"Quién hubiera dicho que estos poemas de otros iban a ser míos, después de todo hay hombres que no fui y sin embargo quise ser, si no por una vida al menos por un rato..." Mario Benedetti.
A los amantes de los árboles,... localización, poesía, cuentos/leyendas, etc.
martes, 30 de julio de 2019
ANGEL ENRIQUE SALVO TIERRA
El braquichito rebelde
Junto a la Estación Universidad (Málaga) hay
una higuera y un azufaifo. Una simpática pareja de orígenes
orientales, que llevan conviviendo con nosotros muchos siglos. Sus
frutos han formado parte de la dieta de nuestros ancestros y de los
asientos de nuestras culturas. Era la pareja perfecta que rodeaba
cualquier pueblo o morada campesina. Las azofaifas y los higos y
brevas garantizaban la dosis vitamínica suficiente de las familias
durante todo el año. Entre ellos comentan que nunca vieron un Junio
tan caluroso, dando la razón a los datos de la Agencia Americana de
Medio Ambiente que acaba de publicar que ha sido el mes dedicado a
Juno en el que nuestro planeta, en sus mares y continentes, ha
sufrido más altas temperaturas medias desde que se tienen registros,
es decir al menos en estos últimos 140 años. Como no cambie la
cosa, comenta la higuera, me veo dando cabrahigos. Por su parte, el
azofaifo le replica que estando cuajado de frutos presiente que
madurarán demasiado pronto, antes de que retornen del norte las aves
que se encargan de diseminar sus semillas.
Debéis ser optimistas, les comento,
habéis sobrevivido a peores momentos. Entonces me señalan a un
braquichito de hojas de arce que cercano a ellos ha sido talado en
pleno centro del inteligente Campus, para mayor gozo de quienes
desean aparcar sus coches. El árbol de fuego se ha revelado ante tal
mutilación, y ha rebrotado de su tocón con fuerza inusitada. Lo ves,
me incide el azofaifo, a pesar de su fuerza está condenado a
desaparecer. Esa es la diferencia entre la Ley de la Naturleza y la
condición humana. Entonces la higuera me cuenta la historia de un nogal de Pakistán que lleva encadenado desde hace más de un siglo,
siendo el reo más antiguo que la humanidad ha conocido. La razón
fue que un oficial británico en sus delirios de paranoia etílica
pensó que era perseguido por el árbol al sentir la agitación de
sus ramas. En su sobervia humana no dudó en condenarlo a estar
encadenado de por vida. Al igual que a nuestro braquichito, es el más
representativo monumento a la estupidez con la que la humanidad trata
a la Naturaleza. Que Agosto se apiade de todos.
Foto: Angel Enrique Salvo Tierra
-----
viernes, 26 de julio de 2019
Nogal encadenado en Pakistán
De "La Vanguardia-Natural"
Landi Kotal, una pequeña localidad dePakistán que se encuentra en la zona fronteriza con Afganistán, mantiene desde hace 118 años un nogal arrestado y encadenado. La insólita historia de este árbol se remonta a 1898, época en que las tropas inglesas ocupaban la región asiática.
Según relatan los ancianos del lugar, un oficial inglés llamado
James Squid caminaba junto al nogal cuando notó que alguien estaba a
sus espaldas y lo vigilaba. El viento mecía las ramas del árbol pero el estado de embriaguez del militar le hizo creer que era una verdadera amenaza.
El árbol lleva 118 años de arresto
(Facebook)
Según explicó el capitán pakistaní Nasir Farooq a un
periodista del diario inglés The Telegraph: “El oficial inglés estaba
tan borracho como una cuba, y pegó un grito cuando una de lasramas
del nogal lo rozó. Algunos habitantes se rieron de la situación y para
borrar la vergüenza que había pasado, el militar emitió la orden de
arresto alegando que el nogal intentaría escaparse a la ciudad de
Peshawar”.
