19 abril 2011

JOSÉ HIERRO (Madrid, 1922-2002)
en Con las piedras, con el viento
Árboles, árboles, ¿quién

Árboles, árboles, ¿quién
os regala, quién os tiende
velos de niebla dorada
desde las cimas celestes?

¿Quién os da trescientos, tres-
cientos mil pájaros tenues
que vuelan, cantan, encantan
vuestra hermosura presente?

Flautistas del viento sur.
Arpistas de los relentes.
Liras entre vuestras copas
tañen su música verde.

Las almas, ante vosotros,
qué a gusto pasan, se pierden.
Los cuerpos, cómo desean
cantar, si el amor los prende.

Qué prodigiosa palabra
decís a los que se quieren.
Qué castillos inefables
alzáis en el sol poniente.

Oh qué hermosura. Le dais
al amor los ramos verdes
y os los torna en primavera
al alma, amorosamente.

El tiempo sobre nosotros;
pero el tiempo no os vence.
Sobre vosotros, el tiempo,
os dora, os desnuda...
Y vuelve.

el amor, la primavera,
la ilusión. Nada se pierde
si queda entre vuestros troncos
nuestro eterno amor, latiendo
mágicamente.

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16 abril 2011

MIGUEL HERNÁNDEZ (Orihuela, 1910-1942)
Naranjo

Eres tú el árbol
de las manzanas
de metal pálido
del jardín de las Hespérides.
Eres tú el árbol
 un naranjo, delicioso aroma...
de los cien ojos:
vegetal argos,
parón real.
Eres tú el árbol
de la nieve caliente
y la arena glacial
cómo yela la nieve caliente,
y cómo quema la glacial arena.
Eres tú el árbol
oro y redondo: del Mediodía
el molde exacto
del Mediodía.
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12 abril 2011

ANTONIO COLINAS (León, 1946)
La encina  
De "El río de sombra"

En diciembre, casi sin desearlo,
me encontré contemplando en tierra de místicos
un atardecer que se consumía
-de horizonte a horizonte-
con la lentitud de un cálido rescoldo.

Ahora ya es de noche
y arriba todo es cielo
y abajo todo es mar de tierra parda
y aquí a mi lado sólo hay una encina
vieja y negra, enorme y grave.

¿Qué podría yo hacer en este espacio
con esta encina-madre, con esta compañera
de grandes brazos negros, de grandes brazos duros,
con este candelabro de velas apagadas?
¿Comeré de sus frutos más amargos?
Y, si tiendo los brazos, ¿sentiré cómo hiere
su hojarasca de escarcha?
¿Palparé la aspereza de su robusto tronco,
que más parece el lomo
de la bestia de un apocalipsis?

He venido a cobijarme
bajo la doble noche de la encina
porque era mucho el frío que desprende
el manto de  esta tierra tan inmensa.
Me inquietaba también un vuelo de lechuza
en torno a la ruina de un palomar.
(Sospecho que mis ojos pueden ser el aceite
que el ave busca con inquietud
en el centro del páramo.)

Así que me he quedado a solas y vacío
de cuanto se hace y dice en este mundo,
pero lleno del silencio más blanco
que reinó en la primera noche del planeta.
Los pies ya se han callado
sobre el crujido de la hierba helada.
La boca sólo puede morder la tierra.
Los ojos, húmedos y extraviados,
ya no persiguen constelaciones
y dudan si son astros o agujas
lo que cae de allá arriba, entre las ramas.

Con la idea del amor
(ese otro rescoldo que siempre llamea
en el pecho de los soñadores)
me caliento y espero,
voy pasando la noche
hasta que alba o muerte
sellen esta soledad infinita.


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09 abril 2011

A pesar de todo lo acontecido, los SAKURA...

... los cerezos no han faltado a su cita anual

http://www.kirainet.com/sakura-en-tokio/
http://www.kirainet.com/¡florecio-el-sakura/

foto de www:kirainet.com


Gracias, Héctor, por tu blog

07 abril 2011

THÉOPHILE GAUTIER (1811-1872)
 Le pin des Landes

On ne voit en passant par les Landes désertes,
Vrai Sahara français, poudré de sable blanc,
Surgir de l'herbe sèche et des flaques d'eaux vertes
D'autre arbre que le pin avec sa plaie au flanc ;

Car, pour lui dérober ses larmes de résine,
L'homme, avare bourreau de la création,
Qui ne vit qu'aux dépens de ce qu'il assassine,
Dans son tronc douloureux ouvre un large sillon!

Sans regretter son sang qui coule goutte à goutte,
Le pin verse son baume et sa sève qui bout,
Et se tient toujours droit sur le bord de la route,
Comme un soldat blessé qui veut mourir debout.

Le poète est ainsi dans les Landes du monde;
Lorsqu'il est sans blessure, il garde son trésor.
Il faut qu'il ait au cœur une entaille profonde
Pour épancher ses vers, divines larmes d'or!


EL PINO DE LAS LANDAS

No se ve, al pasar por las Landas desiertas,
Auténtico Sahara francés, empolvado de arena blanca,
Brotar de la hierba seca y de los charcos de verdes aguas
Otro árbol que el pino con su herida en el flanco;

Pues para robarle sus lágrimas de resina,
El hombre, avaro verdugo de la creación,
Que vive sólo a expensas de aquéllos a quienes asesina,
En su dolorido tronco abre un ancho surco.

Sin lamentar su sangre que corre gota a gota
El pino derrama su bálsamo y su savia que hierve,
Y se mantiene siempre erecto al borde del camino,
Como un soldado herido que quiere morir de pie.

El poeta está en las Landas del mundo;
Cuando carece de herida, conserva su tesoro.
Le es preciso tener en el corazón una profunda grieta
Para derramar sus versos, divinas lágrimas de oro.

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