domingo, 29 de mayo de 2016

DAVID S. RESTREPO
El arbolado urbano
Un enfoque práctico sobre los beneficios de los árboles y bosques urbanos

Fuente:
https://www.youtube.com/watch?v=HTF7OZbTugU

Estas son las fotos que acompañan a la charla:
http://www.slideshare.net/ArborCulture/restrepo-david-beneficios-de-los-arboles-y-bosques-urbanos-20151113-monterrey-reduced-55864700
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jueves, 26 de mayo de 2016

A. GRAU & A. M. KORTSARZ

Universidad Nacional de Tucumán (UNT), Argentina
¿Para qué los árboles?

Transcribo lo que dice la fotografía por si no se lee bien...

Temperatura de sitintas superficies medidas con un termómetro infrarrojo en dos cuadras contiguas de una calle de San Miguel de Tucumán en el mes de enero. Mientras que la temperatura del aire es bastante similar en ambos casos (menos de un grado de diferencia), la tempera de las superficies muestra diferencias drásticas.

Con un arbolado pobre, un transeúnte o un automóvil se ven sometidos no sólo a la radiación solar directa, sino también a la radiación de las superficies cercanas, que pueden ser superiores en más de 30ºC a superficies similares sombreadas.
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De "Únete al Planeta"


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lunes, 23 de mayo de 2016

LA LEYENDA DE LA VICTORIA REGIA

     Era una noche calurosa, las miles de tribus del Alto Amazonas podían ver la cálida luz emitida por una luna brillante como un diamante puro. En el centro del terreno de una aldea ardía una intensa hoguera. Un viejo cacique, que ya contaba con más de cien años de edad, sentado en un tronco de un árbol, contaba algunas historias para los niños, dando prueba de que el conocimiento milenario debía pasarse de mayores a jóvenes. Era el miembro con más edad de la tribu y también un poderoso chamán (hechicero y médico) que conocía todos los misterios de la naturaleza. Cuando terminó su leyenda uno de los niños le preguntó que de dónde provenían las bellas y maravillosas estrellas que brillaban en el cielo. El cacique, de voz lenta y cansada en razón del peso de la edad, tomó una bocanada de su enorme pipa y les contó a los niños la siguiente historia...
     — Hijos míos, sabed que las conozco a todas. Sabed que cada estrella es una india que se casó con la luna, bella y brillante. ¿No lo sabían, eh? La luna para nosotros es un valiente guerrero, hermoso y fuerte (para los blancos es una mujer). En las noches de luna llena, él desciende a la tierra para casarse con una india que haya conocido – informó el anciano y curvado cacique.
     — Mirad –continuó el anciano y sabio indio– ¿veis allá, aquella estrella brillante, a un lado del conocido Crucero del Sur? Aquella brillante estrella era la india Nacaíra. Era la india más hermosa y bella de la tribu de los maués. La otra era una india llamada Janã. Ella no sólo era una joven muy bonita y hermosa, sino que también era la flor más bella y con más garbo de toda la tribu de los auraques. Respecto a eso, les voy a contar una historia que ocurrió hace muchos años aquí en nuestra tribu.
     Hace muchos años existía entre nosotros una joven y agraciada india llamada Naiá. Era como una verdadera y bella flor. Cuando supo por su padre, de forma secreta, que la luna era un increíble y encantado guerrero, inmediatamente se enamoró de él. Por este motivo, siempre rechazaba los pedidos de mano de los jóvenes guerreros de la tribu a quienes les gustaba. No le interesaba nadie.
     La bella y linda Naiá tomó una extraña costumbre. Al caer la tarde empezó a ir a la selva y allí se quedaba horas y horas admirando la luna, embrujada por sus bellos y plateados rayos, cubriendo las noches con sus más ardientes y maravillosos reflejos, como si fuesen los rayos de un enorme diamante. A veces, su pasión por la luna era tanta que salía corriendo a través de la floresta, con la intención de agarrarla con sus brazos, intentando abrazarla. Pero ella, la luna, continuaba siempre distante e indiferente ante las súplicas de la enamorada india, que intentaba conseguir alcanzarla por todos los medios. Cierta noche, la bella y linda Naiá llegó a la orilla de un lago y vio en él, en el centro, la imagen de la luna llena reflejada, siempre bella, plateada, de rayos claros.
     La bella india se exaltó de alegría. Pensó que el grande y apuesto guerrero plateado que amaba, estaba allí para admirarla y amarla también, y, para no perderlo como siempre, se tiró de cabeza zambulléndose en el ciego y profundo lago, adentrándose en las aguas turbias de donde no volvió a surgir.
     Cuando su cuerpo flotó en las aguas, el grande y plateado guerrero, la luna, no deseaba hacer de Naiá una estrella más en el cielo, decidió convertirla en una estrella en la tierra. ¿Cómo? Transformó su hermoso cuerpo de esplendoroso semblante en la más fantástica flor de toda la región amazónica, flor linda y enorme que todas las noches, después de las seis de la tarde, abre sus enormes pétalos para que la luna ilumine sus hojas y sus puntos rosados. Esa bella y maravillosa flor en la que la linda Naiá se transformó es la conocida Victoria regia.
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viernes, 20 de mayo de 2016

