"Quién hubiera dicho que estos poemas de otros iban a ser míos, después de todo hay hombres que no fui y sin embargo quise ser, si no por una vida al menos por un rato..." Mario Benedetti. A los amantes de los árboles,... localización, poesía, cuentos/leyendas, etc.
21 marzo 2018
19 marzo 2018
Un drago en "mi patio", del cronista de Canarias
JUAN GUZMÁN OJEDA, Ing. Téc. Forestal
El Drago de Gáldar, un árbol con casa y bruja propias (Gran Canaria)
El poblado de Gáldar fue, junto al de Telde, una de las sedes o guanartematos en que se dividió la isla de Tamarant (Gran Canaria), tras la muerte de Artemi Semidán en 1405. Esta separación apenas duró 75 años, ya que la tranquila vida de los que disfrutaron de una isla prácticamente virgen se vio para siempre truncada con la conquista castellana. Se baraja la cifra de que sólo un 15% de la población prehispánica sobrevivió a la ocupación. Para los primeros canarios la presencia del drago (Dracaena draco y, probablemente, también Dracaena tamaranae), debió ser muy común, no sólo por coincidir las áreas de asentamiento con la distribución de las especies, sino también por ser uno de los pocos árboles fácilmente aprovechables ante la carencia de herramientas metálicas. Los aborígenes aprovechaban las curvas de la parte más dura de las fibras del drago para fabricar tarjas o escudos de armas, que luego pintaban en vivos colores. Seguramente fuera apreciado por sus propiedades forrajeras y no se descarta que también hicieran uso medicinal de la “sangre de drago”. Ya antes de la conquista, existieron intercambios de esta panacea medicinal de la época con comerciantes europeos. El monumental invitado de este texto se sitúa (28º 08′ 40” N y 15º 39′ 19”W) en la que fuera la primera capital de la isla. El Drago de Gáldar, pese a su tamaño, es un “árbol de interior” y siempre ha contado con vivienda propia. En concreto, este ilustre titán se hospeda en el patio (13×5 metros) de las antiguas casas consistoriales del Ayuntamiento, edificio que hace esquina entre la calle Tagoror y la plaza de Santiago de los Caballeros. Sólo un estrecho ojo de pez, abierto en el muro interior de la entrada, nos ofrece una ínfima visión del drago cuando el inmueble público permanece cerrado.
Guarecido de los vientos
Las dimensiones de este drago (Dracaena draco) hay que calcularlas desde el nivel de la calle. Así, su altura ronda los 8,5 metros y su perímetro normal es de casi 2,50 metros. La influencia del recinto rectangular que lo aloja se ha traducido en una copa de forma oval en vez de esférica; en contrapartida, el drago siempre ha estado guarecido de los vientos. La parte aérea es fácilmente observable si subimos a la segunda planta del edificio, desde esta perspectiva también se perciben dos puntos de apoyo directo entre el árbol y los muros.
El Drago de Gáldar es un ejemplar cultivado y antiguamente se beneficiaba de las conducciones agrícolas, pero al ir éstas desapareciendo, el Ayuntamiento se vio en la necesidad de recurrir a regarlo. Hace unos veinte años sufrió una importante depresión vegetativa, por lo que se solicitó la ayuda de especialistas. A esta llamada de emergencia respondió, entre otros, el bueno de Jaime O’Shanahan. Este gran amante y conocedor del mundo verde detectó que el problema se localizaba en el sistema radical que estaba desapareciendo, entonces, para provocar la nueva emisión de raíces, se propuso el recubrimiento parcial del tronco con un sustrato volcánico poroso. Gracias a esta acción de conservación el drago presenta hoy un estado saludable, a la vez que la sensación de una ramificación muy baja.
La corteza denota un aspecto añoso y vetusto, con grandes manchas de hongos naturales, espacios desprovistos de corteza y, sobre todo, muchas cicatrices: fechas, sangrados, iniciales y puntos, dibujos e incluso firmas, algunas famosas como la del escultor galdense Juan Borges Linares.
