07 julio 2014

EL BOSQUE HABITADO -Un arce con facebook que no quiere ser talado- 06/07/14 

06 jul 2014

El arce conocido como El Carbayón de Rozadas, en Boal (Asturias), corre peligro de morir talado, un venerable ser con más de trescientos años, con nombre y apellidos que, como árbol de reunión y de la palabra tiene el poder de reclamar conservar su vida a través de la voz de quienes lo habitan con sus recuerdos, su experiencia vital o la de sus antepasados. Hoy nuestro protagonista, un arce con su propio facebook (El Carbayón de Rozadas), es nuestra respuesta a la llamada de ayuda de la Asociación de Amigos del Tejo y las Tejedas y del Alcalde de Rozadas, Félix González.
Y es que, como dice nuestro invitado y vicepresidente de esta arbórea asociación, Antonio Fernández Morcuende,"cuando una persona logra vivir más allá de un siglo todos sentimos admiración por ella, este Arce (El Carbayón) lleva viviendo tres siglos creo que ha hecho méritos suficientes para que le respeten y se ha ganado el derecho de seguir viviendo otros tres siglos más, esperando que los que entonces habiten Rozadas y los que dirijan La Consejería de Medio Ambiente del Principado de Asturias tengan mejores criterios y más respeto por la Botánica y el Medio Ambiente".
      Así que intentamos conocer cómo ha surgido el conflicto, en qué situación precaria nos encontramos en la defensa del Carbayón y acudimos a esa energía ancestral, de los antepasados del pueblo que descansaron en verano bajo su sombra y que, como leemos en la página abierta en Facebook El Carbayón de Rozadas, si pudieran pronunciarse estarían en contra de su tala. Una iniciativa popular trata de frenar esta decisión sin vuelta a atrás, para que antes de cometer algo irremediable que cierren los ojos y que hagan pasar por su mente foto a foto  las caras de todos los antepasados que se sentaron bajo la sombra de sus ramas. Además, están seguros de que con sentido común se suelen encontrar mejores soluciones que con una moto sierra.
      Además contribuyen a elevar el ruego de supervivencia de El Carbayón textos surgidos de la verde pluma de Ana Manzano Peral, Ignacio Abella, Fernando Fueyo, G.Alonso de Herrera y Antonio Fernández Morcuende. Nos ambienta musicalmente la mítica banda irlandesa Gwendal.


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06 julio 2014

ANGEL SAAVEDRA - DUQUE DE RIVAS (Córdoba, 1791-1865)
El álamo derribado


Gallardo alzaba la pomposa frente,
yedras y antiguas parras tremolando,
el álamo de Alcides, despreciando
la parada nube, y trueno y rayo ardiente;

cuando de la alta sierra de repente
desprendido huracán bajó silbando,
que el ancho tronco por el pie tronchando,
lo arrebató en su rápida corriente.

Ejemplo sea del mortal que en vano
se alza orgulloso hasta tocar la luna,
y se juzga seguro en su altiveza:

Cuando esté más soberbio y más ufano,
vendrá un contrario soplo de fortuna
y adiós oro, poder, favor, fortuna.
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30 junio 2014

FELIX MARÍA DEL MONTE (Rep. Dominicana, 1819-1899)
El hombre, el árbol y el toro

En un áspero desierto,
lleno de maleza y  zarzas,
un árbol de fruto henchido
la enhiesta copa ostentaba.

Al pastor, al peregrino,
al rebaño sombreaba
y a muchas generaciones
muelle descanso brindaba.

Un hombre brusco, grosero,
que aquel yermo atravesaba
sin acordarse de ayer
y sin pensar en mañana;
de estos que toman la vida
como instrumento de holganza,
sin pensamiento, sin fruto,
sin lecciones ni mudanzas,
llegó al árbol secular,
tendió a su sombra la capa,
y al sueño más indolente
entregóse sin tardanza.
Transcurridas largas horas,
entre el descanso y la calma,
examinó los frutos
la profusión extremada,
e incitado el apetito
probó a trepar a las ramas;
pero juzgando más fácil
cortar el árbol, el hacha
despiadado observa,
y al rey del yermo descuaja.
Apenas probado había
el fruto que ambicionaba,
cuando un Toro montaraz
a aquel sitio se abalanza.

La tierra escarba altanero,
enardecido rebrama,
mientras el hombre en tal peligro
al débil tronco se agarra,
y en ademán convulsivo
y en fatídica plegaria
al cielo en amargas quejas
favor, piedad demandaba.

Paróse el Toro un momento,
y preguntóle la causa
de que aquel árbol decrépito
que al viajador de su saña
muchas veces socorriera
cortado en tierra se hallara:
" Mi inexperiencia, mi crimen,
ha causado esta desgracia.

Ansié comer de su fruto
y como en tierra apartada
resido, juzgué que nunca
su apoyo requeriría:
gocé de su grata sombra
y al despedirme, del hacha
probé los tajantes filos...
y derribé mi esperanza..."

"Eres ingrato, le dijo
aquella fiera, tu audacia
insensata y criminal
es digna de mi venganza.
Gozaste la fresca sombra
del árbol, bajo sus ramas
conciliaste el sueño dulce,
que el alma feliz restaura,
y creyendo que otra vez
a ti mismo no auxiliara
sin respeto a tanto bien,
su copa al cielo desgajas;
pues bien, malvado, perece,
que si yo te perdonara,
pronto, infame, algún yesquero
fabricarías de mis astas".
---Fin---

27 junio 2014

JAVIER ESTÉVEZ LOZANO
De "Días de paso" (mayo 2014)

Este canarión, natural de Guía, Gran Canaria, ambienta su novela en la convulsa España de 1812-1813. Está contada por un botánico, en forma de diario, que va camino de Nueva Granada (+/- actual Colombia). 
En la escala preceptiva que debe realizar en Tenerife desea escalar el mítico Teide pero...  las circustancias hacen que, antes, deba desembarcar en Gran Canaria. Una novela con ganas de vida.


Javier Estévez es autor también de "Gigantes en las Hespérides: árboles singulares y monumentales de las islas Canarias"

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- Ernesto ya me ha informado de la situación que padece uno de los bosques de esta isla. Doramas, ¿no?, pregunté mientras alzaba la taza hasta la altura del mentón para disfrutar con intensidad del aroma del café.
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1 de mayo
      Adentrarse en el bosque es como entrar en uno mismo y retroceder en un viaje alucinante hasta la raíz la propia existencia, a los inicios de la vida silvestre, cuando los árboles eran los reyes de la tierra, hoy vergonzosamente convertidos en súbditos del hombre. ¡Quién pudiera volver a aquel tiempo de libertad inicial cuando la única ley que imperaba sobre la tierra era la dictada por la propia naturaleza!.
      He de reconocer que el bosque de Doramas, que por fin he podido conocer, aún conserva el misterio y la sugestión que sólo son capaces de evocar los bosques que proceden de la misteriosa naturaleza primigenia, cada vez más reducida y día tras día cada vez más alejada del hombre y esta desnaturalizada civilización.
El relieve en el inerior de la isla es muy accidentado, tanto que no permite descubrir el bosque hasta que no estás prácticamente en él.
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