THE TWO TREES
William Butler Yeats (1865-1939)
And LOREENA MCKENNIT
Beloved, gaze in thine own heart,
The holy tree is growing there;
From joy the holy branches start,
And all the trembling flowers they
bear.
The changing colours of its fruit
Have dowered the stars with merry
light;
The surety of its hidden root
Has planted quiet in the night;
The shaking of its leafy head
Has given the waves their melody,
And made my lips and music wed,
Murmuring a wizard song for thee.
There the Loves a circle go,
The flaming circle of our days,
Gyring, spiring to and fro
In those great ignorant leafy ways;
Remembering all that shaken hair
And how the wingèd sandals dart,
Thine eyes grow full of tender care:
Beloved, gaze in thine own heart.
Gaze no more in the bitter glass
The demons, with their subtle guile,
Lift up before us when they pass,
Or only gaze a little while;
For there a fatal image grows
That the stormy night receives,
Roots half hidden under snows,
Broken boughs and blackened leaves.
For all things turn to barrenness
In the dim glass the demons hold,
The glass of outer weariness,
Made when God slept in times of old.
There, through the broken branches, go
The ravens of unresting thought;
Flying, crying, to and fro,
Cruel claw and hungry throat,
Or else they stand and sniff the wind,
And shake their ragged wings; alas!
Thy tender eyes grow all unkind:
Gaze no more in the bitter glass.
-----
LOS DOS ÁRBOLES
Amada, mira en tu propio corazón,
el árbol sagrado crece allí;
desde la alegría brotan las sagradas
ramas
y todas las trémulas flores que
sostienen.
Los colores cambiantes de sus frutas
han salpicado a las estrellas de luz
sagrada;
la seguridad de su raíz escondida
ha plantado tranquilidad en la noche,
el vaivén de su cabeza de hojas
le ha dado a las olas su melodía.
Casados, mis labios y mi música
murmuran una mágica canción por ti.
Entonces los amores giran en círculo,
círculo llameante de nuestros días,
en espirales desde aquí para allá,
sobre ignorantes caminos de hojas;
recordando aquella cabellera suelta
y el movimiento de tus sandalias
aladas.
Tus ojos crecen plenos de tierno
cuidado
Amada, mira en tu propio corazón.
No mires de nuevo en el amargo espejo
que los demonios de sutiles intenciones
levantan delante de nosotros cuando
pasan.
O solo míralo un poco.
Porque desde allí una imagen fatal
crece
acuñada en noches tormentosas
de raíces semiescondidas en la nieve
ramas rotas y hojas ennegrecidas.
Porque todas las cosas se vuelven
desierto
en el oscuro vidrio que los demonios
sostienen,
el vidrio de la extenuación, creado
mientras Dios dormía en tiempos
antiguos.
Allí, a través de las quebradas
ramas, van
los cuervos del pensamiento constante
volando, chillando, de aquí para allá,
de crueles garras y garganta
hambrienta,
y allí se paran y olfatean el viento
y sacuden sus arruinadas alas; “¡alas!”
Tus tiernos ojos crecen perversos.
No mires de nuevo en el amargo espejo.
-----
No hay comentarios:
Publicar un comentario