17 octubre 2024

LUCÍA VALERO, en "Hoy Aragón", Oct-24
El fin de un icono enfermo desde hace años por la sal de la carretera

Las ramas de este árbol monumental, todo un símbolo de la localidad, han sido taladas por seguridad.

La secuoya de Cerler, con las ramas taladas. / HOY ARAGÓN
La secuoya de Cerler, con las ramas taladas. / HOY ARAGÓN
     La expresión cortar por lo sano nunca tuvo tanto sentido como en esta historia. Esta semana los vecinos de Cerler se han despertado con una triste noticia. Las ramas de la secuoya monumental que durante décadas ha sido un icono en la localidad se han talado, acabando así con un símbolo para muchos.
     Según el Ayuntamiento de Benasque, al que pertenece este núcleo del Pirineo Aragonés, la acción se ha llevado a cabo por petición de los propios vecinos. La secuoya estaba enferma. Al parecer, la sal que se esparce en la carretera con las heladas había afectado a la raíz de este monumental árbol.
     A consecuencia de ello, las ramas estaban muy deterioradas y suponían una amenaza para la seguridad de los viandantes en una zona muy transitada de Cerler.
     La Asociación de Vecinos y Amigos de Cerler Pico Sarllé solicitó al Ayuntamiento de Benasque una solución para esta situación provocada por una secuoya que, al parecer, llevaba años muerta. Otras voces locales con las que ha hablado HOY ARAGÓN señalan, por contra, que quizás se podría haber curado antes de darla por perdida y acabar así con un icono.
     La situación era especialmente delicada ya que la secuoya está en una zona de fuertes vientos. En cualquier caso, el árbol seguirá estando presente en Cerler y, tras cortar las ramas, se le va a dar una segunda vida. El tronco de la secuoya se ha mantenido y se convertirá en una escultura.
     Las secuoyas son árboles que, de forma natural, crecen en bosques de California. Por eso, las que aparecen en otras zonas se consideran excepcionales y algunas de ellas están protegidas. En el caso de Aragón, solo una forma parte del catálogo de Árboles Singulares y está en Daroca. Tiene un perímetro en la base de 1.130 centímetros y una altura de 40 metros, aunque era más alta, hasta 1988, cuando un rayo la redujo 14 metros.
     En Cerler, además de la protagonista de esta historia, hay otra, bien conservada, en una zona de apartamentos. También hay una secuoya en las inmediaciones de Teruel capital, y otra en la localidad ribagorzana de Seira.

14 octubre 2024

Premio AEMO 2010, Olivera de Gorga

LA OLIVERA DE GORGA, ALICANTE
Se trata de un tesoro ubicado en las estribaciones de la Sierra de Aitana, en el paraje conocido como Racó de Felip o Sobirà, término municipal de Gorga, en un olivar del Valle de Travadell. Dicen que tienen más de 2.000 años, su tronco tiene un perímetro de 13 metros y una altura superior a los 7 metros. Este olivo es la esencia milenaria del árbol mediterráneo siendo medio de vida y hogar para una familia.
      El olivo es propiedad de D. Juan Ferrándiz Soriano, y fue galardonado por la asociación española de Municipios del Olivo (AEMO) con el premio al mejor olivo de España del año 2010. Sin lugar a dudas, este Olivo Monumental es una de las joyas de la cultura y paisaje alicantino.

     Para los vecinos es un árbol mágico, impresionante por su porte y su leyenda. Está acostado a un bancal de tal forma que el talud y el árbol forman una oquedad que siglos atrás acogió a una familia. Aún hoy esa estancia tiene su puerta y sus ventanas, un refugio para pastores, un espacio que alimenta la imaginación con cuentos y fábulas sobre quienes habitaron en un tronco. Se amplió con algunas estancias más y allí vivió una familia durante años.
      Cada árbol en general y cada olivo en particular, son los hermanos que nos han acompañado durante siglos. Y no hay árbol como el olivo acompañándonos, siendo las diferentes generaciones las que han modelado a un mismo árbol durante siglos. Plantar un olivo es un compromiso que dejas a otras muchas generaciones. Estás aportando a la tierra algo que va a seguir siendo productivo mucho tiempo después de que no estés presente, y cada generación lo modelará conforme a su conocimiento.
      Estar dentro del corazón del árbol modelado para acogerte, apreciar su techo de raíces, sus brotes nuevos y su frescor mientras vislumbras por la ventana el verdor del Valle del Travadell... es algo especial y una experiencia única.
Fotos del Ayuntamiento de Gorga

Información:
https://www.aemo.es/page/historial-de-premios-olivos
https://es.wikiloc.com/rutas-a-pie/olivera-bimilenaria-de-gorga-93791853
https://www.facebook.com/RuralFilmFest/posts/2738437943106101/
 
