04 mayo 2022

Un producto del árbol, el ámbar

ÁMBAR

El ámbar, succino o succinita (del latín succinum) -sólido amorfo-, es resina fosilizada de origen vegetal, proveniente principalmente de restos de coníferas y algunas angiospermas. Etimológicamente su nombre proviene del árabe عنبر, ámbar 'lo que flota en el mar', aunque originalmente se refería al ámbar gris, secreción biliar de los intestinos del cachalote. Presenta color naranja amarronado, aunque existen variedades amarillas, tono miel y verdosas. Puede ser transparente o translúcido. Está considerada como piedra semipreciosa, muy apreciada por su color y belleza natural desde el Neolítico. El ámbar es utilizado en joyería y como agente curativo en la medicina popular.
     Existen cinco clases de ámbar, definidas en base a sus componentes químicos. Su composición varía dependiendo del árbol del que proviene, aunque todos tienen terpenos, compuestos que son comunes en las resinas endurecidas.
    
En origen fue la resina de los árboles, fluido suave y pegajoso que fluye de los árboles, a veces envolviendo al caer, animales, plantas y demás desechos orgánicos o minerales. Los árboles producen la resina como una protección contra enfermedades e infestaciones de agentes externos (insectos, bacterias u hongos). Se endurece en zonas deltaicas de ríos, por polimerización en el interior de rocas arcillosas o arenosas y algunas veces calizas, asociadas, generalmente, a mucha materia orgánica, conservándose en su interior durante millones de años.
     En Europa el ámbar se formó a partir de la resina del Pinus succinifera y en América proviene de la leguminosa Hymenaea courbaril, conocida en Chiapas (México) como guapinol, y en Nicaragua, Cuba y República Dominicana como algarrobo, perteneciente al período geológico terciario.
     El primer lugar que se tiene registrado como fuente original del ámbar es la región del mar Báltico. La pieza de ámbar más antigua trabajada por el hombre data de hace 30.000 años y se encontró en Hannover, Alemania. En España está presente desde el Solutrense, Cueva de Altamira. En Europa se encuentra ámbar en España, Francia, Lituania, Polonia, Alemania, Letonia y Rusia, y en América Latina se encuentra en México, República Dominicana, Nicaragua y Colombia.

     En la Antigüedad se pensaba que el ámbar poseía propiedades místicas o mágicas, siendo utilizado por muchas culturas como un talismán o remedio medicinal. En Chiapas el ámbar aún se usa para proteger a los niños contra el «mal de ojo». Los griegos se percataron de sus propiedades eléctricas producidas al frotar el ámbar con paños, de ahí la etimología de la palabra electricidad que viene del griego ἤλεκτρον (élektron) que quiere decir ámbar.
     Hace 3000 a. C. el ámbar del Báltico ya era cambiado por las mercancías de la Europa meridional dando lugar a rutas de comercio que cruzaban Europa y terminaban en el lejano Oriente. Alrededor de 58 d. C., el emperador romano Nerón envió a un emisario romano en busca de este "oro del norte", regresando a Roma con cientos de libras.
     Aunque el ámbar se halla por todo el planeta, sólo existen veinte regiones susceptibles de explotación minera rentable. En la actualidad la mayor parte se extrae de la región báltica de Europa Oriental, la República Dominicana y en algunos estados de México.

Composición y formación
     El ámbar es heterogéneo en su composición, pero consta de varios cuerpos resinosos más o menos solubles en alcohol, éter y cloroformo, asociados a una sustancia bituminosa insoluble. El ámbar es una macromolécula por polimerización por radicales libres de varios precursores de la familia labdano. Estos labdanos son diterpenos (C20H32) y trienos, que equipan al esqueleto orgánico con tres grupos alqueno para la polimerización. A medida que el ámbar madura a lo largo de los años, se produce una mayor polimerización, así como reacciones de isomerización, reticulación y ciclación.
     Calentado a más de 200 °C (392 °F), el ámbar se descompone, produciendo un aceite de ámbar, y dejando un residuo negro que se conoce como «colofonia ámbar» o «tono ámbar»; cuando se disuelve en aceite de trementina o en aceite de linaza, este forma el «barniz de ámbar» o «laca de ámbar». 