Desde entonces han pasado 118 años y el pobre árbol sigue sentenciado a permanecer preso y de una de sus ramas cuelga un cartel de madera en el que se puede leer “I am under arrest” (estoy bajo arresto) y su peculiar historia. Lo cierto es que los ingleses se fueron de Pakistán pero los
habitantes de Landi Kotal nunca liberaron el nogal, que con el paso del
tiempo se ha convertido en una atracción turísticaen la que incluso hoy, algunos visitantes fotografían la curiosa estampa para difundirla en las redes sociales.
-----
martes, 16 de julio de 2019
ANTONIO CERRILLO, en La Vanguadia El expolio del lentisco
Cuadrillas de trabajadores clandestinos entran sin permiso en las fincas y extraen masivamente la planta para ser comercializada
¿Es el último saqueo a la Naturaleza? Los bosques catalanes (y de otras zonas del Mediterráneo) están sufriendo una extracción masiva de lentisco,
una planta mediterránea que está siendo objeto de un comercio
clandestino y sin control. Propietarios forestales, excursionistas y
otros sectores ciudadanos apuntan que el lentisco sufre un verdadero expolio, y denuncian tanto los daños como la conflictividad que se ocasiona. La falta de protección específica de esta planta y la insuficiente
de vigilancia son dos circunstancias que se producen en un contexto de
falta de respuestas de la Administración autonómica, mientras se está
incrementando de manera exponencial este aprovechamiento de recursos
forestales. El resultado es un lucrativo mercado que empieza a tener impactos
ambientales. Por eso, diversos sectores reclaman al Departament
d’Agricultura una actitud más activa para prevenir los daños y los
conflictos que se están ya ocasionando. “Los veo cada mañana; son cuadrillas de trabajadores que se adentran
en el bosque, y actúan con impunidad; convencidos de que nadie les va a
decir nada”, explica Sabina M. R., de Fontrubí (Alt Penedès), que suele
toparse con ellos en su paseos con su perros.
La extracción irregular del lentisco está registrando un aumento exponencial en los últimos años. El Departament d’Agricultura admite que el corte indiscriminado de
esta planta “es una práctica que se ha visto incrementada en diferentes
lugares de Catalunya, especialmente en zonas periurbanas”.
Organización Estos trabajadores (o los responsables de estos operativos) deberían
pedir permiso, al menos, para legitimar su actividad; pero no lo hacen.
Y además, se repiten los conflictos con los dueños de bosques, que no pueden parar estas incursiones. Las operaciones se hacen con un despliegue de recogedores muy bien organizado. Los conductores de decenas de furgonetas reparten los trabajadores
irregulares por diversas zonas a primeras horas de la mañana para hacer
acopio de estas plantas. Las cuadrillas podan el lentisco, hacen ramos y luego agrupan los fardos que son recogidos por los vehículos. El material es transportado al mercado de la flor de Vilassar para
venderlo a diferentes almacenes que comercializan la planta (entre ellos
a Holanda), que tienen diversos usos ornamentales, incluidas las
ceremonias funerarias.
Planta apreciada La planta es muy resistente. No se arranca, sino que se poda y luego
viaja en camiones frigoríficos, lo que permite una buena conservación. La recolección cubre amplios territorios: en primavera y otoño,
Garraf, Alt Penedès, Baix Penedés, Baix Llobregat o Tarragonès, mientras
que en verano se actúa en comarcas interiores, más húmedas.
Denuncias Los denunciantes se quejan de que los agentes rurales no están actuando con la contundencia necesaria. Los dueños de fincas dicen sentirse indefensos y lamentan que sus quejas caigan en saco roto. Los agentes rurales sólo actúan si reciben una denuncia formal del propietario; pero los expedientes no prosperan, aducen. “Nadie de la Administración se ha preocupado de hacer una evaluación de la situación que se están ocasionando”, afirman.