En base al documento histórico (1718) sobre la adquisición del terreno, en el que se hace referencia a la presencia de “vides y de un drago”, tradicionalmente se le ha atribuido una edad cercana a los 300 años. Por otra parte, si tenemos en cuenta sus 14 floraciones, la última en 2011, y la reglas de tiempo entre floración-ramificación, su edad se reduciría a 215 años.

Leyenda de la Bruja Regañosa
En todo caso existe una leyenda, según la cual la edad del drago podría ser todavía mayor. Raúl Mendoza, inquieto agricultor de la zona, ha documentado extensamente la historia que su abuela le contaba: la Leyenda de la Bruja Regañona.
El libro que resulta de la investigación de Raúl, en espera de ser publicado, contrasta la leyenda con varios personajes históricos, hasta el punto de que todo parece indicar que la leyenda puede ser muy real. Catalina (o quizás Águeda) fue una niña de alta alcurnia que, tras una turbulenta historia de casamiento forzado, acabó en un convento del que salió fingiendo su propia muerte. Luego se convirtió en una oscura yerbera dedicada a la medicina popular, a la vez que en una gran protectora del drago cuya sangre aprovechaba.
Su carácter hosco y su profesión de curandera le granjearon la enemistad tanto del cura, como del boticario, hasta llegar al extremo de que éstos intentaron talar el drago. Pero la Bruja Regañona, apodo que le pusieron los asustados niños, no lo permitió, desapareciendo el día en el que el boticario fue encontrado sin vida al pie del drago. No se sabe bien si alguna vez el drago fue parcialmente talado, o si el fantasma de su defensora todavía le ronda. Lo que sí podemos afirmar es que entre las cicatrices hay un dibujo que parece ser una bruja, acompañado de la fecha del 13 de julio de 1913, que refiere a una tal María Leonarda en el ejercicio de tratar de exorcizar el drago de su hechicera, o quizás debamos decir más bien de su bienhechora.
El Drago de Gáldar, un árbol con casa y bruja propias (Gran Canaria)
El poblado de Gáldar fue, junto al de Telde, una de las sedes o guanartematos en que se dividió la isla de Tamarant (Gran Canaria), tras la muerte de Artemi Semidán en 1405. Esta separación apenas duró 75 años, ya que la tranquila vida de los que disfrutaron de una isla prácticamente virgen se vio para siempre truncada con la conquista castellana. Se baraja la cifra de que sólo un 15% de la población prehispánica sobrevivió a la ocupación. Para los primeros canarios la presencia del drago (Dracaena draco y, probablemente, también Dracaena tamaranae), debió ser muy común, no sólo por coincidir las áreas de asentamiento con la distribución de las especies, sino también por ser uno de los pocos árboles fácilmente aprovechables ante la carencia de herramientas metálicas. Los aborígenes aprovechaban las curvas de la parte más dura de las fibras del drago para fabricar tarjas o escudos de armas, que luego pintaban en vivos colores. Seguramente fuera apreciado por sus propiedades forrajeras y no se descarta que también hicieran uso medicinal de la “sangre de drago”. Ya antes de la conquista, existieron intercambios de esta panacea medicinal de la época con comerciantes europeos. El monumental invitado de este texto se sitúa (28º 08′ 40” N y 15º 39′ 19”W) en la que fuera la primera capital de la isla. El Drago de Gáldar, pese a su tamaño, es un “árbol de interior” y siempre ha contado con vivienda propia. En concreto, este ilustre titán se hospeda en el patio (13×5 metros) de las antiguas casas consistoriales del Ayuntamiento, edificio que hace esquina entre la calle Tagoror y la plaza de Santiago de los Caballeros. Sólo un estrecho ojo de pez, abierto en el muro interior de la entrada, nos ofrece una ínfima visión del drago cuando el inmueble público permanece cerrado.
Guarecido de los vientos

El Drago de Gáldar es un ejemplar cultivado y antiguamente se beneficiaba de las conducciones agrícolas, pero al ir éstas desapareciendo, el Ayuntamiento se vio en la necesidad de recurrir a regarlo. Hace unos veinte años sufrió una importante depresión vegetativa, por lo que se solicitó la ayuda de especialistas. A esta llamada de emergencia respondió, entre otros, el bueno de Jaime O’Shanahan. Este gran amante y conocedor del mundo verde detectó que el problema se localizaba en el sistema radical que estaba desapareciendo, entonces, para provocar la nueva emisión de raíces, se propuso el recubrimiento parcial del tronco con un sustrato volcánico poroso. Gracias a esta acción de conservación el drago presenta hoy un estado saludable, a la vez que la sensación de una ramificación muy baja.

