la zona. Conecta el lugar del árbol que vio todo y la impresión del plano del edificio destruido. El paseo forma una conexión con los alrededores y está flanqueado por árboles que procedían del Museo de Ámsterdam. Estos árboles expresan las condolencias de toda la ciudad de Ámsterdam para con las víctimas.

El jardín de flores
El área entre el paseo marítimo y la impresión de plano del edificio destruido alberga un jardín de flores en el que hay flores de diferentes regiones del mundo. Murieron 43 personas de 11 nacionalidades.  Las flores son un signo de nueva vida.

El domingo 4 de octubre de 1992, a las 6:30 p.m, el avión de carga Boeing 747 de EI AI  se estrelló contra los edificios de apartamentos Groeneveen y Kruitberg. Este monumento construido alrededor del "árbol que lo vio todo" conmemora el accidente.

 

 

Información:
https://hart.amsterdam/nl/page/1763153/vandaag-30-jaar-geleden-de-vliegramp-in-de-bijlmer
https://amsterdam.kunstwacht.nl/kunstwerken/bekijk/9910-groeiend-monument-bijlmerramp
https://en.wikipedia.org/wiki/De_Boom_Die_Alles_Zag
https://es.wikipedia.org/wiki/Vuelo_1862_de_El_Al
https://www.komoot.com/es-es/discover/El_%C3%A1rbol_que_lo_vio_todo/@52.3189600,4.9745800/tours?sport=tourigbicycle&map=true&toursThroughHighlight=3335776&focusedTour=e389085324&pageNumber=1

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15 septiembre 2025

VARLAM SHALÁMOV (Rusia, 1907-1982)
El «stlánik», de relatos de Kolymá.

En el extremo norte, donde la taiga se confunde con la tundra, entre abedules enanos, matas achaparradas de serbal con sus bayas amarillentas, jugosas e inesperadamente grandes, entre alerces de seiscientos años, que alcanzan su edad adulta a los trescientos, vive un árbol peculiar, el stlánik. Es un pariente lejano del cedro, el cedro siberiano, un arbusto de pinocha perenne con un tronco algo más grueso que un brazo humano y una altura de dos a tres metros. No es un árbol caprichoso y crece en las laderas agarrándose con las raíces a las grietas de las rocas. Es valeroso y obstinado, como todos los árboles del norte. Y posee una sensibilidad poco común.
     Termina el otoño, hace tiempo que debería haber llegado la nieve, el invierno. Hace mucho que por los bordes del blanco firmamento corren como derrames unas nubes bajas y azuladas. Desde por la mañana, el penetrante viento otoñal se ha calmado como una amenaza. ¿Anuncia nieve? No. No caerá. El stlánik aún no se ha acostado. Uno tras otro pasan los días y la nieve sigue sin caer, las nubes merodean lejos tras los oteros, y en el alto cielo sale un pequeño y pálido sol. Todo es otoñal...
     Pero el stlánik se dobla. Se dobla cada vez más, como bajo un peso insoportable cada vez mayor. El árbol araña con su copa la roca y se apretuja contra el suelo, extendiendo cual patas sus ramas azulinas. Se tiende. Parece un pulpo vestido de plumas verdes. Acostado espera un día, otro, y de pronto del blanco cielo empieza a caer, polvorienta, la nieve, y el stlánik, como el oso, se sumerge en un sueño invernal. Sobre la blanca montaña se alzan enormes bultos de nieve: son los arbustos del stlánik que se han puesto a hibernar.