Al ser preguntado por estas quejas, el Departament d’Agricultura señala que, “a fecha de hoy, no hay ninguna normativa administrativa específica sectorial”, por lo que “únicamente se puede exigir la autorización del titular de los terrenos”. En un escrito de respuesta, la Direcció General d’Ecosistemes
Forestals i Gestió del Medi comenta que se “está trabajando en la
elaboración de una orden que regule determinados aprovechamientos
forestales silvestres no madereros y su comercialización”. Y que en esta normativa, se ha incluido, entre otros, el lentisco.
El subdirector general de Boscos, Enric Vadell, juzgó, no obstante, que hay “quejas puntuales”, pero afirmó que la inclusión del lentisco en la posible nueva regulación “no es una demanda prioritaria del sector”.
Vadell recalcó que, aunque no hay una normativa específica para proteger la planta, tanto el Código Civil como la Ley Forestal catalana garantizan que “no se puede hacer cualquier aprovechamiento”.
El Departament d’Agricultura informó que en el 2018 los agentes
forestales se presentaron 14 denuncias y en lo que va de año ya han
formulado 12.
Otras fuentes insisten en la posibilidad -y la conveniencia- de que
se eche mano a la ley estatal de Montes para reforzar la contundencia,
pues ésta tipifica como sanción administrativa “la corta, quema,
arranque o inutilización de ejemplares arbóreos o arbustivos de especies
forestales, salvo casos excepcionales autorizados…”
Los vecinos consultados por este diario se quejan de
la falta de respuestas reales al problema. “Si estos recolectores no
tienen autorización no deberían poder actuar. Y, sin embargo, vemos que
entran en los bosques como Pedro por su casa. Los agentes rurales no
pueden hacer la vista gorda y dejarlos que salgan con el lentisco”,
señala Sabina R. M.
“Avisamos a los agentes rurales y nos dicen que el
lentisco no está protegido. ¡Pero el bosque sí está protegido! No se
pueden dejar basura ni restos de poda por todas partes. No se puede
matar de esta manera a los arbustos. Se están saltando la normativa”,
añade un propietario de Garrraf. “Antes venían cuatro individuos; ahora son 40; a
las siete y media de la mañana ya están trabajando. Van a saco; cogen el
lentisco sin ningún miramiento; si respetar la floración ni los ciclos
de la naturaleza. Y si les dice algo, se encaran contigo”, señala este
propietario.
En noviembre del 2011, el Parlament aprobó una
resolución (ICV y CiU) en la que se pidió que se tomaran medidas contra
la “destrucción” del lentisco, que “pone en peligro de desaparición a
este especie” (Pistacia lentiscus)
Impactos de todo tipo, irregularidades
Ramos desaprovechados
La extracción del lentisco comporta no solo impactos
ambientales. Los restos desaprovechados de las plantas no aptas para el
comercio se abandonan en el medio natural, lo mismo que otros residuos
generados por los trabajadores en su actividad diaria (gomas usadas para
hacer los fajos, papel aluminio, botellas, bolsas).
Es habitual también que estos trabajadores hagan
fuego en el suelo para calentar su comida, sin que adopten las mínimas
condiciones de prevención de incendios. Además, estas personas no tienen ningún tipo de contrato y cobran en metálico.
También se está infringiendo la normativa de
seguridad viaria, pues frecuentemente las furgonetas llevan 10
trabajadores con permiso para dos. “Yo pago mis impuestos y espero
que sirva para algo. Aquí el descontrol es total”, dice un propietario
con desánimo.
El exalcade de Argençola (Anoia), el psicólogo
Toni Lloret Grau, ya pidió hace años al Departament d’Agricultura que se
elaborara urgentemente un reglamento para facilitar la intervención en
los distintos niveles de la cadena de recolección y venta de lentisco.
Lloret expuso que ‘las personas que hacen estas
recolecciones, a menudo grupos que quedan repartidas por los bosques
desde mañana hasta la tarde, no piden permisos ni a los propietarios de
los bosques, ni a los ayuntamientos, ni a la asociación de propietarios
forestales de Argençola”. Dadas las grandes cantidades de productos que
cosechan, es evidente que se trata de una actividad económica, expuso. También denunció “el hecho de que estas personas
hagan fuego incontroladamente en el bosque, sin pedir el preceptivo
permiso, algo que los habitantes de la zona sí que tienen que pedir...”.
