JULIA Butterfly HILL
"El legado de Luna"
(La historia de una mujer, una sequoia y la lucha por salvar el bosque)
(…) Por fin había llegado el momento de bajar. En una de mis últimas subidas nocturnas a lo alto de la plataforma para cambiar la batería del generador, trepé a una de mis ramas favoritas y me quedé un rato acunada en su amoroso abrazo. Hacía una noche preciosa, con la niebla cubriendo lentamente el valle del río Eel debajo de mí, y con un cielo limpio como de cristal encima de mi cabeza. La luna de cera iluminaba con su brillo gran parte del firmamento y hacía que la niebla reflejara todos los matices del arco iris. En la lejanía titilaban algunas estrellas. Era una escena que había presenciado muchas veces en aquellos dos años, cada vez ligeramente diferente de la anterior, pero siempre sobrecogedora. Mientras estaba allí, absorbiendo todo, me di cuenta de que ésa iba a ser una de las últimas veces que podría contemplar aquella vista que se había convertido en parte de mí y de todas las experiencias vividas. No pude contener las lágrimas.
(…)”Cuando deje este árbol, estaré dejando el mejor amigo que he tenido nunca. Es un dolor que no puedo describir, tan sólo sentirlo… y guardarlo dentro. Ahora lo tengo dentro, y sólo es el principio. Podré volver para estar de nuevo con Luna, al pie, pero nunca más me subiré a las ramas que contemplan el mundo desde esta perspectiva tan fabulosa. Haré lo que esté en mi mano por vivir el resto de mi vida honrándola a ella y a esta experiencia, ofreciéndome a mi misma como lo único que puedo dar de mí…”
"El legado de Luna"
(La historia de una mujer, una sequoia y la lucha por salvar el bosque)
(…) Por fin había llegado el momento de bajar. En una de mis últimas subidas nocturnas a lo alto de la plataforma para cambiar la batería del generador, trepé a una de mis ramas favoritas y me quedé un rato acunada en su amoroso abrazo. Hacía una noche preciosa, con la niebla cubriendo lentamente el valle del río Eel debajo de mí, y con un cielo limpio como de cristal encima de mi cabeza. La luna de cera iluminaba con su brillo gran parte del firmamento y hacía que la niebla reflejara todos los matices del arco iris. En la lejanía titilaban algunas estrellas. Era una escena que había presenciado muchas veces en aquellos dos años, cada vez ligeramente diferente de la anterior, pero siempre sobrecogedora. Mientras estaba allí, absorbiendo todo, me di cuenta de que ésa iba a ser una de las últimas veces que podría contemplar aquella vista que se había convertido en parte de mí y de todas las experiencias vividas. No pude contener las lágrimas.
(…)”Cuando deje este árbol, estaré dejando el mejor amigo que he tenido nunca. Es un dolor que no puedo describir, tan sólo sentirlo… y guardarlo dentro. Ahora lo tengo dentro, y sólo es el principio. Podré volver para estar de nuevo con Luna, al pie, pero nunca más me subiré a las ramas que contemplan el mundo desde esta perspectiva tan fabulosa. Haré lo que esté en mi mano por vivir el resto de mi vida honrándola a ella y a esta experiencia, ofreciéndome a mi misma como lo único que puedo dar de mí…”
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