6/09/2024

Takahashi en Okayama, el cronista de Japón (072)


TAKAHASHI HIROSHI
El ichō del templo de Bodaiji (prefectura de Okayama)
Especie: Ichō (Ginkgo biloba, familia Ginkgoaceae, género Ginkgo)
Dirección: Kōen 1532, Nagi-chō, Katsuta-gun, Okayama-ken 708-1307.
Perímetro del tronco: 11,9 m.
Altura: 30 m.
Edad: 900 (atribuida)
Designado monumento natural nacional.
Tamaño ★★★★   Vigor ★★★★★    Porte ★★★★     
Calidad del ramaje ★★★★    Majestuosidad ★★★★★

Me gustaría presentarles ahora el austero aspecto que muestra el ichō (Ginkgo biloba) más grande de la región de Chūgoku, que fue presentado ya en otro artículo.
      A media ladera del monte Nagi, a una altitud de 600 metros, se encuentra el templo budista de Bodaiji. Acercándonos al edificio principal procedentes del aparcamiento, atraerá inmediatamente nuestra vista, al fondo del recinto, a mano derecha, un gran ichō que se alza imponente, como figura principal sobre un fondo de cedros japoneses (sugi).
     El templo de Bodaiji es el lugar donde se preparó entre los nueve y los 13 años el sabio budista Hōnen (1133-1212), fundador de la secta de la Tierra Pura (Jōdoshū). Se dice que el ichō se desarrolló a partir de un bastón o rama que Hōnen clavó en el suelo en un gesto de determinación en su empeño por coronar con el éxito su formación educativa.
     Durante algún tiempo, el templo quedó abandonado y su recinto ofrecía una ruinosa imagen, pero ahora luce tan bello que parece otro, pues es objeto de un cuidadoso mantenimiento y además de aparcamiento tiene también otros servicios. Alrededor del árbol se han instalado corredores de madera elevados sobre estacas para evitar dañar las raíces, una muestra del celo con que está siendo preservado. Muestra el gigante, como es típico en los ichō de sexo masculino, unas magníficas raíces aéreas, raíces que se extienden a partir del tronco y de las ramas. Las que cuelgan de una gran rama horizontal a modo de innumerables estalactitas son realmente inigualables. Da la sensación de que cada una de esas raíces fuera extendiéndose por propia voluntad.
     Estas raíces aéreas se denominan normalmente chichi u oppai (tetas) pero aquí, en el municipio de Nagi, reciben el nombre de rengi, forma dialectal de la palabra japonesa surikogi (mazo de mortero), y su parecido con este objeto es innegable. Esta comarca es de copiosas nevadas y, según se dice, en la era Tenmei (1781-1789) una gran rama que se extendía hacia el norte cedió al peso de la nieve hasta quedar en contacto con el suelo, de donde surgió un nuevo tronco. Una buena muestra de la asombrosa vitalidad que tiene el ichō.
     Presenta este ejemplar el poderoso porte que caracteriza a su especie, con mayor anchura de tronco a una cierta altura que en la base. Durante el estío su follaje es tan lujuriante que no permite obtener una imagen de conjunto, mientras que en invierno se muestra literalmente cubierto de unas ramillas finas como agujas que crecen profusamente por todo su tronco. Como debió de perder su tronco principal original, cabe pensar que con este desarrollo de nuevas ramillas trata de sostener el nivel de fotosíntesis. Con esa corpulencia que tiene, parece un ser robusto e inamovible, pero lo cierto es que está luchando con todas sus fuerzas para no debilitarse.
     Los momentos más recomendables para visitarlo son el otoño, cuando sus hojas se tiñen de amarillo, y el invierno, cuando está asegurado el espectáculo de esa fuerza casi terrorífica de sus raíces aéreas, que quedan totalmente al descubierto una vez perdido el follaje.

     Entre mediados y finales de noviembre el tono amarillo de su manto otoñal alcanza su mayor esplendor, realzado desde 2012 por la iluminación nocturna. La fantástica visión de este gigante iluminado en medio de la oscuridad se convertirá, sin ninguna duda, en una experiencia inolvidable.