     A finales del invierno, cuando aún la nieve cubre la tierra con tres metros de espesor y en los desfiladeros las nevascas han formado una capa tan dura que sólo se puede atacar con barras de hierro, los hombres buscan inútilmente en la naturaleza señales de la primavera. Aunque el calendario anuncie la llegada de la nueva estación, el día no se distingue de otro de invierno: el aire es cortante y seco como cualquier día de enero. Por fortuna, la sensibilidad del hombre es muy tosca, sus percepciones demasiado simples. Por lo demás, los sentidos de que dispone el hombre, cinco en total, son pocos, insuficientes para predecir o adivinar nada.
     La naturaleza es algo más sutil que el hombre en sus sensaciones. Sabemos algo de esto. ¿Recuerdan los salmónidos que van a desovar sólo en el río en que cayeron las huevas que les dieron vida? ¿Y las misteriosas trayectorias de las aves migratorias? Son muchas las plantas y flores barómetro que conocemos.
     Pues bien, entre la inmensidad albina de las nieves, en medio de la desesperación más absoluta, de pronto se alza el stlánik. El árbol se sacude la nieve, se alza en toda su estatura y levanta hacia el cielo sus ramas verdosas, ateridas y algo anaranjadas. El stálnik oye la llamada imperceptible de la primavera, y como cree en ella, es el primero en levantarse en el norte. El invierno ha terminado.
     Pero también ocurre esto otro. Arde una hoguera. El stlánik es demasiado confiado. Aborrece tanto el invierno que está dispuesto a confiar en el calor del fuego. Si en invierno, junto a un arbusto de stlánik, que duerme acostado, retorcido su sueño invernal, se enciende una hoguera, el stlánik se levantará. La hoguera se apaga y el defraudado cedro siberiano, llorando por el engaño, de nuevo se doblará para acostarse en el viejo lugar. Y lo cubrirá la nieve.
     No, no sólo predice el tiempo. El stlánik es el árbol de las esperanzas, el único árbol en todo el extremo norte perennemente verde. En medio del blanco cegador de la nieve, sus ramas de un verde apagado nos hablan del sur, del calor y de la vida. Durante el verano es humilde y pasa desapercibido, todo a su alrededor florece con premura, esforzándose por llegar a fructificar en el fugaz verano boreal. Las flores de la primavera, del verano y del otoño se precipitan las unas tras las otras en la incontenible y fragorosa floración. Pero se acerca el invierno y empieza a llover pinocha amarillenta que deja desnudos los alerces, la pajiza hierba se mustia y se seca, el bosque clarea, y entonces se ve cómo entre la pálida hierba y el musgo gris se encienden a lo lejos las enormes antorchas verdes del stlánik.
     A mí, el stlánik siempre me ha parecido el árbol ruso más poético, mejor que el venerado sauce llorón, que el plátano o que el ciprés. Y la leña del stlánik es la que más calienta. 

