16 enero 2023

Aprovechando residuos del cultivo del café

SARAH GIBBENS, en Nat. Geographic, Abr-2021
¿Un bosque con cafeína?  
Cómo puede ayudar el café a los bosques para que crezcan más rápido

Los trabajadores del café llevan frutos de café recién cosechadas a un vagón en Aquires, Costa Rica. Fotografía de Edwin Remsberg, VW PICS, UIG, Getty Images
     Al igual que nosotros, los bosques se mueven más rápido con un poco de café en su sistema.
     Un experimento reciente probó que la pulpa de café, un remanente del proceso de cultivo del café, podría ayudar a revivir las selvas tropicales de Costa Rica. Investigadores de la Universidad de Hawai, en Manoa, probaron dos parcelas para ver cómo los desechos de café afectaban la tierra deforestada, cubriendo una parcela de hierba con aproximadamente 40 cm de pulpa y dejando la otra intacta.
     En cada lugar, la tierra había sido explotada durante años, ya sea para cultivar café o criar ganado, y finalmente fue abandonada. Estaban dominadas por pasto invasor, principalmente una especie africana llamada pasto empalizada, utilizada para alimentar al ganado de pastoreo. La hierba puede alcanzar varios metros de altura cuando los animales de pastoreo no la recortan, lo que impide que las selvas tropicales nativas vuelvan a crecer fácilmente.
     Después de dos años, la parcela de tierra que recibió la pulpa del café mostró una mejora espectacular. El 80 % de la parcela estaba cubierta por un dosel de árboles jóvenes, algunos árboles de 3 metros, incluidas especies tropicales que pueden crecer hasta 30 m, en comparación con solo el 20 % en la parcela sin tratar. En la parcela alimentada con café, los árboles también eran cuatro veces más altos en promedio, las muestras de suelo eran más ricas en nutrientes y se habían eliminado los pastos invasivos.
     Los resultados fueron publicados en la revista Ecological Solutions and Evidence.
No solo brinda a los productores de café una forma sostenible de deshacerse de sus desechos, dice, sino que también acelera el tiempo para recuperar los bosques destruidos.
     "Es una situación increíble en la que todos ganan", dice Rebecca Cole, autora del estudio y ecologista de la Universidad de Hawai'i en Manoa. “Los bosques tropicales tardan cientos de años en volver a crecer. Tener árboles tan altos en solo dos años es realmente espectacular”. Se necesita más investigación, reconoce Cole, para comprender los impactos a largo plazo de la pulpa de café y si causa alguna contaminación imprevista. Aún así, dice Cole, “Esto realmente fue como un bosque de cafeína. Creo que es realmente prometedor”.
Una capa de pulpa de café recién agregada se asienta en un terreno donde las hierbas invasoras se habían apoderado.
 Los científicos del estudio establecieron una parcela de control donde podían ver si los bosques se recuperaban naturalmente. Aquí, años después del experimento, los pastos siguen siendo dominantes. Fotografías de Rebecca Cole
Cómo y por qué funciona 
     La idea funciona así: esparce 40 cm de pulpa de café en un área cubierta de pastos y el follaje de debajo se sofocará y se cocinará hasta que se asfixie, muera y se descomponga. “Básicamente, matas todas las raíces y rizomas de las hierbas”, dice Zahawi.  
     Zahawi y Cole descubrieron que a medida que los restos descompuestos de las hierbas se mezclan con la capa rica en nutrientes del café, se crea un suelo fértil. Eso, a su vez, atrae a los insectos, que atraen a los pájaros, que luego arrojan semillas en la parcela, al igual que el viento. Luego viene el renacimiento. “Parece un desastre durante los primeros dos o tres años, y luego está la explosión de nuevas plantas”, dice Zahawi. "Es tan rico en nutrientes que están creciendo con esteroides".
 
Lo hemos leído aquí
-----

13 enero 2023

La araucaria y la cachaña

AGENCIA CyTA-INSTITUTO LELOIR, Mar-2018
Una cotorra patagónica es vital para la supervivencia de la araucaria

