07 septiembre 2018

MANU SAN FÉLIX, Madrid
“La destrucción que ha sufrido la posidonia es irreversible” 


      Las praderas de posidonia están desapareciendo del fondo marino del Parque Natural de Ses Salines. No es una conjetura ni una suposición, sino datos científicos constatables. El informe de la consultora ambiental Oceansnell, que Oceana dio a conocer el pasado jueves, ha puesto los datos en negro sobre blanco: en los últimos cuatro años, la zona marina situada frente a s’Estany Pudent ha sufrido una pérdida del 16% de su pradera de posidonia, en la zona que abarca entre el puerto de la Savina y s’illa des Forn la pérdida es del 22%, y en el pas de s’Espalmador la población de posidona ha caido casi la mitad: el 44%. Unos datos terribles que demuestran una realidad que, desde hace años, viene denunciando el biólogo marino Manu San Félix. Nadie ha fotografiado los fondos marinos como él y nadie ha visto mejor, con sus propios ojos, los estragos provocados por los fondeos irregulares. Con él hemos hablado tranquilamente de los detalles de este informe de Oceansnell, del daño que se ha provocado y de sus consecuencias.
Foto de Manu San Félix, 2011, ancla de un megayate "arando" la pradera de Posidonia

-Los resultados del estudio de la consultora ambiental marina Oceansnell nos ha dejado consternados. ¿Los niveles de destrucción de posidonia que refleja eran los que usted esperaba?
-Para mí no es ninguna sorpresa porque ya hace tiempo que lo voy viendo. Este estudio, simplemente, le pone cifras a algo que ya se sabía y que estamos viendo diariamente. El problema de esta destrucción es que, como sucede bajo el agua, parece que no suceda nada. Es eso tan viejo del ojos que no ven… Pero si pudiéramos retirar la superficie del mar como si fuera una cortina y observar directamente la realidad del fondo marino, nos echaríamos las manos a la cabeza. Lo que está sucediendo en una auténtica catástrofe.
     Como biólogo marino, mi objetivo es comunicar estos datos de la manera más neutra posible. Esto no son opiniones, son datos científicos, datos contundentes. Nuestra obligación y nuestro deber -y esto lo hago extensible también a los medios de comunicación- es presentar de manera clara unos datos objetivos que han sido medidos, fotografiados, cartografiados, y sobre los que no puede haber ninguna duda.

-Este daño, esta destrucción, ¿es reversible? ¿tiene remedio?
-No. Esto se ha perdido para siempre. Las praderas de posidonia tardan mucho en regenerarse. Para volver a la situación que teníamos hace unos años, deben pasar como mínimo tres o cuatro siglos. Es algo que no verán ni nuestros hijos ni los hijos de nuestros hijos. El crecimiento de estas praderas es lentísimo, y si hablamos de los arrecifes, su creación necesita miles de años.

-Hablábamos antes de datos objetivos. Recuerdo que hace un año y medio, el conseller de Medio Ambiente cuestionó los datos que usted ofreció en los que alarmaba sobre el deterioro de las praderas de posidonia. En este caso, ¿el informe de Oceansnell es irrebatible?
-Yo no soy político y no quiero tener ningún enfrentamiento ni con la consellería ni con nadie. No me quiero meter en ninguna polémica. Sólo soy técnico y expongo unos datos. Este trabajo de Oceansnell se ha realizado con la mejor maquinaria existente, con los medios más fiables. Se ha utilizado un sónar de barrido lateral que nos ha realizado una descripción exacta de la realidad de nuestro fondo marino. Los datos están ahí, encima de la mesa. Hemos enviado este informe al CSIC, a la conselleria de Medi Ambient y al Consell de Formentera y en todas partes nos han agradecido esta información.

-Nos decía usted que si pudiéramos apartar el mar y ver directamente el fondo marino, nos echaríamos las manos a la cabeza. ¿Llegará el momento en que las consecuencias de esta destrucción serán palpables y visibles también desde tierra?
-Ya lo estamos empezado a ver. Debemos tener clara una realidad: nuestras playas ya no son cómo eran. No tienen la claridad ni la belleza de hace cincuenta años, por ejemplo, pero es que este proceso de deterioro se está acelerando. Las praderas de posidonia son indispensables tanto en la claridad de las aguas como en la estabilidad de las playas, a las que protege de la erosión.

