14 septiembre 2020

Takahashi en Kagawa, el cronista de Japón (033)

TAKAHASHI HIROSHI (Japón, 1960)
El gran alcanforero de Shishijima (prefectura de Kagawa, Japón)
Especie: Kusunoki (Cinnamomum camphora), familia Lauraceae, género Cinnamomum)
Dirección: Shishijima 172, Takuma-chō, Mitoyo-shi, Kagawa-ken 769-1109
Perímetro del tronco: 11,64 m.   Altura: 28 m.     Edad atribuida: 1.200 años
Designado monumento natural de la prefectura de Kagawa
 Tamaño: ★★★★★   Vigor: ★★★★★  Porte: ★★★★★   Calidad del ramaje: ★★★★★     Majestuosidad: ★★★★

Shishijima es una isla de 3,8 kilómetros de contorno situada a 5,5 kilómetros al noroeste del puerto de Takuma, en la ciudad de Mitoyo (prefectura de Kagawa). Encontraremos allí el gran alcanforero de Shishijima (Shishijima no Ōkusu), que se ha convertido en el gran símbolo de esta minúscula isla.
      En su momento de mayor auge la isla, en cuyos mares circundantes hay excelentes caladeros, alcanzó una población de 1.000 habitantes, pero desde el periodo de rápido crecimiento económico conocido como el “milagro japonés” comenzó a despoblarse y hoy en día se dice que apenas viven en ella 10 o 15 personas.
      Es, pues, una islita silenciosa, rara vez visitada por forasteros, pero en todos sus rincones pueden verse tableros informativos que nos guían hacia el gran alcanforero, evitando que nos extraviemos, lo cual es de agradecer. Hay que partir del puerto, dejar atrás el viejo caserío y, sin más preámbulo, acometer una dura subida que nos llevará unos 20 minutos a pie. Allí encontraremos el alcanforero, que, con sus grandes ramas que se extienden horizontalmente, semeja una gran mano que estirase los dedos a más no poder. El porte de este árbol es realmente magnífico y en cuanto a vigor tampoco se puede pedir más, pues no presenta ningún hueco. Uno se emociona ante esa figura con la que parece dar la bienvenida al visitante.

      Se dice que, hace mucho tiempo, este árbol fue engullido por un corrimiento de tierras y que los terrenos alrededor de su base se elevaron y todavía se elevan cinco metros sobre su nivel original. Con esto el misterio de su extraña forma, con una rama partiendo horizontalmente desde la misma base, puede darse por resuelto. Cabe pensar que antes de aquel corrimiento fuera un árbol todavía más grande que el actual, un árbol que nos habría gustado mucho poder contemplar, porque probablemente estaríamos ante uno de los alcanforeros más grandes del país.
      Tanto el árbol como sus inmediaciones son objeto de una esmerada atención y la forma en que se ha conservado el entorno es simplemente conmovedora. Dicen que se afanan en su conservación más de 30 voluntarios, que acuden de los pueblos vecinos. Con sus vistas sobre el mar interior de Seto, que son magníficas, se ha conseguido un paisaje realmente soberbio, en el que el tiempo parece haberse detenido. Un alcanforero que, quien no tenga que estar pendiente de los horarios de los barcos, deseará contemplar horas y horas.

Número 033 del mapa  
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11 septiembre 2020

Un naranjo sin culpa, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
Un naranjo sin culpa
 