Una especie mediterránea, refugio de aves
El lentisco es una especie muy típica del área
mediterránea que crece en comunidades con mirto, coscoja, palmito,
aladierno, zarzaparrilla y sirve de protección y alimento a pájaros y
otra fauna exclusivos de este ecosistema.
Crece en forma de mata y a medida que envejece,
desarrolla troncos gruesos y gran cantidad de ramas gruesas y largas, de
forma que puede convertirse en un árbol de hasta 7 metros. De flores
pequeñas, el fruto es una drupa, roja y luego negra, no comestible para
el hombre pero sí para las aves.
En la época clásica y en la Grecia actual el lentisco se emplea como chicle; de su látex se elabora una goma aromática llamada almáciga o mástique, usada en medicina odontológica y para hacer barnices. También se utiliza para aromatizar licores.
JUAN GUZMÁN OJEDA, Ing. técn. forestal ¿Imaginan a un drago dando sombra a un dinosaurio?
Ilustración de
Mary Anne Kunkel
Hablar de árboles de
Canarias es hablar de aquellos cuyas semillas llegaron espontáneamente
hasta nuestras islas, ya fuera volando libremente o cautivas dentro
del extracto digestivo de las aves. La diferencia máxima de edad geológica
entre las islas más antiguas, Fuerteventura y Lanzarote, respecto a la
más joven, El Hierro, resulta de 19 millones de años. A buen seguro, las
islas orientales hicieron de puente dispersor, albergando todos los
árboles que luego fueron colonizando el resto del Archipiélago. Pero,
¿cuántas especies de árboles hay en Canarias?
Aunque la respuesta pueda parecer fácil, hay que hacer ciertas
consideraciones para llegar hasta el número de 30. En efecto, hay muchas
especies que claramente lo son, pero otras quedan en una difusa
frontera. Consideramos a la palmera canaria y a nuestros dragos como
árboles, aunque sustituyan la dura madera por la flexible fibra.
Vegetales como el brezo, el peralillo o el tarajal tienen por lo general
un carácter arbustivo, pero en muchos casos se desarrollan con gran
vitalidad adquiriendo el tamaño y la fisonomía propia de un árbol. En
Garajonay podemos observar altos brezos con portes torcidos hacia los
resquicios de luz, mientras que en algunos barrancos majoreros la
dinámica torrencial aún arrastra restos de tarajaleras hasta el mar.
Gran parte de los árboles salvajes de Canarias también habitaron en
el área mediterránea hace millones de años, finalmente fue en las islas
donde encontraron un refugio estable y benigno ante las variaciones
climáticas europeas. Esta es la razón de que muchas veces se adjetiven
como “fósiles vivientes” que convivieron durante el Jurásico con los
grandes reptiles que poblaron el continente europeo. ¿Imaginan la
estampa de un descomunal drago dando sombra a un dinosaurio? Sin duda
nos acerca a las leyendas de la Sangre del Dragón.
La exclusividad de nuestros árboles queda de manifiesto en el
apellido “canariensis”, que se repite hasta 10 veces en sus nombres
científicos. Con cada nueva revisión suele aparecer la referencia
geográfica local dentro del nomenclátor botánico. A su vez, una gran
parte de los árboles que conforman los “bosques de lauráceas” comparten
su hábitat con otros archipiélagos macaronésicos. Unos son abundantes y otros, muy raros
En general, podemos dividir la presencia de los árboles canarios en dos
grupos: el primero formado por los más abundantes y conocidos, y el
segundo por los más escasos y desconocidos (incluso para muchos
profesionales forestales). Dentro del grupo de los extraños o raros se
encuentran especies como el delfino, el aderno, el naranjero salvaje, el
sauco o el marmulano, cuya presencia no llega a ser abundante en
ninguna isla. ¿Se trata quizás de eslabones perdidos en la evolución? En
cualquier caso, a día de hoy la acción humana ha desequilibrado esta
posible evolución o regresión natural. Dentro del cajón de las rarezas
extremas encontramos dos subespecies: el barbuzano negro en La Gomera y
la faya romana en El Hierro.
