14 julio 2018

Author ImgMÀRIUS SERRA, en La Vanguardia 
De árboles y bosques

     A finales de junio, parece que haga siglos, asistí a una sesión explicativa para el vecindario del proyecto de reforma de los jardines de la masía de Can Fargas, en el paseo Maragall. Vivo tan cerca que paso cada día por ahí e incluso los pisé años atrás, cuando empezaban a organizar alguna visita guiada por Desideri Díez. Ahora Vila Marguerita, que es como en realidad se llamaba Can Fargas, ya es una escuela municipal de música, tras años de luchas vecinales para no dejarla en manos privadas que la querían ordeñar como una vaca pétrea con usos que la habrían desnaturalizado. La primera vez que participé activamente en una acción de protesta a pie de calle fue con los vecinos canfarguistas, que cada año cortaban la calle para organizar una feria reivindicativa, con música y parlamentos. Una vez que la rodeamos con una cadena humana me tocó delante del jardín y tuve tiempo para fijarme con más detenimiento. Era un verdadero bosque, espeso y sombrío, que contrastaba con el tráfico del dinámico paseo que tiene en uno de los tramos de su perímetro. En la reunión técnica con los vecinos, el arquitecto responsable de las obras de adaptación habló del valor que tenían los jardines. Me sorprendió la gran cantidad de especies que contiene y la lógica de jardín romántico que responde a su disposición, tan difícil de apreciar para un lego en la materia. Evidentemente, el paso del tiempo transformó la vegetación en masa forestal.
     Desde hace unas semanas, coincidiendo con los cambios constantes que se dan en la actualidad política catalana, los operarios de Parcs i Jardins arreglan el jardín según el plan que nos expusieron. Hacen de todo. Desbrozan, podan, abren paso, apuntalan los especímenes más altos y, en general, conjugan todos los verbos que comprende el paraguas de adaptar. De repente, los vecinos empezamos a pararnos cada vez que pasamos por ahí. Descubrimos rincones ignotos que la vegetación había ocultado durante años. Detalles de obra, como una fuente o unos peldaños, o bien plantas que ni sospechábamos que estuvieran ahí. Ya hace semanas que, cada mañana cuando paso por ahí, pienso que escribiré este artículo. Si lo hago hoy es por lo que oí en boca de un niño que iba con su madre hacia la escuela pública Torrent de Can Carabassa. Mama, le dijo, el bosque no nos dejaba ver los árboles. La madre empezó a corregirle, como para decir que había invertido los términos y que eran los árboles los que no, pero en ese punto se calló y sonrió. El niño acertó. Ahora que la incertidumbre de los cambios todo lo ocupa, muchos analistas sabiondos con madera de profeta nos repiten sus teorías y, si les replicamos, nos riñen diciendo que “los árboles no nos dejan ver el bosque”. Pero en ocasiones son los bosques los que no dejan ver los árboles. Y sin árboles no hay bosque.
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12 julio 2018

"El árbol que lo vio todo"
AMSTERDAM
reune en un mapa sus árboles monumentales

     La ciudad de Amsterdam ha hecho un mapa para proteger mejor los árboles monumentales y parques que tienen un valor monumental.
En el mapa ( http://www.gisdro.nl/monumentaal_groen ), puede ver los árboles de 50-80 años, 80-100 años y árboles que tienen más de un siglo. El árbol más antiguo de Amsterdam tiene más de 200 años (es un roble en el Zoológico Artis, junto a los chimpancés).
     El mapa también incluye monumentos estatales y monumentos de la ciudad oficialmente incluidos en la lista. Algunos ejemplos son el jardín del Vondelpark, el cementerio Oosterbegraafplaats, una calle en Artis Zoo, el jardín de Amstelrust (una casa solariega del siglo XVIII a lo largo del río Amstel) y el cementerio abandonado Huis Te Vraag.
     También se enumeran árboles con un valor cultural, como el "Árbol que lo vio todo". Este árbol es parte de un monumento en el sureste de Amsterdam para conmemorar a las víctimas del accidente aéreo de El-Al del 4 de octubre de 1992.

