02 diciembre 2025

LUIGI MARÁEZ (Sevilla)
Álamo viejo

¡Oh! Álamo viejo
último vestigio de mi infancia,
solo a ti te encontrara, sólo,
solo contigo me encontrara. 
 
¡Dónde tus otros compañeros!
donde sus añejas ramas,
sus troncos centenarios
sus raíces ancladas,
donde la infancia guarda
la secreta memoria
de los pájaros sin jaula… 
 
Cual un reverdecido centinela
sobre tu grueso tronco se alza
la memoria centenaria de los años
rodeada tu sombra de edificios
mientras mustio y triste te desangras. 
 
Herido de muerte sombra blanca
te asemejas a un fantasma
que ya se desvanece
para no dejar ni mancha
sobre el suelo gris donde se pierde,
la débil silueta de éste que te habla. 
 
Aquella boca túnel del camino
aquella frescura de la bóveda sagrada
donde los niños fuéramos siempre,
felices feligreses sin campanas. 
 
¡Dónde ahora está tu templo!
el de la vieja carretera abandonada,
¡Qué hicieron con tu sombra amiga
los actos de la torpeza humana ¡
 
Nadie ha de comprender
el drama de tu sombra triste,
cuando un día el amor fuera refugio
de los besos soñadores…
Solo los amantes y los niños
fueran dignos de habitarte
¡0h! muerta carretera solitaria.
 
¡Álamo viejo! Carcomido…
Ya no crece a tus pies la hierba,
ni el viento mece la alta rama.
Cercenados tus brazos para siempre.
aún bendices sin embargo
la esperanza donde aún te reverdeces. 
 
Como el último estertor de una belleza
te prodigas regalándonos tu muerte,
en este dolor de abrazarte cual si fueras
un crucificado que en madero muere. 
 
He venido a buscarte ¡oh! amigo,
sin saber tu solitaria suerte,
morir aquí sin más memoria
que en la que en ti guardas silente
acaso perdurando más de lo debido
en un mundo que ya no te merece. 
 
Más allá del polvo y las edades
tus compañeros duermen,
se fueron con el vuelo de los pájaros
se fueron con lo que ya no vuelve.
 
También yo como tú, un día,
sin raíz me secaré deshojado.
Inútil esqueleto sin memoria
deshabitado de pájaros.
Tronco arriba tronco abajo
las hormigas te recorren en tu agreste
arrugada corteza de anciano.
 
Ten seguro amigo mío
que en los años que me resten
de seguir viviendo en lo amado
yo nunca habré de olvidarte,
pues en tu hueco sagrado
dejé mi infancia por siempre.
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