miércoles, 30 de marzo de 2022

Faux de Verzy, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA 
Las hayas tortuosas
En otoño es el momento en el que suelen hacerse muchas fotos de los hayedos, mientras van cambiando el color y empezando a tirar sus hojas. Para compararlas con la especie tipo, traigo ahora aquí estas fotografías de hayas “tortuosas” que en Francia son conocidas desde el siglo VI como las “faux de Verzy”, por encontrarse en los bosques de Verzy, (departamento de Marne, en el norte de Francia), aunque hay ejemplares en otros tres emplazamientos, así como en otras naciones como Alemania, Dinamarca o Suecia, donde, el lugar donde crecen, es conocido como ′′el bosque del Troll" -se decía que los trolls retorcieron sus ramas antes de seguir adelante-. 
     Su nombre científico, Fagus sylvatica var. tortuosa, le fue dado por Pierre Denis Pépin, botánico que las describió en 1861. Suele ser de poca altura, tronco tortuoso y ramas retorcidas, encorvadas y pendulares que les dan un aspecto parecido al de un paraguas. Su crecimiento es muy lento, extendiéndose mas a lo ancho que a lo alto. No se conoce la causa de la rareza de esta variedad, nombrando la simple mutación genética, las propiedades del suelo o la adaptación para encontrar luz en una densa semioscuridad,... pero sólo son suposiciones. Las semillas de estas hayas se comportan como las habituales, por lo que sólo se obtienen especímenes de esta categoría por vía vegetativa. 
     Se puede ver ejemplares en algún jardín botánico, en algunos parques públicos, e incluso pueden adquirirse en algunos viveros. 
Foto 1
     Este ejemplar de la Foto 1 crece en el jardín botánico de Bayeux (Francia), siendo su espécimen más espectacular. Fue declarada monumento natural en 1932 y como “Árbol notable de Francia” en el año 2000. Se estima que fue plantada hacia 1860. Actualmente tiene 40 metros de diámetro de copa.

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domingo, 27 de marzo de 2022

Viaje por la BR3-19 de la Amazonia

NAIARA GALARRAGA GORTÁZAR (en El País) Imagenes: AVENER PRADO

 
Recorrer los casi 900 kilómetros de la calzada que cruza una de las áreas de selva mejor preservada de Brasil permite observar a simple vista cómo avanza la deforestación. Bolsonaro pretende asfaltarla del todo

(...) Esto es Realidade, tierra prometida para buscavidas y pobres. Y esta, la primera gasolinera tras conducir 500 kilómetros desde el norte por la BR-319, la carretera más controvertida de la Amazonia. Completar el asfaltado es la gran promesa del presidente Jair Bolsonaro para la región, una de las más pobres de Brasil. Lo considera estratégico para el desarrollo económico local. Recorrerla entera, de Manaos a Porto Velho, incluidos los 400 kilómetros de tierra, permite a un equipo de EL PAÍS observar a simple vista el impacto que producen los colonos que desembarcan atraídos por promesas y tierras a buen precio. La deforestación avanza veloz.
Una casa a pie de carretera a su paso por la comunidad de Igapú Açu, km 260, el 20 de octubre.
     En los últimos años ha crecido hasta merecer escuela y ambulatorio, un boom que se asienta en lucrativos negocios que diezman la selva: la tala ilegal de madera, la cría de ganado o cultivos de soja que atraen a gentes de otros Estados.
      En el mapa, la vía es una rayita minúscula. A vista de dron, una línea recta anaranjada en un tupido manto verde que parece brócoli. Probablemente pocos de los que participan en la cumbre COP26 de Glasgow saben de su existencia, pero los que observan el mayor bosque tropical del mundo no le quitan el ojo. El desenlace de esta obra dirá si la parte más virgen de la selva amazónica sigue protegiendo la biodiversidad y capturando dióxido de carbono o no. Y eso influirá en el resto del planeta porque las selvas como esta son cruciales para regular la temperatura global. El pueblito de Realidade es una sucesión de bares, moteles, camiones, talleres, templos evangélicos y casitas de madera en calles de tierra que a menudo se convierten en un lodazal.
     La ley resulta un concepto lejano y maleable. Es un territorio tenso donde prevalecen los hechos consumados y el recelo hacia el foráneo que husmea. Nadie llega de turismo o por error, se viene con un objetivo.  Cualquiera está en alerta constante. Y en cientos de kilómetros no hay un policía. Los locales esperan ansiosos el pavimento hace décadas, convencidos de que traerá prosperidad. Para científicos y ecologistas, es un escenario de pesadilla. Temen que el monstruo que han visto crecer en Realidade en estos años ascienda carretera arriba.
     Los 887 kilómetros de la BR-319 cruzan una de las zonas mejor preservadas de la selva que cubre la mitad de Brasil, una superficie del tamaño de la Unión Europea repleta de ríos, corrientes y lagunas. Durante medio año, el trazado es un barrizal. Los viajeros dejan atrás granjas bautizadas como Grande Esperanza, Tierra Rica o Dios Me Dio.

