"Quién hubiera dicho que estos poemas de otros iban a ser míos, después de todo hay hombres que no fui y sin embargo quise ser, si no por una vida al menos por un rato..." Mario Benedetti.
A los amantes de los árboles,... localización, poesía, cuentos/leyendas, etc.
Mejoran la calidad del aire, rebajan el ruido, invitan a
hacer ejercicio y, por qué no, también embellecen las ciudades. Los
árboles y arbustos y las zonas verdes en general aún brillan por su
ausencia en gran parte de las urbes mundiales, donde ya vive más de la
mitad de la humanidad. "Hasta hace poco, hemos pensado que proteger los
bosques consistía en preservarlos allá donde están, protegiéndolos del
hombre y su contaminación. Así, hemos separado espacios verdes de
espacios urbanos. Pero no ha funcionado en muchos sitios. Y ahora
buscamos la forma de integrar ambos".
Así hablaba Mattia Palazzi,
alcalde de la ciudad italiana de Mantua, en un evento celebrado en la
sede de la FAO (agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura)
en Roma (Italia). (...) "También ayudan a filtrar el agua y
regular los flujos hídricos", ha añadido José Graziano da Silva,
director general de la agencia.
La FAO ha presentado Bosques y ciudades sostenibles, un libro en el que se analizan las historias de cómo 15 ciudades de todo el mundo —de Vitoria-Gasteiz a Singapur, pasando por Filadelfia y Nairobi— han logrado reverdecerse y sacar provecho de las ventajas que ofrecen los árboles en un contexto urbano. Evans Sifuentes Ocaña, regidor de Independencia (un distrito
de Lima, la capital peruana) ha contado cómo plantar árboles en la
ladera del municipio ha ayudado a proteger a sus habitantes de la
erosión del terreno. "Ante la falta de vivienda la gente se instala
donde puede, también en zonas vulnerables". La población del distrito,
de bajos ingresos, construía sus asentamientos en una zona con riesgo de
derrumbe con sismos o llegada de lluvias torrenciales. "Al plantar
bosque, evitamos que más gente se instale ahí, al tiempo que reforzamos
el terreno y creamos un área de esparcimiento que puede dar lugar a
emprender negocios", decía Sifuentes.
En el libro se habla del caso de Vitoria-Gasteiz, que fue capital verde europea
en 2012, de su cinturón verde y de cómo las 1.412 hectáreas de espacios
públicos verdes de que dispone son fruto de una planificación y una
visión que se lanzó hace más de un cuarto de siglo. Lo mismo ocurre en
el caso de Singapur. La mayoría de los miles de árboles de la
ciudad-Estado —que cuenta con los mismos metros cuadrados de zona verde por habitante que la capital alavesa— tienen su origen en un programa que se puso en marcha hace más de 50 años.
Pero, aunque la planificación es clave, siempre hay tiempo
para subirse al tren de los bosques urbanos. La pequeña Mantua (50.000
habitantes) ha invertido 2,5 millones de euros en los últimos dos años
para aumentar un 55% el número de plantas en su término municipal, según
su alcalde. También se han creado dos bosquecillos en zonas dedicadas a
polígonos industriales y logísticos. "Debemos ser conscientes de que
con esto podemos hacer ciudades más bellas y sanas", decía Palazzi.
En Filadelfia, que cuenta con el mayor sistema de parques
urbanos de los Estados Unidos, siguen ampliando su cobertura forestal,
centrándose sobre todo en las zonas más desfavorecidas. "No hay que
limitarse a apoyar a los vecinos que quieren plantar árboles, sino
convencer a los que no están interesados", explicaba Michael Di
Berardinis, el director de gestión de su Ayuntamiento. "Antes lo
hacíamos solo por el medio ambiente, para secuestrar carbono. Pero hemos
entendido que aportan muchas otras cosas. Entre otras, los barrios más
verdes son más seguros.