Seguramente el árbol con el dorsal número uno, la primera especie que
como formación boscosa empezó a crear sombra y suelo en las islas,
debió de ser el pino canario. Este portento adaptativo ya traía marcado
en su ADN diversos mecanismos de resistencia frente a los incendios y
aunque, evidentemente, esto no le salvaba de sucumbir ante los episodios
volcánicos, normalmente los pinares más alejados de los epicentros
eruptivos se verían menos afectados ante los ocasionales incendios.
El árbol que mejor resiste junto al mar es el tarajal, mientras que
el que mejor tolera los rigores de las cumbres es el cedro canario.
Sobre esta especie se cree que existieron pequeños bosques a gran
altitud. En todo caso, la especial orografía de cada isla y sus
particulares avatares forestales, han dado como resultado una
distribución irregular de las especies, lo que también genera dudas
sobre posibles presencias en determinadas islas. Por ejemplo, para ver
mocanes hay que ir a El Hierro (merece la pena aprovechar la visita para
ver sabinares y compararlos en belleza con los de La Gomera), para ver
hijas hay que desplazarse hasta Anaga, en Tenerife, y si lo que nos
atraen son los acebuchales, Gran Canaria es el destino. Quizás ya hayas
descubierto, estimado lector, el ser vivo más grande y posiblemente más
anciano de Canarias, en caso contrario te invitamos a que lo visites en
la siguiente coordenada: 28º 9´54.5´´ N y 16º 38´ 13´´ W. Entre los árboles oriundos también encontramos parientes muy cercanos
a clásicos frutales: el aguacate es un primo hermano del viñátigo,
mientras que el lentisco y el almácigo son muy próximos al pistacho.
Otros como el acebuche son tan parecidos al olivo, que se han usado como
patrón para la producción local de antiguas variedades, destacando la
verdial de Huévar, de la que se obtiene un aceite de excelente calidad. En el número 30 encontramos el último árbol que se descubrió en
Canarias hace apenas quince años: el drago de Gran Canaria. Tal vez la
causa de que se tardara tanto en identificar esta especie es que ni uno
solo de sus individuos salvajes resulta accesible a pie. A su vez, los
estudiosos de la flora de Fuerteventura tienen localizados a los
“últimos mohicanos” de árboles como el marmulano o el paloblanco,
testigos mudos de otras épocas y que, tras siglos de presión ganadera,
presentan serios problemas para fructificar. Tal vez el puesto 31 habría
correspondido al árbol de Santa María, especie del monteverde que llegó
a citarse en La Orotava, pero que a día de hoy sólo localizamos en
Madeira.
Como podemos deducir, conocer los árboles canarios es toda una
aventura, ni siquiera dentro de la misma especie hay dos árboles
iguales, los clones en la naturaleza no existen. Son vegetales
admirables de gran plasticidad, variedad, belleza y resistencia y además
forman parte de nuestro acervo cultural y patrimonial. Si bien es
cierto que el hombre prácticamente ha abandonado la vida en la
naturaleza, la relación hombre-árbol continúa siendo muy estrecha. Por
el bien de nuestra especie, todos los que también poblamos estas
paradisíacas islas, deberíamos adaptarnos a sus necesidades.
-----
lunes, 8 de julio de 2019
JESSICA LEIGH HESTER Un antiguo bosque hundido surge en una playa galesa
Los tocones, como se vio en mayo de 2019, recuerdan a algunos observadores las aletas de tiburón.Matthew Horwood / Getty Images
Mucho antes de que se tratara de una zona arenosa que colinda con Cardigan Bay, la playa cerca de Ynyslas, en Borth, Gales, era una pradera, y antes, hace miles de años, un bosque. La prueba está justo ahí en la arena empapada, pero solo es completamente visible de vez en cuando. Y cuando aparece, parece algo salido de un cuento de hadas.