     Entre los más implicados en la batalla a favor del asfalto se encuentra Dona Mocinha. Tiene una pousada en el kilómetro 260, gafas enormes y empuje suficiente para ir a la escuela nocturna a sus 64 años. Se instaló en Igapó Açu hace décadas, una comunidad de palafitos de madera para evitar las crecidas. “Hubo una época en que desde noviembre hasta mayo por aquí no pasaba nadie, naaaadie”.
     Ahora, con la carretera más o menos transitable todo el año, ve desde su porche más trasiego de camiones y 4x4. “Dicen que la carretera (asfaltada) va a tener impacto, pero ¿qué impacto? Mire, yo no soy bióloga, pero el mayor impacto se generó cuando la construyeron”, en los setenta, durante la dictadura. Debió de ser una obra titánica porque el terreno es pantanoso y, por eso, es un área muy productiva, rica en biodiversidad. “Surcada por ríos muy ricos en peces, cocodrilos y mosquitos”, explica Rómulo Batista, de Greenpeace.

Dona Mocinha, vecina de Igapó Açu, que queda dentro de una reserva ecológica. Pertenece a la Asociación de Amigos y Defensores de la BR-319.
    
     Incluso la simpática Dona Mocinha, de la Asociación de Amigos y Defensores de la BR-319, sabe que las mejoras que el pavimento traería a su vida no vendrían solas. “Cuando llega el desarrollo llega la deforestación, invasiones, prostitución, drogas… pero más preocupante es no tener la BR-319 para ir y venir”, reflexiona en su mecedora. Se sienten atrapados en este bellísimo pero aislado rincón porque es la única conexión terrestre de Manaos, capital del estado de Amazonas, con el corazón de Brasil.

     Las presiones han llegado hasta la casa de la señora antes que el asfalto de la mano de compatriotas venidos de lejos con jugosas ofertas, atraídos por las fabulosas oportunidades que vislumbran. “Vienen muchos desde Rondonia o Mato Grosso. Buscan terreno, terreno, terreno. Ya les digo que no, que no tengo tierras para vender, que esto es ¡una reserva natural! Mire, llegué hace 44 años y jamás he vendido un lote de tierra. Y eso que hasta me han amenazado de muerte”, explica. Vender parcelas de una reserva es delito. Pero descomunales extensiones de tierras públicas flanquean la carretera. Cualquiera se apropia fácilmente de ellas con documentos falsos y complicidades políticas. El llamado grillagem.
     El panorama es un aperitivo del catastrófico escenario que anticipan científicos como la agrónoma tropical Jolemia Chagas, que monitoreó el tramo de carretera entre los kilómetros 250 y 280. “El asfaltado va a intensificar las invasiones de los últimos cinco años”, alerta. Eso trae especulación inmobiliaria, conflictos violentos con los locales y agrava problemas ambientales de consecuencias tangibles. Detalla que “la retirada de la cobertura forestal interfiere directamente en la producción de los ríos voladores (corrientes de vapor de agua) que abastecen parte de Sudamérica, influyendo directamente en la producción agrícola”.
     La zona está poblada de familias que viven, principalmente en los extremos de la vía, de la agricultura de subsistencia o del comercio. E indígenas, 18 pueblos dispersos y alejados de la carretera principal. Una de las calzadas de tierra secundarias que empezaron a construir prácticamente toca el territorio donde vive un grupo de nativos aislados, unas 30 personas, probablemente descendientes de los juma que sobrevivieron a una matanza en 1964, explica el indigenista Pedro da Silva, del Consejo Misionero Indígena.  

Un equipo de mantenimiento trabaja en un tramo asfaltado de la carretera a su paso por Careiro do Castanho.

     Con el aumento de tráfico, surgieron restaurantes, granjas e iglesias. Por la ruta, circulan camiones, coches que cargan toda la vida de alguien que persigue un futuro mejor, o el negocio de su vida, sea lícito o no, moteros cincuentones de aventura… Recorrerla significa salir de Manaos por una calzada con los carriles cuidadosamente pintados de amarillo y los arcenes, de blanco. Al poco, el río Amazonas, que se cruza en balsa. El transporte fluvial, caro y lento, es lo más habitual.
     Km 198. Fin del asfalto. Bienvenidos al llamado trecho del medio, el que perdió el pavimento a finales de los años ochenta por el abandono. Gracias a eso y a las reservas ambientales e indígenas creadas a partir de entonces, el impacto de los humanos es mucho menor que en otras regiones amazónicas.
     Incluso el ojo menos entrenado distingue desde el 4x4 cuándo se circula dentro de una reserva ecológica. Los árboles y la vegetación forman un manto verde tan tupido que impide ver más allá. Pero los mejores ojos sobre la región son los satélites, que fotografían parcelas de tres metros para medir dónde y a qué velocidad es destruido el bosque tropical. La deforestación ya estaba al alza, pero con Bolsonaro se ha disparado. El último año fue el peor de los últimos 12, con la desaparición de 11.000 kilómetros cuadrados de árboles. Como si cada minuto del último año la Amazonia hubiera perdido el equivalente a tres campos de fútbol, apunta Greenpeace. 