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viernes, 27 de julio de 2018
EL BIBOSI Y EL MOTACÚ En "SoySantaCruz.com.bo"
Uno de los más curiosos y pintorescos casos de falsa simbiosis vegetal que se presentan en nuestra tierra es la del árbol llamado bibosi y la palmera motacú. Tan estrechamente se enredan uno con otro y de tal modo viven unidos, que entre las gentes simples y de sencillo pensar se da como ejemplo vivo de enlace pasional. Una vieja copla del acervo popular lo expresa galanamente:
El amor que me taladra necesita jetapú; viviremos, si te cuadra, cual bibosi en motacú.
Quienes saben más acerca de ello señalan que la palmera es el sustento y la base de la unión, pese a su condición femenina, y el árbol es el que se arrima a ella porque le procura mantenimiento y firmeza, no obstante su ser masculino. La observación del conjunto da qué pensar, habría en ello material sufciente para especulaciones de orden social y hasta moral si se quiere.
Dando al sugestivo asunto otro cariz y tratando de explicarlo por el lado poético-afectivo, el poeta don Plácido Molina Mostajo (1875-1970) cantó:
El membrudo bibosi que a la palma por entero rodea con tal solicitud, que al fin la ahoga Celoso enamorado prefiriera antes que en otros brazos a su amada, entre los propios contemplarla muerta.
Dice la leyenda sobre la peregrina unión del árbol corpulento y la grácil palmera... ... que por los tiempos de Maricastaña y del tatarabuelo Juan Fuerte, vivía en cierto paraje de la campiña un jayán de recia complexión y donosa estampa. Amaba el tal con la impetuosidad y la vehemencia de los veinte años a una mocita de su mismo pago, con quien había entrado en relaciones a partir de un jovial y placentero "acabo de molienda". La mocita era delgaducha y de poca alzada, pero bonita, eso sí, y con más dulzura que un jarro de miel. No tenía el galán permiso de los padres de ella para hacer las visitas de "cortejo" formal, por no conceptuarle digno de la aceptación. Pero los enamorados se veían fuera de casa en cualquier vera de senderos o bajo el cobijo de las arboledas. Entre tanto los celosos padres habían elegido por su cuenta, como futuro yerno, a otro varón que reunía para serlo las condiciones necesarias. Un buen día de esos notifcaron a la hija con la decisión inquebrantable y la inesperada novedad de que al día siguiente habrían de marchar al pueblo vecino para los efectos de la boda. La última cita con el galán vino esa misma noche. No había otra alternativa que darse el adiós para siempre. El la tomó en los brazos y apretó y apretó cuanto daban sus vigorosas fuerzas... "Antes que ver en otros brazos a la amada, entre los suyos contemplarla muerta", referían en el campo los ancianos, y singularmente las ancianas, que el primer bibosi en motacú apareció en el sitio mismo de la última cita de aquellos enamorados. El bibosi es un tipo de ficus que se enreda apasionadamente sobre el motacú (Scheelea princeps) una frágil palmera de ricos frutos.
---Fin---
martes, 24 de julio de 2018
LOS MANGLARES
El vídeo nos da la información sobre qué características tiene
el manglar, qué tipos de manglares se encuentran en Guatemala, qué
diferencias se presentan entre éstos, qué importancia y beneficios
proporcionan a las comunidades, los peligros o riesgos que sufren y
cómo los podemos conservar y proteger.
Manglares de Guatemala
Manglares de México
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sábado, 21 de julio de 2018
FELIX FINKBEINER ... addresses United Nations with speech to open the International Year of Forests 2011
El precoz Finkbeiner fundó con nueve años -2006- «The plant for the planet children initiative», una organización internacional dirigida básicamente a promover que los niños planten un millón de árboles en cada uno de sus países (hasta
ahora ha actuado en 91 estados) como medida para combatir el
calentamiento, aunque la meta más ambiciosa de este organismo es llegar a
plantar un billón de árboles.