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10 julio 2018

OSVALDO SOSA CORDERO (Argentina, 1906-1986)
Anahí



Anahí...
las arpas dolientes hoy lloran arpegios que son para ti
Anahí... 

recuerdan a caso tu inmensa bravura reina guaraní,
Anahí,
indiecita fea de la voz tan dulce como el aguaí.
Anahí, Anahí,
tu raza no ha muerto, perdura en tus fueros en la flor rubí. Defendiendo altiva tu indómita tribu fuiste prisionera
Condenada a muerte, ya estaba tu cuerpo envuelto en la hoguera
y mientras las llamas lo estaban quemando
en roja corona se fue transformando.
La noche piadosa cubrió tu dolor y el alba asombrada
miró tu martirio hecho ceibo en flor.
Anahí...
las arpas, dolientes hoy lloran arpegios que son para ti
Anahí...
recuerdan a caso tu inmensa bravura reina guaraní,
Anahí,
indiecita fea de la voz tan dulce como el aguaí.
Anahí, Anahí,
tu raza no ha muerto, perduran sus fuerzas en la flor rubí.
Anahí....

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08 julio 2018

GIRALA YAMPEY (Paraguay, 1923-2018)  
La leyenda de Anahí y la flor del ceibo (árbol nacional argentino)
De "Mitos y leyendas guaraníes" (Edición del autor; 2003; Asunción, Paraguay)

    
Dicen que Anahí, una joven de la tribu guaraní no destacaba por la belleza, era de rostro tosco, pero era aguerrida y tenía una maravillosa voz. Cantaba con tanta dulzura que encantaba a todos cuando modulaba las melodias de su tribu. Era noble de corazón y de maneras afables. Su espigada estampa era signo de vigor, audacia y valentía, cualidades que demostraría muy pronto. Destacaba por su bella alma y su coraje solidario, que ennoblecía su person.
     Un día, sobrevino un ataque al táva -al pueblo- de su grupo. Sin titubear, la joven Anahí, se sumó a los guerreros de su tribu para defender el hogar y la comunidad. Lo hizo con increíble bravura. En medio del combate, se le veía altiva y decidida. Los invasores guiados por guerreros guaycurúes  querían cautivos para sus servicios. La bravura de la muchacha despertó enseguida la admiración de todos, defensores y atacantes. En denodada lucha demostró las ansias de libertad de su estirpe. Pero la ferocidad de los guaycurúes y el tronar de arcabuses, consiguieron reducir a los defensores. A Anahí, la tomaron prisionera y fue llevada atada, por el temor que inspiraba su irreductible decision de luchar. La pequeña muchacha de la hermosa y dulce voz, resultó ser una admirable guerrera.
     Anahí fue encerrada con centinela. Triste y sola, no perdió su apostura. Por momentos cantaba con su invencible y melodiosa voz. Era tan cautivadora su dulce voz, que el propio centinela quedó preso de sus canciones. En un momento de descuido Anahí le asestó un sorpresivo y violento golpe con un trozo de palo que pudo tomar. Dándole en la nuca lo dejó tendido y salió en frenética huida del lugar.
Ya había ganado el bosque cuando la alcanzaron. Nuevamente fue apresada. Los invasores condenaron a Anahí a morir en la hoguera para complecer a sus furiosos aliados guaycurúes y para dar un castigo ejemplar a quienes quisieran escapar al yugo del vasallaje; además de que creían que Anahí podría tener poderes ocultos de hechicera o bruja.
     Esa noche, cuando la luna llena alumbraba con todo su vigor, el pequeño cuerpo de la abnegada y decidida muchacha, fue atada a un poste a orillas del río. Llevaron haces de leña que fueron apiladas alrededor de la prisionera. Un danza ritual de los  guaycurúes, acompañó la ceremonia y dio comienzo a la inmolación de Anahí. Un denso humo negro cubrió la escena de la quema en vida de la infortunada víctima. No se escuchó ningún grito desesperado, ni llantos. Solamente un quejumbroso  murmullo que parecían amenazas, un sordo canto fúnebre.
    
Seguramente tenía conciencia que su sacrificio era el símbolo de la defensa de la heredad y las ansias de libertad de su pueblo. Ofrendó su vida con serenidad y coraje. La india más fea de la tribu, pero que poseía la más dulce voz que habían escuchado sus hermanos, fue quedamada viva, en la hoguera.
     Una vez que ardieron los leños, el negro humo fue disipándose. Al llegar los resplandores del alba, cuando las llamas habían consumido el cuerpo sacrificado en un holocausto de venganza sin piedad, quienes martirizaron a la pequeña y valiente guerrera, vieron con asombro que sobre las cenizas que dejaron las lenguas de fuego, algo se agitaba. La luz de la madrugada mostró que, en el lugar del tronco que había servido para atar a la joven de dulce voz, estaba erguido un árbol cuya rugosa corteza formaba unos canales que parecían llamas danzando. En sus verdes ramas, lucían ramilletes de rojas flores. Eran como si la sangre de Anahí estuviera manando en gotas vegetales.