     El fazendeiro (granjero) Joeliton Silva, 53 años, no niega la deforestación. Él mismo contribuye hace años abriendo caminos entre la vegetación para otros que luego talan los árboles más valiosos en un negocio multimillonario. Desafía a los periodistas a contar lo que llama “la verdad”, una tesis que pivota sobre el siguiente argumento: la magnitud de la selva es tal que el destrozo es nimio. Contra el consenso científico y citando a un científico concreto, el afable Silva afirma que “el efecto de la acción humana sobre la temperatura es insignificante”. Y para rematar, echa sus cuentas: “A esta velocidad tardaremos 140 años en deforestar el 10% de Brasil”. Es un discurso que difunde por YouTube desde su casa, a las afueras de Realidade, la ciudad de los aventureros.
     Está convencido de que la alarma internacional ante la desaparición de la riquísima flora y fauna amazónica es desmesurada, nada más que una excusa para camuflar la codicia de los extranjeros que pretenden arrebatar a Brasil sus riquezas naturales. Dueño de dos haciendas que suman 6.400 hectáreas, tiene una a la venta porque su incursión en la piscicultura no ha cuajado. Pese a la abundancia de ríos, también los crían.
     Contribuir a actividades ilícitas no le quita el sueño a Silva porque, asegura, deforestar legalmente es imposible. Lo ha intentado, es arduo y ni siquiera sale a cuenta. Es mejor negocio, añade, hacerlo a las bravas, y si te pillan recurrir y recurrir las multas. Entregado a Bolsonaro, muestra orgulloso un vídeo en el que abraza al ministro de Infraestructuras mientras este afirma que “la BR-319 ya se está materializando”.
     El discurso de Bolsonaro de que la protección medioambiental lastra el desarrollo cala hondo y da alas a la explotación predatoria, el lucro fácil y la impunidad. Brasil lucha contra su imagen de villano ambiental. Triunfa “la idea perversa de que, si el resto de los países deforestaron para desarrollarse, ese es el precio a pagar”, afirma Fernanda Meirelles, en Manaos, en la sede del Observatorio BR-319, una alianza de ONG que supervisa la carretera. “No estamos contra la calzada, pero queremos que antes [de asfaltar] se resuelvan los problemas de titularidad de la tierra, de fiscalización, cómo gestionar las unidades de conservación [reservas ecológicas]…”, dice. Tras unas prolijas explicaciones de los innumerables desafíos, remata sonriente: “Mi sueño sería una pasarela elevada”. 

Joeliton Silva, que abre caminos para los madereros y posee 6.400 hectáreas de tierra, posa ante su granja en Realidade

      Dona Mocinha participó en las recientes audiencias públicas, la mejor muestra de que el proceso burocrático avanza. El Gobierno de Bolsonaro ha dado más impulso al proyecto que cualquier predecesor. Falta que el Ibama, organismo gubernamental que gestiona la política medioambiental, autorice o no el asfaltado. Ninguno de los consultados cree que lo rechace, pero las ONG recuerdan que los indígenas deberían haber sido ya consultados. Asomaría luego el desafío de la financiación.
     A menudo, un camión atrapado en un barrizal corta en seco la circulación, incluso en estos días del final de la temporada seca. Un factor acude al rescate. Impresiona ver cómo patina el inmenso tráiler. Ocho días llegó a estar atrapado el camionero Aulcides Costa, de 49 años. “A los cinco días se nos acabó la comida y el agua mineral”, recuerda.
     Etas áreas vivían incomunicadas hasta que internet les abrió una ventana al mundo, los convirtió en comunidad y los entretiene durante la larga estación de lluvias. Resulta muy útil. Cualquiera puede saber casi en tiempo real cómo está la ruta gracias a los 46 grupos de WhatsApp de la Asociación de Amigos de la BR319, que suma 10.000 socios. 

     A medida que se avanza hacia el sur, surgen claros en el arcén. Cada vez más frecuentes y mayores. De repente, vacas y más vacas pastando plácidamente. La bucólica escena disfraza su nefasto efecto sobre la Amazonia. Las propias reses y la tala de árboles para abrir pastos son los principales responsables de las emisiones brasileñas de gases de efecto invernadero, esas que aquí aumentaron incluso el año de la pandemia mientras a nivel mundial se desplomaron por el inédito parón. Tras la tala, los pastos sirven para ademarse de la tierra y luego llegan los cultivos de soja. En el aparente caos existe un método.
     El empresario Antonio Graças, de 71 años, está convencido de que es ahora o nunca. En su almacén en Careiro de Castanho, rodeado de camas, electrodomésticos y ventiladores, opina que nadie más propicio que un presidente formado en los cuarteles y nostálgico de la dictadura, con un ministro de Infraestructuras que sirvió como militar en Amazonia, para dar continuidad al proyecto impulsado por los generales hace medio siglo. Desbravaron la selva para construir carreteras. Donaron tierras. En plena Guerra Fría, la obsesión era poblar aquella inmensidad, habitada durante milenios por indígenas, para asegurarse de que nadie se la arrebatara. “Integrar para no entregar” era el lema de la época. 