Con
una camiseta que le iba un poco grande y que le hacía parecer incluso
más joven de los 14 años según su biografía, Finkbeiner mostró un asombroso aplomo sobre
el escenario para defender sus teorías conservacionistas y reclamar
medidas más contundentes para mitigar el cambio climático y las
emisiones de CO2.
CELIA VIÑAS y el árbol de la vida Del "Jardín del Mar", comentario
Hay personas que pasan por la vida de puntillas, sin dejar huellas en el
camino, sin mojarse la ropa en el río, o las botas con el barro, quizás
vivan con miedo a vivir. Otras que caminan en libertad y dejan una
huella imborrable en las personas con las que habitan. Las palabras y
las acciones cobran otra dimensión y traspasan hasta las cenizas en el
tiempo. Hay un poema escrito por Celia Viñas en diciembre de 1944 y
publicado en 1946, en su primer libro de poemas “Trigo del corazón”,
mostrándonos su gran calidad poética, su sentido profético, su amor a
esta tierra y su profundo conocimiento del paisaje almeriense desde el
primer momento de su llegada a nuestra ciudad.
CELIA VIÑAS OLIVELLA (Lérida,
1915-1954)
Un árbol
Un árbol sobre mis huesos Nada más. No. Nada más. Silencio... Si hay un árbol, sabrán todos que debajo está mi cuerpo.
Los pájaros y los niños
y el mar que gime a lo lejos.
Todo lo demás olvido
hasta del hombre que quiero.
Gracias.
Enterradme en aquel cerro,
en aquel cerro desnudo,
desnudo y seco,
como yo, sí, como yo
orfandad de unos hijos que no espero.
Ay, mi corazón,
abuelo
de tus bosques, ciudad mía.
Si me muero -que me muero-
no me llevéis, no,
al cementerio
con los muertos.
¿Sabéis? Odio las manos cansadas
de los sepultureros.
Que me entierren cuatro niños
cantando un romance viejo.
Sí,
en aquel cerro
¿lo veis tras de mi ventana?
Todos mis sueños
pájaros en vuelo
sobre los pinos futuros
y ciertos
de tus bosques del mañana, mi Almería.
Si mi muerte te da un árbol, muero.
¡Qué dulce la muerte mía
sobre tus desnudos cerros!
(De Trigo del corazón,
diciembre 1944)
En él, Celia va tejiendo,
verso a verso, los lazos ancestrales que existen entre los árboles y las
mujeres; anhelando convertirse en savia porque sabe que el árbol, en
esta tierra exhausta, representa la grandeza de la Naturaleza y el
porvenir de sus habitantes. El árbol es la vida que de ella se nutre y
que en ella crece. Es el santuario que late vida, en el cual quiere
habitar en la muerte y formar parte de su memoria fotosintética, y del
mañana de esta ciudad yerma a la que ama. Ella, que es sabia, sabe que
un futuro con árboles es un futuro más feliz para todos los seres que
moran en la ciudad. Y Celia Viñas dejó en su alumnado una huella, con
su educación, en forma de árbol y poesía. En sus currículums dicen,
ochenta años después: “Soy Manuel, cirujano jefe y alumno de Celia
Viñas”. “Soy María, maestra y alumna de Celia Viñas”, y así todos en
cualquier parte del mundo escriben poemas en forma de ramas, raíces y
hojas, recordando sus clases al aire libre a la sombra de los árboles,
bajo un retorcido pino o un naranjo en flor. Celia, la poeta, la
maestra, la “madre”, la tierra, el amor, la paciencia, la ternura,… la
mujer. Enraíza en los que la escuchan, en los que caminan junto a ella
hasta la sombra de un árbol para aprender de ella, para dejar que
germine en ellos la razón del ser y de la vida. Celia es como el árbol,
el árbol de la vida.
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lunes, 16 de julio de 2018
OLIVERA DE RÁFALES Comarca de Matarraña, Teruel
El hermoso pueblo de Ráfales -Comarca de Matarraña- tiene una antiquísima
almazara, ahora convertida en hotel-museo del aceite, con una de las prensas de aceite más
grandes de toda Europa. Pero el motivo de la visita es el contemplar la gran olivera, de la variedad rebuxenca, una de las más fuertes ante la adversa climatología -heladas, sequías- y más longevas.