(...) Al norte de La Coruña en el Ayuntamiento de Ortigueira está Pazo de Brandaríz. Se trata de una finca cuyo caserón originario del siglo XV, ha pasado a nuestra historia moderna por un árbol. Allí, en el jardín de la Capilla, crece un naranjo que tiene el número 33A en el catálogo de “Árbores Senlleiras de Galicia” con el nombre de “Naranjo Obsceno del Pazo de Brandaríz”. 
     Se trata de un naranjo amargo, aparentemente normal, que produce unos frutos “descarados” que se cubren de protuberancias e imitan órganos sexuales humanos. Las modificaciones afectan también al interior y la distribución de los gajos pierde la orientación radial típica de los cítricos. Si bien la gente es reacia a su consumo, los propietarios hacían confituras con ellos. La presencia de este singular cítrico se remonta al menos al siglo XVIII y entra de numerosas maneras en el imaginario popular. Existe una versión según la cual un obispo de Mondoñedo (Diócesis a la que pertenece) entabló y ganó un pleito con los propietarios hasta conseguir que tan obsceno árbol fuese cortado, porque estando en terreno muy próximo a la capilla, ofendía a Dios. Por algún motivo (semilla, raíz, o lo que fuese) nació otro árbol en un lugar próximo (el actual) con las mismas características que el cortado, ante lo cual el propietario solo manifestó que no era posible cortarlo, puesto que ya había quedado muy claro que su existencia era por la voluntad misma de Dios.
      Ya se sabe que en terreno de leyendas, siempre hay múltiples versiones. Según algún investigador, en el Archivo Diocesano, no se conserva noticia alguna de tal pleito. Según una nota de prensa del siglo XIX, la muerte del naranjo fue debida a un rayo pero, antes de que se notase su ausencia, ya otro ejemplar próximo producía el mismo tipo de frutos. Sea como fuere, todas las versiones apuntan a esa dualidad de árboles. En fenómenos así, incluso han entrado los parapsicólogos (cuestión de gustos y creencias) que dan al fenómeno el nombre de “ideoplastia”, siendo citado también un limonero en Laredo (Cantabria) cuyos frutos tenían forma de pata de perro, presuntamente por haber enterrado un animal de estos bajo el árbol. (... ) Así mismo, les ruego no confundan este fruto con el cidro “mano de Buda” o con los limones atacados y deformados por el “ácaro de las flores”. A nivel más serio, podemos decir que se trata de una variedad de naranjo amargo (Citrus aurantium L. var. corniculata Risso) conocida desde el siglo XVI-XVII como Aurantium hermafhroditum sive corniculatum, que en Bari (Italia) recibe el nombre popular de auraci masci e femminé, y que figura en la colección de cítricos del Jardín Botánico de la Universidad de Nápoles.

Fotos formación de los libros “Árbores e formacións senlleiras de Galicia” (2009) y de “Árboles monumentales en el patrimonio cultural de Galicia” (2003), editados por la Xunta de Galicia.



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09 septiembre 2020

Tamadaba resucita

MARÍA SANTOS
Tamadaba resucita un año después


Termina una semana de auténtico inferno para las islas afortunadas. El archipiélago canario se ha enfrentado nuevamente a un episodio extremo de altas temperaturas, polvo sahariano en suspensión, apenas humedad y vientos fuertes del este. Ingredientes que encienden todas las alarmas por riesgo extremo para la salud y de incendios.
      Durante el miércoles 26 de agosto se superaron los 40 grados en las medianías, zonas interiores de las islas por encima de los 300 metros de altitud, de Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote, por la noche no se bajó de 30 grados en algunos puntos del archipiélago donde la temperatura mínima fue de 32 grados centígrados.
      La situación geográfica de las islas, su relieve con elevadas montañas y barrancos, que acumulan calor en esas simas y provoca subidas súbitas de temperaturas, ponen al archipiélago ante uno de sus mayores riesgos, agravados por el cambio climático, la sequía, el cambio en el territorio o el abandono del sector primario: el fuego.
      Esta semana se cumplía un año de uno de los peores incendios vividos en las Islas Canarias de los último 30 años, y, sin duda el más grande de los registrados en 2019 con una extensión de 78 kilómetros de perímetro, desde Valleseco al Parque Natural de Tamadaba y 12.000 hectáreas calcinadas.
      Más allá de la superficie quemada el fuego de Gran Canaria es considerado como “el peor incendio forestal de los últimos años en España” porque afectó a un “rico patrimonio natural, numerosas especies endémicas y amenazadas y que es vital para el abastecimiento de agua potable en la isla”.