EL CAUCHO EN EL BAJO CAUCA
Antioquia - Colombia

     El Hevea brasiliensis y otros muchos de los cuales se extrae el látex es un árbol que, probablemente, protagonizó uno de los capítulos más tristes y terribles de la historia de la humanidad...  la explotación de los indígenas de la selva de la cuenca del Amazonas por parte de los despiadados caucheros.      
     Gota a gota, la savia blanca y viscosa aparece y fluye para depositarse en un recipiente colgado del tronco al final de la hendidura que le ha provocado el cuchillo.
Sangrado del palo
     En el Bajo Cauca, Tarazá, Colombia, un grupo de 60 familias campesinas, hace 16 años, creyó en las bondades del caucho. Hoy lideran una economía tan rentable que es la esperanza de toda la
Mapa de Tarazá y del Depto. de Antioquia - Colombia
región. El caucho es la redención, el bienestar, la estabilidad económica y empleo, además de la paz que trae a la región, acabando con los cultivos no legales y "reforestando" la región. El Hevea brasiliensis vuelve a protagonizar, esta vez, una historia de esperanza.
     La plantación de árboles caucheros se inició en Santa Clara, a 24 km de Tarazá. En estos momentos se están incrementando las Ha de cultivo que son unas 3.000 y el hecho de que se esté pensando en una cooperativa de recogida del látex da la idea de la pujanza del cultivo.
     A pesar de que en Colombia la experimentación del cultivo del caucho se remonta a la década de los 30, sólamente produce un 5% de su consumo de caucho por lo que tienen mucho margen para su autoabastecimiento.


Semillas
Los tiempos:

- Una vez recogida la semilla en junio-julio hay que sembrarla muy rápidamente porque su poder germinativo se pierde en poco tiempo. Bien lo sabía Henry Wickham cuando 1876 hizo los primeros envíos -70.000 semillas- al botánico de Kew, en Londres. Este hombre no robó las semillas, simplemente no estaba prohibida su comercialización. Los brasileños aún tardaron 8 años en cobrar por la exportación de semillas, y pasarían 4 décadas hasta prohibir su comercio. Esto "del robo" constituye todo un bulo frecuente en nuestro pensamiento y, también, en la Wikipedia. La falta de previsión brasileña constituyó la devacle de la extracción del látex a principios del siglo XX. Las semillas enviadas por Wickham no fueron afectadas por el hongo que ataca a los cultivos en Sudamérica porque no resiste largas travesías. (Pinchar para leer el relato de los hechos)

- Al cabo de 8 meses el plantón suele alcanzar la altura de 1,5m. Entoces se injerta en la variedad de caucho deseada. Ésta no siempre es la más productiva porque hay que tener en cuenta la altitud, clima, resistencia a las plagas, flexibilidad a los vientos del lugar, ... y otros factores.

- Si el injerto toma se corta el palo original a unos 8 cm por encima del injerto. Si éste falla se intenta de nuevo.

- Cuando la ramita del injerto alcanza una altura de medio metro, el plantón ya se puede llevar al monte.


- En cada hectárea se plantan 500 árboles -palos-, dejando un espacio de tres metros entre árboles y 7 metros entre las hileras.
- El precio del plantón es de 5.000 pesos (+/- 2 euros)
- El cultivo debe realizarse siempre en laderas que tengan entre el 5% y el 25% de pendiente. La recogida del látex se hace penosa en grandes pendientes.

- Este cultivo no admite otros usos de la tierra, ni ganadera porque las pezuñas dañan la raíces muy superficiales del árbol, ni mezcla de cultivos, porque la sombra y sustancias del árbol matan toda
vegetación inferior. El monte se camina con facilidad, cosa no desdeñable porque hay que recorrerlo muchas veces y con mucho peso.

- El árbol se le deja crecer la guía hasta una altura 2,5m, donde se le corta para que se ramifique.

