06 agosto 2011

El mayor anacardo del mundo

O MAIOR CAJUEIRO DO MUNDO
Pirangi do Norte, Natal, Brasil

     Esto es lo que afirman las gentes y las guías que hablan de Pirangi do Norte, una pequeña aldea asomada al mar Atlántico, a unos 25 Km al sur de Natal, RN, Brasil.


El cajú (Anacardium occidentale)  es uno de los 270 árboles que componen la Mata Atlántica, el importante bosque original de la costa atlántica brasileña que se ha perdido-transformado entre un 90-95%.
      El cajú (anacardo) es un árbol que se ramifica desde muy cerca de la base, con troncos muy retorcidos, alcanzando hasta los 20m de altura. Su fruto es del tamaño de un puño y debido a su fragilidad apenas se comercializa. Se comercializa la semilla, la castaña de cajú (anacardo), tostada, con o sin sal.
      Lo curioso es su pulpa, que tiene la textura de una finísima esponja, de tal modo que no se puede morder. Cuando lo intentas el jugo se te escurre entre los dedos. Al preguntar cómo lo comen te responden que no se come, se chupa o se toma en jugo. El sabor recuerda vagamente, al melocotón.

     Este cajú es una formación anómala, sólamente tiene 120 años, pero los retorcidos troncos tocan el suelo, enraízan y se vuelven a ramificar. Este raro especimen ocupa una extensión de 8500 metros cuadrados, pero se ha quedado confinado en mitad de la aldea. Con el tiempo ha atravesado las alambradas, se ha apoderado de la mitad de las calles que le rodean pero... va a ser difícil que se pueda extender mas. El deseo de los lugareños es darle mas espacio pero este deseo choca con el tráfico y los propietarios de los espacios colindantes.

     Tiene gran importancia para la supervivencia de la aldea ya que es visitado por infinidad de gentes, generando a su alrededor un próspero negocio. Han construido una pasarela para poder observarlo desde el interior sin dañar el suelo y sus raíces, y una pequeña torre en una esquina para observarlo en toda su dimensión.
 
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02 agosto 2011


GABRIEL CELAYA (Hernani, 1911-1991)
El bosque

Entro en el bosque
es como un cuento.
Me vuelvo niño.
¡Tengo
tanto miedo!
Entro en el bosque y oigo
los pasos furtivos
y el temblor secreto.
Oigo
el silencio.
Entro en el bosque. Veo
los animales
reales e irreales,
mágicos,
salvajes.
Entro en el bosque solo.
¡Tan solo estoy de pronto!
Entro
y todo es acechanza
en torno.
Algo recuerdo.
¿Qué es la alegría
sino el miedo
aún no nombrado?
¡Cuánto deseo!
Entro en el bosque
Sí, tengo miedo.
Pero algo espero
del horror milenario
de este misterio.

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28 julio 2011

AGUJA ESBELTA
R. Mendizábal

Aguja esbelta que, hilvanando estrellas,
estrella fuiste para mi destino,
muda y augusta, bella entre las bellas.
Tu línea recta marcará el camino
y tu silente vertical sin mellas
hará de cada estrella mi destino.

10-8-1972
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23 julio 2011

CÓMO SURGIERON LOS ÁRBOLES
Nueva Zelanda

      Al principio, el Padre Cielo y la Madre Tierra estaban cerca, muy cerca el uno de la otra, abrazados con gran, gran fuerza. Estaban tan cerca y tan fuertemente abrazados que sus hijos, que vivían entre ambos, apenas podían respirar. Desesperados, éstos de retorcieron, empujaron, presionaron y lucharon hasta que consiguieron que el cielo se despegase de la tierra y se alejase, elevándose hacia lo alto, arriba, muy arriba.
      Desde allí, el cielo miró hacia abajo y vio a su esposa, la tierra, libre, hermosa, marrón, suave... pero tan vacía y sola que se sintió avergonzado por haberla dejado detrás, totalmente desnuda.
      De modo que le confeccionó unos adornos mezclando luz y polvo, los enrolló para crear troncos y ramas y los curvó para dar lugar a las hojas y flores. Combinó el marrón con el rojo y el gris con el verde; algunas de sus creaciones se volvían rosas al florecer, otras eran plateadas y tenían forma de estrella, y otras poseían bayas de un negro azulado o frutos dorados. Distribuyó aquellas exquisitas joyas por toda la superficie de la tierra.
      El cielo se sintió feliz y orgullosa de sus joyas.
      Los adornos se sintieron orgullosos y felices de decorar el suelo.
      Hundieron sus troncos en la tierra y elevaron sus ramas hacia el cielo. Y así, erguidos, han permanecido hasta nuestros días.
      Y fue así, según cuentan, como surgieron los árboles.

---Fin---