En la imagen, varias marcas de garreo dejadas por el arrastre de anclas sobre la pradera de posidonia. Foto: OceanSnell
En la imagen, varias marcas de garreo dejadas por el arrastre de anclas sobre la pradera de posidonia.
Foto: OceanSnell

Además, su papel en el ecosistema mediterráneo está demostradísimo ya que son un gran banco de alimento para muchas especies. Si hablamos con viejos pescadores, ellos nos contarán cómo ha caído la riqueza de la pesca en nuestros fondos marinos. Antes, por ejemplo, el Estany des Peix de Formentera estaba lleno de sepias, ahora son casi imposibles de encontrar. La pérdida de la pesca no sólo tiene que ver con la extracción sino también con la destrucción del hábitat donde viven los peces y otras especies. Y las praderas de posidonia son el principal hábitat de nuestras costas.

-Un deterioro de las playas es también un golpe a nuestro principal activo turístico.
-Mataremos a nuestra gallina de los huevos de oro. Mucha gente no tiene sensibilidad medioambiental y, cuando se le habla de la naturaleza, le entra por un oído y le sale por el otro. Muy bien, de acuerdo. Pero es que el otro argumento de peso, el económico, no deja indiferente a nadie: nuestra economía turística depende en gran medida del agua y las playas que tenemos, que hacen que Eivissa y Formentera sean un sitio especial. Sin ellas seríamos un destino del montón. Estoy hablando de nuestra economía, de nuestro bolsillo. Es algo que no tiene nada que ver con elecologismo, es puro sentido común.

-¿Por donde pasa la solución?
-Hay que ordenar el mar. Siempre pongo un ejemplo: ¿verdad que encontramos muy lógico que el tráfico rodado en tierra esté ordenado? Los coches no pueden circular por encima de las dunas, por ejemplo. Hace unos años dentro del Parque de Ses Salines se ordenó los sitios para aparcar y se protegieron las dunas. Incluso ahora nadie camina sobre ellas y se han recuperado de forma muy notable. Además, a la mayoría de las personas les parece correcto esas pasarelas que se instalaron. En el mar debemos asumir que somos muchos barcos y en zonas delicadas el fondeo tiene que ser ordenado como sucede en muchísimos lugares del mundo.

-¿Es muy complicada esta ordenación del mar? ¿Es factible?
-Hay que ordenar los fondeos y hacer que se cumpla la ley. No soy partidario de las penalizaciones sino más bien de la información. La mayoría de gente que fondea de manera irregular no lo hace por mala fe, sino por ignorancia. Además, creo que todo el mundo es consciente de que el turismo náutico es necesario y de que mucha gente viene a las Pitiüses a disfrutar de la belleza de nuestras islas. Creo que una solución sería la instalación de fondeos ecológicos, que es una opción sencilla y barata.
Sobre si la instalación debe ser pública o privada, o sobre si los amarres deben ser más caros o más baratos, eso ya es cosa de los políticos y yo ahí no me meto aunque por supuesto como ciudadano tengo mi opinión.
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04 septiembre 2018

De ABCviajar
La nueva vida del bosque con las sequoias más grandes del planeta


      Mariposa Grove, una de las atracciones del Parque Nacional de Yosemite, en California, reabre al público tras años de trabajos de recuperación
Bosque de secuoyas en California - AFP PHOTO / DAVID MCNEW
      El Parque Nacional de Yosemite, en las montañas de Sierra Nevada de California, el templo del legendario naturalista John Muir, es famoso -entre otra cosas, como sus poemas rocosos (El Capitán y Half Dome)- por sus gigantescas secuoyas. En los tres últimos años, desde 2015, los turistas no han podido ver las que se concentran en la zona de Mariposa Grove y el mirador Tunnel View. Ahora ese imponente bosque ha sido reabierto al público.
      En el proyecto de recuperación y protección de cara al futuro, encabezado por el National Park Service y Yosemite Conservancy, se han invertido 40 millones de dólares. Entre otras cosas, por ejemplo, se ha eliminado la zona de estacionamiento para que la gente explore el bosque por caminos naturales. Para proteger las raíces y facilitar el flujo de agua, se ha eliminado el asfalto y se han construido más de seis kilómetros de senderos naturales.