     La polimerización molecular, que resulta de las altas presiones y temperaturas producidas por el sedimento suprayacente, transforma la resina primero en copal, etapa intermedia entre la resina y el ámbar. El calor y la presión sostenidos eliminan los terpenos y producen la formación de ámbar.
     Para que esto suceda, la resina debe ser resistente a la descomposición. Muchos árboles producen resina, pero en la mayoría de los casos este depósito se descompone por procesos físicos y biológicos. La exposición a la luz solar, la lluvia, los microorganismos (como las bacterias y los hongos) y las temperaturas extremas tienden a desintegrar la resina. Para que la resina sobreviva lo suficiente como para volverse ámbar, debe ser resistente a tales fuerzas o producirse en condicones que las excluyan.

Origen botánico
     Las resinas fósiles de Europa se dividen en dos categorías, la famosa ámbar del Báltico y otra que se asemeja al grupo Agathis. Las resinas fósiles de América y África están estrechamente relacionadas con el género moderno Hymenaea, mientras que se cree que el ámbar Báltico son resinas fósiles de plantas de la familia Sciadopityaceae que solían vivir en el norte de Europa. 

Atributos físicos
     La mayoría del ámbar tiene una dureza entre 2.0 y 2.5, un índice de refracción de 1.5-1.6, un punto de fusión de 250-300 °C y una gravedad específica entre 1.06 y 1.10. En el fondo del mar Báltico se encuentran grandes reservas de ámbar. Este mar tiene una salinidad de entre 6 y 18 gramos por litro, muy por debajo de los 35 gr del Atlántico, es pues agua salobre. Después de grandes tormentas, cuando las olas han removido el fondo, se puede encontrar en las playas y en la superficie de aguas poco profundas.

Inclusiones
     Los efluvios de resina en los árboles (succinosis) puede originar la formación de ámbar. Las impurezas están presentes, especialmente cuando la resina cae al suelo, por lo que el material puede ser inútil, excepto para la fabricación de barniz.
     La inclusión de ciertas sustancias puede hacer que el ámbar tenga un color inesperado. Las piritas pueden dar un color azulado. El ámbar huesudo debe su opacidad nublada a numerosas burbujas pequeñas dentro de la resina. Sin embargo, el llamado ámbar negro es en realidad solo un tipo de reacción.

     En muchas ocasiones, la resina, al escurrir sobre la corteza de troncos y ramas, llegó a atrapar burbujas de aire, gotas de agua, partículas de polvo, o pequeños seres vivos como plantas (orquídeas, musgos, líquenes, semillas y un sinfín de flores diminutas), hongos, insectos (hormigas, mosquitos, abejas, termitas, mariposas o libélulas), arañas, escorpiones, gusanos e incluso pequeños vertebrados, como lagartijas o ranas, que quedaron preservados como inclusiones fósiles deshidratadas, pero sin el encogimiento que normalmente causan las deshidrataciones, conservándose de tal forma que parte de su estructura celular y hasta fragmentos de su ADN pueden encontrarse en la actualidad.
      Estas inclusiones agregan no solo belleza a una pieza de ámbar, sino una gran cantidad de información de suma importancia para los científicos, pues de esta manera se tiene conocimiento de la vida de hace millones de años, disponiendo, incluso, de especies ya desaparecidas. Existen muestras de ámbar de gran valor desde el punto de vista paleoambiental, lo que permite que científicos reconstruyan un modelo de un ecosistema de hace milenios. El tamaño, el tipo de espécimen, su visibilidad, la cantidad y hasta la posición son factores importantes que intervienen en la evaluación de una inclusión.

La Cámara de Ámbar en el Palacio de Catalina es un ejemplo de la utilización extrema para decoración. Ver la historia de la Cámara de Ambar.

Fotos e Información de Internet

-----

01 mayo 2022

JAN MARTÍNEZ (Puerto Rico, 1954)
Cuando llegaron sus verdugos


Cuando llegaron sus verdugos
lo encontraron florecido
con ademán de vientre,
golpeáronlo despiadadamente
en su amoroso verde
y él de vez en cuando
soltaba un pájaro o gemía mariposas.
Nadie lloró cuando alargó
sus raíces, acariciando
aún con vida
la tierra cercana.
Y por el pasillo angosto,
a él, que era alto y ancho,
sacáronlo en tandas.
Sólo sus arterias sollozaron
cuando una brisa pasajera
le desarmó las últimas ramas.