Cruz de las Oliveras
Este árbol es portentoso. Tiene un perímetro de 8 metros, una altura de cuatro metros y desde la altura de 1,5m se divide en cuatro cimales, de los que uno se ha secado, parece que por completo. En el mismo bancal hay otros tipos de olivos de variedades empeltre, caspe y moixonenca. Según me comentan a este olivo todavía se le recoge la oliva a mano para no dañarlo, aunque hay años en que sus olivas se quedan sin recoger.
La ruta es muy sencilla. Desde Ráfales tomamos la TE-V-3005 camino de La Portellada. A unos dos km, a la derecha veremos la Cruz de las Oliveras, donde iniciamos la ruta de wikiloc. Tomamos el camino que sale a izda. paralelo al barranco de Els Postalls y recorremos el kilómetro y medio en sentido contario al barranco.
La ruta de Wikiloc está hecha a mano por fallo "técnico". De todas formas es difícil perderse. Seguimos el camino principal y después de que veamos a mano izda. una antigua masía, tomamos en primer desvío a la derecha. En cuestión de 100m veremos, a la izda., el amplio bancal de la olivera.
MÀRIUS SERRA, en La Vanguardia De árboles y bosques
A finales de junio, parece que haga siglos, asistí a
una sesión explicativa para el vecindario del proyecto de reforma de los
jardines de la masía de Can Fargas, en el paseo Maragall. Vivo tan
cerca que paso cada día por ahí e incluso los pisé años atrás, cuando
empezaban a organizar alguna visita guiada por Desideri Díez. Ahora Vila
Marguerita, que es como en realidad se llamaba Can Fargas, ya es una
escuela municipal de música, tras años de luchas vecinales para no
dejarla en manos privadas que la querían ordeñar como una vaca pétrea
con usos que la habrían desnaturalizado. La primera vez que participé
activamente en una acción de protesta a pie de calle fue con los vecinos
canfarguistas, que cada año cortaban la calle para organizar una feria
reivindicativa, con música y parlamentos. Una vez que la rodeamos con
una cadena humana me tocó delante del jardín y tuve tiempo para fijarme
con más detenimiento. Era un verdadero bosque, espeso y sombrío, que
contrastaba con el tráfico del dinámico paseo que tiene en uno de los
tramos de su perímetro. En la reunión técnica con los vecinos, el
arquitecto responsable de las obras de adaptación habló del valor que
tenían los jardines. Me sorprendió la gran cantidad de especies que
contiene y la lógica de jardín romántico que responde a su disposición,
tan difícil de apreciar para un lego en la materia. Evidentemente, el
paso del tiempo transformó la vegetación en masa forestal.
Desde hace unas semanas, coincidiendo con los cambios
constantes que se dan en la actualidad política catalana, los operarios
de Parcs i Jardins arreglan el jardín según el plan que nos expusieron.
Hacen de todo. Desbrozan, podan, abren paso, apuntalan los especímenes
más altos y, en general, conjugan todos los verbos que comprende el
paraguas de adaptar. De repente, los vecinos empezamos a pararnos cada
vez que pasamos por ahí. Descubrimos rincones ignotos que la vegetación
había ocultado durante años. Detalles de obra, como una fuente o unos
peldaños, o bien plantas que ni sospechábamos que estuvieran ahí. Ya
hace semanas que, cada mañana cuando paso por ahí, pienso que escribiré
este artículo. Si lo hago hoy es por lo que oí en boca de un niño que
iba con su madre hacia la escuela pública Torrent de Can Carabassa.
Mama, le dijo, el bosque no nos dejaba ver los árboles. La madre empezó a
corregirle, como para decir que había invertido los términos y que eran
los árboles los que no, pero en ese punto se calló y sonrió. El niño
acertó. Ahora que la incertidumbre de los cambios todo lo ocupa, muchos
analistas sabiondos con madera de profeta nos repiten sus teorías y, si
les replicamos, nos riñen diciendo que “los árboles no nos dejan ver el
bosque”. Pero en ocasiones son los bosques los que no dejan ver los
árboles. Y sin árboles no hay bosque.