Durante las épocas de fuerte viento y oleaje, las capas de sedimento húmedo se desprenden, y emergen grupos de turba sulfurosa y tocones de árboles muertos hace mucho tiempo. Están saturados de agua, por lo que los picos de abedules, pinos y robles, tienen un color marrón oscuro, casi ónix. Cientos, tal vez miles, de estos tocones están dispersos a lo largo de unas pocas millas de la costa, que sobresalen a través de la arena en puntiagudos ángulos. El tamaño y la forma a menudo le recuerdan a Martin Bates a las aletas de tiburón. Bates creció a pocos kilómetros de este bosque hundido, y el amor por los árboles antiguos está en su sangre. "Siempre ha habido una conexión entre el bosque y mi familia", dice. Su padre trabajaba en la playa como geólogo, y ahora Bates también lo estudia. "Cuando emerge, es una visión increíble", dice Bates, que trabaja como geoarqueólogo en la Universidad de Gales Trinity St. David. "Es una gran masa marrón oscura que se extiende en la distancia".
Las arenas movedizas son una metáfora demasiado fácil para el paso del tiempo: los cantos rodados se convierten en piedras, las piedras se convierten en playas, granos que caen en un reloj de arena.
Pero en Borth, el verdadero cambio en la arena se mueve con el tiempo y ayuda a los investigadores a reconstruir cómo esta costa ha cambiado a lo largo de miles de años. Cuando los troncos son fácilmente observables en marea baja, como lo son ahora después de una tormenta a final de mayo de 2019, son como si el pasado se levantara a través de la arena hasta el presente.
Todo el bosque está abierto a los visitantes.Matthew Ashton / AMA / Corbis a través de Getty Images
En su mayor parte, cualquier cosa que hayamos dejado a lo largo de la costa, por encima o por debajo de la línea de la marea, será amenazada o alterada de alguna manera por el cambio climático. Los restos humanos en los cementerios a pocos msnm pueden ser arrastrados, las pilas de basura de antaño conocidas como los basureros pueden desprenderse, y los faros históricos u otras atracciones costeras pueden caer al agua. Los arqueólogos, por su parte, a menudo ven el cambio climático como una carrera contra reloj, para guardar o documentar lo que puedan antes de que nuestras costas cambien para siempre. En el bosque hundido, sin embargo, la imagen es un poco diferente.
"El hecho de que tengamos más tormentas e inestabilidad climática significa que estamos viendo "el bosque" con más frecuencia que en el pasado", dice Bates. Eso es útil, porque en Borth, el registro del pasado es un poco como un libro con capítulos en blanco. Los investigadores saben que el área era un pantano de cañas antes que un bosque, y que los árboles florecieron hace unos 6.000 años. Luego, hace aproximadamente 4.500 años, dice Bates, los árboles parecen haberse extinguido a medida que aumentaban los niveles de agua. Según lo que pueden ver en el registro de polen, las praderas aparecieron hace unos 3.000 años. "Habría sido un lugar extraño", dice Bates, con árboles muertos en medio de la hierba, ahogados por el agua salada.
Los tocones pueden asemejarse a islas en el mar.Matthew Ashton / AMA / Corbis a través de Getty Images
Los tocones de los árboles se mezclan con una capa de turba, de unos tres pies de espesor, que se había secado antes de que los árboles comenzaran a crecer. Debajo de los tocones, hay una capa de arcilla y limo de unos 60 a 100 pies de profundidad. El sedimento probablemente contiene información sobre lo que vino antes de los bosques y los pastizales, sobre las marismas, las planicies y las aguas salobres, así como la vida que floreció allí, pero Bates no ha podido profundizar hasta donde le gustaría. Esta arena, que se desmorona, se cae de los barrenadores y rompe las piezas de la máquina, "es la peor pesadilla de un perforador", dice. Sin embargo, tiene la esperanza de que eventualmente conseguirá alguna herramienta mejor y llenará los espacios en blanco.
