"Quién hubiera dicho que estos poemas de otros iban a ser míos, después de todo hay hombres que no fui y sin embargo quise ser, si no por una vida al menos por un rato..." Mario Benedetti. A los amantes de los árboles,... localización, poesía, cuentos/leyendas, etc.
28 enero 2022
Leyenda de Kenia
Recuerdo para un peral icónico, de "grande" a villano, del narrador de historias
El peral de Cubbington
El
pueblo de Cubbington está situado en medio de Inglaterra, y con menos
de 4.000 habitantes lo único que llamaba allí la atención era un peral,
conocido como el peral de Cubbington.
Se trataba de un ejemplar de Pyrus
communis var. communis de alrededor de 250 años de edad, siendo el
segundo más grande del Reino Unido. Con un perímetro de 3,78 metros,
estuvo sano y floreciente hasta el último de sus días, creciendo en un
terreno privado, pero cerca de un camino desde el que se le podía
admirar.
Votado como árbol del año en Inglaterra en 2015, al año
siguiente quedó en octavo lugar en el concurso de “Árbol Europeo del
Año”. Desde el año 2011 estaba amenazado por el proyecto de construcción
de un tren de alta velocidad entre Londres y Birmingham y se barajaron
diversas hipótesis para tratar de salvarlo y buscar una alternativa (un
túnel, su reubicación, 20.000 firmas de petición al parlamento, etc…)
todo ello acompañado de protestas y manifestaciones locales. Finalmente
no fue posible por motivos económicos y por su edad y estado (su interior estaba hueco) y tan sólo se hicieron 40 esquejes de
él para cultivarlos localmente. Finalmente fue cortado el 20 de octubre
de 2020.
Fotos de Mailonline News de 21/10/2020 y Árbol europeo del año 2015
25 enero 2022

Es posible que el lector urbanita se haya sorprendido en más de una
ocasión parado en la acera mirando un árbol ayer frondoso y hoy desnudo,
no solo de hojas sino de muchas de sus ramas, incluso mutilado de sus
'brazos' más gruesos. Y que se pregunte si es necesario dejarlos tan
indefensos, privándonos del placer de la visión de su copa, refugio de
pájaros, de su sombra y del frescor que neutraliza el calor del asfalto.
Será así, puede que se responda, mientras casi siente dolor si pilla al
operario motosierra en mano. Pero no. José González Granados, decano
presidente del Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales y experto en
arboricultura, dice que «no existe ninguna razón que pueda explicar eso
que hacen a algunos árboles».
Aporta González Granados esta sentencia definitiva: «La mejor poda que se puede hacer es la poda que se puede evitar». Lo más importante, señala, es realizar una correcta selección de los árboles que queremos tener en nuestras ciudades, «porque, tradicionalmente, al lado de las fachadas se han plantado especies que llegan a medir 30 metros de altura». En esos sitios, aconseja, habría que elegir especies más pequeñas:«Se ha hecho mal y ahora se empieza a hacer algo mejor. Existen 250.000 especies de plantas vasculares (árboles, arbustos...), así que hay un gran elenco para elegir teniendo en cuenta sus características morfológicas, de adaptación al clima, previendo las condiciones que van a vivir en la ciudad...».
Señala que el asfalto se recalienta y a veces el suelo no es el más adecuado para especies que, en ocasiones, no tienen ni espacio, porque los alcorques, los agujeros para la plantación, no alcanzan el metro cúbico mínimo que han de tener para que sean lo más longevos posible. «Nos ahorraríamos la mayoría de intervenciones de poda si eligiésemos la especie adecuada, porque todas al nacer son pequeñas, pero unas se quedan en 3 metros y otras alcanzan 30».