En base al documento histórico (1718) sobre la adquisición del terreno, en el que se hace referencia a la presencia de “vides y de un drago”, tradicionalmente se le ha atribuido una edad cercana a los 300 años. Por otra parte, si tenemos en cuenta sus 14 floraciones, la última en 2011, y la reglas de tiempo entre floración-ramificación, su edad se reduciría a 215 años.

Leyenda de la Bruja Regañosa
En todo caso existe una leyenda, según la cual la edad del drago podría ser todavía mayor. Raúl Mendoza, inquieto agricultor de la zona, ha documentado extensamente la historia que su abuela le contaba: la Leyenda de la Bruja Regañona.
El libro que resulta de la investigación de Raúl, en espera de ser publicado, contrasta la leyenda con varios personajes históricos, hasta el punto de que todo parece indicar que la leyenda puede ser muy real. Catalina (o quizás Águeda) fue una niña de alta alcurnia que, tras una turbulenta historia de casamiento forzado, acabó en un convento del que salió fingiendo su propia muerte. Luego se convirtió en una oscura yerbera dedicada a la medicina popular, a la vez que en una gran protectora del drago cuya sangre aprovechaba.
Su carácter hosco y su profesión de curandera le granjearon la enemistad tanto del cura, como del boticario, hasta llegar al extremo de que éstos intentaron talar el drago. Pero la Bruja Regañona, apodo que le pusieron los asustados niños, no lo permitió, desapareciendo el día en el que el boticario fue encontrado sin vida al pie del drago. No se sabe bien si alguna vez el drago fue parcialmente talado, o si el fantasma de su defensora todavía le ronda. Lo que sí podemos afirmar es que entre las cicatrices hay un dibujo que parece ser una bruja, acompañado de la fecha del 13 de julio de 1913, que refiere a una tal María Leonarda en el ejercicio de tratar de exorcizar el drago de su hechicera, o quizás debamos decir más bien de su bienhechora.
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17 marzo 2018
300 años en el patio
EL DRAGO DE GÁLDAR CUMPLE 300 AÑOS
Gran Canaria (1718-2018)

El drago de Gáldar cumple este año su 300 aniversario, al menos eso dice su Ayuntamiento que se ha propuesto realzar esta fecha y celebrarlo dedicándole las Fiestas Mayores de Santiago. Desde la concejalía de Cultura y Fiestas y Patrimonio Histórico que dirige Julio Mateo Castillo ha diseñado además un logo conmemorativo que será presentado en breve. El que cumpla 300 años está en duda, si se tiene en cuenta el número de ramificaciones -14- y se multiplican por 15 (14x15=215 años), fórmula aceptada por los expertos para calcular la edad de los dragos, ya que éstos carecen de anillos de crecimiento. Claro que si se demuestra que, efectivamente, tiene 300 años echaría por tierra esta teoría.
Este árbol ocupa el patio central -13m por 5 m- de la antigua Casa Consistorial y cada año recibe miles de visitantes. Es un impresionante ejemplar que ha formado parte de la historia viva de la ciudad y forma parte de los atractivos de este edificio situado junto al Teatro Consistorial. El drago, según cuentan, fue plantado en 1718. Tiene un perímetro de 2,5 metros y 8,5 metros de altura. Dada la envergadura que ha conseguido al gran drago ese patio se le ha quedado minúsculo, es difícil sacar una foto sin "romperlo".
El Ayuntamiento pone en valor su importancia, junto con el templo de Santiago de Los Caballeros y el Conjunto Histórico-Artístico de la Plaza de Santiago, de la que forman parte las cuatro gigantescas araucarias, plantadas en 1885. Para la ciudad de Gáldar su drago es todo un símbolo, tanto que se ha hecho un monumento -en acero corten- en una rotonda de entrada a la ciudad. Mejor sería si allí se hubiera plantado un hermoso drago natural pero «doctores tiene la Santa Madre Iglesia que os sabrán responder».

