"Quién hubiera dicho que estos poemas de otros iban a ser míos, después de todo hay hombres que no fui y sin embargo quise ser, si no por una vida al menos por un rato..." Mario Benedetti.
A los amantes de los árboles,... localización, poesía, cuentos/leyendas, etc.
26 junio 2018
DAVID FERNÁNDEZ GUERRERO, en "El País" La deforestación reduce la capacidad del mar para retener dióxido de carbono
Bahía de Oyster (Australia), principios del siglo XX:
Las praderas de algas crecen entre aguas poco profundas, cubriendo buena parte de la
ensenada. Ochenta años más tarde, la presencia de estas plantas es
testimonial. La capacidad del ecosistema para capturar dióxido de
carbono se ha reducido sustancialmente. Todo ello a causa de la
deforestación y la llegada de tierra erosionada al fondo marino, según
un estudio publicado en la revista Global Change Biology.
¿Qué sucedió? El estudio sitúa el inicio de la historia a principios del siglo XIX, con la fundación de la ciudad de Albany por los colonos europeos. Con ellos llegó la agricultura y la deforestación de los bosques circundantes. El suelo erosionado se acabó depositando en el estuario. “[Con los sedimentos] aumenta la entrada de nutrientes y partículas en suspensión en el agua. Si hay mucha más materia en suspensión no llega suficiente luz al ecosistema, y los organismos que viven más arriba absorben los nutrientes”, explica Pere Masqué, investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona. Un equipo de científicos de este centro y la Edith Cowan University de Australia, liderado por el profesor Óscar Serrano, realizó el estudio. También se filtraron al mar residuos de la actividad agrícola como el fósforo y el potasio, en concentraciones excesivas para las praderas marinas; de 150 a 350 miligramos de fósforo por gramo de materia entre 1900 y 2012; y de 500 a 900 miligramos de potasio por gramo de materia durante el mismo período.
Pese a los cambios en su entorno, los bosques de algas pudieron adaptarse sin demasiados problemas hasta 1960. Entre ese año y
1980 el 80% del área cubierta por estas plantas –entre 6,1 y 6,7
kilómetros cuadrados– desaparece a causa del aumento de la
contaminación. En los últimos años, sin embargo, un proyecto de
replantación ha permitido recuperar parte de la masa vegetal perdida
Para estudiar la historia de las praderas marinas, los
científicos clavaron tubos de plástico en el subsuelo marino. Con ellos
obtuvieron muestras de fondo marino de varias decenas de centímetros de
profundidad. Lo suficiente para llegar hasta 600 años de antigüedad,
aprovechando que los sedimentos más antiguos se encontraban más abajo.
“Una vez extraído, lo seccionamos con una sierra circular y tomamos las
muestras para el estudio”, explica Serrano, investigador de la Edith
Cowan University. ¿Qué implicaciones tienen los hallazgos para el cambio
climático? Por un lado, las plantas de posidonia -endémica del Mediterráneo- retienen el dióxido de
carbono en mayor medida que las plantas acuáticas de menor tamaño, como
el fitoplancton. Por otro lado, “del orden del 50% del carbono queda
retenido en la propia planta, y una vez esta muere queda enterrado [en
el subsuelo marino]”, explica Masqué. Esto permite a las praderas
marinas retener el gas de efecto invernadero “durante cientos de años o
milenios”. Una capacidad de almacenamiento
superior a la de los bosques, como explicó Carlos Duarte, catedrático de Ciencias Marinas en la Universidad King Abdullah de Arabia Saudí.
Si los bosques marinos decaen, no solo
disminuye su capacidad para absorber el gas de efecto invernadero. “Todo
este carbono puede quedar remineralizado [al volver a entrar en
contacto con el agua], pasando a formar parte del CO2 atmosférico”, avanza Masqué.
Es posible recuperar estos ecosistemas. De hecho, la propia
bahía de Oyster Harbour es el escenario de un proyecto de replantación.
Sin embargo, las praderas submarinas requieren un cierto tiempo de
recuperación –cerca de 20 años, según un estudio publicado en la revista Journal of Ecology– para volver a su estado anterior.