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jueves, 12 de julio de 2018
"El árbol que lo vio todo"
AMSTERDAM reune en un mapa sus árboles monumentales
La ciudad de Amsterdam ha hecho un mapa para proteger mejor los árboles monumentales y parques que tienen un valor monumental. En el mapa ( http://www.gisdro.nl/monumentaal_groen ), puede ver los árboles de 50-80 años, 80-100 años y árboles que tienen más de un siglo. El árbol más antiguo de Amsterdam tiene más de 200 años (es un roble en el Zoológico Artis, junto a los chimpancés). El mapa también incluye monumentos estatales y monumentos de la ciudad oficialmente incluidos en la lista.
Algunos ejemplos son el jardín del Vondelpark, el
cementerio Oosterbegraafplaats, una calle en Artis Zoo, el jardín de
Amstelrust (una casa solariega del siglo XVIII a lo largo del río
Amstel) y el cementerio abandonado Huis Te Vraag. También se enumeran árboles con un valor cultural, como el "Árbol que lo vio todo".
Este árbol es parte de un monumento en el sureste de Amsterdam para
conmemorar a las víctimas del accidente aéreo de El-Al del 4 de octubre
de 1992.
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martes, 10 de julio de 2018
OSVALDO SOSA CORDERO (Argentina, 1906-1986) Anahí
Anahí...
las arpas dolientes hoy lloran arpegios que son para ti
Anahí... recuerdan a caso tu inmensa bravura reina guaraní,
Anahí,
indiecita fea de la voz tan dulce como el aguaí.
Anahí, Anahí,
tu raza no ha muerto, perdura en tus fueros en la flor rubí.
Defendiendo altiva tu indómita tribu fuiste prisionera
Condenada a muerte, ya estaba tu cuerpo envuelto en la hoguera
y mientras las llamas lo estaban quemando
en roja corona se fue transformando.
La noche piadosa cubrió tu dolor y el alba asombrada
miró tu martirio hecho ceibo en flor.
Anahí...
las arpas, dolientes hoy lloran arpegios que son para ti
Anahí...
recuerdan a caso tu inmensa bravura reina guaraní,
Anahí,
indiecita fea de la voz tan dulce como el aguaí.
Anahí, Anahí,
tu raza no ha muerto, perduran sus fuerzas en la flor rubí.
Anahí....
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domingo, 8 de julio de 2018
GIRALA YAMPEY (Paraguay, 1923-2018) La leyenda de Anahí y la flor del ceibo (árbol nacional argentino) De "Mitos y leyendas guaraníes" (Edición del autor; 2003; Asunción, Paraguay)
Dicen que Anahí, una joven de la tribu guaraní no destacaba por la belleza, era de rostro tosco, pero
era aguerrida y tenía una maravillosa voz. Cantaba con tanta dulzura que encantaba a
todos cuando modulaba las melodias de su tribu. Era noble de corazón y
de maneras afables. Su espigada estampa era signo de vigor, audacia y
valentía, cualidades que demostraría muy pronto. Destacaba por su bella alma y su coraje solidario, que ennoblecía
su person.
Un día, sobrevino un ataque al táva -al pueblo- de su grupo. Sin titubear,
la joven Anahí, se sumó a los guerreros de su tribu para defender el
hogar y la comunidad. Lo hizo con increíble bravura. En medio del
combate, se le veía altiva y decidida. Los invasores guiados por
guerreros guaycurúes querían
cautivos para sus servicios. La bravura de la muchacha despertó
enseguida la admiración de todos, defensores y atacantes. En denodada
lucha demostró las ansias de libertad de su estirpe. Pero la ferocidad
de los guaycurúes y el tronar de arcabuses, consiguieron reducir a los
defensores. A Anahí, la tomaron prisionera y fue llevada atada, por el
temor que inspiraba su irreductible decision de luchar. La pequeña
muchacha de la hermosa y dulce voz, resultó ser una admirable guerrera.
