miércoles, 24 de noviembre de 2021

El Dios del Bosque

 TAKAHASHI HIROSHI (Yamagata-Japón, 1960)
El Dios del Bosque, una gran haya de la prefectura de Aomori

Especie: Buna (Fagus crenata, fagácea).
Direccion: Okuse, Towada-shi, Aomori-ken 034-0301.
Perímetro del tronco: 6,01 m.      Altura: 29 m.     Edad: 400 años (atribuida).
Tamaño ★★★★       Vigor ★★★★★    Porte ★★★★★    Calidad del ramaje ★★★★
Majestuosidad ★★★★

El gran tamaño de este ejemplar fue reconocido oficialmente por primera vez en 2007. Al oír hablar de hayas y de Aomori, lo primero que acudirá a la mente de muchos japoneses será seguramente el área montañosa de Shirakami (Shirakami sanchi). Pero no es allí donde se encuentra nuestro gigante, sino en otra zona montuosa más próxima a la costa pacífica de la prefectura, cercana al famoso paraje del torrente de Oirase, en el término municipal de la ciudad de Towada. Me desplacé hasta allí a petición de un conocido que me pidió que hiciera las comprobaciones del caso porque había una gran haya. Cuando llegué al lugar y me situé ante ella vi un ser realmente bello, de figura esbelta, alrededor de un tronco enhiesto y de buena altura. Tan esbelta es su figura que, vista desde lejos, esta haya no parezca merecer el calificativo de “árbol gigante”. Pero me bastó con tomar los instrumentos y ponerme a medir para que esa impresión inicial se desvaneciera. El perímetro de su tronco resultó superar los seis metros, suficiente para hacer de ella el haya de tronco simple más grande de Japón. Estábamos entonces en otoño, con las hojas del bosque en pleno enrojecimiento. Expuesta al sol de la mañana, la estampa de este árbol transmitía algo divino, que en nada deshonraba el nombre que se le ha impuesto: el Dios del Bosque. Es extraño que en los alrededores no se vea ninguna otra haya, todas han debido de ser taladas, quedando solo esta divinidad. El Sublime Solitario, sería otro buen nombre para este gallardo superviviente.
     A una cierta altura, el tronco del Dios del Bosque se divide en tres. En nuestro país el número tres tiene desde antiguo reminiscencias sagradas –pensemos, por ejemplo, en los Tres Tesoros Sagrados de Japón: la espada, el espejo y la joya–. Entre los leñadores de la zona se extendió la creencia de que los árboles trífidos alojaban en su seno lo divino y esta sería, según se dice, la razón de que se negaran en redondo a dirigir su hacha contra este ejemplar, salvándolo así de la tala. Muchas habrán sido las casualidades que han mantenido vivo a este Dios del Bosque, bienaventurado entre los bienaventurados. Pese al gran desarrollo físico que ha conseguido, no se detectan en él indicios de grandes ramas rotas, ni se advierten oquedades. Que se haya conservado vivo en una forma tan cercana a la perfección es poco menos que un milagro. Ahora se ha colocado junto a él un panel informativo y alrededor de su tronco un anillo de madera para protegerlo. No tengo ninguna duda de que con el tiempo se popularizará como un nuevo punto turístico de la ciudad de Towada. Pero poco después de ser instalado el panel informativo algún oso dejó en él unos buenos arañazos, así que el visitante que se aventure hasta aquí deberá ser consciente de que se ha internado en territorio de plantígrados y conviene andarse con cuidado.
Árbol Nº 051

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