      Poco antes del triste aniversario, y en vísperas de ponerse al frente del incendio que estos días ha consumido parte de La Garafía en la isla de La Palma, el jefe de Emergencias, Federico Grillo, detalló que el incendio del año pasado se llevó por delante el 32% del Parque Natural de Tamadaba, pero “se está recuperando sin problema, incluso ya se pueden ver muchísmos rebrotes y pinocha”.
      Ya explicaba a este medio el año pasado la importancia de las especies endémicas del archipiélago, como los madroños, las fayas o el pino canario, un árbol ignífugo con una gran capacidad de recuperación tras el paso de las llamas.
 

Perfil del pino canario
Pinar de Tamadaba, Gran Canaria
Características: El pino canario (Pinus canariensis) es una conífera única en el mundo, que crece solo en Canarias y tiene la capacidad, a diferencia de otros pinos, de ser relativamente tolerante al fuego y ser capaz de reverdecer después de un incendio. De porte piramidal, puede alcanzar los 40 metros aunque lo normal es que se sitúe entre los 15 y 25 metros. En Canarias existen ejemplares monumentales, como los famosos pinos de Villaflor, en Tenerife, que llegan a los 60 metros. Sus hojas son aciculares, finas y aparecen agrupadas de tres en tres.
Hábitat: Es un árbol que se adapta a superficies muy variadas y es capaz de desarrollarse en paredes de roca casi verticales. La especie,se extiende por Gran Canaria, Tenerife, La Gomera, La Palma y El Hierro. También existen plantaciones en el área mediterránea, y en algunos puntos de EEUU como California, todos ellos, lugares de clima templado-cálido.
Distribución: El 60% de toda la superficie forestal de Canarias (unas 120.000 hectáreas) está poblada por esta especie.
Situación: Los pinos canarios pueden formar bosques mixtos, con palmeras y sabinas (zonas cálidas) o con brezos y fayas (zonas húmedas). También puede extenderse en grandes extensiones de bosque como especie predominante.
Usos: Su principal uso es la reforestación aunque también tiene aplicaciones ornamentales. La pinocha se usa como cama de ganado y para abonar huertas.
Amenazas: Le perjudica el cambio climático, los incendios demasiado frecuentes y las plagas.

     Hoy, poco más de 365 días después, gracias a la contribución de 150 ciudadanos anónimos podemos constatar la evolución de las zonas afectadas por los incendios forestales de agosto de 2019 que el proyecto Fénix realiza desde noviembre enviando sus fotografías desde alguno de los 16 puntos de observación (tótems) que ha instalado en las cumbres.

Deetalle del incendio de Gran Canaria y del área del parque natural de Tamadaba uniendo capturas de luz visible e infrarrojos. Foto: Agencia Espacial Europea
      Gestionado por un equipo multidisciplinar, ajeno a la administración pero impulsado por el Cabildo de Gran Canaria, Fénix Gran Canaria estudiará al menos hasta octubre de 2021 las distintas velocidades y condiciones de recuperación de la flora y las ha analizado con motivo del primer aniversario de los tres fuegos que quemaron unas 12.00 hectáreas y obligaron a evacuar a 20.000 vecinos de distintos municipios.

Tamadaba 

En Tamadaba, el pulmón de la isla, allí donde el coordinador de la lucha contra el fuego, Federico Grilllo, llegó a decir que el incendio “era inextinguible y que ningún hombre era capaz de detener esas tormentas de fuego”, el estado de recuperación es bueno tras este incendio de sexta generación.
Bomberos en 2019
Tamadaba
     El suelo está cubierto por especies herbáceas arbustivas como las Jaras, Corazoncillos o Gamonas, características estas por su floración blanquecina tras un incendio. Las huellas en este pinar son variables y menores a medida que se entra en su interior.
      El grado de recuperación del arbolado es alto, dominando de nuevo el verde general pese a las cortezas ennegrecidas.
Sin embargo, afirma el informe de Fenix Gran Canaria, el daño “es apreciable en algunas repoblaciones de enriquecimiento” aunque con muchos nuevos brotes.
      En masas jóvenes o repobladas con especies de sotobosque de monteverde se han producido daños al observarse brotaciones basales. Algunos ejemplares no han sobrevivido, no por el efecto de las llamas sino por una exposición prolongada por un paso lento de las llamas. La recuperación de las masas adultas de pinar es bueno, con abundante rebrote de acículas (hojas).

