"Quién hubiera dicho que estos poemas de otros iban a ser míos, después de todo hay hombres que no fui y sin embargo quise ser, si no por una vida al menos por un rato..." Mario Benedetti. A los amantes de los árboles,... localización, poesía, cuentos/leyendas, etc.
03 abril 2013
30 marzo 2013
ANTONIO CASARES (Lugo, 1812-1888)
Querencia del olivo
Yo quisiera estar siempre como tú,
viejo olivo,
como un dios que se siente eternamente
vivo,
heraldo de una tierra que anuncia la
alegría.
Sembraría en el viento estos versos
que escribo,
para que todo el mundo oyera la armonía
del árbol de los sueños, del árbol
sensitivo,
que sólo da frutos de amor y de
poesía.
Quisiera mirar siempre la soledad del
monte,
la belleza sin fondo del mar del
horizonte,
la tierra que me acoge, hermosa como un
verso.
Y levantar mis ramas al cielo como un
grito,
para así proclamar mi dolor infinito,
cuando quieran cortarme, a todo el
universo.
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ORACIÓN DEL ÁRBOL
Tú que pasas y levantas contra mí tu
brazo;
antes de hacerme mal, mírame bien.
Yo soy el calor de tu hogar,
en las noches frías de invierno.
Yo soy la sombra amiga que te protege,
del sol estival.
Yo soy la viga que soporta el techo,
de tú casa, la tabla de tu mesa,
la cama en que descansas.
Mis frutos, sacian tu hambre
y calman tu sed.
Yo soy el mango de tus herramientas,
la puerta de tu hogar.
Cuando naces,
tengo madera para tu cuna;
tengo madera para tu cuna;
cuando mueres, en forma de ataúd,
aún te acompaño al seno de la tierra.
Soy el pan de bondad y flor de belleza.
Si me amas como merezco, defiéndeme
contra los insensatos.
NOTA. Esta oración se encuentra
grabada en placas colocadas en plazas y jardines
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26 marzo 2013
KT Tunstall (Escocia, 1975)
Black Horse & Cherry Tree
well my heart knows me better than i know myself
so i'm gonna let it do all the talking.
(woo-hoo,woo-hoo)
i came across a place in the middle of nowhere
with a big black horse and a cherry tree.
(woo-hoo,woo-hoo)
i fell in fear, upon my back
i said don't look back, just keep on walking.
(woo-hoo,woo-hoo)
when the big black horse that looked this way,
said hey lady, will you marry me?
(woo-hoo,woo-hoo)
but i said no, no, no,no-no-no
i said no, no, you're not the one for me
no, no, no,no-no-no
i said no, no, you're not the one for me
(ooooo,woo-hoo)
and my heart had a problem, in the early hours,
so it stopped it dead for a beat or two.
(woo-hoo,woo-hoo)
but i cut some cord, and i shouldn't have done that,
and it won't forgive me after all these years
(woo-hoo,woo-hoo)
so i sent her to a place in the middle of nowhere
with a big black horse and a cherry tree.
(woo-hoo,woo-hoo)
now it won't come back , cause it's oh so happy
and now i've got a hole for the world to see
(woo-hoo,woo-hoo)
but it said no, no, no,no-no-no
i said no, no, you're not the one for me
no, no, no,no-no-no
said no, no, you're not the one for me
(ooooo,woo-hoo) (not the one for me, yeah)
(ooooo,woo-hoo)
said no,no, no,no, no, no, no
you're not the one for me
said no,no, no,no, no, no, no
you're not the one for me
big black horse and a cherry tree
i can't quite get there cause they've all forsken me
big black horse and a cherry tree
i can't quite get there cause they've all forsken me
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24 marzo 2013
GABRIELA MISTRAL (Chile, 1889-1957)
La encina
A la maestra señorita Brígida Walker
I
Esta alma de mujer, viril y delicada,
dulce en la gravedad, severa en el amor,
es una encina espléndida de sombra perfumada,
por cuyos brazos rudos trepara un mirto en flor.
Pasta de nardos suaves, pasta de robles fuertes,
le amasaron la carne rosa del corazón,
y aunque es altiva y recia, si miras bien adviertes
un temblor en sus hojas que es temblor de emoción.
Dos millares de alondras el gorjeo aprendieron
en ella, y hacia todos los vientos se esparcieron
para poblar los cielos de gloria. ¡Noble encina,
déjame que te bese en el tronco llagado,
que con la diestra en alto, tu macizo sagrado
largamente bendiga, como hechura divina!
II
El peso de los nidos ¡fuerte! no te ha agobiado.
Nunca la dulce carga pensaste sacudir.
No ha agitado tu fronda sensible otro cuidado
que el ser ancha y espesa para saber cubrir.
La vida (un viento) pasa por tu vasto follaje
como un encantamiento, sin violencia, sin voz;
la vida tumultuosa golpea en tu cordaje
con el sereno ritmo que es el ritmo de Dios.
De tanto albergar nido, de tanto albergar canto,
de tanto hacer tu seno aromosa tibieza,
de tanto dar servicio, y tanto dar amor,
todo tu leño heroico se ha vuelto, encina, santo.
Se te ha hecho en la fronda inmortal la belleza,
¡y pasará el otoño sin tocar tu verdor!
III
¡Encina, noble encina, yo te digo mi canto!
Que nunca de tu tronco mane amargor de llanto,
que delante de ti prosterne el leñador
de la maldad humana, sus hachas; y que cuando
el rayo de Dios hiérate, para ti se haga blando
y ancho como tu seno, el seno del Señor!
La encina
A la maestra señorita Brígida Walker
I
Esta alma de mujer, viril y delicada,
dulce en la gravedad, severa en el amor,
es una encina espléndida de sombra perfumada,
por cuyos brazos rudos trepara un mirto en flor.
Pasta de nardos suaves, pasta de robles fuertes,
le amasaron la carne rosa del corazón,
y aunque es altiva y recia, si miras bien adviertes
un temblor en sus hojas que es temblor de emoción.
Dos millares de alondras el gorjeo aprendieron
en ella, y hacia todos los vientos se esparcieron
para poblar los cielos de gloria. ¡Noble encina,
déjame que te bese en el tronco llagado,
que con la diestra en alto, tu macizo sagrado
largamente bendiga, como hechura divina!
II
El peso de los nidos ¡fuerte! no te ha agobiado.
Nunca la dulce carga pensaste sacudir.
No ha agitado tu fronda sensible otro cuidado
que el ser ancha y espesa para saber cubrir.
La vida (un viento) pasa por tu vasto follaje
como un encantamiento, sin violencia, sin voz;
la vida tumultuosa golpea en tu cordaje
con el sereno ritmo que es el ritmo de Dios.
De tanto albergar nido, de tanto albergar canto,
de tanto hacer tu seno aromosa tibieza,
de tanto dar servicio, y tanto dar amor,
todo tu leño heroico se ha vuelto, encina, santo.
Se te ha hecho en la fronda inmortal la belleza,
¡y pasará el otoño sin tocar tu verdor!
III
¡Encina, noble encina, yo te digo mi canto!
Que nunca de tu tronco mane amargor de llanto,
que delante de ti prosterne el leñador
de la maldad humana, sus hachas; y que cuando
el rayo de Dios hiérate, para ti se haga blando
y ancho como tu seno, el seno del Señor!
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