El puente sobre el río Madeira en Porto Velho, la ciudad donde termina la carretera que parte de Manaos, 900 kilómetros al norte

     Graças desea fervientemente que Bolsonaro no deje pasar la ocasión. “Si no da un empujón inicial para que una empresa haga 100 kilómetros, otra, otros 100… no va a salir. Entonces, solo Dios dirá”. El empresario descarta cualquier riesgo de que aumenten los delitos ambientales porque para eso está el Estado; y enumera una larga lista de instituciones con potestad fiscalizadora. Sobre el papel la tienen, la práctica es otro cantar. Hacia el final de la BR-319, donde se cruza con la mítica carretera Transamázónica, se llega a Humaitá. Una turba incendió en 2017 la sede del Ibama en la ciudad. La vegetación ya cubre las ruinas del edificio. El vicepresidente del país, el general Hamilton Mourão, admite que, con el asfalto, el riesgo de desforestación aumentará y sostiene que habrá que reforzar la vigilancia, pero apunta que también facilitará la llegada de la Policía Federal a estas tierras remotas.

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jueves, 24 de marzo de 2022

HANNAH MADDISON-HARRIS
El rol de los árboles como productores de lluvia

Entrevista sobre el papel de los bosques como recicladores de lluvia y la misión del programa científico sobre bosques más grande del mundo.

Es una idea extendida que el agua es transpirada por los árboles y luego se pierde fuera del paisaje. Pero la investigación ha demostrado ahora que esta agua, en lugar de desaparecer, regresa en forma de lluvia, ya sea sobre la misma área o en otro lugar, en un proceso denominado “reciclaje de precipitaciones”.

En un foro de discusión del Global Landscapes Forum celebrado en Bonn-2017, Alemania, se examinó el papel de los bosques en la regulación del ciclo del agua y se analizó investigación que sugiere que la vegetación cumple un papel fundamental en la frecuencia e intensidad de las lluvias. También se exploró cómo esto puede afectar la restauración del paisaje, la gestión del recurso hídrico y la adaptación al cambio climático.

“Desde hace mucho, se sabe que los bosques tienen una influencia muy importante sobre el cambio climático, principalmente a través del ciclo del carbono”, dijo Vincent Gitz, director del Programa de Investigación del CGIAR sobre Bosques, Árboles y Agroforestería (FTA por sus siglas en inglés), quien moderó parte del debate. “Lo que estos hallazgos nos dicen ahora es que debemos tomar en cuenta el papel de los bosques en el ciclo del agua y luego sus efectos en los climas locales, regionales y continentales”.

Durante el Global Landscapes Forum, Los Bosques en las Noticias conversó con Gitz sobre esta visión integral del ciclo del agua, las potenciales implicaciones de la investigación en las políticas y las acciones, así como sobre el papel del FTA como una gran asociación de investigación para el desarrollo.

¿Cuál es el papel del FTA en la investigación para el desarrollo?

El Programa de Investigación del CGIAR sobre Bosques, Arboles y Agroforestería es la mayor asociación de investigación para el desarrollo que aborda importantes temas como la contribución de los bosques, los árboles y la agroforestería al desarrollo sostenible, a la lucha frente al cambio climático, a resolver el problema de la seguridad alimentaria, y las acciones para lograr paisajes sostenibles.

“Paisaje” es un concepto muy amplio. La ciencia del FTA abarca investigación en temas que van desde los recursos genéticos hasta los medios de vida, las cadenas de valor y los impactos —incluidos impactos amplios y de gran escala, como el cambio climático—, y cómo todos interactúan en conjunto en un paisaje. El FTA aporta investigación en desarrollo, es decir, investigación que se realiza con actores para el desarrollo y se incorpora a programas de desarrollo, teniendo en cuenta las necesidades y las expectativas de las partes interesadas e integrándolas en la investigación que se está llevando a cabo.

Al ser una asociación global, el FTA ofrece soluciones que se adaptan a diferentes tipos de situaciones en todo el mundo. Y tiende puentes entre el mundo de la investigación y el mundo de los actores del desarrollo para la cogeneración de conocimiento y soluciones derivadas de la ciencia.

¿Qué ha traído el FTA a este GLF Bonn 2017?

El FTA proporciona ciencia y conocimientos y una base de evidencia para las discusiones entre las partes interesadas que se dan cita en el GLF, en ocasiones sobre cuestiones muy difíciles o muy controvertidas. En este GLF de Bonn, hemos destacado tres temas principales.

El primero es el papel de los bosques y los árboles en el ciclo del agua, lo que denominamos la nueva ciencia del “reciclaje de precipitaciones”. El segundo tiene que ver con la restauración del paisaje forestal y con proporcionar un conjunto de soluciones para entender qué árbol se debe plantar en qué lugar, en qué contexto, y también cómo la agroforestería puede ayudar a la restauración de la tierra y promover la seguridad alimentaria al mismo tiempo. El último punto es acerca del financiamiento y sobre cómo los actores y las inversiones financieras pueden orientar la forma en que las cadenas de valor impactan en los paisajes, para avanzar hacia paisajes sostenibles.

¿Cuáles son las principales lecciones derivadas de este Foro organizado por el FTA?

El debate logró actualizar a las partes interesadas y a los formuladores de políticas con los últimos hallazgos científicos sobre el reciclaje de precipitaciones, para que pudieran, en primer lugar, aprender acerca de esta nueva ciencia, pero también considerar cómo estos elementos pueden ser incorporados en los diferentes marcos institucionales con los que trabajan, ya sea la gestión del agua, la gestión forestal o la gestión de la tierra.