En caso de que la mano humana no intervenga para reparar
aquello que alteró, la capacidad de recuperación depende en buena medida
del entorno. Otro organismo puede colonizar la zona, absorbiendo los
nutrientes y la luz solar, dificultando la vuelta de las plantas. Por
otra parte, los bosques de posidonia retienen el fondo marino con sus
raíces. Y, como con cualquier entorno desertizado, la ausencia de masa
vegetal conduce a la erosión del terreno. Así que si “el ecosistema se
erosiona [en exceso], la planta no puede echar raíces en este lugar”,
concluye Masqué.
JUAN GUZMÁN OJEDA, Ing. Técn. Forestal Mil y un nombres de los pinos canarios (1)
Desde la
conquista hay referencias a ‘Pinus canariensis’ con nombre propio. En la
primera parte de este artículo, aquellos con nombres históricos y
religiosos (como el de la imagen sobre estas líneas: el Pino de la
Virgen en el camino de Las Vueltas cuando atraviesa El Paso,
fotografiado a finales del s.XIX).
Tenemos el convencimiento de no errar al afirmar que Pinus y Phoenix, seguido del gentilicio canariensis,
nuestro pino y nuestra palmera, han dado lugar a buena parte de la
toponimia regional. Sin embargo, existen y existieron muchos pinos con
nombre o historia propia, aunque no así es el caso la palmera. Y es que
aunque ambas especies son señas de identidad, lo cierto es que la
longevidad es la marca la diferencia, permitiendo al pino canario un
mayor grado de polimorfismo y singularidad.
Los pinares, hoy tranquilos y solitarios, presentaron un aspecto muy
diferente hasta la primera mitad del pasado siglo. Antaño sirvieron de
rutas de intercambio entre poblaciones, de peregrinación hacia el
santuario, de mudanzas de los enseres e incluso de traslado de los
difuntos hasta el camposanto. Pero sobre todo los pinares fueron muy
transitados por ser fuente de sustento a través de diversos usos, desde
el constructivo al energético, pasando también por el agrícola y el
medicinal. Todavía hoy tras los incendios, cuando asoma la desnudez del
suelo, sorprenden las múltiples sendas que de repente emergen, caminos
que aparentemente no llevan a ninguna parte, salvo a los rincones del
propio pinar.
Y es así que a través de los años, en todas las islas de pinar,
fueron surgiendo mil y un nombres específicos para designar y relacionar
diversos pinos padre con las vicisitudes, imaginación y opiniones de
errantes, trabajadores y moradores locales. En el presente artículo
queremos recopilar y rescatar algunos de estos apodos, en la certeza de
que muchos ya se han extinguido o pudiera que no resulten del todo
ciertos.
Comenzando por los pinos relacionados históricamente, conviene citar
al menos dos: el Pino de Tanausú junto al sendero que lleva desde la
Cumbrecita hasta El Riachuelo, en El Paso (La Palma) y el Pino de la
Victoria en La Victoria de Acentejo (Tenerife). Del primero se cree que
en ese lugar fue capturado el bravo líder benahorita, mientras que junto
al segundo se celebró una misa el día de Navidad de 1495, para
conmemorar la definitiva conquista castellana.
Por su parte, son muchos los pinos concernientes al culto religioso,
en especial por encontrarse junto a las ermitas o basílicas, o en los
caminos marianos hacia las mismas. La mayor parte de estos ejemplares
destacan por sus grandes portes y es que, no en vano, el carácter
sagrado fue un factor que, más allá de la protección divina, ayudó a su
respeto general.
Tan solo en La Palma se cuentan hasta tres con el nombre de Pino de
la Virgen: en El Paso, Puntagorda y Fuencaliente, aunque el del
municipio sureño también es conocido como Pino de Santo Domingo. Hace
mucho tiempo ya que desapareció el Pino Santo de Teror (Gran Canaria),
donde el topónimo invertido releva a la patrona canariense, más conocida
como Virgen del Pino.
De costumbre hispánica, asimismo, era instalar una campana sobre el
pino antes de construir la ermita, de ahí el Pino Campanario en Las
Vegas, en Granadilla de Abona (Tenerife), sobre cuyas ramas oscila una
campana verde y mimetizada, aún en uso.
La construcción de templos católicos, también estuvo precedida por la
colocación de imágenes, marcos y ornatos en los huecos del propio pino,
espacios que había que mantener a golpe de hacha para que la madera no
engullera estos objetos. Aun así no sería extraño que alguna imagen,
colocada sobre algún pie alejado y olvidado, acabara por integrarse
definitivamente en la madera. Otros pinos, como el enorme Pino de la
Cruz en El Pinar (El Hierro) o el Pino del Buen Paso en Icod de Los
Vinos (Tenerife) presentan el hito de la cruz cristiana junto a sus
bases.