Noche estrellada en la zona de Mariposa Grove - AFP PHOTO / DAVID MCNEW
     En el bosque Mariposa Grove of Giant Sequoias se pueden ver más de 500 ejemplares de este magnífico árbol, lo que no es poco si se tiene en cuenta que, como se sabe, la secuoya gigante es el organismo vegetal más grande del mundo en términos de suma del volumen. Este lugar situado cerca de la entrada sur de Yosemite ha sido una de las principales atracciones del parque en el último siglo. Algunos árboles tienen más 2.000 años y unos 86 metros de altu El sendero llevará a los visitantes a través del popular California Tunnel Tree y Grizzly Giant, que es una de las secuoyas más grandes del bosque. Mide 63 metros y tiene alrededor de 1.800 años. Se trata, según el presidente de Yosemite Conservancy y ex guardabosque de Yosemite, Frank Dean, de brindar una experiencia más tranquila a los visitantes del parque.

      El ejemplar más grande que existe es el llamado General Sherman, que no se encuentra en Yosemite sino en Giant Forest, dentro del Sequoia National Park (California). Está considerado el ser vivo con mayor cantidad de biomasa de la Tierra. Tiene 83,8 metros de altura y no es el más alto. Este honor corresponde a un ejemplar llamado Hyperión (115,5 metros) que puede admirarse en el también californiano Parque Nacional Redwood.

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01 septiembre 2018

GEMA ABRIL
Don Tarayón de los Bajos

Esta foto del Taray de Roquetas, Almería ya es pasado (bueno, como todas las fotos). En agosto de 2018 fue agredido y luego los técnicos del ayuntamiento, al tratar de arreglarlo, parece que no estuvieron muy afortunados.
¡Qué buenos son los buenos técnicos!

DON TARAYÓN DE LOS BAJOS

Otro cuento contaban
los salineros a quienes les escuchaban,
y era sobre un taray
que por los caminos andaba
trovando y cantando
las bondades de su hogar:
la Algaida.

De joven había partido
para recorrer tierras lejanas.
«Buscaré otra casa,
otra familia,
otra patria será mi estancia»,
muy seguro aseguraba.

De profesión, trovador,
por vestido, su madera,
por manos, sus ramas,
sus raíces por piernas
y por boca unos pajarillos
que en su copa habitaban.

Muchos tarays le seguían,
escuchando sus cuentos y sus algaradas.
Una legión de arbolillos,
recorriendo medio mundo,
detrás de un taray sin morada.

Pero nuestro taray envejecía,
Don Tarayón ya le decían,
y su tierra natal
de menos echaba.
«Otros hogares habrá,
pero ninguno como mi Algaida»,
se lamentaba.

Así que Don Tarayón
se volvió a su Algaida
y por sentarse en la playa
que de 'Los Bajos' llaman,
'Don Tarayón de los Bajos'
los que por allí andaban
lo intitulaban.

«Desde aquí saludo a los barcos
que de lejos pasan
y sombra doy
a quienes bajo mí se relajan.
Y, sobre todo, veo bajo el mar
una pradera de Posidonia preciosa,
la República de las Algas»,
Don Tarayón afirmaba.

Una señora anciana,
que como una niña la historia escuchaba,
preguntó al salinero:
«¿Quiénes son, mi querido salinero,
esas algas bajo las aguas?
¿Quién habita esa república
de la que me hablas?»

«Otro día te hablaré», le decía el salinero,
«te hablaré de la República de las Algas,
donde habitan las posidonias
y sus legadas, una de la mar pradera,
otra de la orilla dorada».

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29 agosto 2018

NACHO ALEMANY ESTEVE
El Taray de Roquetas, Almería, símbolo y testigo que une en el dolor de su rama a un pueblo entero