- El sangrado -rayar el palo-, que dicen los caucheros, se inicia, a los 6 años, cuando suele alcanzar un grosor de 45 cm. El sangrado se extiende por un periodo de 50 años.

- El primer corte de sangrado se inicia a una altura de 170 cm, con pendiente de 45 grados, en sentido inverso a las agujas del reloj y abarcando la mitad de la circunferencia del árbol.

- Cada rayada del palo se lleva medio milímetro de corteza, con una profundidad de unos dos milímetros. Este aspecto es fundamental para no hacerle al árbol unas heridas tan profundas que dañen alterando el cambium. Si éste se daña el árbol reacciona formando bultos, haciendo casi inviable un posterior rayado.

- Un inconveniente tiene la recogida del látex, la lluvia. Ésta, al discurrir por el árbol, se mezcla con el látex y lo hace inservible.

- El sangrado puede realizarse todos los días pero se recomienda hacerlo cada dos días. Debe hacerse muy de mañana porque la producción de látex es más abundante. Pasadas las primeras horas de la mañana la producción baja ostensiblemente.

- La producción depende de la pujanza y madurez del árbol, en los momentos iniciales, es normal que se obtengan 150 cm3 por árbol. El látex se recoge al cabo de tres horas, periodo en que cicatriza la herida del árbol. La producción se va incrementando con la madurez del árbol.

- El rendimiento por hectárea de caucho es de un millón de pesos mensuales (410 euros al cambio actual), frente a los 800.000 pesos, y los problemas, que puede dejar el cultivo de la coca.

- El sangrado se extiende desde febrero a diciembre, dependiendo de la climatología. En los meses de diciembre-enero los árboles pierden la hoja y es conveniente un periodo de descanso, aunque hay agricultores que no los dejan descansar.

- La tierra se fertiliza dos veces al año, con nitratos y calcio.
- Además del caucho se recogen las semillas para extraer su aceite de uso industrial.
- Al cabo de esos 50 años no hay que menospreciar el valor de la madera del árbol, que ayudará a establecer un nuevo proceso productivo.

     Las metas de los caucheros se reafirman a medida que crecen los miles de árboles de caucho plantados. El proyecto denominado Semillas de Esperanza, es uno de los más ambiciosos de cuantos existen en Antioquia (Colombia) y materializa el anhelo de muchos hombres que quieren trabajar esta tierra y no volver a la guerra, según uno de los líderes de los desmovilizados.

Los usos del caucho
En estos momentos se vende la producción de látex a empresas de neumáticos, aislantes, cubre-cables, impermeabilizantes, globos, guantes, preservativos...

Pero estas imagenes valen más que lo que yo he tratado de explicar...

 
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martes, 17 de mayo de 2016

WADE DAVIS
¿Cómo salieron las semillas del caucho de la Amazonia?
De "El río (One river)"

Reseña del libro

Es un poco extenso el relato pero es muy clarificador. Es una de tantas falsas creencias que todos transmitimos como ciertas. No hubo ningún robo, ni expolio, ni soborno...