 
Número 072
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6/07/2024

Los árboles canoa (y2), del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
Los árboles canoa (y 2)

Foto 1
 

(...) Para profundizar algo más sobre los árboles canoa, solicité permisos para poder mostrar fotos que ilustrasen algo más aquello de lo que hablaba. (...) Los árboles de canoa son una parte de los llamados “árboles con cicatrices”, aquellos a los que los aborígenes australianos han quitado la corteza para usarla en otras cosas (las canoas serían el uso de mayor tamaño, pero no el único) y además existen los árboles tallados, creados como una forma de expresión artística y espiritual por algunos pueblos aborígenes, para marcar sitios de importancia como los lugares de enterramiento y lugares sagrados. (En la foto 1 un árbol tallado cerca de Dubbo, en Nueva Gales del Sur, fotografiado por Henry King) En el siglo XIX, muchos de ellos fueron cortados para llevar a museos, pero en la actualidad están protegidos por ley y algunos han sido devueltos a sus antiguos emplazamientos.
      Al hablar de los arboles de canoa, decía que también se sacaban de ellos “coolamons”, pero no dije lo que eran. La mejor definición es la de “recipiente multifunción de lados curvos”, que varían en longitud de 30 a 70 cm, y de forma similar a una canoa. Los coolamons fueron utilizados tradicionalmente por las mujeres aborígenes para llevar agua, frutas, y cualquier otra cosa, así como para acunar a los bebés y se transportaban en la cabeza cuando se viajaba, o debajo del brazo si se usaba como cuna.
   
      He pedido permiso a Karlangu Aboriginal Art Centre (https://karlangu.com/) para poder mostrar las imágenes de los coolamons llenos de frutos y en su función de cuna, y ver así realmente lo que son estos recipientes y el uso que se les daba. Pero sin duda, hablar de canoas hechas con corteza de eucalipto, sin ver una de estas, dejaba mi publicación original absolutamente coja y con poco sentido, por ello me puse en contacto con el Museo Marítimo Nacional de Australia (https://www.sea.museum/) que en una de sus páginas muestra el proceso de corta, extracción limpieza, plegado y atado para formar unas canoas de corteza del estilo de extremo atado o “estilo Gippsland”.
      No era el único tipo, puesto que este variaba con las zonas, y puede que con los diferentes grupos indígenas. Había canoas construidas para durar y otras casi de emergencia, canoas individuales y de diversa capacidad, de hasta una docena de personas. Llegaron a desarrollar sistemas para tener fuego y cocinar dentro de ellas, necesario en las noches de pesca o durante largos viajes. Pero no sólo la fabricación era importante. 
     La capacidad de conducir y navegar canoas, comprender los ríos y las corrientes, y la confianza en el agua, eran habilidades valiosas en el siglo XIX. Aunque en ocasiones pensemos en Australia como un semidesierto (realmente hay de todo en un territorio tan grande), el sistema fluvial formado por los ríos Darling y Murray (el primero y segundo en longitud, que se unen antes de llegar al mar) tiene una longitud de 3.672 km, y baña diversas zonas de los estados de Victoria, de Nueva Gales del Sur y del sur de Queensland. Estos ríos con frecuencia, en época de lluvias se desbordan e inundan enormes extensiones, porque muchas de ellas son absolutamente llanas (el río Murray, a 274 km del mar tiene una altura sobre él de tan sólo 3,6 metros). En estas condiciones saber construir una barca y manejarla, era sin duda la diferencia entre la vida y la muerte.

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6/05/2024

 Diario de Palencia,
¡Vamos Palencia! reclama más atención para el Olivo de la Paz
Con motivo de su 25 Aniversario en Palencia se pretende que se desarrolle un sencillo acto apolítico