-----

28 abril 2022

Árboles en cada provincia española

STRANBOTIC, en "Público"
Mapa: las provincias españolas con más (y con menos) árboles

España es el segundo país europeo con mayor superficie forestal: 7.500 millones de árboles, solo por detrás de Suecia. Una superficie que, además y contra toda previsión agorera, ha aumentado un 31% en la última década, según los datos del Inventario Forestal Nacional, que elabora el INE desde hace 50 años*.
      Las tres provincias españolas con más árboles en su territorio tienen en común compartir la cordillera de los Pirineos: Lérida, con 324 millones; Huesca, con 320 millones y Gerona, 283 millones. Navarra, la cuarta provincia pirenaica, también tiene abundancia de copas (240 millones) pero está por detrás de provincias como Burgos (262), Salamanca (250), Albacete (252) o incluso Barcelona (256).
      En el otro extremo de la balanza está Las Palmas, la provincia oriental de las Canarias, compuesta de las islas de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura, con apenas 4,4 millones de árboles y el ratio más bajo de árboles por habitante de toda la nación: apenas 4 por cada habitante. Las otras provincias menos arboladas son Sevilla y Alicante (31 millones cada una), Valladolid (33 millones) y Cádiz (38 millones).

Cuadro elaborado por Cadena SER.

      En lo que concierne a árboles per capita, Soria es, con diferencia, la provincia más pródiga: cada soriano "tiene" 2.444 árboles, 600 veces más que los naturales de Las Palmas, con poco más de 4 árboles por cabeza.
     La especie arbórea más abundante de España es la encina, que representa un 20% de la masa forestal del país seguido por el alcornoque (15%) y el pino carrasco (11,3%), si bien este último parece estar en retroceso ante la pujanza de la encina, según el CREAF (Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales).

*Los datos son del INE, sí, pero no intente usted buscarlos en su página web porque todo lo que conseguirá es un fichero Excel ilegible salvo para los iniciados. A la base de datos del INE hay que torturarla como si fuera un preso de Guantánamo para que escupa sus verdades.

-----

25 abril 2022

Un plátano de sombra, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
El plátano oriental de Dzhigurovo, Bulgaria

Dzhigurovo es una pequeña aldea de un pequeño ayuntamiento de la provincia de Blagoevgrad, en Bulgaria. La aldea, tenía hace años unos 700 habitantes, de diversas etnias. La provincia, que tiene frontera con Grecia y Macedonia del Norte (antigua Yugoeslavia), pertenece a Bulgaria desde las Guerras Balcánicas de 1912-13, tras cinco siglos de dominio otomano. En definitiva, es un lugar perdido en alguna parte de Europa, cuyo único interés radica en un ejemplar de plátano oriental que allí crece. Este ejemplar, que se supone plantado en los siglos XII o XIII, tiene un perímetro (siendo esta una medida muy relativa) de 12,80 metros. En realidad lo que se ha medido es lo que queda del árbol que parece una mano apoyando los dedos en el suelo y, además de su edad, la curiosidad de este árbol radica en su antiguo uso. La foto en blanco y negro es de 1925, cuando en el interior del plátano había instalado un horno de leña. El horno fue suprimido en 1934, supuestamente cuando “se dieron cuenta de que perjudicaba al árbol”, aunque para ello tuviesen que pasar nueve años. Menos mal que aún podemos verlo en pie. (Fotos procedentes de Monumentaltrees.com)