Cada vez que las olas descubren el bosque, "tienes que ser bastante rápido para salir", dice Bates, es decir, rápido y eficiente en el peinado de la costa para catalogar nuevas vistas antes de que el sedimento vuelva a aparecer. "A menudo, me encuentro caminando por la playa y pensando, 'Uf, ¿por qué estoy aquí otra vez? ¿Qué voy a ver que sea nuevo? Cuarenta y nueve veces de cada 50, todo es habitual, pero luego, esa vez 50, ves algo nuevo o algo que habías visto antes con una luz ligeramente diferente: "¡Oh!" Después de una gran tormenta, dice, generalmente es cuestión de dos o tres meses antes de que la arena cubra de nuevo completamente los tocones. Se ha demostrado que es tiempo suficiente para hacer nuevos descubrimientos interesantes y reexaminar algunos viejos. Hace unos años, por ejemplo, las tormentas expusieron los restos de un gran canal que alguna vez fluyó a través del bosque. Eso llevó a los investigadores a comprender mejor por qué, exactamente, un antiguo uro, ganado salvaje, abundante y con cuernos que se extinguió en el siglo XVII, entró y murió allí. (Sus restos aparecieron en la década de los 60). Cuanto más información puedan recabar los investigadores sobre estos antiguos ecosistemas, las pequeñas observaciones tendrán sentido en el panorama general, dice Bates.
Bates dice que mientras otros bosques hundidos, como los de Jersey, en las Islas del Canal, están siendo fragmentados y demolidos por el agua, el de Borth parece bastante seguro por el momento. El Consejo local del condado de Ceredigion, que administra el bosque hundido, prometió 39 millones de libras para los rompeolas y otras defensas costeras para proteger las 450 casas cercanas contra la inundación y la erosión.
Varios miles de toneladas de arena también se utilizarán para extender la playa hacia el mar .
Mientras tanto, el bosque hundido está abierto para cualquiera que
quiera pasear entre los esqueletos de los árboles muertos hace mucho
tiempo.Partes de la misma han sido designadas como "sitios de especial interés científico" y protegidas por las leyes nacionales de conservación, explica Bates, pero esas regulaciones no limitan el acceso casual.
Bates agrega que la orilla atrae a los surfistas y turistas, y la
oficina de turismo local sugiere que podría ser parte del mundo perdido
del legendario Cantre'r Gwaelod, mencionado en El Libro Negro deCarmarthen, que se cree que es el texto más antiguo que se ha escrito completamente en galés.(Incluso hay una aplicación para ayudar a los visitantes a explorar el reino perdido).
Bates entiende por qué el paisaje le parece maravilloso a la gente.
La topografía cambiante y la intrusión ocasional del pasado lejano en
el presente lo convierten en "un lugar mágico y ligeramente mítico",
dice Bates. "Nunca sabes muy bien lo que vas a ver".
-----
jueves, 4 de julio de 2019
MARIO BERAMENDI, en "La Voz de Galicia" La agonía del árbol más hermoso de Galicia
Ramón Leiro
No es el más antiguo, ni el más grande. Pero tal vez sea el más hermoso de todos. El árbol que lo vio todo, el carballo de Santa Margarita, en Pontevedra, luce achacoso y visiblemente enfermo después de cinco siglos de existencia. Quizá no haya un monumento natural
más importante, con mayor carga simbólica en la cultura popular. Cada
poco tiempo, Xosé Carlos Morgade pasea por su base y lo observa, como
quien visita a un ser querido que consume los últimos días de su vida.
Es el presidente de los comuneros de Mourente, el
colectivo que ha alzado la voz todos estos años para sensibilizar a la
sociedad sobre la agonía del árbol de los enamorados, y al que el padre
Sarmiento, ya en el siglo XVIII, le dedicó sus versos. “Santa Margarida/De Monteporreiro/ Quen ten o carballo/ maiore do reino”.