     El pasado jueves 23, por la noche, alguien puso por las RRSS que vio que se habían “cargado” el Taray de Los Bajos en Roquetas de Mar. Un árbol centenario que acumula miles de historias y ha sido testigo de todo lo que ha sucedido en Roquetas desde hace muchos años.
    Nada más leer esa publicación corrí a ver que le había sucedido y, si, se lo habían cargado. Le hicieron daño, rompiendo una de sus ramas más grandes y dejándolo apoyado en el suelo, como si estuviera lamentándose o suplicando ayuda.
     Para mí, como para la grandísima mayoría de vecinos y vecinas de este municipio es un ejemplar especial. Por su porte y belleza, por su cercanía al mar y la tranquilidad que ofrece. Pero especialmente por los momentos, cada cual el suyo y por sus motivos, hemos vivido y sentido bajo su sombra y cobijo.
     Cuando llegué allí la rabia y la impotencia se apoderó de mí. Grabé video, eché fotos y llamé a la policía pero ya no había nada que hacer, el daño ya estaba hecho.
     La triste noticia de lo sufrido por nuestro amado Taray hizo que las redes no pararan de mostrar el dolor que todo el mundo ha sentido al enterarse del tremendo daño que le han hecho. El Taray es ya toda una referencia y seña de identidad de todos los que aquí vivimos. Tal fue la respuesta de la gente y tanta la unión en el dolor y la impotencia que el ayuntamiento no pudo más que intervenir, como siempre, con prisas y sin planear nada en condiciones. Había que arreglar ese “problema” como fuere y el resultado no ha podido ser más lamentable.
     No pongo en duda la profesionalidad de los jardineros pero, según contaron a las personas que ya paseaban por allí la mañana siguiente en torno a las nueve, se les había mandado a podar este precioso ejemplar. No, no necesitaba una poda, necesitaba que cortaran la rama dañada para que no llegue a enfermar. El resultado ha sido un mal corte en la rama afectada y recortes varios en el resto para que aparente estar “bonito”. Pues han hecho una chapuza y más daño aún.
     Más grande puede ser la sorpresa cuando, al terminar la poda, vemos que el ayuntamiento hace pública una foto lamentando lo ocurrido, aún sabiendo que desde hace más de una década se está solicitando al equipo de gobierno su protección y una campaña de concienciación y puesta en valor pero siempre han hecho caso omiso y lo han dejado a su suerte.
     El Taray, nuestro amado Taray, nos ha escuchado en nuestros peores momentos, nos ha cobijado en los más maravillosos. Ha sido testigo de miles de historias y lo seguirá siendo. Como está catalogado por la Junta de Andalucía, que tampoco hace nada para su protección, es un árbol singular. ¿Qué digo singular? ES UN ÁRBOL ESPECIAL, que ha hecho de su dolor con este acto vandálico, el dolor de todo un pueblo.
 
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26 agosto 2018

INÉS LATORRE GARCÍA y EMILIO BLANCO CASTRO
Árboles monumentales. La fama mata
De
Revista Ecologista nº 96. 

Hemos elegido los árboles monumentales y su problemática, el turismo verde. Queremos exponer una serie de ideas que nos hagan meditar. Es complejo y no tenemos una respuesta definitiva, pero sabemos lo que no hay que hacer.
Emilio Blanco Castro, Etnobotánico y profesor de Biología. 
Inés Latorre García, Ingeniera técnica forestal.


      En la península ibérica existen alrededor de 80 especies de árboles autóctonos, de 30 géneros y 20 familias distintas. En Canarias son 32 las especies autóctonas, 26 de las cuales no son comunes en la península. Los árboles que por circunstancias han llegado a una talla o longevidad considerables son denominados notables o monumentales. Se trata de un patrimonio único de gran valor por haber sobrevivido en su medio natural a todas las vicisitudes y hemos de tratarlos como un patrimonio valioso.
     El concepto de árbol es relativo. Algunos árboles de pequeño tamaño pueden ser muy longevos y viejos para una determinada especie. Y algunos arbustos pueden alcanzar la talla de arbolito de manera excepcional y ser considerados monumentales, como por ejemplo la adelfa, la cornicabra y la hiedra. En este caso, se trata también de seres monumentales, de igual valor que los árboles. Los árboles están para disfrutarlos, pero en algunos casos puede ser aconsejable tomar medidas de moratoria o prohibición de visitas en enclaves sensibles o inaccesibles.


Moral, Morus nigra, en Cozcurrita, Zamora. Foto Emilio Blanco.
A pesar de que hay más información, conciencia y legislación, no disminuyen los problemas ambientales. Quién no ha asistido en los últimos años a la degradación de algún paraje natural al que iba con frecuencia en su infancia o juventud: un humedal, una turbera, un arroyo limpio o un bosquete singular.

Consumo de paisajes
     El consumo de paisajes y la moda de la naturaleza alimenta nuestro voraz apetito de medio ambiente. La divulgación de paisajes sobresalientes ha contribuido a ello. Fotos de paraísos naturales, mostrando solo lo bello ha sido también perjudicial en algunos casos. “Poner en valor” es un arma de doble filo y se refiere, más bien, al valor económico. ¿Qué hay que divulgar? ¿Cuál es el momento de sacar a la luz un paraje ? ¿Es necesario ponerlo en valor y adecuar su visita? Un ejemplo son los árboles monumentales, notables o singulares, ejemplares que destacan por su tamaño, longevidad o historia.
Tejo, Taxus baccata, Iruelas, Ávila. Foto Emilio Blanco.
     Muchos los hemos visto caer o debilitarse después de haberse hecho famosos. La fama que da la divulgación mal entendida ha sido un boom, con visitas masivas, que llevan aparejada la pérdida o el debilitamiento del ejemplar. Estos árboles se han puesto de moda en los últimos 20 años. Han pasado del anonimato y abandono a la fama.
     Todas las personas tienen derecho a disfrutar de estos monumentos vivos, pero hay un código ético que dice que la presión continuada sobre los árboles y su ecosistema no es sostenible. Existe un cierto borreguismo ambiental que lleva a hacer lo mismo a todos. Se quiere coleccionar la foto del paisaje o del árbol singular.