Se sabe desde hace tiempo que la vegetación influye en el ciclo terrestre del agua sobre el terreno: precipitaciones que se convierten en escorrentía, los problemas para el control de las inundaciones, etc. Lo que es menos conocido es que la vegetación y la cobertura terrestre influyen en la parte atmosférica del ciclo del agua, lo que significa que está en marcha una suerte de cambio de paradigma: de una situación en la que los árboles y los bosques son importantes para el manejo de las cuencas hidrográficas, a una en la que los árboles y los bosques son importantes para el manejo de las precipitaciones a diferentes escalas.

Es una percepción diferente acerca de cómo se produce y consume el agua en un ecosistema y cómo podemos gestionar mejor los ecosistemas para proporcionar recursos hídricos a la agricultura para la adaptación al cambio climático.

¿Cuáles son las implicaciones de estos nuevos hallazgos para el clima, la tierra, el agua y las políticas y acciones relacionadas?

Estos conocimientos pueden tener implicaciones importantes ya sea para las políticas climáticas, las políticas de tierras o las políticas de agua. Se sabe desde hace mucho que los bosques tienen influencias muy importantes sobre el cambio climático a través, principalmente, del ciclo del carbono. Lo que estos hallazgos nos dicen ahora es que debemos tomar en cuenta el papel de los bosques en el ciclo del agua y luego sus efectos en los climas locales, regionales y continentales.

Este tipo de debates en el GLF son importantes porque ayudan, en primer lugar, a que diferentes partes interesadas entiendan las diferentes perspectivas sobre el tema técnico, y luego también puedan compartir entre sí sus puntos de vista y sus inquietudes y expectativas al respecto.

Y otro punto importante en el GLF es que no se trata de un foro de negociación formal. Ello nos permite sintetizar nuevas ideas y presentar innovaciones que luego pueden madurar, perfeccionarse y ser llevadas a otros tipos de plataformas más formales, ya sea a nivel nacional, con el gobierno, o a nivel internacional, por ejemplo a convenciones internacionales.

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lunes, 21 de marzo de 2022

Día de la Poesía y los Bosques

JORGE TEILLIER (Chile, 1935-1996)
Olvido


¿Has olvidado que el bosque es tu hogar?
¿Que el bosque grande, profundo y sereno
te espera como un amigo?
Vuelve al bosque

Allí aprenderás a ser de nuevo un niño.

¿Por qué te olvidaste que el bosque es tu amigo?

Los caminos de las hormigas bajo el cielo,
el estero que te daba palabras luminosas,
el atardecer con el que juegas con la lluvia.

¿Por qué lo has olvidado?

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viernes, 18 de marzo de 2022

GAUMET FLORIDO, noticia de C7, en sept 2021
El Drago de Luis Verde recibe cuidados del Cabildo

     El Cabildo aplicará estos meses un tratamiento fitosanitario para alargar la esperanza de vida del drago (Dracaena draco) de Luis Verde, en Valsequillo, que está propuesto para formar parte del Catálogo de Árboles Singulares de Gran Canaria y también para el de Canarias y que, desde 1993, figura en el escudo del municipio. Está afectado por la plaga de un insecto, una lapilla, la Aonidiella tinerfensis, que aunque siempre está presente en este tipo de árboles, puede resultar letal si el drago sufre una depresión vegetativa, como es el caso.
     Agustín Suárez, técnico insular de Medio Ambiente, aclaró este miércoles que aunque no ha estado en riesgo de muerte, sí era evidente que necesitaba atención. «Es un abuelete de 230 años, con un perfil perfecto que precisaba cuidados y se los estamos dando». Está en una finca particular, la llamada Finca Jiménez, a un lado de la GC-41.
     El primer tratamiento se le dio el 5 de julio pasado, con la aplicación de un insecticida de baja intensidad. Y el siguiente se le iba a dar ayer, pero se tuvo que suspender por la lluvia y por el viento. La lapilla chupa la savia de las hojas y desnutre al árbol, de ahí el daño.
     Estos cuidados incluyeron la sustitución del alcorque cuadrado y de cemento que rodeaba su base por un murete de roca volcánica que le deja más espacio al árbol y que tiene un lado libre para que sus raíces puedan expandirse.
    Explicó Suárez que este drago, entre los 10 propuestos para el catálogo insular de árboles singulares, tiene al menos 230 años, con 14 o 15 ramificaciones, por lo que puede ser el quinto más viejo de la isla, 11 metros de altura, 4,20 de perímetro en la base y 8 de copa. Se halla en una finca particular, la finca Jiménez, en Valsequillo, cuyos propietarios han colaborado con el Cabildo y con el Ayuntamiento para permitir esta actuación. Ya está dando sus frutos. El árbol está fructificando.
     El presidente de la corporación grancanaria, Antonio Morales, que visitó este miércoles esta explotación de 30 fanegadas junto a la consejera insular de Medio Ambiente, Inés Jiménez, y el alcalde, Francisco Atta, explicó que este proyecto de recuperar y poner en valor los árboles singulares surgió en 2019 y que se ha materializado en un convenio con la empresa pública regional Gesplan. Fruto de ese acuerdo se creó la Unidad Fénix, detalló Suárez, formada por 4 operarios y un capataz, especializada tanto en el tratamiento preventivo de palmerales silvestres de la isla como en árboles singulares.
     En línea con esta actuación, el Ayuntamiento, que ha colaborado regando el drago, informó de los trabajos para habilitar un mirador en la GC-41 que contribuya a darle visibilidad, según anunció Atta, que subrayó la predisposición de los dueños para facilitar el cuidado del árbol. Una de sus propietarias, María del Carmen Guerra de Aguilar Massieu, confesó que su familia no supo de la importancia histórica de este drago. Llegó a ellos de la mano de dos tías-abuelas que a su vez la heredaron de un tío de ellas. Al lado del drago hay otros dos pinos mediterráneos centenarios y varias casas típicas de la arquitectura tradicional.