Una cotorra patagónica es vital para la supervivencia de la araucaria

En lo que podría ser un buen argumento para una fábula, una modesta cotorra patagónica podría estar contribuyendo a la preservación de la majestuosa araucaria, un árbol emblemático de la región que figura como “amenazado” en el catálogo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
     Así lo sugieren científicos de Bariloche, quienes comprobaron que la cachaña o cotorra austral (Enicognathus ferrugineus) estaría “protegiendo” de manera indirecta a los piñones o semillas de la conífera del exceso de recolección humana, sin afectar a su capacidad de germinación.  
     En un estudio que publicaron en la revista “Royal Society Open Science”, los doctores Karina Speziale y Sergio Lambertucci, del Grupo de Investigaciones en Biología de la Conservación, y Marcelo Aizen y Gabriela Gleiser, del Grupo de Polinización del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA), que depende del CONICET y de la Universidad Nacional del Comahue, y colegas de España, observaron que las cotorras consumen los piñones de forma parcial, por lo cual aquellos pierden atractivo para los pobladores de la zona que salen a recogerlos con el propósito de comerlos o alimentar al ganado. “Muchas personas prefieren las semillas intactas y desechan las dañadas”, dijo a la Agencia CyTA-Leloir la primera autora del trabajo, la doctora Speziale.
     Ese deterioro parcial, que aleja a los recolectores, sería providencial. Speziale y sus colegas ya habían mostrado en estudios recientes que la cachaña podía favorecer la dispersión de las semillas y que también podría ayudar a la polinización. Ahora, comprobaron mediante experimentos que los piñones dañados siguen siendo capaces de germinar.

     El hallazgo indica que, gracias a la cotorra, “el bosque de Araucaria tiene mayor chance de mantenerse, generar árboles jóvenes y a mayor distancia del “árbol madre” gracias a la cachaña a pesar de la gran cantidad de semillas que se pierden”, aseguró Speziale, quien agregó que mucha gente recolecta sin permiso en zonas vedadas o lo hace en cantidades mayores a las autorizadas.
     De todos modos, además de la recolección humana, la investigadora puntualizó que existen otras causas que ponen en jaque al árbol: el fuego, la tala, el sobrepastoreo y también es muy importante el consumo de piñones por parte de especies exóticas introducidas en la Patagonia, como el ciervo colorado, el conejo, la liebre y el jabalí.
     Los resultados de los estudios recientes llevados adelante por este grupo resaltan la importancia de la interacción entre un árbol milenario como la araucaria y las cachañas. Del estudio también participaron los doctores Fernando Hiraldo y José Tella, del Departamento de Biología de la Conservación de la Estación Biológica Doñana y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España.

Lo hemos leído aquí
-----

10 enero 2023

ÁLVARO BAYÓN, en "Muy Interesante" Nov-2022
¿Cómo llegó el olivo a España?


Uno de los árboles más emblemáticos de España, es, probablemente, el olivo (Olea europaea). En el territorio peninsular hay ejemplares de siglos e incluso alguno supera los mil años de edad. El más antiguo del que se tiene constancia se encuentra en Ulldecona, Tarragona, con una edad estimada de más de 1700 años.
      Del olivo se obtienen las aceitunas u olivas, aunque tal vez el producto más popular sea el aceite de dicha fruta, el ‘oro líquido’, ingrediente clave en la dieta mediterránea. España, con una producción anual superior a mil millones de toneladas, produce más de un tercio de todo el aceite de oliva elaborado en el mundo.
     Sin duda, el olivo y sus productos son un icono para España, y el aceite de oliva es prácticamente un meme, en el sentido más sociocultural de la palabra. Sin embargo, y contra toda expectativa, se da la curiosidad de que, probablemente, el olivo no es un árbol nativo de la península ibérica. 


         En ocasiones, ciertas plantas cultivadas en una región llevan tanto tiempo introducidas que se han aclimatado totalmente al entorno. Ese fenómeno ha sucedido en España con otros árboles, como la higuera o el nogal, y también con el olivo.

La historia del olivo

     Se cree que el olivo fue introducido en la península ibérica por los fenicios. Por la edad de algunos árboles, es más que evidente que la presencia del olivo en la península ibérica se remonta, como mínimo, a hace 17 siglos. No obstante, cuando se analizan restos arqueológicos, se puede rastrear su presencia anterior, bien en restos de madera de construcciones, carbón de su leña, registros de granos de polen, huesos de aceitunas o restos de aceite en ánforas antiguas.
     Los primeros registros de la presencia del olivo en la península proceden del neolítico, hace entre 12 000 y 5000 años y se encuentran en la costa andaluza; concretamente, en los yacimientos de Palmones, la Cueva de Nerja y la Cueva de los Murciélagos de Albuñol.
      Se han hallado restos arqueológicos que muestran presencia de olivo, de la Edad del Cobre y del Bronce, entre los años 3000 y 1400 a.e.c., especialmente en la costa oriental de Almería. Pero no se localiza presencia en el interior de la Península hasta la Edad del Hierro, entre el 1400 y el 400 a.e.c. Los yacimientos fenicios de Morro de la Mezquitilla, Cerro del Villar y Castillo de Doña Blanca son los más representativos. Pero su presencia sigue siendo puntual.
     Solo a partir de la época romana, desde el siglo I e.c., el olivo está presente en zonas de interior en mayor cantidad, lo que sugiere un cultivo a gran escala. La mayor parte de los restos prerromanos se corresponden con huesos de aceituna, lo que indica que, probablemente, para los pueblos del sur de la península, las olivas fuesen un producto habitual de comercio. Sin embargo, es evidente que no fueron los romanos quienes lo introdujeron por primera vez. 