Éxito y declive
     Mientras, los árboles que parecían resistentes e inmutables se degradan sin que lo notemos. Centenario no es sinónimo de inmortal. El decaimiento de algunas de las especies arbóreas ha ido paralelo a su declaración y reconocimiento como árbol singular y a la aparición en catálogos de protección. Su éxito, con mayor número de visitas, ha contribuido a su declive.

Se han descatalogado por muerte en poco tiempo muchos árboles que habían sido declarados monumentales en catálogos provinciales y autonómicos. Con un aumento de enfermedades por hongos u otras causas, con gran pérdida de vitalidad, fragilidad y clareo de su copa, que se vuelve puntiseca. ¡Basta ya de valorar sólo lo grande, lo espectacular! Aprendamos también a valorar lo sencillo, lo pequeño. No busquemos siempre lo más bello y espectacular, interesémonos también por lo normal, lo común…Sepamos apreciarlo.
Castaño, Castanea sativa, en El Tiemblo, Ávila. Foto Catherine Anne Bayle.
     Hay paisajes y lugares que necesitan una moratoria. Lugares cuya naturalidad es grande y la sensación de espacio intocado debe ser mantenida para generaciones futuras. Gobiernos y administraciones deben inventariar también las zonas no divulgables o no visitables, donde “no hacer”, “no visitar”, “no intervenir”.

Educación ambiental
     Por otra parte, las y los buenos educadores ambientales son esenciales para trasmitir estos mensajes. Tienen que aprender a enseñar lo local y a diferenciar entre lo que se debe y no se debe enseñar. No son mejores por llevar a la ruta más alejada y extrema o espectacular. Aquellas personas que saben enseñar lo local, valoran lo común del paisaje y muestran también al visitante los problemas, lo feo (vertederos, basura, desequilibrios, impactos, contaminación…) y sacan enseñanzas ecológicas. Las actuaciones erróneas también enseñan, son formativas y puede tener un cierto valor turístico y reivindicativo.
     Igual que hace ya décadas se decidió que no se podían mostrar fotos de nidos de rapaces, bajo el famoso slogan de “No me toquéis los huevos”, los árboles notables no deberían aparecer nunca en imágenes con personas debajo pisoteando el suelo, ni subidas en sus ramas o el tronco. Pero está Internet y existen cientos de recorridos descritos con coordenadas e imágenes que buscan lo espectacular.
     Ejemplos sobran. En los últimos años hay grandes ejemplares arbóreos en decadencia, desaparecidos o muy debilitados, citaremos algunos (dejando a un lado los olmos o negrillos), como la encina de La Marquesa, en Navalmoral de la Mata, Cáceres; la encina Terrona, de Montánchez, Cáceres; el quejigo de Buenamesón, Madrid; el roble de la Solana, en Barrado, Cáceres o el de Vañes, Cervera de Pisuerga, Palencia; el Souto de Rozabales, Ourense; el Castaño del Abuelo, en la provinica de Cáceres; la Tejeda de Rioscuro, León, o el bosque mixto del paraje de Mácara, en el río Miño, Ourense.
     También los casos recientes de los tejos y tejedas de la Sierra de Madrid, los de Cervera de Pisuerga, Palencia, o de Tartales-Panizares, Burgos, son ilustrativos. Su fama de bosques milenarios o mágicos ha atraído a hordas de turistas y los proyectos de adecuación y mejora no han disuadido a las personas visitantes, al contrario.
     El tejo de Barondillo o Valhondillo, en Rascafría, Madrid, es un escaparate que tiene en la actualidad decenas de caminos nuevos que han surgido de forma espontanea por el paso de la gente. Con rutas detalladas por doquier. Así acaba de aparecer, por ejemplo, en una revista de Segovia, con todo lujo de detalles, sobre su acceso, por si la presión desde Madrid fuera poca…Afortunadamente, el árbol no parece presentar síntomas de debilidad, pero sí el entorno. Sus gestores decidieron, sin pedir opinión a expertos, hacer un vallado quitándole gran parte de su naturalidad y sin considerar el ecosistema en su conjunto.

