02 noviembre 2014

CÉSAR DÁVILA ANDRADE (Ecuador, 1919-1967)
Canción espiritual del árbol derribado

No fue el ciclón con sus campanas desgarradas. 
Fueron los hombres que viven a tu sombra. 
Trajeron hachas finas por el aire. 
Trajeron siete hachas por el aire. 
Siete delgadas concubinas de odio. 
Fue una tarde de ancho ocaso rojo. 
Tenían los leñadores sal verde y afilada en las axilas. 
Los golpes de las hachas corrían por el bosque 
con pies planos y huecos. 
Se volvían las ramas azules de sonido. 
Hasta que cayó el árbol sobre el dulce costado 
cual alto dios antiguo, 
con un ruido plural de abejas verdes 
y venas arrancadas.

Con aroma de pan y de azucenas se abrieron sus cimientos. 
Pero quedó su alma: una fruta alargada y transparente, 
sin agua, sin albúmina, sin tiempo. 
Su alma de libres llamas corporales, con cintura de heno 
y pálida camisa de avena.

Con un temblor de candelabros líquidos 
entró en la inmensa desnudez del cielo.
Se hizo un gran silencio de manzanas vacías, 
y de la orilla de todos los bosques 
partieron a la música navíos, 
y una hojarasca de aves invisibles. 
El viento prolongó, al pasar, mi pulso, 
y la materia ardiente de mis sienes. 
El viento llenó el agua de cipreses y silencio. 
El alto viento levantó del árbol la sustancia anillada de la música, 
el peso de acuarela de los pájaros, las balas de coral de la madera.

Qué material tan puro el de sus yemas. 
Qué cera tan sagrada la que entreabrió sus flores
en tenue sexo de inquietos alfileres.

¿No volveremos a ver manos azules 
subiendo por el aire del otoño? 
¿No veremos ya más su domingo encendido de cerillas 
por los niños traslúcidos del día? 
¿No veremos ya más esa muchacha ciega 
que en puntillas buscaba una sortija de resina?

Deja que ponga bajo tu nuca blanca 
esta almohada inquieta de peces de mi anhelo.

No has muerto. No eres hijo de odio ni de muerte. 
Vives ahora en el piso más delgado de los cielos.
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30 octubre 2014

JACQUES PRÉVERT (Francia, 1900-1977) 
Tant de forêts...

Tant de forêts arrachées à la terre
Et massacrées
Achevées
Rotativées

Tant de forêts sacrifiées pour la pâte à papier
Des milliards de journaux
attirant annuellement l´attention des lecteurs
sur les dangers du déboisement des bois et des forêts

                                                                           Dans... “La pluie et le beau temps”

Tantos bosques...
Tantos bosques arrancados a la tierra;
y masacrados,
acabados,
roturados…

Tantos bosques sacrificados para pasta de papel
de millares de diarios
que anualmente llaman la atención de sus lectores
sobre el peligro de la deforestación de bosques y selvas…


AS FOREST...
So many pull out earth forests
And massacred
finished,
broke up...

So many forests sacrificed for pulp
Billions of newspapers
attracting attention of readers yearly
about the deforestation woods and forests dangers...
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27 octubre 2014

EL MONTE, NUESTRO MÁS VIEJO AMIGO
de... Montesdesocios y El bosque habitado


      "El monte, nuestro más viejo amigo" nos muestra el trabajo que la Asociación Forestal de Soria desarrolla de cara a la recuperación integral de los montes de socios. Desde su identificación y localización documental hasta su gestión y aprovechamiento sostenible, pasando por su saneamiento mediante la constitución de Juntas Gestoras. El film nos descubre los problemas ancestrales de estos territorios, agravados por la emigración, y las soluciones que se aportan para su puesta en valor.
      A lo largo del documental veremos cómo la recuperación de los montes de socios supone rescatar el espíritu de solidaridad que en su día unió a los vecinos en torno a sus tierras, cómo logra recuperar los paisajes y las formas de uso tradicionales, cómo permite reintegrarse en la comunidad local a aquellos que un día tuvieron que marchar.
      Los montes de socios son hoy punto de encuentro y motor de revitalización de nuestros pueblos.


