21 junio 2022

El Eucaliptus gunnii, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
Eucalyptus gunnii
Estas fotos corresponden a mi Eucalyptus gunnii, también llamado Eucalipto de Gunn, o eucalipto de la sidra. Árbol originario de Tasmania que puede sobrepasar los 35 metros de altura y tiene una extraordinaria tolerancia al frío (para ser un eucalipto, claro) ya que aguanta hasta −14 °C y excepcionalmente −20 °C, durante breves períodos de tiempo, por lo que está siendo plantado como árbol ornamental tanto en Inglaterra como en la Europa continental. ​ Es de rápido crecimiento, de hasta 1,5 m (raramente 2 m) por año en los estadios iniciales. El follaje cambia al madurar el árbol, de una hoja redondeada de color azul ceroso a un follaje más elongado y verde vivo en los árboles maduros, pero con la poda se puede mantener el follaje juvenil, lo cual se aprovecha para floristería donde las ramas jóvenes, de hoja redonda, son empleadas como verde. La poda puede ser empleada para mantener el árbol de tamaño pequeño si es que se requiere y los lugares muy sombreados pueden restringir su crecimiento. 
     La planta produce una savia similar al jarabe de arce, que en verano, pueden llegar hasta 15 litros al día en árboles grandes. Es de color dorado y tiene sabor a manzana, aunque más dulce, e incluso puede beberse directamente del árbol. Se está considerando el cultivo intensivo del árbol para este uso, porque además de este consumo en fresco, cuando se embotella y se tapa, el líquido fermenta y se parece a la sidra de manzana, de donde viene el nombre de eucalipto de sidra, aunque según otras versiones tiene sabor a “Cointreau”, dulce y con un toque de naranja. El uso no es nuevo, ya en Tasmania los aborígenes extraían la savia para fermentarla. El follaje, que no contiene eucaliptol como los eucaliptos madereros (globulus, nitens, etc.), al parecer es dulce y un alimento apreciado por el ganado.

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18 junio 2022

Los barriles, la memoria del bosque

EUGENIO MONESMA (Huesca, 1952)
Toneles y barriles artesanos. Fabricación tradicional de este recipiente para el vino 

La ancestral tradición vitivinícola de la localidad vallisoletana de Nava del Rey motivó el florecimiento de talleres e industrias que procuran las herramientas necesarias para la producción del vino. Desde 1941, la Tonelería Burgos desarrolla un papel fundamental, ya que proporciona las barricas de roble que, con el paso de los años, convertirán el mosto en buen vino. Las exigencias de los tiempos han motivado la industrialización del proceso de elaboración de los toneles, pero Mariano Burgos conserva frescos los conocimientos de antaño y nos recreó en 2007 la fabricación artesanal que comienza con la elaboración de las duelas, las tablas que darán forma a los barriles.

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15 junio 2022

RAFAEL CABANILLAS SALDAÑA (Toledo,1959) 
Conversaciones con un baobab

Rafael Cabanillas nos acerca África a través de uno de sus iconos más reconocibles, el Baobab. Este peculiar árbol será el hilo conductor de un encantador relato, en el que los niños africanos, verdaderos quijotes del planeta, luchan cada día contra los molinos del hambre y la pobreza. Con una excelente calidad y acabados. 
     Conversaciones con un Baobab es un cuento solidario, ya que los beneficios de su venta servirán para sufragar la construcción de una escuela en la aldea de Mangily (Madagascar, el país de los baobabs)
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12 junio 2022

Takahashi en Tokio, el cronista de Japón (052)

TAKAHASHI HIROSHI (1960, Japón)
El Kubikake Ichō de Tokio


Especie: Ichō (Ginkgo biloba, familia Ginkgoaceae, género Ginkgo)
Dirección: 1-6 Hibiya Kōen, Chiyoda-ku, Tōkyō-to 100-0012
Perímetro del tronco: 6,5 m. Altura: 20 m. Edad: Desconocida.
Tamaño ★★★     Vigor ★★★★      Porte ★★★★★     Calidad del ramaje ★★★★ Majestuosidad ★★★

El municipio de Chiyoda (uno de los 23 ku o distritos de Tokio) es la zona central por excelencia de la metrópolis. Sí, hasta en un lugar como este podemos hallar un árbol gigante. Saliendo de la estación del metro de Hibiya, nos dirigimos hacia la parte donde el parque de Hibiya colinda con los jardines exteriores del Palacio Imperial (Kōkyo Gaien). Emplazado entre grandes avenidas que alojan edificios gubernamentales y oficinas centrales de muchas grandes empresas, este parque es un oasis de paz para quienes trabajan en el área. Como puede verse en los mapas situados en el propio parque, exactamente en su centro se alza un ichō (Ginkgo biloba) que recibe el curioso nombre de Kubikake Ichō (Ichō de “me juego el cuello”). Es uno de los ejemplares más grandes que pueden encontrarse en la capital. Está justo delante del Matsumotorō, un restaurante con mucha historia, famoso por su solidario “arroz al curry a 10 yenes el plato”, al que el árbol sirve como símbolo viviente. Contemplarlo desde un asiento de terraza mientras se almuerza es un pequeño lujo al que no cabe resistirse.
     En los últimos tiempos, gracias al boom de la “espiritualidad”, este árbol ha sido foco de atracción como nuevo power spot (lugar que irradia energía positiva) y no dejan de llegar mujeres a formular sus deseos. Las anécdotas que rodean este árbol han contribuido también a darle popularidad. Antiguamente se alzaba en otro lugar, en el cruce de Hibiya, donde su existencia se vio amenazada por los planes de ensanchamiento de las calzadas. Salió entonces en su defensa el ilustre botánico Honda Seiroku, verdadero padre del parque de Hibiya, quien dijo que lo trasplantaría –como de hecho lo hizo– aunque tuviera que “jugarse el cuello” por ello. De ahí el impactante nombre, uno de esos que no se olvidan fácilmente. Todavía se cuenta la hazaña que supuso transportar el gigantón a lo largo de los 450 metros que separan el cruce de su actual emplazamiento y coronar la operación con el éxito. Actualmente el árbol ha recobrado la gracia que mostraba antes del traslado y todavía parece dispuesto a seguir ganando altura y grosor de tronco. Ahí continúa el Kubikake Ichō, a despecho de todos los gases de escapes y de todas las vibraciones e incordios propios de un gran centro urbano. El capricho humano lo obligó a adaptarse a un entorno completamente distinto, pero ha sido a costa de ese sacrificio como se ha ganado la predilección de la gente. Extraño destino el de este árbol.