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lunes, 14 de marzo de 2022

El drago de Luis Verde, Vasequillo, del cronista de Canarias

JUAN GUZMAN OJEDA, Ing.Téc. Forestal
El Drago de Luis Verde, predictor de la humedad de los inviernos

Si preguntáramos a los jóvenes locales y a algún que otro adulto por el árbol que luce en su enseña el municipio de Valsequillo, raro sería que señalaran al Drago (Dracaena draco), y todavía más extraño si supieran que así fue declarado, en 1993, en honor y referencia directa al conocido como Drago de Luis Verde, un árbol que ya había sido propuesto en 1972 para formar parte de la heráldica local. En aquella fecha competía con las armas del Arcángel San Miguel –aquellas que mataran al Perro Maldito– y con el Cuartel del Colmenar, donde naciera el padre del ilustre Benito Pérez Galdós.
     Antes de llegar al casco urbano de este pueblo se encuentran los extensos llanos del Conde, parte de los cuales fueron cedidos a mediados del s. XV a favor de Luis Verde Coronado, quizás un navegante portugués. Aunque los actuales propietarios no guarden relación de parentesco, el nombre ha perdurado hasta nuestros días para señalar tanto al actual barrio como a la antigua finca. Entrar en ella equivale a hacer un giro hacia el pasado. El drago emana solemnidad, a la vez que se erige en epicentro de un entorno rural particular, conformado por antiguas casas solariegas y restos de era, lagar y bodega. Llama la atención el trocito de era que se deja ver en el camino; el resto se encuentra sepultado bajo las latadas de columnas de hormigón. A juzgar por el arco que describe este segmento, se intuye una inmensa era que debió reunir a muchos usuarios. Podemos imaginar al drago como testigo mudo y de excepción, presidiendo aquellas fatigosas trillas estivales.

Larguirucho
      El Drago de Luis Verde, con una ligera inclinación general hacia el sureste, se ubica (27º 59´ 37¨ N y 15º 29´ 06¨ W) sobre un parterre alzado, cuyos muros ya han cedido en varios puntos, en parte por su antigüedad y, muy probablemente, por la presión ejercida por el sistema radicular. En su biometría arroja un perímetro de base de 4,40 m, mientras que su diámetro normal (medido a 1,30 m) resulta ser de 3,30 m. Este tronco principal se erige durante unos cuatro metros, para después dividirse en cinco potentes ramas, gruesas, largas y columnares, que confieren al drago una ramificación muy verticalizada. Luego, este larguirucho se subdivide y multiplica hasta en 15 períodos florales, alcanzando una altura cercana a los 12 m.
      En su cara sur se nota cómo dos de sus ramas fueron arrancadas tras un temporal, ocurrido a mediados del siglo pasado; en su cara norte también aparece una rama partida por este motivo. En la base de varias ramas aparecen grupitos de raíces fúlcreas, cuya meta es llegar un día hasta el suelo o fundirse con el mismo tronco. La cara norte del drago, la más expuesta a los rigores climáticos, presenta varias heridas y cicatrices. Su edad, siguiendo la regla de los períodos florales, lo sitúa cercano al cuarto de siglo
     Para conocer más de cerca la historia del Drago de Luis Verde hemos tenido la suerte de contar con el testimonio de José Jiménez, quien, además de criarse en esta finca al haber sido su familia la medianera, llegó a dirigir la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria. Nos cuenta, con amabilidad y añoranza, cómo de pequeño trepaba con sus hermanos hasta la encrucijada donde se ramifica, y cómo jugaban a ver quién era el primero en alcanzar las puntas del drago con una caña.

     Entre las historias que recuerda y las que su abuelo le contaba, destacamos dos. En primer lugar, y teniendo en cuenta que los dragos longevos acostumbran a florecer parcialmente, José recuerda que, según el sector por el que floreciera el árbol, se podía predecir si el invierno iba a ser húmedo o seco. Así, si el radar meteorológico se encendía de flores crema por el norte, era el preámbulo de un invierno copioso; si se encendía por la cara sur, las cosechas sufrirían sequía.