      Era el árbol que representa el alma indomable y altiva de una estirpe que no quiere morir, el ceibo. Su presencia, muchas veces solitaria en los montes, recuerda a quienes supieron morir por su libertad. Es un árbol rústico, casi hosco, cuya flor, como el indomable espíritu de Anahí, no puede llevarse sobre el pecho. La voz dulce de la indiecita fea, anida en ella.
 

     José Oswaldo Sosa unió la poesía y la música en una hermosa canción sentimental que perpetúa la leyenda de Anahí. (La pondré en próximos días)

---Fin---

06 julio 2018

LOS ÁRBOLES VIEJOS SON CLAVES EN EL EQUILIBRIO ECOLÓGICO DEL PLANETA
 De"redaccion@ambientum.com" 
     El paradigma que se asumía desde siempre en el mundo de los silvicultores, según el cual los árboles paran de crecer en masa una vez alcanzan ciertos tamaños y pierden su vigor a medida que envejecen, ha tenido un giro de 180 grados.
     En la actualidad se sugiere analizar este fenómeno desde otras perspectivas, porque su dinámica no es igual a la de los humanos, quienes paulatinamente dejan de crecer y reducen su metabolismo.
      Después de analizar 673.000 individuos de 403 especies de parcelas forestales en climas tropicales y templados del mundo, se halló que el 97 % de los más antiguos seguían creciendo en masa, lo que les permite capturar grandes cantidades de CO2 y eliminarlo de la atmósfera.
     Según Álvaro Duque, coautor de la investigación, profesor de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín y experto en bosques, ello contradice la idea de que el crecimiento en masa de los árboles grandes se detiene una vez estos alcanzan cierto tamaño.
     Según la publicación Nature News de enero de 2014, se estima que un árbol de 100 centímetros (cm) puede crecer anualmente 52 veces más que uno de 10 cm. Los resultados del estudio muestran, por ejemplo, que en una parcela de bosque maduro en el oeste de Estados Unidos, los árboles de más de 100 cm de diámetro comprenden solo el 6 % de especies, pero representan el 33 % del crecimiento.
     El estudio fue liderado por Nathan Stephenson, ecólogo del Servicio Geológico de Estados Unidos, a quien se unieron 37 investigadores de diversos países –entre ellos el profesor Duque-, para analizar la información de la dinámica de la biomasa en los bosques del mundo. El equipo calculó las tasas de crecimiento en relación con características funcionales y evolutivas.
     En una parcela de 100 × 100 metros se midieron e identificaron todos los árboles. Mediante el uso de ecuaciones alométricas (herramientas utilizadas para medir volumen y biomasa de los árboles) se convirtió a masa el diámetro de su tamaño, teniendo en cuenta la densidad específica de la madera. A partir de ahí, se cuantificó para cada individuo su crecimiento, correspondiente al período establecido para el análisis.
     Los resultados revelan que las especies que alcanzan grandes tamaños van a ser en gran medida representativas de este fenómeno. Para Duque, hay familias en nuestros bosques que alcanzan dimensiones muy grandes, como Leguminosae, Bombacaceae y Lecythidaceae, entre otras. En las tierras altas, los robles (Fagaceae) juegan un papel preponderante.
     Lo anterior se reafirma con los resultados que ayudan a resolver algunas de estas contradicciones. Maurizio Mencuccini, ecólogo forestal de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido), afirma que los más jóvenes pueden crecer más rápido en una escala relativa, lo que significa que requieren de menos tiempo para, por ejemplo, doblar su tamaño. Sin embargo, en cantidades netas, los más viejos siguen aumentando su crecimiento.
     Para el análisis de Colombia, se incluyeron datos de zonas de tierras bajas y de los Andes, pero según Duque había una limitación con respecto al número de árboles, por lo que se consideraron muy pocos. Sin embargo, puntualizó que la representatividad de los bosques tropicales y no tropicales estudiados hace que los resultados sean concluyentes para todos los bosques de nuestro país.
     La importancia de capturar CO2 radica en que es uno de los principales gases de efecto invernadero que se está acumulando en la atmósfera, lo cual tiene consecuencias directas sobre el calentamiento global. Teniendo en cuenta el incremento aproximado en la temperatura en los últimos 30 años, de entre 1 y 2 °C por encima de los niveles históricos, si no existieran los bosques, este rango se hubiera duplicado.