TAKAHASHI HIROSHI
El Cerezo de Yoshitaka (prefectura de Chiba)
Especie: Yamazakura (Cerasus jamasakura), familia de las rosáceas, género Cerasus.
Dirección: Yoshitaka 930, Inzai-shi, Chiba-ken 270-1603 Perímetro del tronco: 6,85 m.
Altura: 10,6 m.
Edad: Más de 300 años (según panel explicativo)
Designado Monumento Natural Municipal
Tamaño ★★★★ Vigor ★★★★★ Porte ★★★★ Calidad del ramaje ★★★★★
Majestuosidad ★★★
Los cerezos sakura catalogados como árboles gigantes son, en su gran mayoría, de la especie edohigan (Cerasus spachiana var. spachiana forma ascendens), y el Cerezo de Yoshitaka es la excepción que confirma la regla. Se trata de un yamazakura (Cerasus jamasakura) gigante conocido principalmente en círculos de entendidos. La especie yamazakura, al igual que la edohigan, es muy longeva y algunos ejemplares llegan a los mil años.
Este ejemplar, ubicado en la comarca de Hokusō (norte de la prefectura de Chiba), es todavía joven y tiene una gran vitalidad. Su copa se recubre de bellas flores rosadas con un retraso aproximado de una semana con respecto a los sakura de la especie someiyoshino que lo rodean. La especie yamazakura desarrolla hojas casi simultáneamente a la floración, por lo que no es fácil ver las copas de estos árboles completamente tomadas por las flores, algo que solo es posible durante un corto periodo de unos dos días. Algunos lo llaman “sakura del milagro” precisamente por lo difícil que es disfrutar del espectáculo de una floración plena y limpia. Se cuenta que, cuando se aproxima este momento, los alrededores del árbol están permanentemente copados por fotógrafos decididos a no dejar pasar la oportunidad.
El Cerezo de Yoshitaka crece dividido en varios troncos desde la raíz y su porte se caracteriza por la gran extensión que alcanzan sus ramas. Su copa está muy bien formada, a modo de semiesfera sin ningún defecto visible, y cuando se cubre de flores el observador cree estar ante una pequeña colina rosada. Debido quizás a que se encuentra en medio de un campo sin otros árboles demasiado cerca, no ha tenido competencia y ha podido crecer a sus anchas, recibiendo a placer la luz solar. Lo imponente de su figura y el tono ligeramente apagado de su flores le dan a este árbol un aire distinguido y un atractivo muy especial.
El campo en el que se alza aparece en esta época del año cubierto por amarillas flores de colza, un contraste también muy bonito. Y el árbol, al ser un ejemplar aislado, puede contemplarse desde todos los ángulos. Todo este campo está circunvalado a cierta distancia por una senda turística y se han tomado medidas para proteger el árbol, como regular el acceso en vehículo durante la floración del mismo. Un yamazakura gigante que va a ser objeto de creciente atención.
Nº 102
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