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12 septiembre 2025

MONTERO GLEZ, en "El País" (jul-2025)
El stlánik, el árbol que se tumba y duerme durante los inviernos

El stlánik es lo más parecido a un barómetro; al igual que anuncia las primeras nevadas, anuncia el brote de la primavera
En la tundra siberiana crece un árbol peculiar que se conoce como stlánik. Se trata del cedro originario de las montañas, un árbol con el que los presos condenados en Kolimá mantenían una relación especial. Así lo cuenta el escritor Varlam Shalámov, —superviviente del Gulag— en sus Relatos de Kolimá (Minúscula), una epopeya escrita con crudeza, y traducida al castellano por Ricardo San Vicente.
     Según Shalámov, el stlánik es árbol dotado de una sensibilidad “poco común”. Es capaz de avisar de la llegada de las primeras nieves tumbándose hasta rozar con su copa el suelo, “extendiendo cual patas sus ramas azulinas”, escribe Shalámov, dando cuenta del milagro que la naturaleza ofrece ante sus ojos. Es la mirada de un convicto, de un hombre condenado, pero que no ha perdido el hilo de ternura que le une con el resto del mundo. A pesar del aislamiento, Shalámov detalla y apunta las señales, indicios que la naturaleza va emitiendo con el pasar de los días en “la tierra de la muerte blanca”, como se conoce a aquellos parajes inhóspitos donde cualquier brote de verdor es celebrado con los ojos.
     Shalámov lo hace igual que un naturalista. En su cuaderno de campo va describiendo los distintos matices que adquiere la nieve con el paso del día; la gasa de niebla que envuelve las madrugadas y el camino de frío al trabajo en la mina. En ningún momento pierde la curiosidad ante las blancas montañas donde se aprecian bultos de nieve. Bajo ellos hibernan los arbustos del stlánik, “igual que el oso, se sumergen en un sueño invernal”.
     De esta forma, el stlánik se convierte en un barómetro; al igual que anuncia las primeras nevadas, anuncia el brote de la primavera. Porque lejos de los almanaques, la primavera, por aquellas tierras de muerte, llegaba cuando quería. “La naturaleza es algo más sutil que el hombre en sus sensaciones”, explica Shalámov, señalando el despertar del stlánik con la llegada de los primeros brotes, cuando el árbol se levanta del suelo, sacudiéndose la nieve bajo la que ha permanecido sepultado durante el invierno. Y todo esto lo cuenta Shalámov con una prosa magistral, un fraseo musculado sin anabólicos ni fuegos artificiales, sin concesiones, como corresponde a una experiencia vital donde la guadaña de la muerte acecha a cada rato.
     Pero también, el stlánik servía de vitamina C, o eso mismo pensaba Shálamov que en las primaveras y veranos arrancaba sus agujas secas, llenando sacos que entregaba al capataz y que iban a parar a la cocina donde preparaban un brebaje amarillento que había que beber obligatoriamente antes de cada comida. Ese era el único remedio que se conocía contra el escorbuto, enfermedad causada por la falta de vitamina C.
     Más tarde, se descubrió que aquello era mentira, que las agujas del stlánik no servían para el escorbuto ni para cosa parecida. Y que tomar aquel brebaje —que sabía a mil demonios— era otro castigo más en aquella tierra de muerte.
     En resumidas cuentas: lo de la vitamina del stlánik era un engaño como el que se podía practicar cuando se encendía una hoguera cerca, mientras el árbol hibernaba bajo la nieve. Creyéndose que la primavera había empezado, el stlánik se levantaba para celebrarla. Porque, al igual que muchos seres humanos, el stlánik también es un árbol ingenuo y confiado.

El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.

Lo hemos leído aquí 

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09 septiembre 2025

ALFONSO SANTOS, en "EL PAÍS" (agosto-2025)
Las vacas y el árbol milagro de los incendios de Tres Cantos: la historia tras la foto viral

 
Gracias a los voluntarios y a los bomberos, ojalá sirvan de esperanza en estos tiempos duros en los que las llamas asolan España. 
Historia de esta foto

