18 diciembre 2008

JORGE LUIS BORGES (Argentina, 1899-1986)
El árbol de los amigos


Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.

Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, más otras apenas vemos entre un paso y otro. A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.

Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos.

Los primeros que nacen del brote son nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá, que nos muestran lo que es la vida.

Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer con nosotros.

Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.

Más el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino.

A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.

Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.

Más también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones, o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca.

Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, aquellos que están en las puntas de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.

El tiempo pasa el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otros permanecen por muchas estaciones. Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.

Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. Hoy y siempre... Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.

Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejaron nada.

Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.

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JOAN ALCOVER - Desolació

JOAN ALCOVER (1854-1926)
Desolació


Jo só l'esqueix d'un arbre, esponerós ahir,
que als segadors feia ombra a l'hora de la sesta;
mes branques, una a una, va rompre la tempesta,
i el llamp, fins a la terra, ma soca migpartí.

Brots de migrades fulles coronen el bocí,
obert i sens entranyes, que de la soca resta;
cremar he vist ma llenya; com fumerol de festa,
al cel he vist anar-se'n la millor part de mi.

I l'amargor de viure xucla ma arrel esclava,
i sent brostar les fulles, i sent pujar la saba,
i m'aida a esperar l'hora de caure, un sol conhort:

cada ferida mostra la pèrdua d'una branca;
sens mi, res parlaria de la meitat que em manca;
jo visc sols per a plànyer lo que de mi s'és mort.
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17 diciembre 2008

MARIO BENEDETTI - Como árboles

MARIO BENEDETTI (Uruguay 1920-2009)
Como árboles

Quién hubiera dicho
que estos poemas de otros
iban a ser
míos
después de todo hay hombres que no fui
y sin embargo quise ser
si no por una vida al menos por un rato
o por un parpadeo
en cambio hay hombres que fui
y ya no soy ni puedo ser
y esto no siempre es un avance
a veces es una tristeza
hay deseos profundos y nonatos
que prolongué como coordenadas
hay fantasías que me prometí
y desgraciadamente no he cumplido
y otras que me cumplí sin prometérmelas
hay rostros de verdad
que alumbraron mis fábulas
rostros que no vi más pero siguieron
vigilándome desde
la letra en que los puse
hay fantasmas de carne otros de hueso
también los hay de lumbre y corazón
o sea cuerpos en pena almas en júbilo
que vi o toqué o simplemente puse
a secar
a vivir
a gozar
a morirse
pero además está lo que advertí de lejos
yo también escuché una paloma
que era de otros diluvios
yo también destrocé un paraíso
que era de otras infancias
yo también gemí un sueño
que era de otros amores
así pues
desde este misterioso confín de la existencia
los otros me ampararon como árboles
con nidos o sin nidos
poco importa
no me dieron envidia sino frutos
esos otros están
aquí
sus poemas
son mentiras de a puño
son verdades piadosas
están aquí
rodeándome
juzgándome
con las pobres palabras que les di
hombres que miran tierra y cielo
a través de la niebla
o sin sus anteojos
también a mí me miran
con la pobre mirada que les di
son otros que están fuera de mi reino
claro
pero además
estoy en ellos
a veces tienen lo que nunca tuve
a veces aman lo que quise amar
a veces odian lo que estoy odiando
de pronto me parecen lejanos
tan remotos
que me dan vértigo y melancolía
y los veo minados por un duelo sin llanto
y otras veces en cambio
los presiento tan cerca
que miro por sus ojos
y toco por sus manos
y cuando odian me alegro de su rencor
y cuando aman me arrimo a su alegría
quién hubiera dicho
que estos poemas míos
iban a ser
de otros.
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ANTONIO MACHADO - A un olmo seco


ANTONIO MACHADO (Sevilla, 1885-1939)
A un olmo seco

    Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
    ¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
    No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
    Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
    Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

Soria, 4 de mayo de 1912


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16 diciembre 2008


JOSEP LLUÍS PONS I GALLARZA (Barcelona, 1823-1894)
L'olivera mallorquina


Conta’m, vella olivera,
mentre sec alenant sobre la roca,
noves del temps d’enrera
que escrites veig en ta surenca soca.

Jo vinc a recolzar-me
a tes nuades rels, trist d’enyorança,
perquè vulles tornar-me
dels béns que n’he perduts sols l’esperança.

Ton delicat fullatge,
que sota lo cel blau l’embat oreja,
és de la pau la imatge,
de tots los goigs de la ciutat enveja.

Ta rama verda i blanca
com cabellera d’àngel t’emmantella,
i a ta esqueixada branca
falta pel vent l’arrabassada estella.

Quan, jove i vincladissa,
creixies sobre el marge de la coma,
xermava ta verdissa
la falç del llaurador fill de Mahoma.

L’àrab i sa mainada,
respirant-ne tes flors, pel maig sortien,
i ta oliva escampada
sos fills, per la tardor, la recollien.

Ah, quin dol! Escoltant
del corn aragonès lo toc de guerra,
tallà tos brots, donant
empriu a l’host de la guanyada terra!

I el jorn de la conquista,
ab llàgrimes del cor senyant sos passos,
sense girar la vista,
sortí ab l’infant més xic estret als braços.

Los cavalls trepitjaren
dins lo solc sarraí les brulles tendres,
i els ferros enfonsaren
de l’alqueria en les calentes cendres.

*
Com reposava a l’ombra,
deslliurat lo baró dels durs arnesos,
mentre els llebrers sens nombre
jeien al sol, assedegats i estesos!

I de son puny volant,
el manyac esparver dalt tu es posava,
les ungles encreuant,
i els tendres cims dels branquillons vinclava.

*
Quan era una alta ermita
aquest claper de trossejada runa,
lo místic cenobita
aquí s’agenollava al clar de lluna.

Al toc del monestiri,
mans plegades al pit, pregàries deia,
i el cel, en son deliri,
per lo reixat de ton ombratge veia.

*
Ara aquí el temps enganya
lo pastoret que embadalit s’atura
i ab flabiol de canya
gira el ramat que al comellar pastura.

Mentre l’ovella tosa
ab lo clapat anyell entorn apila,
la cabra delitosa
tos tanys novells per rosegar s’enfila.

*
Arbre amic del qui plora,
dosser sagrat d’eternitat serena,
jo et sento grat de l’hora
que m’has aidat a conhortar ma pena.

Tu al cor m’has donat força,
tu apar que em tornes joventut perduda,
com de ta eixuta escorça
la saba n’ix que ton brancatge muda.

Jo moriré i encara
espolsarà el mestral ta negra oliva;
res serà del que és ara;
tu sobre el blau penyal romandràs viva.

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