Olivo
     La presencia de carbón de leña de olivo en asentamientos de hace entre 4000 y 5000 años, acompañado con muestras de polen de una antigüedad semejante, corroboran que ya debía de haber árboles en ese tiempo. En la región oriental de la cuenca mediterránea, sin embargo, se encuentran fragmentos de madera de olivo, huesos de aceituna y restos de aceite de hasta 21 000 años de antigüedad.
     Todo este viaje arqueológico nos indica que el olivo debió introducirse en la península ibérica antes de la llegada de los fenicios, desde Oriente Próximo. Tal vez este pueblo marinero reintrodujo sus propios olivos donde ya los había. Con toda seguridad, los romanos también lo hicieron. Pero la pregunta de cuál es el origen de aquellas primeras poblaciones de olivo, ya presentes hace cinco milenios, no es tan sencilla de responder.

La respuesta está en la genética… ¿o no?

     El olivo tiene varias subespecies silvestres distintas, aparte de la variedad doméstica empleada como cultivo. Lo cierto es que algunas de esas variedades silvestres, conocidas como acebuches, sí están presentes en la geografía ibérica de forma nativa. Esto hace que los registros de polen sean muy poco fiables; en realidad, no es posible diferenciar un olivo cultivado de un acebuche solo mirando la morfología de sus granos de polen.
     Sin embargo, subespecies distintas tienen marcadores genéticos diferentes, y eso sí puede analizarse. 
 
     Los estudios genéticos parecen indicar que los olivos ibéricos tienen un origen múltiple, y no proceden de una misma población. Esta hipótesis es compatible con la idea de las reintroducciones sucesivas de fenicios y romanos.
     Al fin y al cabo, existen pruebas arqueológicas en Oriente Medio, no solo de la presencia de olivos, sino además de su aprovechamiento y de su cultivo, mucho antes que en el occidente europeo. Sin embargo, algunos marcadores genéticos de los olivos ibéricos parecen corresponder con variedades silvestres que ya estaban en la península ibérica, antes de la llegada de los primeros seres humanos.
     Existe la posibilidad de que los pueblos del neolítico ya tuvieran relación con los acebuches locales, y los primeros pueblos de la Edad de Bronce, como la cultura argárica, ya hubiesen domesticado los primeros olivos, antes de que los fenicios introdujeran su variedad y se mezclara con la local.

Referencias:
Antonio, P. R. 2019. Resultado del estudio de datación olivo no 1878 - Ulldecona. Mancomunidad Taula del Sénia.
Besnard, G. et al. 2000. Multiple origins for Mediterranean olive (Olea europaea L. ssp. europaea) based upon mitochondrial DNA polymorphisms. Comptes Rendus de l’Académie Des Sciences - Series III - Sciences de La Vie, 323(2), 173-181. DOI: 10.1016/S0764-4469(00)00118-9
Orús, A. 2022. Aceite de oliva: producción en España 2011-2021. Statista.
Rodríguez-Ariza, M. O. et al. 2005. On the origin and domestication of Olea europaea L. (olive) in Andalucía, Spain, based on the biogeographical distribution of its finds. Vegetation History and Archaeobotany, 14(4), 551-561. DOI: 10.1007/s00334-005-0012-z
Yll, E. I. et al. 1996. Importancia de Olea en el paisaje vegetal del litoral mediterráneo durante el Holoceno. Biogeografía Pleistocena-Holocena de la Península Ibérica, 1996, ISBN 84-453-1716-4, pág. 117, 117.

Lo hemos leído aquí 

-----

07 enero 2023

Tuber melanosporum, la memoria del bosque

EUGENIO MONESMA (Huesca, 1952)
La trufa negra. Búsqueda con perros adiestrados, cultivo y su uso en la gastronomía

 
La trufa negra o Tuber melanosporum es una de las especies más codiciadas por su calidad y versatilidad culinaria, y el pueblo turolense de Sarrión se ha convertido en uno de los importantes productores. En el año 2007 pudimos participar de la recolección de este producto con Daniel Bertolín y María, quienes también nos mostraron cómo poderlo conservar y algunos sencillos guisos con trufas.  
-----