Tejeda de Panizares
     El caso de la Tejeda de Panizares, Tartales de Cilla, en Burgos, es un ejemplo de lo que está pasando. Es uno de los muchos lugares especiales por la concentración de árboles monumentales, sobre todo tejos enormes, en gran número. El lugar se puso de moda a primeros del 2000. Se produjo una afluencia bastante masiva a la zona, incluso de colegios y grupos de montaña. Hasta esa fecha era desconocido. No podía soporta tal afluencia y, en muy pocos años, se creó un gran impacto sobre el suelo y el arbolado, con compactación y creación de sendas nuevas.
     Los problemas de la Tejeda de Panizares continuaron con pérdida de suelo, una superficie, en este caso, con una pendiente elevada, pisoteo intensivo y compactación del suelo, disminuyendo su permeabilidad y, en algunos casos, las raíces quedaron al aire y las cortezas de los árboles sobadas por los visitantes.
El paso de bicis en lugares sensibles deterioran el suelo. Foto Ecologistas en Acción.
     Al quedar las raíces descubiertas, sufren la presión continua de los paseantes y el descenso de vitalidad de los árboles se hace evidente. Parece una acción inofensiva, pero supone alteraciones, que a la larga, empiezan por roturas de ramas o heridas, una vía de entrada de patógenos y hongos que aceleran el debilitamiento.

Pérdida de suelo
     El paso de bicis de montaña, o BTT, es también muy perjudicial en estos lugares sensibles. Una sola bici en pendiente supone la afección del paso de cientos de personas a pie. Y si llueve, mucho más, ya que la presión mecánica a la que se ven sometido el suelo y las raíces es mucho mayor.
    Y qué decir de la algarabía de los grupos de visitantes. La falta de silencio, además de ser una falta de respeto al paraje y a otros visitantes, genera una extorsión a los pequeños mamíferos y la avifauna. Hay que recordar que cada ejemplar es un microecosistema de vida, con insectos, musgos y todo tipo de seres que allí cohabitan.
     Otro de los temas asociados es lo que podemos llamar el auge del misticismo, espiritualidad y esoterismo en torno a los árboles monumentales. Cada vez es más común encontrar altares, budas o hasta urnas con cenizas junto a árboles señeros en parajes alejados.
 

Misticismo y árboles
     Abrazarse a algunos árboles, sobar su tronco o llenarse de energías extrañas es un sentimiento personal libre, pero, por favor, no elijamos este tipo de árboles para ello; hay otros en medios accesibles y más adecuados. Si te gusta abrazarte a los árboles hay muchos para hacerlo, no precisamente los más longevos y grandes para hacer los ritos, no les estás beneficiando.
      Se confunde un poco el mito con la realidad, se mezclan los sentimientos antrópicos y emociones personales con la naturaleza de los árboles y los lugares excepcionales no tienen la culpa. Junto a todo esto tenemos la moda del trasplante de arbolitos, del monte al jardín, o a la casa…
     Soluciones fáciles no hay. La prohibición, aunque necesaria, es a veces poco efectiva, y surte un efecto llamada. Hemos de aceptar que hay lugares con árboles y seres vivos delicados no visitables que hay que preservar. Las administraciones no deben favorecer ni permitir esos accesos y estudiar cada caso particular. Dejemos tranquilos y en paz los árboles aislados y alejados. Algunos árboles necesitan dejarlos morir en paz. En algunos casos, el olvido es la mejor conservación.

Disfrutar y cuidar la salida al campo

  • No hace falta buscar lo más espectacular de la naturaleza. Valoremos lo común y normal de los paisajes.
  • Demostrar la madurez en la naturaleza es no divulgar sitios cuyas visitas no son nada beneficiosas para el espacio.
  • No llevar gente a estos lugares y no sacarlos a la luz en medios de comunicación es la medida más recomendable.
  • Es necesario controlar nuestras emociones a la hora de dar a conocer rutas, recorridos o coordenadas en Internet.
  • Las personas gestoras y educadoras ambientales no deben precipitarse en la difundir espacios bien conservados.
  • Primero lo cercano, accesible y bien acondicionado para la visita.
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