Tríptico
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24 octubre 2014

Quino, Mafalda y los árboles

Autorretrato-preso
QUINO, MAFALDA y los árboles (Argentina, 1932-30 de Sept de 2020)

Joaquín Salvador Lavado Tejón, nace en la región andina de Mendoza, el 17 de julio de 1932. Desde su nacimiento fue nombrado Quino para distinguirlo de su tío Joaquín Tejón, pintor y diseñador gráfico, con el que, a los tres años de edad, descubrió su vocación, y de allí al mundo.

BIOGRAFÍA

Estas son las historietas con árboles que he encontrado para hacer un homenaje al genial Quino, cuando va a recibir el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2014.



...inteligente, irónica, inconformista, contestataria, sensible...
... 50 años soñando con un mundo más digno, justo y respetuoso con los derechos humanos...
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23 octubre 2014

ROBERT FROST (San Francisco, 1874-1963)
Abedules

Cuando veo abedules oscilar a derecha
y a izquierda, ante una hilera de árboles más oscuros, 
me complace pensar que un muchacho los mece. 
Pero no es un muchacho quien los deja curvados, 
sino las tempestades. A menudo hemos visto
los árboles cargados de hielo, en claros días 
invernales, después de un aguacero.
Cuando sopla la brisa se les oye crujir,
se vuelven irisados cuando se resquebraja
su esmaltada corteza. Pronto el sol les arranca
sus conchas cristalinas, que mezcla con la nieve... 
Esas pilas de conchas esparcidas diríase
que son la rota cúpula interior de los cielos.
La carga los doblega hacia los mustios
matorrales cercanos, pero nunca se quiebran,
aunque jamás podrán enderezarse solos:
durante muchos años las ramas de sus troncos 
curvadas barrerán con sus hojas el suelo,
igual que arrodilladas doncellas con los sueltos 
cabellos hacia atrás y secándose al sol.
Mas cuando la Verdad se me interpuso
en la forma de un hecho como la tempestad,
iba a decir que quizás un muchacho,
yendo a buscar las vacas, inclinaba los árboles...
Un muchacho que por vivir lejos del pueblo
sólo sabe jugar, en invierno o en verano,
a juegos que ha inventado para jugar él solo.
Ha domado los árboles de su padre uno a uno 
pasando por encima de ellos tan a menudo
que nada les dejó de su tiesura.
A todos doblegó; no dejó ni uno solo
sin conquistar. Aprendió la manera
de no saltar de un árbol sin haber conseguido 
doblarlo contra el suelo. Conservó el equilibrio
hasta llegar arriba, trepando con cuidado,
con la misma destreza que uno emplea al llenar
la copa hasta el borde, y aun arriba del borde. 
Entonces, de una envión, disparaba los pies
hacia afuera y saltaba del aire hasta la tierra.

Yo fui también, antaño, un columpiador de árboles; 
muy a menudo sueño en que volveré a serlo, 
cuando me hallo cansado de mis meditaciones, 
y la vida parece un bosque sin caminos
donde, al vagar por él, sentirnos en la cara 
ardiente el cosquilleo de rotas telarañas,
y un ojo lagrimea a causa de una brizna,
y quisiera alejarme de la tierra algún tiempo,
para luego volver y empezar otra vez.
Que jamás el destino, comprendiéndome mal, 
me otorgue la mitad de lo que anhelo
y me niegue el regreso. Nada hay, para el amor, 
como la tierra; ignoro si existe mejor sitio.
Quisiera encaramarme a un abedul, trepar,
por las ramas oscuras del blanquecino tronco
y subir hacia el cielo, hasta que el abedul, 
doblándose vencido, me volviese a la tierra. 
Subir y regresar sería muy hermoso.
Pues hay cosas peores en la vida que ser
un columpiador de árboles.
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