Mención aparte lo constituye el denominado Pino del Señor en el
antiguo cementerio de Arafo (Tenerife), singular ejemplar que es el
centro de su propia capilla.
En el suelo está el árbol. Hay algo contra
natura en un árbol horizontal. Vencido. Los operarios colocan una
máquina en el tocón del tronco recién cortado que lo rebaja aún más y lo
astilla salpicando como de carne picada de árbol la acera. El niño lo
mira espantado. Un
hombre comienza a cortar en trozos el árbol caído con una sierra
mecánica. El hombre le da miedo al niño. A sus ojos bien podría parecer
un ser de pesadilla sacado de un videojuego arma en mano. Pero el niño,
sin protección alguna, se suelta de la mano del padre y avanza con
determinación hacia él. ¿Por qué le hace usted daño?, pregunta.
El
operario, que no se lo espera, desconecta la sierra y se queda mirando a
los ojos del crío. El padre se acerca y agarra de nuevo la mano del
niño. Se disculpa ante el operario y aprovecha para preguntarle qué
están haciendo. El hombre responde que el árbol molestaba con su
crecimiento demasiado cercano a los vecinos del primer y segundo piso
del edificio ante el que estaba plantado. Que no se puede replantar
porque habría que levantar la acera y luego volver a arreglarla y eso
cuesta más dinero. Por último, el trabajador explica que plantarán otro
en el saliente de la acera, más alejado de la fachada del edificio. En
ese momento el niño, con lágrimas en los ojos, le grita: ¿y por un poco
de dinero se mata a un árbol? ¿sólo porque moleste a alguien se le quita
la vida a un ser vivo que no le ha hecho nada a nadie y nos mejora el
aire y nos da sombra sin pedir nada a cambio? El trabajador, el
padre y algunas personas que también llevan niños de la mano, tras
haberles recogido a la salida del colegio, se paran mirando lo que
ocurre, alertados por los gritos del niño que llora por el árbol.
Durante unos segundos todo parece congelado. La sierra mecánica
incrustada y quieta en el tronco derribado, como si lo hubiera estado
mordiendo hasta ser pillada in fraganti. El trabajador algo absorto y
con una rodilla en el suelo mirando al niño llorar. Una madre con una
hija en cada mano se queda parada como si fuera la estatua de un parque
junto al tocón envuelto en serrín. Otro trabajador mira por la
ventanilla del camión que se llevará los restos del árbol, como en esas
ocasiones en que nos quedamos con la mirada fija en nada y no podemos
mover la cara hasta que pase algo. El árbol caído, indefenso como un
niño solo que ha tropezado al cruzar la calle. El niño en pie, firme
como un árbol que no sabe que también es madera, papel. El padre
al fin tira del niño hacia el coche para llevarle a casa de su madre.
Sólo entonces la normalidad continúa y la gente pasa. Para el niño, en
cambio, el horror se ha consumado. Mientras entra en el coche y se
sienta en su sillita infantil el crío no deja de bombardear con sus
reproches al padre. ¿Qué mundo es éste en el que se mata a alguien
porque molesta o porque cuesta dinero salvarle? El padre decide no
responderle que sólo era un árbol y opta por abrazar al hijo que está
aprendiendo a ser mayor, a su pesar.
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20 junio 2018
BOSQUES RELICTOS DE MÉXICO
A lo largo de su existencia, los bosques y selvas tropicales del mundo,
se han visto afectados por fuerzas naturales como glaciaciones,
erupciones, sequías y tormentas. Estos eventos causan daños en
grandes extensiones y, sin embargo, sus remanentes supervivientes
continúan su proceso evolutivo permitiendo que estas asociaciones,
llamadas bosques relictos, puedan regenerarse en zonas bajo condiciones
específicas.
Los bosques relictos son vestigios de territorios vegetales cuya
historia se remonta a millones de años, estos ambientes han sobrevivido a
los cambios y nos muestran cómo era la vegetación en grandes
extensiones, cuando las condiciones ambientales eran distintas.
Albergan árboles de especies amenazadas o de distribución restringida,
se consideran reservas de material genético para la restauración y
rehabilitación de otras áreas deforestadas o degradadas, ya que son como
un banco de semillas. En ellos se encuentran árboles padres,
generadores de semillas.