Ortodoncia con “sangre de drago”
      El otro es el curioso uso que los lugareños hacían con la savia del drago. Tras practicar incisiones en la corteza, provocando el sangrado de su rojiza savia, esperaban hasta lograr la consistencia adecuada para introducir esta pasta en la boca y, moldeándola hábilmente, llegar a sustituir las piezas dentales ausentes.
     Nuestro informante coincide con Marcos, el actual medianero de la finca, en percibir que el drago presenta hoy un aspecto menos esplendoroso que años atrás. Pero aunque su estado de salud no es preocupante, sí es cierto que a la actual depresión que presenta debe contribuir tanto el atrapamiento del sistema radicular, como el abandono del entorno tradicional. No puede uno dejar de pensar que tanto este gigante como sus alrededores merecen una restauración especial, una restauración que dé vida y dignifique el verdadero valor que este conjunto histórico posee.

 

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viernes, 11 de marzo de 2022

El carbonero, la memoria del bosque

EUGENIO MONESMA MOLINER (Huesca, 1952)
Transformación de leña de carrasca en carbón vegetal

Hilario Artigas, vecino de Agüero (Huesca), fue un gran sabio rural, conocedor de muchas de las técnicas necesarias para aprovechar los recursos del monte. Uno de los muchos oficios que pudimos recuperar con él en nuestros documentales fue el de carbonero. En el año 1999 estuvimos con él para ver cómo era este oficio de transformar la leña de carrasca en carbón vegetal.

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martes, 8 de marzo de 2022

Elba y su pino, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
El pino abuelo


La isla de Elba es una pequeña porción de tierra de 225 Km2 (29 x 18 Km) situada en el Mediterráneo, entre Córcega e Italia, que es conocida por ser el primer lugar de destierro de Napoleón. Naturalmente tiene mucha historia anterior y posterior y su posesión siempre fue muy disputada. Durante los siglos XVII Y XVIII fue posesión española y desde 1860 es terreno italiano.  
     Como isla de origen volcánico su relieve es muy irregular. La costa tiene arrecifes muy apreciados por los buceadores y pequeñas playas que contrastan con el interior agreste y montañoso, cuya cota máxima alcanza los 1000 metros. Uno de sus puertos deportivos, y ciudad turística, es Porto Azurro (Puerto Azul Claro, sería la traducción literal), que hasta 1947 se llamaba Porto Longone (Puerto Largo), y cuyo nombre se cambió a petición de los moradores locales. Fue fundado en 1603 por orden del Rey de España Felipe III y posee dos fuertes del siglo XVII: el Fuerte Focardo y el Fuerte San Giacomo, y un pequeño santuario: el santuario de la Madonna di Monserrato, que acabó dando nombre al lugar que lo acoge, el Valle del Monserrato. Los pinares siempre verdes y la forma de las montañas y el agua, recordaron a los españoles de guardia en el Fuerte San Giacomo, a otro valle, el de Montserrat, en Barcelona, donde hay un monumental santuario dedicado al culto de María. Este es el lugar de culto más evocador de la isla que fue construido en 1606 por orden del primer gobernador español en Porto Longone (Porto Azzurro), Don José Pons y León. Está situado en medio del valle, rodeado de montañas escarpadas y rocosas que infunden a los visitantes una sensación de éxtasis y asombro. Es un lugar de peregrinaje y cada 8 de septiembre se celebra un festival dedicado a su Virgen Negra (¿otra moreneta?) que allí se guarda. 

     Próximo al santuario se encuentra un hermoso árbol. Se trata de un pino piñonero que el Organismo Nacional Forestal de Italia ha clasificado como árbol monumental. Las dimensiones del pino lo convierten en uno de los más grandes de la Toscana, con una altura de 20 metros, un perímetro de tronco de más de 5 metros y una copa de 30 metros. Sabemos que en 1982 el diámetro era de 4,72 metros y diferentes opiniones le dan  entre 200 y 500 años, así que quédense con la que les parezca mejor…  
   
Durante mucho tiempo fue punto de descanso de los peregrinos que acudían al santuario y se dice que el propio Napoleón y su séquito amarraron sus caballos a él. A finales de los años setenta una inundación erosionó el suelo bajo las raíces e hizo que se inclinara levemente. Por iniciativa de la policía del pueblo, se llevaron camiones de tierra para evitar daños mayores. El pino era conocido por los locales como el “Pinón”. El 2 de octubre de 2010 los niños de primaria del Instituto Comprensivo G. Carducci de Porto Azzurro, con motivo de la fiesta de los abuelos, le dieron el nombre de “Nonno Pino” (Abuelo Pino), apodo con el que ahora se le conoce. Y como les sucede a todos los abuelos, el tiempo no perdona y el Abuelo Pino, el 6 de agosto de 2016, vio como una de sus ramas cedía ante el fuerte viento que sopló esa noche. Desde aquí nuestro deseo de que siga durante mucho tiempo en el valle de Monserrato.


