miércoles, 28 de noviembre de 2012

FRANCESC ALMELA i VIVES (1903-1967)
La cançó dels pins

Els uns, plomalls de muntanyoles;
els altres, jola deis abims,
i sempre en tàlem aromàtic
naixen els pins, naixen els pins.

Tot enfonsant arrels en pedra,
tot enlairant el tronc gentil,
sense cuitar i sense pausa
creixen els pins, creixen els pins.

En els matins de primavera,
quan fa un solet escoladís,
tot bellugant la copa tendra
riuen els pins, riuen els pins.

En les diades estiuenques,
amb tot el món estemordit,
si s'allibera un poc de zèfir
canten els pins, canten els pins.

En les vesprades de l'autumne
quan cau la pluja fil a fil,
sota les núvoles unflades
ploren els pins, ploren els pins.

I en les calendes hivernenques,
quan fins el dia sembla nit,
entre les ombres i els pesombres
dormen els pins, dormen els pins.

Primer el jorn, després l'anyada,
ara el plaer, ara el neguit,
com les persones, com les bèsties,
viuen els pins, viuen els pins.

I per un llamp d'origen cèlic,
entre les ñames sense fi,
o a mans d'un negre llenyataire
moren els pins, moren els pins...

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sábado, 24 de noviembre de 2012


GABRIELA MISTRAL (Chile, 1889-1957)
La Madre Granada
(Plato de cerámica de Chapelle-aux-Pots.)


Contaré una historia en mayólica
(de Mateo Valderrama)
rojo-púrpura y rojo-encarnada,
en mayólica mía, la historia
de Madre Granada.

Madre Granada estaba vieja,
requemada como un panecillo;
mas la consolaba su real corona,
larga codicia del membrillo.

Su profunda casa tenía partida
por delgadas lacas
en naves donde andan los hijos
vestidos de rojo-escarlata.

Con pasión de rojeces, les puso
la misma casulla encarnada.
Ni nombre les dio ni los cuenta nunca,
para no cansarse, la Madre Granada.

Dejó abierta la puerta,
la Congestionada,
soltó el puño ceñido,
de sostener las mansiones, cansada.

Y se fueron los hijos
de la Empurpurada.
Quedóse durmiendo y vacía
la Madre Granada...

Iban como las hormigas,
estirándose en ovillos,
iguales, iguales, iguales,
río escarlata de monaguillos.

A la Catedral solemne llegaron,
y abriendo la gran puerta herrada,
entraron como langostinos
los hijos de Madre Granada.

En la Catedral eran tantas naves
como cámaras en las granadas,
y los monaguillos iban y venían
en olas y olas encontradas...

Un cardenal rojo decía el oficio
con la espalda vuelta de los armadillos.
A una voz se inclinaba o se alzaba
el millón de monaguillos.

Los miraban los rojos vitrales,
desde lo alto, con viva mirada,
como treinta faisanes de roja
pechuga asombrada.

Las campanas se echaron a vuelo;
despertaron todo el vallecillo.
Sonaban en rojo y granate,
como cuando se quema el castillo.

Al escándalo de los bronces
fueron saliendo en desbandada
y en avenida bajaron la puerta
que parecía ensangrentada.

La ciudad se levanta tarde
y la pobre no sabe nada.
Van los hijos dejando las calles;
entran al campo a risotadas...

Llegan a su tronco, suben en silencio,
entran al estuche de Madre Granada,
y tan callados se quedan en ella
como la piedra de la Kaaba.

Madre Granada despertóse llena
de su millón rojo y sencillo;
se balanceó por estar segura;
pulsó su pesado bolsillo.

Y como iba contando y contando,
de incredulidad, la Madre Granada,
estallaron en risa los hijos
y ella se partió de la carcajada...

La granada partida en el huerto,
era toda una fiesta incendiada.
La cortamos guardando sus fueros
a la Coronada...

La sentamos en un plato blanco,
que asustó su rojez insensata.
Me ha contado su historia, que pongo
en rojo-escarlata...

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martes, 20 de noviembre de 2012

ABU BARK MUHAMMAD BEN AL-QUTIYYA, 
cortesano de Mutadid de Sevilla.
LA NUEZ

Es una envoltura formada por dos piezas tan unidas,

que es lindo de ver: parecen los párpados cuando

se cierran en el sueño.

Si la hiende un cuchillo, dirías que es una pupila

a la que pone convexa el esfuerzo de mirar.

Y su interior podrías compararlo al de la oreja,

por sus repliegues y escondrijos.