Las cicatrices que este drago tiene nos indica que fue empleado para extraer su savia, "sangre de drago". A los dragos se les hacía incisiones en la corteza que respondían a la agresión supurando su savia que coagulaba en grumos de color rojo sin olor ni sabor. Los grumos se trituraban y se utilizaban para fabricar tintes y barnices, o bien en medicina. Hay quien afirma que los "Stradivarius" eran barnizados con los derivados de esta savia. La sangre si se quema despide una fragancia semejante al estoraque líquido. Las hojas son coriáceas de color entre verde grisáceo y glauco, de 50 a 60 cm de
longitud y unos 3 o 4 cm de anchura.
(Fotos propias) -----
Gran Canaria (1718-2018)
El drago de Gáldar cumple este año su 300 aniversario, al menos eso dice su Ayuntamiento que se ha propuesto realzar esta fecha y celebrarlo dedicándole las Fiestas Mayores de Santiago. Desde la concejalía de Cultura y Fiestas y Patrimonio Histórico que dirige Julio Mateo Castillo ha diseñado además un logo conmemorativo que será presentado en breve. El que cumpla 300 años está en duda, si se tiene en cuenta el número de ramificaciones -14- y se multiplican por 15 (14x15=215 años), fórmula aceptada por los expertos para calcular la edad de los dragos, ya que éstos carecen de anillos de crecimiento. Claro que si se demuestra que, efectivamente, tiene 300 años echaría por tierra esta teoría.
Este árbol ocupa el patio central -13m por 5 m- de la antigua Casa Consistorial y cada año recibe miles de visitantes. Es un impresionante ejemplar que ha formado parte de la historia viva de la ciudad y forma parte de los atractivos de este edificio situado junto al Teatro Consistorial. El drago, según cuentan, fue plantado en 1718. Tiene un perímetro de 2,5 metros y 8,5 metros de altura. Dada la envergadura que ha conseguido al gran drago ese patio se le ha quedado minúsculo, es difícil sacar una foto sin "romperlo".
El Ayuntamiento pone en valor su importancia, junto con el templo de Santiago de Los Caballeros y el Conjunto Histórico-Artístico de la Plaza de Santiago, de la que forman parte las cuatro gigantescas araucarias, plantadas en 1885. Para la ciudad de Gáldar su drago es todo un símbolo, tanto que se ha hecho un monumento -en acero corten- en una rotonda de entrada a la ciudad. Mejor sería si allí se hubiera plantado un hermoso drago natural pero «doctores tiene la Santa Madre Iglesia que os sabrán responder».
Foto de la red |


(Fotos propias) -----
15 marzo 2018
LAURA ALBOR, en ABC natural
El mapa de los árboles más antiguos de España
*Pinchar en Mapa para poder ver el mismo.
Los
distintos puntos en el mapa superior muestran los que son, según
diversas fuentes, los ejemplares más ancianos de nuestro país. Sin
embargo, es necesario señalar que existe controversia en cuanto a la datación de los diferentes especímenes.
«No hay estudios serios y si los hay, no se ponen en conocimiento de
los responsables de los catálogos. Cosa que es una pena», lamenta
Domínguez Lerena.
El mapa de los árboles más antiguos de España
![]() |
Farga de Arion |
Corría
el siglo IV, España era conocida como Hispania y el emperador
Constantino I se encontraba en el poder, cuando las semillas de estos
árboles comenzaban a germinar. La Farga de Arion, el Tejo de Barondillo o los Castaños de Nuestra Señora de la Alcobilla,
echaban sus primeras raíces en una tierra que les vería crecer a lo
largo del tiempo.
Ellos son los seres vivos más longevos de nuestro país: han cobijado los encuentros amorosos de nuestros ancestros, han sido testigos de guerras, de celebraciones... Y sin embargo, ahí permanecen, saliendo airosos, al menos de momento, a los ataques de plagas, las inclemencias del tiempo, la acción del hombre...