Alumno y profesor
    (...) Al decidir entonces romper el monopolio brasileño, Markham recurrió a Sir Joseph Hooker, el director del Jardín Botánico Real de Kew. Desde hacía unos meses Hooker se había comunicado con un excéntrico plantador inglés, Henry Wikham, que estaba viviendo en Santarém, un pueblecito amazónico situado a seiscientos cuarenta kilómetros río arriba de Belém. Hijo de un sombrerero de Londres y artista en ciernes, había huido de Inglaterra siendo aún muy joven y vagado durante varios años en las selvas de Nicaragua y de Venezuela, y finalmente por el Orinoco y el Amazonas hasta llegar a Santarém, donde estableció una pequeña granja. Una relación de sus viajes se publicó en Londres en 1872. Era un libro más bien mediocre, pero repleto de muchas atractivas, aunque imprecisas, referencias al caucho hebea, que interesaron a los botánicos de Kew. En 1874, Hooker y Markham acordaron pagarle a Wickham diez libras por cada mil semillas del caucho que pudiera enviar del Amazonas.
     El primer intento fracasó. Las semillas, ricas en aceite y en látex, que se fermenta rápidamente y se pone rancio, no pudieron resistir la larga travesía del Atlántico en velero. De las diez mil semillas recogidas en 1875, ni una sola germinó en los invernaderos de Jardín Botánico. La suerte de Wikham no cambió hasta febrero de 1876, cuando recibió una invitación de último minuto para cenar en el S.S. Amazonas, un transatlántico de mil toneladas que hacía el viaje de inauguración de la línea Liverpool-Manaos. Era el primer vapor que navegaba en el Amazonas. Wikham pasó una noche agradable con el capitán Murray, pero no pensó más en el barco hasta que un mes después le llegó la noticia de que unos socios deshonestos de Murray en Manaos lo habían dejado sin una onza de carga para su viaje de vuelta.
      Wikham actuó con rapidez. Aunque sin un centavo, envió un mensaje a Manaos ofreciendo fletar el navío en nombre del gobierno de la India. Luego partió de Santarén antes del alba y recorrió cien kilómetros en canoa hasta Tapajós, un puesto comercial donde contrató a unos indios tapuyos para que recogieran cuanta semilla madura encontraran en la selva. Por casualidad el barco había llegado en el momento perfecto del año, y los ruidos de los frutos de la hevea al explotar y lanzar las semillas hasta treinta metros a la redonda de los altos y plateados árboles rompían el silencio de la selva al mediodía. En menos de dos semanas había reunido más de setenta mil semillas y las había hecho empacar cuidadosamente en serrín húmedo y hojas de banano, puestas en canastas tejidas por mujeres tapuyos allí mismo.
       La forma como él y el capitán Murray se las arreglaron para sacar las semillas del Brasil y transportarlas a Inglaterra sigue siendo objeto de polémicas. Los brasileños, olvidando por conveniencia que toda su economía agraria se basa en seis plantas importadas -la palma africana, el café de Etiopía, el arroz de la India, el cacao de Colombia y el Ecuador, la soja de China y la caña de azúcar del Sureste Asiático-, todavía hablan de “robo del caucho” y lo califican como un hecho infame. El mismo Wickham, en sus Memorias, le da al asunto un toque de misterio, sin duda para ganar prestigio ante sus camaradas. De hecho, todas las evidencias sugieren que la exportación fue un negocio común y corriente realizado en forma abierta y con activa ayuda de las autoridades brasileñas de Belén.
      No había en esa época ninguna ley que prohibiera la exportación de semillas del caucho hevea. En el manifiesto aduanero, Wickham describió la carga como “especímenes botánicos extraordinariamente delicados con destino al Jardín Botánico Real de Kew, de la propia Majestad Británica”. Perfectamente consciente de la fragilidad del envío, el funcionario brasileño a cargo hizo pública la naturaleza de la carga. Por cierto que sólo ocho años después empezó el país a cobrar un pequeño impuesto por la exportación de las semillas, y pasarían cuatro décadas antes de que se prohibiera su comercio. En esa época los brasileños desdeñaban como una fantasía la idea misma de establecer plantaciones de caucho productivas. Un miembro de la Cámara de Comercio de Manaos declaró que “si no fuera nuestro deber estar al tanto de los desarrollos científicos, podríamos perfectamente pasar por alto esas plantaciones extranjeras”.
      Los primeros indicios sugirieron que los brasileños tenían poco de qué preocuparse. Después de una rápida travesía, el Amazonas atracó en Le Havre el 9 de junio de 1876. Wickham se apresuró a cruzar el Canal de la Mancha, despertó a Hooker en mitad de la noche y le pidió con insistencia que despachara de inmediato un tren real a Liverpool, donde el barco llegaría por la mañana. Durante la siguiente semana los jardineros de Kew trabajaron las veinticuatro horas, desocupando los invernaderos, preparando los arriates y sembrando las semillas. Para el 15 de junio las habían sembrado todas. Los primeros brotes surgieron el 19. Para el 7 de julio, centenares habían germinado. En total crecieron dos mil ochocientas plantas, notable promedio de supervivencia del cuatro por ciento. El primer envío de plantas de semillero con destino al Jardín Botánico de Colombo, Ceilán, partió de Inglaterra el 12 de agosto, protegido por invernaderos portátiles y escoltado por la Marina Real. El costo total de toda la operación, incluido el pago a Wickham, fue de poco más de mil quinientas libras.
       Aunque toda la industria del caucho del Lejano Oriente se basaría en la progenie de las semillas de Wickham, su introducción inicial en Ceilán fue una desilusión. Convencidos por la Oficina de Colonias de que el Amazonas era un vasto pantano, los cingaleses plantaron las primeras plantas de semillero asiáticas a lo largo del río Kaluganga, región que recibe cuatro mil milímetros de lluvia anuales. Las inundaciones se llevaron más de treinta mil plantas jóvenes. Aun en áreas apropiadas para el caucho, no les fue fácil a los ingleses convencer a los campesinos de que ensayaran el nuevo cultivo. El té de Ceilán y el café de Malaya eran productos establecidos y productivos, y nadie sabía muy bien qué hacer con el caucho. Un plantador en el norte de Bormeo tuvo cien árboles que crecieron plenamente y luego les ordenó a sus trabajadores que treparan. Como no aparecieron bolas de caucho colgando de las ramas, ordenó talarlos. Otros insistieron en que no tenía sentido cultivar caucho en Oriente, puesto que en América se podía sacar de la tierra. Pasarían veinte años antes de que se dieran cuenta del potencial de la planta.
      Los acontecimientos cruciales tuvieron lugar durante la última década del siglo. En 1888 Henry N. Ridley, un joven protegido de Sir Joseph Hooker, se hizo cargo del Jardín Botánico de Singapur. En en inventario había nueve cauchos maduros y mil plantas jóvenes, todas descendientes de las veintidós semillas llevadas al Estrecho de Malaya en 1877. Con un presupuesto anual de no mas de cien libras, Ridley se dio a la tarea de crear una industria. Importó semillas de Ceilán y de inmediato cultivó ocho mil plantas adicionales. Luego se dedicó al problema de la producción.
      En ese tiempo los hacendados sostenían que sólo se podían talar los árboles de veinte años, y además sólo cada dos años. Para hacerlo cortaban segmentos del tronco o usaban un hacha para hacer incisiones profundas a lo largo. Ambos métodos formaban grandes protuberancias que a la larga hacían imposible sangrarlos. Ridley demostró que al cortar láminas muy delgadas del tronco era posible cortar al través los vasos con látex sin dañar el cámbium, la capa de células que es base del crecimiento de la corteza. Con cuidado, los árboles se podían sangrar diariamente desde los cuatro años, y en forma casi indefinida. Probó que el rendimiento era mayor si la incisión se reabría por la mañana, en espiral y cortando de derecha a izquierda y al sesgo el canal portador del látex. Para 1897, todo el sangrado del caucho de Asia se basaba en el método Ridley. Otra innovación suya fue el empleo de ácidos para espesar el caucho, permitiendo así que el látex se pudiera procesar a escala industrial.
Richard Evans Schultes
      Fue en esta época, mientras Ridley abogaba por el establecimiento de plantaciones, cuando convergieron tres factores importantes: el precio del té se desplomó, un hongo devastador atacó la cosecha de café de Malasia y los norteamericanos adoptaron el automóvil. En noviembre de 1895, Ridley finalmente convenció a dos jóvenes agricultores de café de que sembraran dos acres de cauchos, y en 1907, apenas doce años después de este experimento inicial, las plantaciones de Ceilán y Malaya tenían diez millones de cauchos heveas en trescientos mil acres. En ese mismo año, una oleada de inmigrantes tamiles y chinos se volcó sobre Singapur para trabajar en las plantaciones. Para 1909 Malasya había sembrado más de cuarenta millones de cauchos, a una distancia de tres metros y en hileras rectas, lo que permitía que un solo trabajador pudiera sangrar cuatrocientos árboles cada día; cada uno producía dieciocho libras de látex al año, más o menos cinco veces el producido por las más fértiles heveas silvestres del Amazonas. (...) 
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sábado, 14 de mayo de 2016

UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA
Origen del cultivo del olivo, De Mercacei

Una investigación de un equipo multidisciplinar de la Universidad de Córdoba (UCO), en la que se han empleado técnicas genéticas, arroja algo de luz sobre cómo se produjo el inicio de la oleicultura. El equipo, compuesto por personal de los departamentos de Agronomía de este centro docente y de Biología Evolutiva y Ecología de la Universidad de California, en Irvine (Estados Unidos), ha observado que existen diferencias entre las variedades del Mediterráneo central europeo respecto a los extremos orientales y occidentales, con ejemplares más parecidos entre ellos.
     Según ha publicado el Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario (ceiA3) en su página web, estas diferencias entre variedades ayuda a pensar que los procesos de domesticación fueron diferentes en el área que abarca el Levante español, Baleares, Cerdeña y el sur de la Italia peninsular y Grecia que en resto del Mediterráneo.
      “A partir de nuestros estudios genéticos, se observan diferentes patrones genéticos en las variedades de olivo. El centro de domesticación principal se localizó en Oriente Próximo e impregnó todo el Mediterráneo. Sin embargo, en el centro de la cuenca se observa que hay particularidades propias con un mayor cruce con los acebuches locales”, ha explicado Concepción Muñoz, del Departamento de Agronomía de la UCO. La especialista, sin embargo, es cauta sobre estas particularidades: “No podemos afirmar que hubo una domesticación local en esta zona”.

