viernes, 4 de agosto de 2023

El Hura, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
Hura crepitans
(...) Cuando hace algo así como medio siglo llegaron a mi casa estos seis tomos de enciclopedia –luego la ampliaron con alguno más fue para mí como una ventana al mundo. Una de las cosas que recordé siempre de aquellos libros era la referencia a un árbol (el hura) cuyos frutos explotan. Así que cuando Jason Westlake, mostró estas fotos decidí que era hora de volver a mi recuerdo. 
 
 
     El hura (Hura crepitans) también llamado catahua, ochoó, jabillo, jabilla, ceiba amarilla, solimán o salvadera, y al que los anglosajones llaman “caja de arena” (Sandbox), no deja de ser un árbol interesante, a fin de cuentas el tronco está cubierto de espinas, su fruto es venenoso si se ingiere en fresco, aunque puede consumirse tostado en pequeñas cantidades, y su savia es un látex tóxico (es una euforbiácea) que afecta a los peces adormeciéndolos, utilizándose para atraparlos. Produce quemaduras en la piel e incluso cegarte si por alguna causa llega a tus ojos. Los indios caribes usaban las flechas envenenadas con el látex. 
     Para acabar de definirlo, vuelvo a mi recuerdo de la niñez: su fruta explota y lanza las semillas a una velocidad máxima de 240 Km/h llegando a distancias de entre 50 y 90 metros. Si estás en lo alto del árbol y resulta que estás en el camino de la fruta, te matará, pero no porque tenga nada contra ti, esto es solo su táctica de dispersión de semillas. Sin embargo, hay aves y monos que se alimentan de sus frutos y semillas, especialmente tiernos. La madera, pese a la apariencia del árbol, sólo se utiliza para trabajos menores de construcción. Este enorme ejemplar, al que le ha calculado más de 1000 años, crece en Costa Rica.
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