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11 octubre 2024

De "CUENTOS DIARIOS"
El cuento del árbol sabio que contaba historias cuando llegaba el otoño


En un bosque encantado, donde los árboles susurraban secretos y las hojas trazaban senderos dorados bajo sus pies, vivía un árbol más antiguo y sabio que todos los demás. Le llamaban El Gran Cuentacuentos. Su tronco grueso y retorcido estaba lleno de marcas y símbolos que solo él conocía; sus ramas se extendían hacia el cielo como los brazos de un anciano dispuesto a contar una historia. Cada otoño, cuando sus hojas adoptaban tonos de oro y cobre, susurraba historias que capturaban la imaginación de todos en el bosque.
     Era una fresca tarde de octubre cuando Martín y Clara, dos hermanos aventureros, decidieron adentrarse en el bosque en busca del Cuentacuentos. Habían oído historias sobre sus relatos desde que eran muy pequeños, pero nunca habían sido testigos de sus maravillas. «Hoy encontraremos al árbol y escucharemos sus historias,» dijo Clara, llena de determinación. Martín, igual de entusiasmado, asintió, y juntos, con pasos cuidadosos para no perturbar la paz del bosque, comenzaron su búsqueda.
     No habían caminado mucho cuando un zorro de pelaje rojo como las hojas otoñales apareció en su camino. «Buscamos al Gran Cuentacuentos,» le explicaron, y el zorro, con un brillo de complicidad en sus ojos, asintió. «Sigan las mariposas de cobre, ellas les mostrarán el camino,» dijo antes de desaparecer entre los árboles.
     Siguiendo el consejo del zorro, los niños se encontraron rodeados de mariposas de un brillante color cobrizo que parecían danzar a su alrededor, guiándolos a través del bosque. El camino se volvía cada vez más intrigante, con criaturas del bosque asomándose curiosas y hojas crujientes bajo sus pies.
     Finalmente, los niños llegaron a un claro donde se erguía majestuoso el árbol más imponente que jamás habían visto. Sus ramas se mecían suavemente, como si les diera la bienvenida. «Soy El Gran Cuentacuentos,» resonó una voz profunda y cálida, «y ya era hora de que nuestros caminos se cruzaran.»
     Fascinados, Martín y Clara escucharon atentamente mientras el árbol comenzaba a narrar su primera historia: la de un valiente caballero que liberó al bosque de un hechizo maligno. Las hojas brillaban bajo el sol otoñal, creando patrones de luces y sombras que daban vida a la narración.
     La historia fue seguida por otras, cada una más emocionante y misteriosa: un pueblo escondido que solo aparecía con la primera luna llena del otoño, una fuente mágica cuyas aguas podían cambiar los colores de las hojas, y una princesa que encontró su verdadero amor en un joven aldeano con el corazón tan puro como el cristal.
     Mientras el árbol contaba sus historias, sucesos extraordinarios comenzaron a suceder a su alrededor. Animales del bosque, atraídos por la magia de las narraciones, se acercaban y formaban un círculo alrededor del claro, escuchando con una atención que solo los seres mágicos pueden ofrecer. Las mariposas de cobre revoloteaban, creando formas y figuras que ilustraban las historias, y las flores del otoño se abrían de par en par, llenando el aire con sus dulces perfumes.
     Martín y Clara se dieron cuenta de que el Cuentacuentos no solo conocía historias: él era el corazón de todas ellas, el enlace entre la magia del bosque y las criaturas que en él habitaban. Cada palabra que pronunciaba, cada historia que tejía, era un hilo dorado que unía aún más a todos los seres del bosque.
     Al caer la noche, y tras muchas historias, el Gran Cuentacuentos concluyó su relato final, una historia sobre la importancia de la amistad y la aventura, y cómo cada cambio de estación trae consigo nuevas historias por vivir y contar. Los niños, embelesados y llenos de maravillas, sabían que era hora de regresar a casa.
     «Volved cuando deseéis,» dijo el árbol con una voz que parecía una caricia, «las historias nunca se acaban en el bosque, y siempre estaré aquí para compartirlas con quienes tengan corazón de aventurero.»
     Con el corazón ligero y la promesa de volver, Martín y Clara se despidieron del árbol y de sus nuevos amigos del bosque. A medida que se alejaban, las mariposas de cobre los acompañaron hasta el borde del bosque, asegurándose de que encontraran su camino de regreso a casa bajo el manto estrellado de la noche.
     Aquel otoño, y muchos otros después, los niños regresaron al bosque, y cada vez, el Gran Cuentacuentos los recibía con nuevas historias que despertaban su imaginación y los llenaban de asombro. El bosque se convirtió en su lugar secreto, un refugio lleno de magia, amistad y aventuras sin fin. 