Anahí fue encerrada con centinela. Triste y
sola, no perdió su apostura. Por momentos cantaba con su invencible y
melodiosa voz. Era tan cautivadora su dulce voz, que el propio centinela
quedó preso de sus canciones. En un momento de descuido Anahí le asestó un sorpresivo y violento golpe con un trozo de
palo que pudo tomar. Dándole en la nuca lo dejó
tendido y salió en frenética huida del lugar.
Ya había ganado el bosque cuando la alcanzaron. Nuevamente fue apresada. Los invasores condenaron a Anahí a morir en la hoguera para complecer a sus furiosos aliados guaycurúes y para dar un castigo ejemplar a quienes quisieran escapar al
yugo del vasallaje; además de que creían que Anahí podría tener poderes
ocultos de hechicera o bruja.
Esa noche, cuando la luna llena alumbraba con todo su vigor, el pequeño
cuerpo de la abnegada y decidida muchacha, fue atada a un poste a
orillas del río. Llevaron haces de leña que fueron
apiladas alrededor de la prisionera. Un danza ritual de los guaycurúes,
acompañó la ceremonia y dio comienzo a la inmolación de Anahí. Un denso
humo negro cubrió la escena de la quema en vida de la infortunada
víctima. No se escuchó ningún grito desesperado, ni llantos. Solamente
un quejumbroso murmullo que parecían amenazas, un sordo
canto fúnebre.
Seguramente tenía conciencia que su sacrificio era el símbolo de
la defensa de la heredad y las ansias de libertad de su pueblo. Ofrendó
su vida con serenidad y coraje. La india más fea de la tribu, pero que
poseía la más dulce voz que habían escuchado sus hermanos, fue quedamada
viva, en la hoguera.
Una vez que ardieron los leños, el negro humo fue disipándose. Al llegar
los resplandores del alba, cuando las llamas habían consumido el cuerpo
sacrificado en un holocausto de venganza sin piedad, quienes
martirizaron a la pequeña y valiente guerrera, vieron con asombro que
sobre las cenizas que dejaron las lenguas de fuego, algo se agitaba. La
luz de la madrugada mostró que, en el lugar del tronco que había servido
para atar a la joven de dulce voz, estaba erguido un árbol cuya rugosa
corteza formaba unos canales que parecían llamas danzando. En sus verdes
ramas, lucían ramilletes de rojas flores. Eran como si la sangre de
Anahí estuviera manando en gotas vegetales. Era el árbol que representa el alma
indomable y altiva de una estirpe que no quiere morir, el ceibo. Su presencia,
muchas veces solitaria en los montes, recuerda a quienes supieron morir
por su libertad. Es un árbol rústico, casi hosco, cuya flor, como el
indomable espíritu de Anahí, no puede llevarse sobre el pecho. La voz
dulce de la indiecita fea, anida en ella.
José Oswaldo Sosa unió la poesía y la música en una hermosa
canción sentimental que perpetúa la leyenda de Anahí. (La pondré en próximos días)
---Fin---
viernes, 6 de julio de 2018
LOS ÁRBOLES VIEJOS SON CLAVES EN EL EQUILIBRIO ECOLÓGICO DEL PLANETA De"redaccion@ambientum.com"
El paradigma que se asumía desde siempre en el mundo de los
silvicultores, según el cual los árboles paran de crecer en masa una vez
alcanzan ciertos tamaños y pierden su vigor a medida que envejecen, ha
tenido un giro de 180 grados.
En la actualidad se sugiere analizar
este fenómeno desde otras perspectivas, porque su dinámica no es igual a
la de los humanos, quienes paulatinamente dejan de crecer y reducen su
metabolismo. Después de analizar 673.000 individuos de 403
especies de parcelas forestales en climas tropicales y templados del
mundo, se halló que el 97 % de los más antiguos seguían creciendo en
masa, lo que les permite capturar grandes cantidades de CO2 y eliminarlo
de la atmósfera.