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sábado, 5 de marzo de 2022

Los anillos de crecimiento y la huella del tiempo

RAQUEL ALFARO SÁNCHEZ
Los anillos de los árboles explican el movimiento de los trópicos desde el siglo XIII
   
 
El estudio liderado por Raquel Alfaro Sánchez, investigadora postdoctoral en el CREAF, alerta de que el movimiento del límite de los trópicos originó cambios en los regímenes de precipitación con consecuencias socioeconómicas importantes para las civilizaciones pasadas.
Raquel Alfaro Sánchez
¿Dónde empiezan y acaban los trópicos? ¿Siempre han ocupado la misma extensión? El clima en los trópicos viene dominado por el cinturón de lluvias tropicales. Un cinturón de nubes y lluvias delimitado aproximadamente por el trópico de Capricornio en el sur, y el trópico de Cáncer en el norte, pero que no es inmóvil: oscila durante el año creando una estación de lluvias y otra estación seca.
      Este mes de octubre, un equipo de investigadores liderados por Raquel Alfaro Sánchez, investigadora postdoctoral en el CREAF, publicaron en Nature Geoscience un estudio que ha medido por primera vez el movimiento del límite tropical en el hemisferio Norte durante los últimos ochocientos años. La zona intertropical ocupa de forma general una banda ancha entre los 30 grados latitud norte y 30 grados latitud sur, pero parece que no siempre ha sido así. Según Alfaro-Sánchez y su equipo, la frontera norte del cinturón tropical se ha expandido y contraído hasta cuatro grados entre el año 1203 y el 2003. De hecho, el estudio explica que durante los últimos 800 años se han experimentado cambios sucesivos en la posición del extremo norte de los trópicos con consecuencias importantes sobre el clima.
      En este sentido, los resultados muestran que el periodo de expansión más duradero se registró entre 1568 y 1634. Este periodo coincidió con graves sequías que afectaron a diversas regiones del hemisferio Norte.
      "La expansión del cinturón tropical entre 1568 y 1634 coincidió con graves sequías y con la caída del imperio otomano en la actual Turquía, el final de la dinastía Ming en China y el casi abandono de la colonia Jamestown en el estado de Virginia, Estados Unidos, señala Alfaro-Sánchez. Según Valerie Trouet, coautora del estudio e investigadora del Laboratory of Tree-Ring Research, University of Arizona, «es bastante probable que el cambio en el clima fuera uno de los factores que más contribuyeron a estos cambios socioeconómicos».
      Hace tiempo que se conoce que los trópicos no son una línea fija. Sin embargo, hasta ahora no se tenían datos de la evolución de estas fronteras geográficas invisibles antes del año 1930, que fue cuando comenzaron a utilizarse sistemas de registro científicamente precisos.

      Los anillos de los árboles nos explican el clima pasado aunque no existan datos instrumentales
Para rastrear las fluctuaciones en el límite norte del cinturón tropical desde 1203 hasta 2003, el equipo se valió de la información que queda registrada año a año en los anillos de crecimiento de árboles. Se analizaron árboles situados en cinco regiones diferentes del hemisferio norte (Este y oeste de América del Norte, la meseta tibetana, Paquistán del norte y Turquía).
      El equipo pudo reconstruir la posición del límite norte de los trópicos porque la amplitud de cada anillo de crecimiento refleja las condiciones climáticas anuales.
      De esta manera, la influencia que el movimiento de los trópicos tuvo, sobre todo en el régimen de precipitaciones durante los últimos 800 años, quedó marcada en la anchura del anillo puesto que, anillos más gruesos reflejan más crecimiento, buenas condiciones climáticas sobre todo de humedad y anillos delgados condiciones de sequía y menos crecimiento forestal.
      Así, Raquel y su equipo analizaron primero los anillos de los árboles desde 1930, fecha en la que comenzaron a realizarse registros meteorológicos sistemáticos y fiables. De ese modo, se pudo equiparar lo que mostraban los anillos de los árboles con los registros meteorológicos observados. Una vez evaluado el grado en el que ambos registros coincidían, se calibró un modelo estadístico y se pudo extrapolar lo que explicaban los anillos de crecimiento de los árboles en etapas anteriores en las que no existían aún registros.
      A parte de detectar la expansión del límite tropical de finales del siglo XVI, los anillos mostraron que los trópicos se contrajeron sistemáticamente, hasta 1.56 grados de latitud en el hemisferio Norte, tras erupciones volcánicas muy virulentas como la del volcán Tambora en 1815. La explosión de este volcán, situado en la Indonesia actual, emitió aerosoles y partículas que filtraron la radiación solar y enfriaron el planeta durante 1816, un año conocido como “el año sin verano”.
 
Artículo:
Alfaro-Sánchez, R., Nguyen, H., Klesse, S., Hudson, A., Belmecheri, S., Köse, N., … & Trouet, V. (2018). Climatic and volcanic forcing of tropical belt northern boundary over the past 800 years. Nature Geoscience, 1. doi:10.1038/s41561-018-0242-1
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miércoles, 2 de marzo de 2022

EDITH SÖDERGRAN (Rusia, 1892-1923)
Primavera nórdica

 

Todos mis castillos de aire se han fundido como la nieve,
todos mis sueños han corrido como el agua,
de todo cuanto he amado, solo me queda
un cielo azul y algunas estrellas pálidas.
El viento discurre, suave, entre los árboles.
El vacío reposa. El agua está en silencio.
El viejo abeto, alerta, piensa
en la nube blanca a la que besó en sueños.

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