Dos hipótesis
  
     El CeiA3 ha destacado que reconstruir la historia del olivo no es fácil. Los cereales como el centeno son plantas anuales, con tiempos de generación más cortos lo que los estudios genéticos son más abundantes. Por eso, se tiene más información de la propagación de los cultivos herbáceos que de plantas leñosas. Además, en la expansión del olivo intervinieron varias civilizaciones, ya que fenicios, griegos, romanos y árabes llevaron consigo sus propias variedades cuando colonizaron diferentes partes del Mediterráneo. Finalmente, estos pueblos se encontraban en muchos casos con olivos silvestres, denominados acebuches, a los lugares donde llevaban sus cultivos. El olivo y el acebuche (ambos de la especie Olea europea) se pueden cruzar entre ellos y dan lugar a descendencia fértil.
     Hasta ahora, convivían dos hipótesis en la domesticación del olivo. La predominante parte de la idea que la planta se domesticó en la zona que ahora conforma la frontera entre Siria y Turquía, al norte por lo tanto del Creciente Fértil, hace unos 7.000 años. Las variedades domesticadas fueron trasladadas, en sucesivas oleadas y por diferentes civilizaciones, de este a oeste hasta llegar al Magreb y la Península Ibérica.
     La otra hipótesis es que se produjeron diferentes procesos de domesticación, que fue multilocal. “¿Por qué no podemos suponer que, si en un momento dado se dieron las condiciones para domesticar el acebuche en Oriente Próximo, otros pueblos no hicieran lo mismo en otras zonas del Mediterráneo?”, se ha preguntado Muñoz. A favor de esta interpretación está la diversidad de variedades locales que tiene el olivo.
     Para los científicios, el escenario es complejo, ya que hay una especie domesticada que es capaz de interactuar con la variante silvestre y de tener descendencia y es, además, una planta de lento crecimiento en comparación a una herbácea, que ralentiza los estudios de campo. A esto se suman los conflictos en la zona de Oriente Próximo, que dificultan la toma de muestras en el hipotético foco original.

Banco de variedades y estudio genético
     La Universidad de Córdoba dispone de una colección de variedades que junto a la localizada en el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa) constituyen el Banco de Germoplasma Mundial del Olivo. Esta colección está compuesta por ejemplares vivos de diferentes variedades.
      Según ha remarcado el ceiA3, la colección de la UCO tiene ya unos seis años y está libre de verticilosis.
     A partir de estudios morfológicos y de ADN, los científicos pudieron establecer tres grupos de variedades diferenciados. Por medio de marcadores, se establecieron las características genéticas entre cada variedad. Estos perfiles genéticos (“una especie de código de barras de cada variedad”, según Muñoz), permitieron generar una especie de árbol filogenético de las muestras almacenadas en el banco, situado en Rabanales. Además, en el estudio se incluyeron muestras de acebuches de España, Cerdeña (Italia) e Israel.
     Las muestras procedentes de Oriente Próximo se parecían más a las del sur de España y Marruecos que a las de la zona central del Mediterráneo. Ubicadas geográficamente, se produjo un efecto curioso: parecía un mapa político de la Edad Media, según recoge el CeiA3. Mientras que las variedades orientales y peninsulares perfilaban los territorios que ocupó la expansión islámica, primero, y la Corona de Castilla en la Península Ibérica después, las variedades del centro del Mediterráneo reproducían la extensión de la Corona de Aragón con sus territorios extrapeninsulares. No sólo eso, las muestras presentes en América, llevadas por los conquistadores, se parecían más a las del sur que a las del este de España.
     “Cuando se publique el genoma del olivo, se podrá ahondar en el proceso de domesticación”, ha avanzado Muñoz. Por ahora, a pesar de que se refuerza la hipótesis de que la domesticación del olivo se originó en Oriente Próximo queda alguna pregunta por resolver. ¿Qué pasó en el Mediterráneo central? “Hemos hecho un retrato de trazo grueso, ahora falta perfilar las formas dibujadas”, ha precisado la investigadora.