Según Álvaro Duque, coautor de la investigación,
profesor de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín y experto
en bosques, ello contradice la idea de que el crecimiento en masa de
los árboles grandes se detiene una vez estos alcanzan cierto tamaño.
Según
la publicación Nature News de enero de 2014, se estima que un árbol de
100 centímetros (cm) puede crecer anualmente 52 veces más que uno de 10
cm. Los resultados del estudio muestran, por ejemplo, que en una parcela
de bosque maduro en el oeste de Estados Unidos, los árboles de más de
100 cm de diámetro comprenden solo el 6 % de especies, pero representan
el 33 % del crecimiento.
El estudio fue liderado
por Nathan Stephenson, ecólogo del Servicio Geológico de Estados Unidos,
a quien se unieron 37 investigadores de diversos países –entre ellos el
profesor Duque-, para analizar la información de la dinámica de la
biomasa en los bosques del mundo. El equipo calculó las tasas de
crecimiento en relación con características funcionales y evolutivas.
En
una parcela de 100 × 100 metros se midieron e identificaron todos los
árboles. Mediante el uso de ecuaciones alométricas (herramientas
utilizadas para medir volumen y biomasa de los árboles) se convirtió a
masa el diámetro de su tamaño, teniendo en cuenta la densidad específica
de la madera. A partir de ahí, se cuantificó para cada individuo su
crecimiento, correspondiente al período establecido para el análisis.
Los
resultados revelan que las especies que alcanzan grandes tamaños van a
ser en gran medida representativas de este fenómeno. Para Duque, hay
familias en nuestros bosques que alcanzan dimensiones muy grandes, como
Leguminosae, Bombacaceae y Lecythidaceae, entre otras. En las tierras
altas, los robles (Fagaceae) juegan un papel preponderante.
Lo
anterior se reafirma con los resultados que ayudan a resolver algunas de
estas contradicciones. Maurizio Mencuccini, ecólogo forestal de la
Universidad de Edimburgo (Reino Unido), afirma que los más jóvenes
pueden crecer más rápido en una escala relativa, lo que significa que
requieren de menos tiempo para, por ejemplo, doblar su tamaño. Sin
embargo, en cantidades netas, los más viejos siguen aumentando su
crecimiento.
Para el análisis de Colombia, se incluyeron datos de
zonas de tierras bajas y de los Andes, pero según Duque había una
limitación con respecto al número de árboles, por lo que se consideraron
muy pocos. Sin embargo, puntualizó que la representatividad de los
bosques tropicales y no tropicales estudiados hace que los resultados
sean concluyentes para todos los bosques de nuestro país.
La
importancia de capturar CO2 radica en que es uno de los principales
gases de efecto invernadero que se está acumulando en la atmósfera, lo
cual tiene consecuencias directas sobre el calentamiento global.
Teniendo en cuenta el incremento aproximado en la temperatura en los
últimos 30 años, de entre 1 y 2 °C por encima de los niveles históricos,
si no existieran los bosques, este rango se hubiera duplicado.
Los que saben de
estas cosas cuentan que, hace más de mil años, los guaraníes iniciaron
una larga migración hacia el sur desde el corazón de las selvas
sudamericanas: quizás desde la meseta del Mato Grosso, donde se separan
las aguas que se encauzan hacia el norte, hacia las selvas amazónicas, y
las que descienden hacia el sur, a la cuenca del Plata; o quizás desde
más al Norte todavía.