Probablemente habréis visto una foto de unas cuantas vacas debajo de un árbol en Tres Cantos con todo lo de alrededor quemado. Está presente en todas las redes sociales y muchos medios de televisión la han puesto en antena. Que esas vacas se salvasen fue un milagro, pero no fue el árbol quien las salvó: fue el milagro de la gente. Yo soy el hijo del dueño de esas vacas y, a eso de las 20:00, entrábamos mi madre, mi padre y yo corriendo en el campo donde estaban los animales mientras todo ardía. Este campo tiene una vaquería y unos corrales para guardar las reses, y cuando llegué, el fuego estaba a tres metros de la vaquería. Con los aproximadamente 2.000 kilos de paja que había dentro, habría ardido en cuestión de minutos.
     En el momento en el que entramos corriendo en el campo, ya había mucha gente intentando ayudar como podía. Pero poco podían hacer: no tenían agua con la que apagar el fuego. Por suerte, teníamos más de 20 garrafas de 40 litros de agua llenas, preparadas no para un incendio, sino para el día a día en el campo. Toda esa gente que estaba intentando ayudar empezó a vaciar las garrafas en cada frente del fuego que pudiera hacer que se incendiase el campo donde estaban las vacas o incluso la vaquería. 
     El primer milagro se produjo aquí: además de nosotros, mi hermano y unos primos dueños también del terreno, había unas 15 personas que no nos conocían de nada —alguno que ni siquiera sabía hablar español—, que se jugaron su salud para que el fuego no llegase a tocar el edificio ni incendiase el campo. Literalmente se la jugaron: teníamos fuego por delante y por detrás, y a 10 metros un chamizo que estuvo cinco horas ardiendo con llamas de dos metros. Además, estábamos en el único sitio con pasto sin quemar, por lo que cualquier cambio de viento habría sido fatal.
     Me gustaría poner el foco, sobre todo, en D., un soldado que no solo nos ayudó a nosotros, sino que cuando vio cómo ardía la hípica donde falleció Mircea intentando liberar a los caballos, fue para allá sin dudarlo, acompañado de otras personas que no conocía de nada, y se metió en el fuego para intentar ayudar en lo posible a Mircea y a las otras personas atrapadas en el incendio. Ninguna crónica que haya contado lo que pasó en la hípica habla de él, pero ahí estuvo como un héroe. Según me consta, fue el primero que fue al coche ardiendo a sacar a quien hubiese allí. Un héroe que, al día siguiente, fue de nuevo a la hípica a ver si podía ayudar en algo. Gracias, D. 
Vista del terreno ardiendo durante el incendio de Tres Cantos la pasada madrugada, del 11 al 12 de agosto. Alfonso Santos
     Pasado un tiempo, el único campo que quedaba sin quemar era el del árbol milagroso con las vacas, la vaquería y los desconocidos que ayudaban allí. Tuvimos que tomar una decisión con las vacas: era cuestión de tiempo que el fuego entrase en el campo y ellas no podían quedarse ahí. Podíamos llevarlas a la zona donde ya había pasado el fuego, pero esos campos están delimitados con estacas de madera que se habían quemado, por lo que las vacas podían irse a cualquier sitio con el riesgo que eso conlleva. Así que decidimos meterlas en unos corrales de cemento, donde no podían quemarse y, de algún modo, podían protegerse de las llamas, aunque no del humo, del estrés o del calor que se vivía.
     El tiempo pasaba y el fuego empezó a acercarse a la vaquería con el corral donde estaban las vacas. Tras mucho dilema y con las llamas a unos 700 metros, decidimos soltarlas y obligarlas a que se fuesen a la zona ya quemada para ir a buscarlas al día siguiente. Y en el preciso momento, cuando con ayuda de la Guardia Civil íbamos a sacarlas del corral, sucedió el segundo milagro: apareció a lo lejos un camión de bomberos que protegió la vaquería. No se me olvidará nunca cómo un bombero nos dijo: “Ya estamos aquí, no os preocupéis por las vacas, esto ya lo salvamos nosotros”.
     Y así, gracias a héroes anónimos, junto con los bomberos, esos 36 animales se salvaron del incendio. Es doloroso escribir esto sabiendo que, a nuestro alrededor, varios amigos ganaderos que viven por y para sus animales los han perdido tan trágicamente. Pero quería agradecer a toda esa gente que probablemente nunca más vuelva a ver en mi vida y que nos ayudó. También a los bomberos, que hicieron todo lo posible para que el dolor fuese menor. Que la imagen del árbol “milagroso” y las vacas descansando debajo pueda servir de esperanza en estos tiempos duros de incendios que están asolando España.
 
Lo hemos leído aquí 
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06 septiembre 2025

CUANDO LOS ÁRBOLES FUERON A UNGIR A UN REY...

En la Biblia, en el libro de Jueces, hay una parábola que se puede aplicar a nuestros días.

Todo sucedió después de la muerte de Gedeón. Mientras él vivió y fue líder en Israel, hubo paz en toda la nación. (Este hecho siempre se repite: a tal líder, tal nación.)

Sucedió que después de que Gedeón murió, uno de sus hijos, Abimelec, quiso reinar en el lugar de su padre, a pesar de que Gedeón había afirmado en vida que ninguno de sus hijos reinaría sobre Israel (8:23). Tomado por la ambición por el poder, Abimelec mató a todos sus hermanos. Quería tomar el asiento de líder de la nación solo para él. Sin embargo, Jotam, el hijo menor de Gedeón, logró escapar y pronunció una alerta severa al pueblo de su tierra, sobre lo que estaba a punto de suceder. Y les contó esta parábola:

Jotam les dijo:
– Una vez los árboles fueron a ungir un rey sobre ellos, y dijeron al olivo: “Reina sobre nosotros.” Mas el olivo les respondió: “¿He de dejar mi aceite con el cual se honra a Dios y a los hombres, para ir a ondear sobre los árboles?”
Entonces los árboles dijeron a la higuera: “Ven, reina sobre nosotros.” Pero la higuera les respondió: “¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ondear sobre los árboles?”
– Después los árboles dijeron a la vid: “Ven tú, reina sobre nosotros.” Pero la vid les respondió: “¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ondear sobre los árboles?”
– Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: “Ven tú, reina sobre nosotros.” Y la zarza dijo a los árboles: “Si en verdad me ungís por rey sobre vosotros, venid y refugiaos a mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y consuma los cedros del Líbano.”
Jueces 9:8-15

 Lo hemos leído aquí

---Fin---

02 septiembre 2025

En el norte de Italia, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
El plátano de "Los cien Bersaglieri"

 
 
En el norte de Italia, a medio camino entre Venecia y Milán, existe una localidad llamada “Plátano” (y que antes se llamaba Salgarèa, un puñado de casas y algunas villas a pocos kilómetros de Caprino Veronese) donde crece un plátano oriental -es inútil explicar de quién toma el nombre el lugar en la actualidad- llamado “de los cien Bersaglieri“ y declarado monumento nacional. Los “bersaglieri” son un cuerpo muy especial de la infantería italiana, creado en 1836.
     Cerca del árbol, el mayor de esta especie en Italia, un cartel indica que este mide 15 metros de circunferencia y 24 de altura y cubre un área de 300 metros cuadrados, pero no marca su edad. Se estima que fue plantado en el año 1400 (+/-10), por lo que tiene en la actualidad unos 620 (+/-10 años). El plátano crece en el borde de un terraplén por cuyo fondo pasa un torrente y al que se le supone que debe sus extraordinarias medidas: nunca ha conocido la sequía.
      Los vecinos de la zona conocen bastante bien su historia, a fin de cuentas el árbol da nombre al pueblo, aunque su propio nombre es bastante reciente. Fue en 1937 cuando un compañía de soldados bersaglieri se subió al completo a este árbol
(eran 100), de ahí el nombre que le ha quedado, pero no es este el único suceso que se recuerda de él.
      Hubo otro suceso trágico anteriormente: al terminar la Primera Guerra Mundial quedó algún depósito de armas sin recoger por la zona. Dos muchachos, uno mayor que el otro, robaron explosivos plásticos empaquetados en forma de panes alargados con mechas y se fueron al plátano, dónde el mayor subió y el pequeño esperó abajo. Desde arriba el primero se dedicó a encender mechas y arrojar lejos los explosivos, mientras el pequeño miraba divertido desde abajo. En el enésimo lanzamiento, una repentina ráfaga de viento detuvo el explosivo en el aire, lo hizo girar y lo deslizó, precisamente, dentro de la camisa abierta del más pequeño, pulverizándolo. Durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes tuvieron un cuartel cerca del plátano, así que lo mutilaron drásticamente ya que su exuberancia y su proximidad a la carretera podrían haber sido explotados por los partisanos como excelentes escondites para atacarles. Seguramente muchas de las oquedades que en la actualidad presenta, datan de esa época.

 
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30 agosto 2025

El bosque de Doramas en la memoria

BARTOLOMÉ CAIRASCO DE FIGUEROA (Las Palmas de G.C., 1538-1610)
 