«Los árboles aguantan mucho pero como cualquier planta necesitan aire, espacio, un soporte con nutrientes y agua; cualquier merma importante en alguno de esos factores produce un debilitamiento en la planta que es aprovechado por insectos, hongos, virus,…», señala Susana Domínguez Lerena, presidenta de Bosques Sin Fronteras y coordinadora del grupo de trabajo de «Árboles Singulares» de la Sociedad Española de Ciencias Forestales.
«Uno de los problemas más comunes en los árboles de gran parte de nuestro territorio son las podas abusivas que sufren, algunas sin objetivo y sin sentido, lo que les genera graves problemas sanitarios y estructurales. Muchos de los árboles reiteradamente podados de forma salvaje son auténticos cadáveres en pie», alerta.
Ellos son los seres vivos más longevos de nuestro país: han cobijado los encuentros amorosos de nuestros ancestros, han sido testigos de guerras, de celebraciones... Y sin embargo, ahí permanecen, saliendo airosos, al menos de momento, a los ataques de plagas, las inclemencias del tiempo, la acción del hombre...
«Los árboles aguantan mucho pero como cualquier planta necesitan aire, espacio, un soporte con nutrientes y agua; cualquier merma importante en alguno de esos factores produce un debilitamiento en la planta que es aprovechado por insectos, hongos, virus,…», señala Susana Domínguez Lerena, presidenta de Bosques Sin Fronteras y coordinadora del grupo de trabajo de «Árboles Singulares» de la Sociedad Española de Ciencias Forestales.
«Uno de los problemas más comunes en los árboles de gran parte de nuestro territorio son las podas abusivas que sufren, algunas sin objetivo y sin sentido, lo que les genera graves problemas sanitarios y estructurales. Muchos de los árboles reiteradamente podados de forma salvaje son auténticos cadáveres en pie», alerta.
El tamaño no importa
Por ello, se debe tener en cuenta que no siempre los árboles más ancianos son los más grandes: «El problema es que la gente confunde tamaño con edad y eso no es así porque no solo depende de la especie sino de las condiciones de crecimiento, el clima, la situación,…»
En el siguiente gráfico se muestran los 12 especímenes que serían los más ancianos de nuestro país:
¿Cuántos años tiene?
De este modo, a través de la toma de muestras de madera del tronco (sin dañar el árbol) se puede calcular de manera bastante fiable cuántos años tiene un ejemplar.
Sin embargo, esa extracción resulta imposible en algunos árboles ya que se encuentran huecos o podridos por dentro. En estos casos se recurre a la realización de estimaciones basadas en su crecimiento o en las historias o leyendas que existen en torno al mismo.
De hecho, es común que muchos de los ejemplares más antiguos, como el Tejo de Santa Coloma (Asturias) o el Pino de la Virgen (La Palma), cuenten con una iglesia a su lado. Esto se debe a que los cristianos asimilaron el carácter mágico que que se les atribuía a ciertos árboles y por ello edificaban sus templos junto a ellos.
Edad programada
Además de los factores externos, la longevidad de un árbol va también asociada a su familia. De este modo, aunque la mayoría de especies pueden superar los 100 años sin problemas, hay variedades que están 'programadas' para perdurar en el tiempo.«Para una encina no tiene ningún mérito llegar a los tres siglos de vida, a esa edad se encuentra en plenitud de facultades y en uno de sus momentos más productivos. Para un chopo llegar a los 300 años es un logro importante, pues a esa edad se encuentra en la decrepitud de su vida, en la senectud», señala Domínguez Lerena. Otras especies como los olivos y los dragos alcanzan del mismo modo longevidades considerables. No en vano, en 2015 la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) realizó un estudio por el que se determinaba que el olivo monumental de Ulldecona era el árbol fechado más antiguo de la Península, con más de 1700 años.
«Aunque no hay reglas estrictas y siempre hay una excepción que la confirma, las especies de crecimiento lento suelen ser las más longevas porque desarrollan la estrategia de emplear su energía en construir una madera más densa, dura y fuerte para aguantar muchos años. También hay otras especies que, además de madera densa, pueden perpetuarse mediante brotes de cepa que pueden formar un nuevo árbol, como los tejos», explica la experta.
Sea como fuere, todos estos árboles son un legado único, testigos silenciosos de nuestra historia, que se rigen como auténticas catedrales en los bosques.
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