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martes, 13 de noviembre de 2012

CAMILO JOSÉ CELA (La Coruña, 1916-2002)
Una olma vieja - Viaje a la Alcarria

La plaza es amplia y cuadrada, y en el centro tiene una fuente de varios caños, con un pilón alrededor, y olmo añoso –olma le llaman, porque es redondo-, copudo, matriarcal, un olmo tan viejo, quizás, como la piedra más vieja del pueblo.
Una fuente en la plaza una olma vieja.
Una cigüeña pasa sobre Pareja.
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Abraham Sanz, septiembre 2012
Abraham Sanz, en El Hexágono escribe...

... la de Pareja, cuya singularidad radicaba no en la anchura de su tronco, sino en la espectacularidad de su copa que llena con su sombra una más que deteriorada plaza que ha vivido, nunca mejor dicho, a la sombra de su olmo. No obstante, ahora su copa comienza a clarear. La grafiosis aprieta y, si hace ya más de 10 años le hizo perder una de sus poderosas ramas de la que se sacaron varios cientos de kilos de leña, ahora su estado comienza a ser más que preocupante.  Aunque se está tratando para tratar de evitar el peor de los males, que sería su tala y por tanto la desaparición de un símbolo para este pueblo alcarreño, lo cierto es que si en la próxima primavera –tras su poda- no rebrota, sería muestra de que ya las fuerzas le flaquean a esta vieja olma.














... pequeño homenaje a otro grande que se despide...
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viernes, 9 de noviembre de 2012

RENÉE VIVIEN (Londres, 1877 - 1909)
Les arbres
 
Dans l'azur de l'avril, dans le gris de l'automne,
Les arbres ont un charme inquiet et mouvant.
Le peuplier se ploie et se tord sous le vent,
Pareil aux corps de femme où le désir frissonne.

Sa grâce a des langueurs de chair qui s'abandonne,
Son feuillage murmure et frémit en rêvant,
Et s'incline, amoureux des roses du Levant.
Le tremble porte au front une pâle couronne.

Vêtu de clair de lune et de reflets d'argent,
S'effile le bouleau dont l'ivoire changeant
Projette des pâleurs aux ombres incertaines.

Les tilleuls ont l'odeur des âpres cheveux bruns,
Et des acacias aux verdures lointaines
Tombe divinement la neige des parfum
s


Los árboles

En el azul de abril, en el gris del otoño,
Los árboles poseen una gracia inquietante.
El álamo en el viento se retuerce y se pliega
Cual cuerpos de mujer trémulos de deseo.

Su gracia es un desmayo de carne abandonada
Y murmura su fronda, al soñar se estremece,
Se inclina, enamorada de las rosas del Este.
Lleva el olmo en su frente una corona pálida.

Revestido de claro de luna plateado,
El abedul deshila su cambiante marfil
Y plasma palideces en las sombras inciertas.

El tilo huele a ásperas y oscuras cabelleras.
Y desde las acacias de lejana verdura
Divinamente cae la nieve del perfume.

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lunes, 5 de noviembre de 2012

LA FLOR DEL CEIBO 
Cuento de Argentina

     Cuenta la leyenda que en las riberas del Paraná, vivía una indiecita fea, de rasgos toscos, llamada Anahí. Era fea, pero en las largas tardes deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños... Pero llegaron los invasores, esos atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos, y su libertad.
     Anahí fue llevada cautiva junto con otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar. Pero al hacerlo, el centinela despertó, y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su guardián, y huyó rápidamente a la selva.
     El grito del moribundo carcelero, despertó a los otros invasores, que salieron en una persecución que se convirtió en cacería de la pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera.
     La ataron a un poste e iniciaron el fuego. El fuego parecía no querer alargar sus llamas hacia la  indígena, que sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con el poste en un asombroso milagro.
     Al siguiente amanecer, los soldados se encontraron ante el espectáculo de una hermosa ceiba de verdes hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.

---Fin---

jueves, 1 de noviembre de 2012


CUANDO MUERA
Poema anónimo kuba, Congo Central

No hay aguja sin punta penetrante
No hay navaja sin hoja afilada
La muerte llega a nosotros de muchas formas.
Con nuestros pies andamos por la tierra del chivo
Con nuestras manos tocamos el cielo de Dios
Algún día futuro, en el calor del mediodía,
seré llevado en hombros
a través del pueblo de los muertos
Cuando muera, no me entierren bajo los árboles del bosque,
le temo a sus espinas.
Cuando muera, no me entierren bajo los árboles del bosque,
le temo al agua que gotea.
Entiérrenme bajo los grandes árboles umbrosos del mercado
Quiero escuchar los tambores tocando
Quiero sentir el ritmo de los pies bailando.

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