Éste es el bosque umbrífero
que de Doramas tiene el nombre célebre,
y aquéstos son los árboles
que frisan ya con los del monte Libano
y las palmas altísimas
mucho más que de Egipto las pirámides,
que los sabrosos dátiles
producen a su tiempo y dulces támaras.
Aquí de varias músicas
hinchan el aire los pintados pájaros.
La verde yedra estática
a los troncos se enreda con sus círculos
y más que el yelo frígidas
salen las fuentes de peñascos áridos.
Aquí de Apolo délfico
no puede penetrar el rayo cálido
ni del profundo océano
pueden damnificar vapores húmedos.
Aquí con letras góticas
se escriben epigramas, nombres, títulos
en árboles tan fértiles
que parece que estuvo recreándose
en ellos el artífice
de las terrenas y celestes fábricas.
Aquí, pues, de la próspera
fortuna está gozando el fuerte bárbaro
que por sus propios méritos
alcanzó la corona y regia púrpura
y en la terrestre máquina
es celebrado en ejercicios bélicos:
Doramas es el ínclito
nombre del capitán fiero e indómito

 Tomado de: Cairasco de Figueroa y el mito de la Selva de Dorama, pág. 34

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27 agosto 2025

MARÍA OLIVELLA, Nov2-023 en "La Vanguardia"
¿Están vivos los árboles huecos?


Las cavidades arbóreas se forman en muchas especies y dan refugio a pequeños animales, hongos y bacterias.

En Las Fotos de los Lectores de La Vanguardia podemos ver esta fotografía del tronco de un árbol hueco, lo que nos ha llevado a preguntarnos: ¿estos árboles están vivos o muertos?
     La respuesta es que puede haber ejemplares con esta cavidad arbórea perfectamente vivos. De hecho, está demostrado que suelen servir de refugio a pequeños animales, hongos y bacterias.
     Un agujero en un árbol es una cavidad semicerrada que se ha formado naturalmente en el tronco o en una rama. Se encuentran principalmente en árboles viejos, vivos o no.
     Estas curiosas cavidades se forman en muchas especies de árboles. La amplitud del hueco depende de la edad y el diámetro del árbol. Pueden formarse cavidades como resultado del estrés fisiológico de las fuerzas naturales (el viento, el fuego, el calor, los rayos, la lluvia, el ataque de insectos, bacterias u hongos) que provocan la excavación y exposición del duramen.
     Muchos animales desarrollan y hacen aún más grandes estos huecos utilizando instrumentos como el pico, los dientes o las garras. El tamaño de las cavidades puede depender de la edad del árbol.
     Los huecos pueden ser un rasgo de adaptación de los árboles, ya que los animales proporcionan fertilizante al árbol huésped. Y hay cavidades de árboles húmedos y secos.

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24 agosto 2025

Takihashi en Tochigi, el cronista de Japón, (121)

TAKIHASHI HIROSHI (1960, japón)
El Senbon Katsura de Kasosan (prefectura de Tochigi) 