El próximo 10 de junio se cumplirán 25 años desde que este olivo de más de 1.500 años, según reza la placa que lo acompaña, fuera plantado esa noche de 1999 en Palencia. Esa fecha coincidió además con el fin de la guerra de Kosovo, por lo que pasó a denominarse como Olivo de la Paz.
     Con motivo de este 25 aniversario, ¡Vamos Palencia! ha propuesto al Ayuntamiento que se restaure la placa conmemorativa que se encuentra deteriorada y que se reponga también la placa que incluía el nombre de la persona que donó este olivo al Ayuntamiento de Palencia, Miguel Ángel Gimeno, propietario de la extinta empresa Viveros Gimeno. Se pretende que se desarrolle un sencillo acto apolítico en el que también se reflexione y se ponga en valor lo que simboliza, la paz, siendo más necesaria que nunca en estos momentos de inestabilidad mundial con las cruentas guerras que se están desarrollando.
     Asimismo desde ¡Vamos Palencia! también ponen voz a los vecinos del barrio que llevan años preocupándose por la salud de este ejemplar al que consideran, debería prestársele mayor atención y cuidados.
     El Olivo de la Paz está ubicado en la Avenida de los Vacceos entre los números 9 y 11 y cuando se trasplantó recién traído de Sabiñán (Zaragoza) contaba con 8.500 Kg de peso y un diámetro de copa de unos cuatro metros. Es un símbolo en el barrio de San Juanillo, cuyos vecinos han estado siempre muy pendientes de su evolución y salud, dando la voz de alarma en varias ocasiones al verse éste ejemplar enfermo.
     También han reclamado al Ayuntamiento que se asesore y procure las mejores condiciones para su mantenimiento. Algunas personas han solicitado que se mejore su espacio retirando el riego por aspersión que le procura una humedad excesiva y que podría producir asfixia radicular u ocasionar la aparición de hongos. También sugieren que se le provea de un espacio alrededor con cubierta vegetal o mulching.

por la Paz

 
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6/03/2024

Árboles canoa (1), del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
Los árboles de canoa (1de2)

Foto 1 - 1890

Foto 2 - 1988
Con esta extraordinaria serie de tres fotos (cuyo uso me ha autorizado el señor Trevor Thomas y al cual agradezco su generosidad) se puede ver y entender lo que en Australia es un “árbol de canoa”. Se trata de árboles a los que los aborígenes australianos quitaron en su momento pedazos de corteza para la creación de canoas, refugios, escudos, coolamons* y algunos otros usos.  
     La corteza, en tramos lisos y libres de ramas, se cortaba con hachas de piedra, llegando hasta la albura y luego se despegaba con cuidado. Se empleaban para ello, como no, los árboles propios de Australia como son los eucaliptos, especialmente el llamado allí “chicle rojo” (Eucaliptus camadulensis), que pueden pasar perfectamente de los 20 metros de altura y cuya corteza llega a ser de 3 cm de grosor. Después de cortada la corteza debía ser preparada y curada, siguiendo para ello los métodos y costumbres nativas. Las canoas duraban, en el mejor de los casos, unos cuatro años, y las más grandes solían ser para dos personas, para uso en ríos, lagos y mar en calma. Con la llegada de los europeos esto cambió y la llegada de nuevas técnicas apartó las canoas de corteza del uso tradicional.
      Volviendo a las fotos, la foto 2 en color fue tomada en 1988 a la orilla del río Murray, cerca de Blanchetown (una población llamada así en honor de Lady Blanche Macdonell, esposa de un gobernador de Australia de sur en el siglo XIX), a unos 130 km de Adelaida. La foto 3 corresponde a 2017, cuando el señor Trevor Thomas volvió al mismo lugar y fotografió de nuevo el árbol, sin embargo lo más interesante es tener la foto 1 de ese mismo árbol, tomada en 1890 y que fue incluida en el libro “Bark Canoes of the Murray Valley” de Robert Edwards, publicado en 1972. 
     Nadie sabe cuándo se quitó la corteza de este árbol, pero el señor Thomas estima que hace entre 250 y 300 años, siendo la edad actual de este eucalipto entre 500 y 600 años. Se estima que, con anterioridad a la llegada de hombres blancos, el territorio estaba ocupado por el pueblo Ngarrindjeri, el pueblo aborigen australiano de la parte baja del río Murray, pero ni siquiera en esto hay acuerdo, algunos opinan que eran un grupo de hasta 18 clanes territoriales, con parentesco cultural, pero sin unidad política. Fuesen Ngarrindjeri o no, lo cierto es que fueron los nativos locales quienes hicieron una canoa a partir de este árbol.

Recipiente multifunción de lados curvos

Foto 3 - 2017

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