Artenara

Artenara 2020. Fenix Gran Canaria En Artenara y Tejeda los incendios, junto a la crisis sanitaria de los últimos meses, han supuesto “un duro golpe para la población” y para la apuesta por el turismo de
Artenara 2020
naturaleza, natural y gastronómico del que se sustenta la región, concluye el informe del proyecto Fénix.
      En Artenara, ”la marca sobre el paisaje y sobre todo sobre las conciencias de los vecinos sigue siendo patente”. Allí el incendio despejó bancales abandonados que evidencian su potencial agrícola.
Desde Lugarejos se ve cómo el abandono agrícola y la proliferación del matorral y el cañaveral son mechas para conducir el fuego, usando las pendientes como lanzaderas hacia Tamadaba.
      Albarrada o bancal de piedra para contener la erosión del suelo Desde Las Hoyas o El Sargento, se observa cómo castigó al pinar canario repoblado y que a estas masas les está costando recuperarse y precisen de claras para ganar fuerza.
      Además, «gran parte del suelo permanece desprotegido», por lo que se ha hecho un esfuerzo para construir albarradas (bancales sostenidos por un muro de piedra sin argamasa) para contener la erosión.
      En Tejeda, donde la población tuvo que ser evacuada en dos ocasiones, el paisaje se ve «muy recuperado y sólo se ha echado en falta el esplendoroso florecer de los almendros de comienzos de año». Bajo Riscos de Chapín aún se aprecian las manchas sobre las rocas dejadas por el fuego y también se notan desde el mirador de Los Almendros.

Evolución de la vegetación en la zona 0 de Tamadaba | Foto: fenixgrancanaria
Valleseco: zona cero del incendio
      En la zona cero la intensidad del fuego fue elevada por la presencia de barrancos con mucha pendiente que provocan mayor longitud de llama, mayor velocidad de propagación y un efecto chimenea.     Desde Cueva Corcho la vista sugiere un alto grado de recuperación, «pero se trata de vegetación herbácea anual y helechal que rebrota por las buenas condiciones del fondo de barranco».
      En las laderas observables desde Galaz o Montaña Pajaritos los efectos «son notables» porque afectó a pino radiata que no rebrota como el autóctono. De hecho, en algunas zonas ya empezó su tala para ser repobladas en invierno con especies canarias.
     También se ven madroños, fayas o pinos canarios repoblados hace 10 años logrando rebrotar, «lo cual es un ejemplo claro de la resistencia y adaptación de la flora canaria».



       En la dorsal de la cumbre que va desde cerca de los pinos de Gáldar hasta la dorsal que separa las vertientes Norte y Sur, desde Doña Paca, en la trasera del Monte de Pavón, se nota un gran rebrote del helecho en una ladera repoblada hace 12 años con monteverde desarrollado que aún no ha rebrotado y debe despuntar en unos meses sobre el helechal.
      Desde Fuente Fría, pese al rebrote de especies herbáceas tapizantes, todavía se ven marcas del incendio: olmos con una profusa brotación de raíz y pinos radiata calcinados que aprovechan los pájaros carpintero.

Evolución de la vegetación en la zona 0 de Tamadaba | Foto: fenixgrancanaria
Evolución del Pinar de Tamadaba
      Vista desde Cueva Caballero la recuperación «está siendo algo más lenta, con un tímido rebrote del pinar más afectado y ejemplares dispersos de alelíes y salvias». En este pinar de repoblación las quemas prescritas lograron que, pese a la intensidad del fuego, «algunas copas siempre permanecieron verdes».
      El incombustible corazón de Gran Canaria Tras un recorrido por los últimos 20 años de historia de incendios en Gran Canaria, solo tres han generado la mayor superficie quemada: el de 2007 (18.000 hectáreas), el de 2017 (2.000 hectáreas) y los de 2019 (9.800 sumando el de Artenara y Cazadores).