La estación de las lluvias

Para los árboles, que han gastado en el salto a la primavera buena parte de sus reservas nutritivas, el tsuyu o baiu (estación de las lluvias) es un importante periodo para volver a aprovisionarse de dichas sustancias. Presentaremos a continuación árboles que brillan con esplendor en esta estación pasada por agua, como el katsura (Cercidiphyllum japonicum), que en algunos casos es adorado y objeto de rogativas por la lluvia en zonas montañosas apartadas de los núcleos de población, o el akagi, especie considerada sagrada según las creencias de las islas Ryūkyū (prefectura de Okinawa).
     Durante la última parte de la primavera, el verde de las hojas cobra intensidad y los árboles lucen exultantes de vida, pero lo cierto es que sus energías no dan para mucho más. Especialmente en el caso de los caducifolios, que han gastado en el esfuerzo de crecimiento primaveral todos los nutrientes acumulados durante el otoño anterior, puede hablarse incluso de una incipiente precariedad nutritiva.
     El tsuyu visita, tras la primavera, todo el territorio japonés, si exceptuamos la septentrional isla de Hokkaidō y el lejano archipiélago de Ogasawara, perdido en el océano Pacífico. Entre el 20 % y el 25 % de todas las precipitaciones pluviales anuales que recibe Japón (un país que dobla el promedio mundial de lluvia) se produce en este periodo. El agua que se evapora de las hojas de todas las especies vegetales trae nieblas y con ellas los bosques quedan empapados de humedad. En este ambiente, los árboles van atesorando los nutrientes que necesitarán para el verano. Si nos fijamos en los diversos fenómenos relacionados con el agua que son propios de esta estación, como el kisame (literalmente, “lluvia de árbol”, la que cae al condensarse la lluvia en la superficie de ramas y hojas y formar gotas) o el jukanryū (literalmente “corriente por tronco de árbol”, en referencia al flujo formado en el tronco por la lluvia recogida por toda la copa) sentiremos con gran inmediatez cómo el bosque vivo, con todo su dinamismo, promueve el ciclo del agua.
     A diferencia de las grandes lluvias producidas por la temporada de los tifones, que suelen acarrear grandes daños a los árboles, las suaves lluvias de esta estación son en muchos casos benéficas. Claro está, no se trata simplemente de que llueva mucho, pues la escasez de horas de sol que acompaña a los días de lluvia puede convertirse en un factor de retraso en el crecimiento de las especies. Si el volumen de precipitaciones es el adecuado, la aportación de humedad y nutrientes será suficiente y los árboles podrán seguir creciendo sanos y fuertes cuando reciban los rayos del sol estival.
     A muchos japoneses, pese a todo, el tsuyu no les resulta grato. Sus argumentos son un tanto egocéntricos: el ambiente empapado de humedad se les hace muy molesto, la ropa tendida no se seca, etcétera. Pero para los árboles, que en primavera han echado brotes, este es el momento de acceso a esa esperada estación de plena actividad, en la que se harán más frondosos y desarrollarán su ramaje. Si salimos al encuentro de los árboles gigantes, que hallaremos exultantes, recibiendo la lluvia en toda su anatomía, es muy probable que la imagen que teníamos del tsuyu cambie.

Especie: Katsura (Cercidiphyllum japonicum), familia Cercidiphyllaceae, género Cercidiphyllum
Dirección: 1710 Kamikuga, Kanuma-shi, Tochigi-ken 322-0254
Perímetro del tronco: 8,25 m.
Altura: 38 m.
Edad: 1.000 años (atribuida)
Designado monumento natural prefectural
Tamaño ★★★★        Vigor ★★★★        Porte ★★★★
Calidad del ramaje ★★★★         Majestuosidad ★★★★★

     Si, entre los árboles que alcanzan grandes dimensiones, hay alguno cuyo aspecto mejore con la lluvia, ese es sin duda el katsura. Tanto su tronco, que brilla empapado de lluvia, como sus bellas hojas acorazonadas parecen recibir con gozo el agua que tan generosamente mana en esta estación. El santuario sintoísta de Kasosan está rodeado de un bosque de cedros. Ascendiendo durante unos 30 minutos por el camino de montaña que partiendo de un costado de su pabellón principal y remontando el curso de un arroyo conduce al monte Ozaku, aparece nuestro gigante en plena quebrada, cortándonos el camino. Por su majestuosidad, diríase que estamos ante el dueño y señor del bosque. Una enorme personalidad la de esa estampa suya de árbol ennoblecido por el paso del tiempo, a la que contribuye no poco su corteza cuarteada y poblada de musgo.
     Este katsura está formado por dos cepas bien definidas y de diverso tamaño que se han ido desarrollando entorno al antiguo tronco principal. Este debió de ocupar la parte central del conjunto, pero terminó pudriéndose por completo. Según el ángulo desde el que lo miremos podría parecernos un único árbol y es esta compenetración lo que le ha ganado desde antiguo la fama de árbol propiciador de uniones y ha hecho de él el árbol sagrado asociado al citado santuario de Kasosan, al pie de la montaña. Tampoco quienes hayan tomado este camino solo para llegar hasta el pabellón trasero del santuario pueden ocultar su sorpresa ante una aparición tan aparatosa y se les ve detener su paso olvidados de sí mismos y levantar sus ojos hacia las ramas superiores, que alcanzan una altura de unos 40 metros. El árbol aparece justo cuando el visitante desearía tomarse un descanso en su ascenso, así que es el lugar ideal para recuperar el aliento refugiándose en la sombra y hacer acopio de valor para afrontar la dureza del camino restante.

Nº 121

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