-----

22 abril 2022

LEYENDA DEL ÁRBOL DEL AMOR

Leyendas de Zacatecas, México

El Aralia paperifer, de origen europeo, es un frondoso árbol siempre verde. Es un árbol muy especial, perteneciente a una especie rara, tanto que se dice que no hay otro ejemplar en el continente americano, que el que hace referencia esta leyenda.
     En pleno centro de la ciudad de Zacatecas, a espaldas del portal de Rosales y frente al ex-convento San Agustín, se encuentra una plazoleta arbolada que antes fuera un pequeño jardín. Es la actual plazoleta de Miguel Auza. En este apacible lugar se daban cita feligreses, vendedores y aguateros cuya calma provinciana, la prisa no tenía lugar y sí la vida y el calor humano. Ahí, regado con el vital líquido que le sustentaba y con las lágrimas derramadas en silencio por tres seres marcados por un destino común, se encuentra el árbol que fue testigo de sus amores.
     En el pasado, el templo de San Agustín, daba vida espiritual a este bello rincón de ensueño para los enamorados.
     Oralia, la hermosa jovencita que dio origen al nombre con que se conoce al árbol, vivía en una de las señoriales casas que daban al jardín. Con la lozanía de su edad, propicia para el primer amor, su cantarina risa contagiaba la alegría de vivir a todo lo que la rodeaba.
     Era Juan un humilde pero risueño y noble aguatero, que aún despierto soñaba encontrar una veta de plata para ofrecérsela a Oralia, a quien amaba en silencio. Pero sabiéndose pobre la veía como a la más remota de las estrellas.
     Por las tardes, al salir de la mina, Juan se convertía en el alegre aguatero que ensayaba junto a su paciente burro improvisados versos de amor, caminando con la ilusión de contemplar a Oralia, para entregarle el agua, con la que regaba las plantas del jardín y, en especial, el árbol que cuidaba con esmero.
     Oralia sentía nacer un entrañable cariño, más allá de la amistad, por el aguatero que por su parte día a día se ganaba también la estima de las familias. Juan tenía un rival, Pierre, un francés, que tras la etiqueta de la cortesía y modales refinados, cortejaba a Oralia, quien experimentaba sentimientos encontrados ya que la colmaba de atenciones.
     El destino había traído al francés a su casa durante la ocupación en 1864 y, por cortesía, las familias le brindaban un trato deferente al extranjero, discupándolo de los actos de un gobierno al que debía obediencia. El francés, siempre impecable en sus modales y pulcro en el vestir, les visitaba no por devolver la cortesía sino con la secreta esperanza de impresionar a Oralia, de quien se había enamorado.
     Con el permiso de sus padres, solían sentarse bajo la sombra del árbol que Oralia cuidaba; ella escuchaba al francés la descripción que de su patria hacía y dejaba volar su imaginación.
     Juan sufría en silencio al verlos juntos, incapaz de hacer nada para evitarlo. Notaba las barreras sociales que los separaban y más intensos eran sus anhelos de encontrar la veta de plata para realizar sus sueños.
     Trabajaba duro en minas abandonadas; al final de la jornada, el agua de las minas le limpiaban el polvo que cubrían su piel. Con su fiel burrito iban a llenar sus botes de agua de la fuente y la repartía a las familias, cuidando de dejar para el final, la casa de Oralia para disponer de un poco más de tiempo para estar en su compañia.
    Oralia lo esperaba con impaciencia para que la ayudara a regar su árbol. Al hacerlo, su regocijo se manisfestaba en el lenguaje secreto de los enamorados. El árbol lo sabía y el susurro de sus hojas se confundía con el rumor de las risas de los jóvenes, mientra su follaje se inclinaba, en un intento de protegerlos de miradas indiscretas.
     Una tarde Oralia fue al templo. Arrodillada frente al altar lloró en silencio al comparar dos mundos tan opuestos. Su plegaria imploraba ayuda para tomar la decisión acertada en tal cruel dilema.
     Al salir del templo sin haber podido tomar una resolución, se sentó en silencio bajo el árbol y el llanto volvió a brotar. Su angustia provocaba la alteración del ritmo de los latidos de su corazón, cuando en su regazo cayó suavemente un racimo de cristalinas lágrimas que conmovido el árbol le ofrecía como amigo amoroso para su consuelo. Al tacto de sus tiernas manos, las lágrimas del árbol se convirtieron en un tupido racimo de flores rosadas.
     Oralia recuperó la paz junto a su árbol y encontró el valor para decidirse por su aguatero, sin importarle su humilde condición.
     Al otro día, el francés se presentó puntualmente en la casona y con el semblante muy triste comunicó su partida del país. Otros vientos políticos flotaban en la nación y era urgente su traslado a Francia. Se llevaba el corazón destrozado por tener que abandonar a Oralia y la despedida era mas amarga aún por saber que jamás volvería a verla.
     Mientra tanto, en la profundidad de la mina, Juan vislumbra un tenue brillo, tan sutil como la ilusión; una corazonada hizo intuir la veta que buscaba y continuó el brillo de la roca que aún se resistía a entregar al joven su argentífera savia.
     Al día siguiente al llegar con el agua, Oralia lo notó más alegre que de costumbre, no se pudo contener y al verlo tan feliz le dio un gran beso junto al Árbol del Amor que regaban ahora entre risas.
     Juan ni se acordó de su rica veta de plata y más aún olvidó el discurso que toda la noche había ensayado, al ver caer racimos de flores rosadas del árbol, que así compartía la culminación de tan bello idilio en aquel bello jardín, hoy plazoleta de Miguel Auza frente al ex-templo de San Agustín.
     Desde entonces las parejas de enamorados, consideran de buena suerte refugiarse bajo las ramas del Árbol del Amor, para favorecer la pervivencia de su romance.

---Fin---