Concepción Muñoz, Isabel Trujillo, Nieves Martínez-Urdiroz, Diego Barranco, Luis Rallo, Pedro Marfil y Brandon S. Gaut. ‘Olive domestation and diversification in the Mediterranean Basin’. New Phytologist (2015) 206: 436-447. DOI: 10.111/nph.13181

INFORMACIÓN:
http://www.mercacei.com/noticia/44641/Actualidad/Una-investigacion-de-la-UCO-arroja-luz-sobre-como-se-inicio-la-oleicultura.html
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miércoles, 11 de mayo de 2016

Premio AEMO 2016, Les Quatre Potes

OLIVO DE LAS CUATRO PATAS,
elegido por AEMO Mejor Olivo Monumental de España 2016
AEMO. Asociación Española de Municipios del Olivo 

Concedido el premio, que celebra su décima edición, a este magnífico ejemplar cuyo tronco parece retorcerse sobre sí mismo y que vive en el municipio castellonense de Canet Lo Roig, tiene 5,70 metros de perímetro de tronco y sus mentores le estiman una edad aproximada de 1.100 años.
4patas 1.jpg
    
       Se encuentra en el paraje de Rajos del municipio de Canet Lo Roig en Castellón. La candidatura ha sido presentada conjuntamente por Xavi Capafons, propietario, Mª Teresa Adell, Gerente de la Mancomunidad Taula del Senia y Mª Ángeles Pallarés, Alcaldesa de Canet Lo Roig.
       Se ha valorado tanto la probada longevididad del ejemplar, certificada por su perímetro de tronco, como su majestuosidad y dinámica estampa, la de un árbol que alzándose sobre sus cuatro patas parece emerger de la tierra girando sobre sí mismo… en una expresión que evoca magia y movimiento. 
     El olivo, de la variedad Farga, se asienta en un paisaje único, una inmensa llanura surcada por el paso de numerosos ríos por donde discurría la Via Augusta romana. Escoltado por más de 200 olivos también monumentales, todos ellos configuran la partida de Rajos, un auténtico vergel de árboles centenarios testigos de la historia.
     Además el olivo parece tener un hecho histórico asociado. Según el testimonio del abuelo del actual propietario, tras la guerra civil uno de los guerrilleros que había bajado de “les moles de Xert” huyendo de la Guardia Civil se escondió en el interior del tronco hueco de este olivo y de esta forma no fue localizado, logrando así volver al monte junto al resto de sus compañeros.
      El olivo está inventariado con el nº 2.296 en el inventario de Olivos Milenarios del Territorio del Senia.



Información de AEMO,
https://www.aemo.es/page/historial-de-premios-olivos
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lunes, 9 de mayo de 2016


JORDI ROY
Árboles de Interés Local de Barcelona
instamaps
      En esta entrada os muestro el mapa que he realizado del Catálogo de los Árboles de Interés Local de la ciudad de Barcelona (web). Este catálogo contiene los ejemplares de árboles, palmeras y arbustos más valiosos que hay en las calles y los jardines particulares de Barcelona, ya sea por su antigüedad, rareza, cualidades estéticas o valor histórico. La inclusión en este catálogo asegura la conservación, ya que en ningún caso los ejemplares pueden eliminarse o verse afectados.
       La elaboración de este catálogo es fruto de las ordenanzas sobre la protección del ambiente y la calidad de vida, aprobadas por el Ayuntamiento de Barcelona en 1983. La elección de las especies catalogadas se hace a partir de unos parámetros de valoración que analizan aquellos ejemplares o plantaciones interesantes localizados en la ciudad.
      Los elementos que se tienen en cuenta a la hora de incluir un árbol dentro de este catálogo son, principalmente, la edad, el tamaño, la historia y las cualidades estéticas.
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jueves, 5 de mayo de 2016

JAVIER MARTÍN
El datador de árboles

El portugués José Luis Lousada patenta una fórmula para garantizar la edad de olivos y castaños milenarios


Lousada, datador de arboles, fotografiado en Pirescoxe, donde esta el olivo más antiguo de Portugal. / João Henriques (JOAO HENRIQUES / EL PAÍS)

En Santa Iria da Azóia ya crecía este olivo 800 años antes de Cristo. Es el ejemplar más viejo de Portugal, según lo garantiza José Luis Lousada, datador de árboles. Lousada pertenece al Centro de Investigación y Tecnología Agro Biológica de la Universidad de Tràs os Montes y Alto Duero. Desde hace unos años certifica la edad de viejos olivos con un margen de error del 2%, “una insignificancia cuando hablamos de miles de años”, explica.

Un día, André Soares dos Reis, propietario de Oliveiras Milenares, pensó que añadir un certificado de nasciturus aportaría valor a sus ejemplares. “Le dijimos que era imposible”, recuerda Lousada. “Los dos métodos clásicos no sirven para árboles huecos. El de recuento de anillos vale en especies con madera original; en el caso del carbono 14 se necesitan las células más viejas, y esas ya murieron. A partir de los 150 años, olivos y castaños pierden su primera materia”.