número: 052
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09 junio 2022

DAVID HERBERT R. LAWRENCE (Inglaterra, 1885-1930)
El amante de Lady Chatterley

El amante de Lady Chatterley es una novela de 1928 del escritor británico citado de manera abreviada, D. H. Lawrence. La obra causó escándalo y fue prohibida en su época, debido a las escenas donde se describen relaciones sexuales de manera explícita. 
 
Resumen:
Inválido de guerra, Sir Clifford Chatterley y su esposa Connie llevan una existencia acomodada, aparentemente plácida, rodeada de los placeres burgueses de las reuniones sociales y regida por los correctos términos que deben ser propios de todo buen matrimonio. Connie, sin embargo, no puede evitar sentir un vacío vital. La irrupción en su vida de Mellors, el guardabosque de la mansión familiar, la pondrá en contacto con las energías más primarias e instintivas y relacionadas con la vida. La fuerte corriente relacionada con la energía sexual que recorre casi toda la obra de D. H. Lawrence encuentra una de sus máximas expresiones en EL AMANTE DE LADY CHATTERLEY, novela que se vio envuelta en la polémica y el escándalo desde el momento de su aparición.

(...) Clifford amaba el bosque; amaba los viejos robles. Tenía el sentido de que habían sido suyos durante generaciones. Quería protegerlos. Deseaba que el lugar no fuera violado, que estuviera cerrado al mundo.
    La silla renqueaba lentamente pendiente arriba, botando y saltando sobre los terrones helados. Y de repente, a la izquierda, apareció un claro donde no había más que una maraña de helechos muertos, algunos menudos rebrotes dispersos aquí y allá, algunos tocones mostrando el corte de la sierra y sus raíces retorcidas, sin vida. Y manchas de negrura en los lugares donde los leñadores habían quemado ramas y basura.
     Aquél era uno de los sitios que Sir Geoffrey había hecho talar durante la guerra para sacar troncos para las trincheras. Toda la pendiente que arrancaba a la derecha del sendero aparecía desnuda y en un extraño abandono. En la cima de la pendiente, donde una vez hubo robles, había ahora desolación; y desde allí podía verse sobre los árboles el tren de la mina y las nuevas fábricas de Stacks Gate. Connie se había detenido y miraba, era una brecha en el puro aislamiento del bosque. Por allí entraba el mundo. Pero no dijo nada a Clifford.
     Curiosamente, aquel sitio inhóspito enfurecía siempre a Clifford. Había estado en la guerra y sabía lo que significaba. Pero no se había enfadado realmente hasta ver aquella colina desnuda. Iba a hacerla repoblar. Pero le llevaba a odiar a Sir Geoffrey.
     Clifford estaba sentado, con la expresión fija, mientras la silla de ruedas ascendía lentamente. Cuando llegaron a la cumbre se detuvo; no quería arriesgarse por la pendiente de bajada, larga y llena de baches. Se quedó mirando el recorrido verde del camino cuesta abajo, una abertura clara entre los helechos y los robles. Hacía una curva en lo bajo de la pendiente y desaparecía; pero era una curva suave y agradable, como a propósito para caballeros sobre sus monturas y damas sobre palafrenes.
     —Creo que éste es realmente el corazón de Inglaterra —dijo Clifford a Connie, sentado al cálido sol de febrero.
     —¿Sí? —dijo ella, mientras se sentaba sobre un tocón del sendero con su vestido de punto azul.
     —¡Sí! Esta es la antigua Inglaterra, su corazón; y estoy dispuesto a mantenerlo intacto.
     —¡Ah, sí! —dijo Connie. Pero al decirlo estaba escuchando la sirena de las once de la mina de Stacks Gate. Clifford estaba demasiado acostumbrado al sonido para darse cuenta.
     —Quiero que este bosque sea perfecto… virgen. No quiero que entre nadie —dijo Clifford.
     Había algo de patético en ello. El bosque conservaba aún algo del misterio de la antigua y salvaje Inglaterra; pero las talas de Sir Geoffrey durante la guerra habían supuesto un duro golpe. Qué silenciosos estaban los árboles, con sus ramas innumerables y retorcidas recortadas contra el cielo y sus troncos grises y obstinados emergiendo de entre la maleza marrón. Allí había habido en tiempos ciervos, arqueros y frailes al paso cansino de los asnos. El lugar tenía memoria, seguía recordando. (...)

Fragmento de: D. H. Lawrence. “El amante de Lady Chatterley” Capítulo 5

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