domingo, 13 de marzo de 2022

El drago de Luis Verde, Vasequillo, del cronista de Canarias

JUAN GUZMAN OJEDA, Ing.Téc. Forestal
El Drago de Luis Verde, predictor de la humedad de los inviernos

Si preguntáramos a los jóvenes locales y a algún que otro adulto por el árbol que luce en su enseña el municipio de Valsequillo, raro sería que señalaran al Drago (Dracaena draco), y todavía más extraño si supieran que así fue declarado, en 1993, en honor y referencia directa al conocido como Drago de Luis Verde, un árbol que ya había sido propuesto en 1972 para formar parte de la heráldica local. En aquella fecha competía con las armas del Arcángel San Miguel –aquellas que mataran al Perro Maldito– y con el Cuartel del Colmenar, donde naciera el padre del ilustre Benito Pérez Galdós.
     Antes de llegar al casco urbano de este pueblo se encuentran los extensos llanos del Conde, parte de los cuales fueron cedidos a mediados del s. XV a favor de Luis Verde Coronado, quizás un navegante portugués. Aunque los actuales propietarios no guarden relación de parentesco, el nombre ha perdurado hasta nuestros días para señalar tanto al actual barrio como a la antigua finca. Entrar en ella equivale a hacer un giro hacia el pasado. El drago emana solemnidad, a la vez que se erige en epicentro de un entorno rural particular, conformado por antiguas casas solariegas y restos de era, lagar y bodega. Llama la atención el trocito de era que se deja ver en el camino; el resto se encuentra sepultado bajo las latadas de columnas de hormigón. A juzgar por el arco que describe este segmento, se intuye una inmensa era que debió reunir a muchos usuarios. Podemos imaginar al drago como testigo mudo y de excepción, presidiendo aquellas fatigosas trillas estivales.

Larguirucho
      El Drago de Luis Verde, con una ligera inclinación general hacia el sureste, se ubica (27º 59´ 37¨ N y 15º 29´ 06¨ W) sobre un parterre alzado, cuyos muros ya han cedido en varios puntos, en parte por su antigüedad y, muy probablemente, por la presión ejercida por el sistema radicular. En su biometría arroja un perímetro de base de 4,40 m, mientras que su diámetro normal (medido a 1,30 m) resulta ser de 3,30 m. Este tronco principal se erige durante unos cuatro metros, para después dividirse en cinco potentes ramas, gruesas, largas y columnares, que confieren al drago una ramificación muy verticalizada. Luego, este larguirucho se subdivide y multiplica hasta en 15 períodos florales, alcanzando una altura cercana a los 12 m.
      En su cara sur se nota cómo dos de sus ramas fueron arrancadas tras un temporal, ocurrido a mediados del siglo pasado; en su cara norte también aparece una rama partida por este motivo. En la base de varias ramas aparecen grupitos de raíces fúlcreas, cuya meta es llegar un día hasta el suelo o fundirse con el mismo tronco. La cara norte del drago, la más expuesta a los rigores climáticos, presenta varias heridas y cicatrices. Su edad, siguiendo la regla de los períodos florales, lo sitúa cercano al cuarto de siglo
     Para conocer más de cerca la historia del Drago de Luis Verde hemos tenido la suerte de contar con el testimonio de José Jiménez, quien, además de criarse en esta finca al haber sido su familia la medianera, llegó a dirigir la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria. Nos cuenta, con amabilidad y añoranza, cómo de pequeño trepaba con sus hermanos hasta la encrucijada donde se ramifica, y cómo jugaban a ver quién era el primero en alcanzar las puntas del drago con una caña.

     Entre las historias que recuerda y las que su abuelo le contaba, destacamos dos. En primer lugar, y teniendo en cuenta que los dragos longevos acostumbran a florecer parcialmente, José recuerda que, según el sector por el que floreciera el árbol, se podía predecir si el invierno iba a ser húmedo o seco. Así, si el radar meteorológico se encendía de flores crema por el norte, era el preámbulo de un invierno copioso; si se encendía por la cara sur, las cosechas sufrirían sequía.

Ortodoncia con “sangre de drago”
      El otro es el curioso uso que los lugareños hacían con la savia del drago. Tras practicar incisiones en la corteza, provocando el sangrado de su rojiza savia, esperaban hasta lograr la consistencia adecuada para introducir esta pasta en la boca y, moldeándola hábilmente, llegar a sustituir las piezas dentales ausentes.
     Nuestro informante coincide con Marcos, el actual medianero de la finca, en percibir que el drago presenta hoy un aspecto menos esplendoroso que años atrás. Pero aunque su estado de salud no es preocupante, sí es cierto que a la actual depresión que presenta debe contribuir tanto el atrapamiento del sistema radicular, como el abandono del entorno tradicional. No puede uno dejar de pensar que tanto este gigante como sus alrededores merecen una restauración especial, una restauración que dé vida y dignifique el verdadero valor que este conjunto histórico posee.

 

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