Reconforta saber que hoy se hace todo lo contrario a lo que se hacía en los años 50, 60 y 70 del pasado siglo, cuando las ciudades se llenaron de olmos de Siberia, que llegan a los 15 metros con un crecimiento rápido en los primeros años, y plátanos, que alcanzan más de 50. «Yo vivo en Aranjuez –dice el ingeniero forestal–, una de las localidades con más arbolado de la comunidad y que tiene los mayores plátanos de España, de más de 250 años de edad, que no han sido podados nunca, con 52 metros de altura. Pues esa es la excepción, porque lo normal es que los plátanos se desmochen y no debería darse, es un grave error. Lo que pasa es que estas especies pueden aguantar tal atropello, pero en el caso de los arces negundos o los cinamomos, especies ornamentales muy usadas también en nuestras calles, cuando se les hacen estas intervenciones, estos desmoches, no los aguantan y mueren antes de tiempo».
Habla de las podas de formación, que se hacen cuando pensamos que un árbol va a tener problemas por interferencias entre sus ramas: «Pero nos referimos siempre a cortar ramas pequeñitas, por debajo de los 5 centímetros de diámetro, porque hasta ahí la cicatrización es buena. Por encima de ese tamaño podemos tener problemas de enfermedades, porque la cicatrización tarda lo suficiente para dar tiempo a que por esas 'heridas' entren los patógenos. Hay que desinfectar las herramientas de poda, que tampoco suele hacerse, y se contagian enfermedades». Insiste en que ningún árbol necesita ser desmochado, pero a veces, ante las quejas de vecinos a los que se les meten las ramas por las ventanas, se acaban cortando. «Lo que hay que hacer entonces es una poda a la carta, porque cada especie tiene sus necesidades».
Captan menos CO2
Dice el experto haber visto
actuaciones nada razonables y que esos desmochados son denunciables. «No
hay justificación técnica para cada año o cada dos o tres podarlos de
esa manera para abaratar y evitar otras intervenciones, de limpieza de
hojas, por ejemplo. Estás disminuyendo su esperanza de vida, si iba a
vivir 80 años, ahora solo llegará a 20 o 30».
Recuerda que los árboles realizan en las
ciudades una importante labor de captación de CO2, «y cuando los dejamos
desnudos, captan mucho menos. También dan una buena sombra en verano y
beneficios a la salud desde el punto de vista paisajista y de hábitat de
aves, así que hay que respetar su crecimiento. Pero se les hacen
aberraciones. Si alguien cree en la reencarnación, nunca querría
convertirse en árbol de ciudad».
Evita que tu perro orine en el árbol y no tires el cubo con agua de fregar
23 enero 2022
La cubierta vegetal en los olivares
LOS OLIVARES Y LAS "MALAS HIERBAS"
Gabinete de Comunicación de la UJA
Investigadores de la UJA consideran esencial el manejo extensivo de las cubiertas vegetales de olivar y la presencia de áreas naturales para incrementar la diversidad de especies y sus funciones
El investigador Rubén Tarifa, realizando trabajos de campo. |
Un trabajo de investigación liderado por Rubén Tarifa,
doctorando de la UJA en el Departamento de Biología Animal, Biología
Vegetal y Ecología, considera esencial el mantenimiento de las cubiertas
vegetales de olivar y la presencia de áreas naturales para incrementar
la diversidad de especies y de las funciones que estas desempeñan en el
cultivo. Así, los esquemas agroambientales en estos agrosistemas
deberían promover prácticas de manejo que favorezcan la diversidad y
funcionalidad de las cubiertas vegetales, especialmente en aquellos
olivares donde los parches de áreas naturales sean más escasos e incluso
inexistentes.
Así se desprende del artículo ‘La
intensificación agrícola erosiona la diversidad taxonómica y funcional
en los olivares mediterráneos al filtrar especies raras’ ("Agricultural
intensification erodes taxonomic and functional diversity in
Mediterranean olive groves by filtering out rare species"), publicado en la revista Journal of Applied Ecology, elaborado por Rubén Tarifa junto a los investigadores Carlos Martínez-Núñez, Teresa Salido y el catedrático Pedro J. Rey, de la UJA; Juan P. González-Varo, de la Universidad de Cádiz y Francisco Valera, de la Estación Experimental de Zonas Áridas-CSIC.