No hay muchos ejemplares en Galicia a
los que se le haya dedicado una extensa y completa biografía, como sí
hizo Carlos Rodríguez Dacal con este roble. Una investigación que habla
de su pasado y de su presente, aunque ahora lo que preocupa es el
futuro: una supervivencia que está comprometida por el asfaltado que
recubre su base, lo que impide respirar a sus raíces. El tráfico de la
zona, el constante flujo de vehículos que circulan por el vial,
propiedad de la Diputación de Pontevedra, han mermado la salud de este
ejemplar, situado junto a la capilla románica del mismo nombre, como si
la respiración del carballo fuese la de un fumador
empedernido. Los conductores han llegado a quejarse de la inclinación de
la copa hacia la carretera, lo que dificultaba la circulación de los
camiones. Hay algo paradójico en la vida de este carballo.
A lo largo de la historia, ha sorteado toda clase de infortunios: un
temporal en 1884, un huracán en 1886 y varios incendios, tanto en el
siglo XIX como en el año sesenta. Y sin embargo, es el asfalto y la
plaga del cemento el que lo amenaza de muerte tras una larga existencia.
Algunos le atribuyen una antigüedad de mil años, edad que los
científicos sitúan en 500.
Como si fuera una representación del mundo, una metáfora de la desigualdad, el carballo de Santa Margarita
tiene dos caras: un lado norte, mejor conservado, en la que luce el
verde; y el sur, con madera podrida y seca. Hasta ahora, los trabajos
para conservar el ejemplar han consistido en la retirada de ramas
afectadas por los insectos xilófagos y en la colocación de sujeciones en
las ramas con más carga, para evitar caídas. La Estación Fitopatolóxica do Areeiro,
dependiente de la Diputación de Pontevedra, a petición del Concello, ha
sido la que ha chequeado la salud del ejemplar. Los comuneros, sin
embargo, creen que el problema es más complejo: la normativa de Medio Ambiente
sobre árbores senlleiras, es decir, de la Xunta, establece que es el
dueño el que debe correr con los gastos de conservación. Y en este caso,
la propiedad del roble es de la Archidiócesis de Santiago. Y para
incidir en el entorno, en el asfalto que afecta a la estabilidad del
carballo, es necesario el concurso de la Diputación. «Nós
o que propoñemos é que se cree un padroado, unha mesa que implique a
todas as administracións, porque ningunha está asumindo o coidado deste
carballo, patrimonio de todos, que está a morrer; ¿De que vale ter unha
regulación de árbores singulares?», se pregunta Morgade. Los
comuneros de Mourente tienen claro cuál es el tratamiento que precisa el
roble: darle por la base el mismo espacio que ocupa por la copa. Esto
es, eliminar el asfalto para que respiren sus raíces.
A la sombra de este carballo se ha ido
escribiendo una parte de la historia de Galicia. Fue allí, en 1846,
donde se reunieron los líderes progresistas gallegos para urdir el
levantamiento del 2 de abril, lo que propició el alzamiento de
Pontevedra, que se sumó a la rebelión gallega que acabó con el trágico
suceso conocido como los Mártires de Carral. Desde 1902, también es el
lugar escogido para las reuniones fraternales de obreros y campesinos en
la conmemoración del 1 de mayo, y el sitio que inspiró una viñeta de
Castelao sobre los enamorados. Allí también, a los pies del árbol,
fueron fusilados quienes se oponían a la ideología de Franco. Las ramas
de ejemplar han sido testigo de muchos cosas. Galicia está llena de
árboles majestuosos y legendarios, pero tal vez ninguno con tanta
historia, con tanto poder simbólico. A Xosé Carlos Morgade siempre le
preguntan en Mourente y en Pontevedra sobre la salud del carballo, como
si fuera su pariente más cercano, con la misma naturalidad con la que un
vecino se interesa por el otro. «¿Cómo va el abuelo?» Más información