El empresario no aceptó la negativa y, ante la insistencia —y la promesa de sufragar los gastos—, Lousada y dos compañeros comenzaron a investigar. Fueron cinco años midiendo anillos de cientos de troncos. “Tuvimos la suerte de coincidir con la época de construcción de embalses y autopistas. Lo que sobraban eran árboles cortados”, recuerda.

El método —patentado a medias entre su universidad y Soares do Reis— es una fórmula matemática obtenida tras incluir cientos de variables, fundamentalmente los patrones de crecimiento. “Necesitábamos calcular el tiempo que una especie tarda en alcanzar una dimensión teniendo en cuenta el clima, la tierra, la latitud, la región, la especie...”. Muchos parámetros que las computadoras engullen y adaptan.

Obtenida la fórmula, sus resultados se compararon con pruebas de carbono 14 realizadas sobre los mismos olivos jóvenes. Coincidían. Al extrapolarla, en árboles de menos de 600 años el margen de error es del 1%; en los milenarios es de apenas 20 años.

El olivo portugués certificado como más longevo tiene una base de 9,21 metros de perímetro, y un pecho de 5,79; en medio hay un hueco que puede dar una falsa impresión. La madera murió, pero la salud del olivo, que Lousada fija en 2.854 años, es envidiable. Las ramas están cargadas de aceitunas y el exterior del tronco sigue creciendo, aunque poco.

El datador sigue diagnosticando al milenario ser. “No es un esqueje. Se trata de un olivo salvaje, bravío. Son los más resistentes”. Basta mirar el de Santa Iria, rodeado de asfalto y cemento. “No necesita cuidado alguno; su capacidad de adaptación es infinita, incluso a un trasplante. La mayor amenaza es la motosierra”. Efectivamente, la placa institucional colocada junto al olivo no recuerda que estuvo a punto de morir por una epidemia humana sin vacuna, la rotondafagia. La alarma de la Asociación de Defensa del Patrimonio Ambiental consiguió salvarlo y a la autoridad local se debe el pago de los 1.000 euros que costó su certificado de nacimiento. “El precio incluye la placa y un papel emitido por la Fábrica de Moneda y Timbre para evitar falsificaciones”, explica Soares do Reis. “La datación apenas cuesta el 1,5% del valor de mercado de estos ejemplares milenarios”.

El datador tiene localizados árboles de más de 3.000 años. Hoteles, bodegas, campos de golf y fundaciones son los más interesados por poseer olivos milenarios y certificados. La fundación científica Champalimaud ha datado los olivos de su sede en Lisboa; en Porto, la fundación cultural Serralves muestra una escultura genial obra de la naturaleza (1.491 años).

Ya son 47 los árboles certificados con este método. Algunos están en Alemania, Francia o Qatar, porque, a diferencia de Italia o España, Portugal no prohíbe la venta y exportación de estos dinosaurios vegetales. Lousada filosofa ante el viejo olivo de Santa Iria. “Es impresionante pensar que este árbol tenía más de 1.000 años y aún no habían nacido Vasco de Gama ni Colón. Ellos han muerto, nosotros moriremos.
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lunes, 2 de mayo de 2016

FRANCISCO BRINES (Valencia, 1932)
Ardimos en el bosque


¿Pero cómo saber, sin la mirada,
la hermosura del bosque, la grandeza del mar?

El bosque estaba tras de mí; lo conocían
mis oídos: el rumor de sus hojas,
la confusión del canto de sus pájaros.
Sonidos que venían de un remoto lugar.
Y el mar del otro lado, golpeando
la frente, sin rozarla,
cubriéndola de gotas. Era mi piel
quien descubría su frescura,
mi soñoliento olfato quien entraba en el pecho
su duro olor.
¿Pero cómo saber, sin la mirada,
la hermosura del bosque, la grandeza del mar?
Porque no había más, en el lugar del pecho,
que una extendida sombra.

(¿Mas qué frío candente mis párpados abrasa,
qué luz me desvanece, qué prolongado beso
llega hasta el mismo centro de la sombra?)

Joven el rostro era,
sus labios sonreían,
y el retenido fuego de su cuerpo
era quemada luz.
Entramos en el mar, rompíamos
el cielo con la frente,
y envueltos en las aguas contemplamos
las orillas del bosque,
su extensa fosquedad.
Miré, tendidos en la playa, el rostro:
contemplaba las nubes;
y el retenido fuego de su cuerpo
era un sombrío resplandor.
Penetramos el bosque, y en las lindes
detuvimos los pasos;
perdido, tras los troncos, miramos cómo el mar
oscurecía.
Tenía triste el rostro,
y antes que para siempre envejeciera
puse mis labios en los suyos.

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