      Pero si echamos la vista atrás, la joya forestal de Gran Canaria que llevaba treinta años sin vivir un incendio hasta 2019 sufrió una docena de quemas en 160 años.
      1860 es el primer año que queda registrado en un documento oficial un incendio de Tamadaba. Pero realmente el primer gran fuego recogido por la prensa local data de julio de 1861. Lo anecdótico del mismo es que la población de la Isla se enteró días después de que comenzase gracias a que las llamas fueron atisbadas por la tripulación y pasajeros de la goleta ‘Tinerfe’ cuando se dirigía hacia el Puerto de Las Nieves. Ese fuego acabó con todo el monte de Tamadaba desde Artenara.
      La Reserva de la Biosfera de Tamadaba llegó a sufrir seis incendios en siete años, desde 1919 hasta 1936. Algunos de ellos llegaron a quemar el pinar al completo. Pero éste renacía una y otra vez y de su extinción siempre se encargaban los vecinos de Agaete y Artenara, quizá los réditos obtenidos por ganaderos y agricultores favorecieran estos “fuegos regeneradores”.
      El 28 de julio de 1959, las llamas aparecieron en el llamado Lomo de la Diferencia cuyo sendero dirige hacia las Presas de Lugarejos y Los Pérez. En ese fuego, los jóvenes que se encontraban en el Campamento del Frente de Juventudes se convirtieron en los héroes del momento, ya que fueron los primeros en atacar a las llamas hasta que llegaron los refuerzos, de nuevo, desde Agaete y Artenara.
      El siguiente de importancia ocurrió el domingo 7 de agosto de 1988 obligó a evacuar a 200 personas y quemó 4 kilómetros de terreno y 200 hectáreas de pinar.


       Aunque parezca que la resistencia del pino canario no tenga fin y la capacidad regeneradora de las tierras volcánicas de estas Islas Afortunadas sea infinita no hay que bajar la guardia.
     En esta ocasión el pino isleño responde nuevamente y la fortuna vuelve a sonreir a Tamadaba con unas temperaturas suavizadas por el paso de los alisios que recorren la isla de Gran Canaria, que otra vez verá reverdecer, como ave Fenix de las cenizas, su pulmón verde y su fuente de agua.

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07 septiembre 2020

El cardón cuicateco

JOEL Y NELY en CuicatecoSoyYo
El cardón cuicateco

Desde que nací he procurado los días de lluvia y el ligero rocío de las mañanas frescas.
     Con mis grandes raíces me he aferrado al suelo y resistido los intempestivos vientos. Mis brazos de candelabro han soportado el cabello dorado del sol que se funde en la inmensa tierra colorada y mis rígidas espinas han logrado defenderme de los depredadores más feroces.
     He sido hogar de aves y mamíferos, y les he brindado alimento en los días difíciles de su existencia.
     En cientos de años, he visto pasar un sin fin de caminantes y nacer y morir miles de plantas y animales.
     He visto la guerra, la ira del hombre y he contemplado la destrucción de los bosques y los ríos, he llorado y compartido el sufrimiento de mis hermanos, observando cómo han sido heridos de muerte sin razón.
     No veas solo la apariencia de este afable y vigoroso cuerpo, busca en mi interior y encontrarás al ser semejante a ti, que comparte el mismo orgullo de nacer en esta tierra, el que te pide respeto; porque estoy aquí como tu, para enaltecer a mi región; para soñar, sentir y compartir, porque soy Cuicateco y merezco vivir.


Este cardón gigante (Pachycereus weberi) ramifica cerca del suelo y tiene un crecimiento más rápido que el saguaro (Carnegiea gigantea). Resiste hasta -2º.
 Esta foto de 1895 de Leon Diguet es de otro tipo de cardón -Pachycereus plingle- del norte de México - Baja California
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