Cuenta la leyenda que el Dios de los guaraníes cuando estaba dispuesta
la separación de los hermanos Tupí y Guaraní un día antes de la partida
de Guaraní, les dijo: "Los dos son y serán siempre conquistadores de
tierras, el símbolo de sus conquistas será, que ustedes al asentarse en
una comunidad marcaran con grandes árboles de distintos colores cuyo
nombre será Tajy, "las tierras conquistadas". Y así Tupã Tenondete les
entregó la semilla de estos fornidos árboles que había traído del
"Yvaga", prometiendo que si cultivaban las semillas crecerían los
árboles más grandes y ellos utilizarían la madera para todos utensilios
que necesitaran: canoas, cubiertos, armas, flechas, casas. Desde que
comenzó la conquista de los guaraníes se puede disfrutar por todos los
caminos los lapachos de diversos colores: blancos, amarillos y rosados.
Desde ese tiempo los guaraníes afirman que los lapachos siempre traen la
fortaleza de Tupã a todo el pueblo, pues, al mirarlos y tocarlos, el árbol
les transmite una fuerza incomparable, marcando claramente el
territorio que pertenece a esta tribu. Por esto los guaraníes lo llaman
"El árbol de Yvaga", el árbol de Tupã Tenondete.
---Fin---
lunes, 2 de julio de 2018
JOSÉ ZOILO en... "Padre Mario: Sanaciones desde el cielo" habla del "Lapacho" Este es un pasaje en el que Zoilo describe al lapacho, seguido de una poesía que no sabemos si también es del mismo autor. El lapacho, del género Tabebuia, comprende alrededor de un centenar de especies de árboles nativos de la zona intertropical de América hasta el centro-norte de Argentina y Paraguay.
(...) Es un árbol que crece lento. No tiene apuros. Sabe esperar en la fidelidad de sus ciclos, viviéndolos uno a uno con intensidad, tanto en sus desnudeces invernales como en sus derroches de vida. Su madera se va haciendo lentamente por eso logra ser tan resistente. No necesita ser descortezado como el quebracho su resistencia le llega hasta la piel. Cuando se entrega, se entrega entero.
Cuando los antiguos misioneros jesuitas construían sus iglesias monumentales, iban a los montes y arrancaban los lapachos con sus raíces enteras, transportándolos con su terrón de tierra colorada adherida a ellas. Y así los volvían a plantar en el suelo, constituyéndolos en columnas que sostendrán toda la estructura del edificio. Las paredes eran de esa misma tierra colorada apisonada en un encofrado de madera que luego se retiraba. Toda la resistencia del edificio, que aguantó siglos, se fiaba a las columnas. Por supuesto para esta misión había que despojarlo de sus ramas. Pero eso le sucede a todo árbol que tiene que cumplir una misión distinta a la de ser simplemente planta. En San Ignacio Guazú y en muchos otros lugares de tierra guaraní, donde estuvieran antiguas y hermosas iglesias, hoy sólo quedan en pie parte de esos troncos de “taye”, trozos de columna aún clavadas junto a su montículo de tierra colorada que constituían las paredes. Su madera no se pudre. Poco a poco va saltando en astillas que regresan a la tierra madre, uniéndose al humus fértil que alimenta la vida nueva que nace a sus pies (...) Alerta vigía de septiembre, ternura de fiesta quinceañera, se estrella el invierno entre sus flores, cubriendo de rosa las veredas. Mil soles te diron fortaleza, mil noches te dieron su frescura; es tuyo el misterio de las selvas, del viento y del indio en su espesura. Tenés corazón que no se pudre, lapacho de flores sonrosadas, pudor virginal que se arrebola guardando tu savia acumulada. Son parcas las ramas de us gestos, que sólo en la copa se te ensancha, dejando que el tronco surja recto, igual como surge la confianza. Tayé, te llamaron los antiguos, y el nombre, por gracia, ha perdurado, volviendo a endulzarlo el acmoatí que busca la miel entre tus labios. Imagen del alma de los curas -rara conjunción de tierra y gracia- columna sacada de los montes y luego de pie crucificada. Sacado con todas sus raíces trajiste contigo tu pasado, bravo imaguaré de los antiguos, Retá con color de sangre y barro. Hoy quedas de pie sobre las ruinas, cual mudo testigo del pasado, e invitas a todos los que llegan a ver, a pensar y dar la mano.