Este trabajo señala cómo
las plantas arvenses -vulgarmente "malas hierbas"- que componen las cubiertas vegetales del olivar
son esenciales para sustentar su biodiversidad, ya que de todas ellas se
alimentan multitud de organismos, principalmente aves e insectos
(muchos de ellos controladores de plagas). Sin embargo, esta diversidad
se ve comprometida por la intensificación agrícola. Por un lado, los
paisajes agrarios cada vez están más simplificados y son más homogéneos,
y por otro, el uso indiscriminado de herbicidas ejerce fuertes
presiones sobre las comunidades de plantas, que acaban por reducir su
diversidad de especies.
“No
solo es drástica la pérdida de especies, sino también la pérdida de
funcionalidad. Además, hasta ahora, se desconocía si las prácticas
agrícolas intensivas podrían estar afectando a las especies más raras,
taxonómica y funcionalmente, o por el contrario a aquellas más comunes o
dominantes. Se sabe que, en ciertas comunidades, las plantas raras
desempeñan un rol muy importante dentro de la comunidad, sustentando
funciones irremplazables dentro del ecosistema. Por todo ello planteamos
este trabajo”, señala Rubén Tarifa.
El
olivar en Andalucía ocupa cerca de 1,5 millones de hectáreas. Se trata
de un cultivo que presenta cubiertas vegetales de especies arvenses
nativas que crecen de forma espontánea bajo la copa de los olivos. En el
olivar, las cubiertas vegetales se manejan de forma intensiva, usando
herbicidas y labranzas recurrentes, o de forma extensiva, desbrozando
mecánicamente con ganadería y sin usar herbicidas. Además, a lo largo de
la cuenca del Guadalquivir se encuentran tanto olivares rodeados por un paisaje excesivamente simplificado, como aquellos donde aún son frecuentes los reductos de vegetación arbórea y arbustiva natural, según se recoge en el trabajo.
Para
el desarrollo de esta investigación, realizada a lo largo de la
primavera de 2016 en el marco del proyecto LIFE Olivares Vivos, los
autores muestrea
o
la diversidad de plantas de las cubiertas vegetales de cuarenta
olivares distribuidos por las provincias de Jaén, Córdoba, Málaga,
Granada, Sevilla y Cádiz. Todos se disponían en un gradiente de
“complejidad del paisaje”, desde olivares donde apenas quedaban parches
de vegetación natural, hasta otros donde aún persisten los parches de
matorral o bosque mediterráneo. La mitad de las fincas presentaban
manejo de las cubiertas vegetales intensivo mientras que las otras
veinte, un manejo extensivo. En cada una de ellas se registraron todas
las especies arvenses que se ubicaban en una serie de cuadrados de 1x1
metros, distribuidos dentro de cada olivar.
De
esta manera, se detectaron 319 especies de plantas, un 7% de toda la
flora de Andalucía. Incluso una nueva especie para la ciencia, la Linaria qartobensis,
en un olivar que respeta las cubiertas vegetales desde hace más de 100
años. Posteriormente, se caracterizó la comunidad de plantas de cada una
de estas fincas en base a las funciones que desempeñan en el olivar: si
son o no polinizadas por los insectos, el peso de sus semillas, su
altura… Así, los investigadores pudieron definir las funciones que
desempeñan el conjunto de plantas de cada olivar.
“En
nuestro estudio encontramos que la diversidad de especies y las
funciones que estas desempeñan en el olivar se vieron negativamente
afectadas por la simplificación del paisaje de olivar y el manejo
intensivo de las cubiertas vegetales. Las especies raras fueron las más
afectadas en este proceso. Además, detectamos un umbral próximo a las 85
especies por olivar, a partir del cual incrementa la diversidad de
funciones desempeñadas por las plantas que componen las cubiertas
vegetales. Este umbral solo se alcanzó en olivares que además de
mantener las cubiertas vegetales respetaron la presencia de parches de
vegetación natural. Nuestros resultados evidencian la necesidad de
conservar zonas “no productivas” dentro del olivar para tener cubiertas
vegetales más diversas y multifuncionales, esenciales para hacer del
olivar un cultivo más respetuoso con la biodiversidad“, explica Rubén
Tarifa.
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