viernes, 29 de junio de 2012

PEDRO AMADO PISSIS MARÍN (France 1812-1889) 
es citado por PABLO NERUDA (1904-1973), en “Entre Michoacán y Punitaqui” 

(…) Una gruesa capa de humus de más de un metro de espesor cubre todos los bosques de mi territorio natal. En aquella re­gión fría y lluviosa, las hojas de los viejos árboles han ido ca­yendo en un inmemorial otoño. Los árboles también, los vie­jos troncos del pellín, del luma, del ciprés, del Drymis Winterey, los gigantes de la altura caen sobre la humedad de la vieja tierra silenciosa de donde brota la única voz vegetal de la selva, la oración de las enredaderas inmensas y mojadas, los tentáculos del helecho boreal. La Geografía física de un viejo caballero geográfico, el señor Amado Pissis, nos descri­be así esta región:
       "Los árboles que forman las selvas de Chile, pertenecen a un número bastante grande de familias diferentes, comprendien­do 69 especies que se sustituyen unas a otras según las diver­sas latitudes. Cerca de la extremidad austral el Fagus antartica, el Fagus betuloides, el Drimys wintereii, algunas proteáceas y coníferas forman la esencia de los bosques: el número de las especies aumenta más y más a medida que se avanza hacia el norte, siendo en las provincias de Valdivia y de Llanquihue donde los bosques llegan a su mayor esplendor y los vegetales a su mayor desarrollo, favorecidos por una temperatura suave y por continuas lluvias; los árboles, apretados allí, unos con otros, se elevan verticalmente y extienden sus ramas a una grande altura, hasta donde pueden recibir la luz necesaria para su desarrollo. Debajo de este vasto techo de hojas donde nunca penetran los rayos del sol, reina una temperatura y una humedad constante; allí es también donde crecen las plantas más delicadas, plantas que no podrían resistir a la acción directa del sol. En este suelo, enteramente formado de despo­jos vegetales, se extienden los musgos, los licopodos, los hepá­ticos y el Sarmienta repens enlaza con sus tallos carnosos los árboles caídos de vejez sobre los cuales ostenta sus brillantes flores escarlatas. Desde en medio de estos mismos árboles derribados, salen aún los helechos más hermosos, el Alsophila pruinata, especie arborescente cuyas hojas llegan a veces a te­ner tres metros de largo. Algunas plantas más ansiosas de luz, atan sus tallos sueltos al tronco de los grandes árboles y se ex­tienden por sus ramas desde las cuales dejan caer sus hermosas flores de color de púrpura; tal es el copihue o lapageria.
      En fin, en los bordes de los espacios claros de los bosques, una bambusácea trepadora ocupa todo el espacio libre y for­ma un matorral impenetrable como si estuviese destinada a preservar al bosque de los ataques de los vientos y animales."
      Esta cita amarillenta de la Geografía Física de la República de Chile, por el Caballero de la Legión de Honor, miembro de la Universidad y Jefe de la Comisión Topográfica, extraída de la que creo su única edición, la de 1875, no es verdad que tiene algo de ternura, algo más adivinatorio de nuestro paisa­je austral que muchas descripciones literarias? Parece a ratos un fragmento del gran poeta Juvencio Valle, que ha dado a nuestra geografía vegetal una nueva dimensión mitológica y radiante.(…)

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