Moraleja: La verdadera magia reside en las historias que compartimos y en la conexión que estas crean entre nosotros y el mundo que nos rodea. Cada historia nos invita a mirar con ojos de asombro, a explorar lo desconocido con corazón valiente y a creer en la posibilidad de lo imposible. Como las hojas que cambian con cada otoño, cada historia nos transforma y nos invita a crecer.

Lo hemos leído aquí

---Fin--- 

08 octubre 2024

Los árboles muertos, nueva vida...

LEAH WORTHINGTON, en National Geographic (mayo 2024)
Árboles muertos

Fotografía de Cody Cobb
No los tales: dejar que los árboles muertos se pudran puede ayudar a crear nueva vida. Desde microbios hasta bichos de cuatro patas, los árboles muertos desempeñan un papel esencial en el ecosistema de un bosque. Los expertos dicen que es raro que sea necesaria la eliminación.  
     A primera vista, un árbol muerto puede parecer poco más que un tronco estéril y desmoronado. Pero mira más de cerca. Debajo de la corteza astillada, la madera rebosa vida. Desde escarabajos excavadores hasta hongos que pudren la madera y murciélagos que se posan, se ha asentado toda una comunidad de bichos, cuya supervivencia a menudo depende de la desaparición del árbol. Los árboles muertos se están convirtiendo en un punto central de la gestión forestal. Las últimas décadas han aportado una mayor comprensión de la función vital que cumplen los árboles muertos para sustentar la biodiversidad y la regeneración de los bosques y, con ello, un creciente movimiento para preservarlos. 
      “Déjenlos ahí”, dice David Lindenmayer, ecólogo forestal y profesor de ecología y biología de la conservación en la Universidad Nacional de Australia. "Los grandes árboles muertos desempeñan un papel muy, muy importante a la hora de almacenar carbono, proporcionar hábitat y reciclar nutrientes".
Pájaro carpintero
     A pesar de sus numerosos beneficios, los árboles muertos pueden suponer un riesgo para la seguridad en algunas circunstancias. Los expertos explican su función ecológica y cómo tomar la decisión de permitir que se descompongan de forma natural.
     
La otra vida de un árbol muerto  
     La muerte de un árbol no es el final. En cambio, comienza una rápida transformación que trae nueva vitalidad a las ramas sin vida. Tras su muerte, las tuberías herméticamente selladas del árbol, utilizadas anteriormente para canalizar nutrientes y agua, se vuelven vacías y permeables, según Matteo Garbelotto, profesor de patología forestal en la Universidad de California, Berkeley. Estos esqueletos ahuecados, todavía en pie, también se conocen como troncos o árboles silvestres. Debido a su verticalidad, los troncos pueden albergar una gran diversidad de especies que varía de arriba a abajo. 
Un hongo, iluminado por luz ultravioleta, crece del tronco de un pino muerto en la cordillera Cascade de Washington.
     Los árboles caídos, a menudo llamados troncos, también son hábitats valiosos, aunque para un grupo diferente de especies de menor escala, dice Garbelotto. Ambos son como imanes para todo tipo de vida, empezando por los hongos.
     "Los basidiomicetos que pudren la madera son inusuales porque pueden descomponer un compuesto importante de la madera llamado lignina", dice Gregory Gilbert, profesor de estudios ambientales en la Universidad de California, Santa Cruz. "Una vez que se descompone, la celulosa, más fácil de comer, queda disponible para otros hongos, insectos y bacterias".
     Los hongos hacen gran parte del trabajo duro de acelerar el proceso de descomposición, suavizando el tronco duro hasta convertirlo en algo poroso y penetrable. Esto permite que una gran cantidad de colonizadores busquen refugio y sustento seguros: los escarabajos excavan para poner huevos, los anfibios y roedores anidan bajo la corteza desprendida y las aves insectívoras construyen nidos dentro del propio tronco. El conjunto de vida silvestre cambia a lo largo de la descomposición del árbol, y cada nueva especie contribuye y se beneficia de su desmoronamiento. Los troncos generalmente aumentan las oportunidades para los insectos, anfibios y reptiles y son "complementarios" de los troncos, dice Gilbert. Mientras que algunos organismos como los escarabajos de la corteza y los pájaros carpinteros prefieren fuertemente la madera muerta o podrida para anidar, otros, incluidos los hongos que pudren la madera, solo pueden sobrevivir en la madera muerta.
     En Estados Unidos, más de 1200 especies de vida silvestre dependen de árboles muertos o moribundos para refugiarse y alimentarse. La supervivencia de estos llamados “organismos saproxílicos”, que viven en la madera en descomposición, se ve amenazada por la tala excesiva de troncos y troncos, dice Lindenmayer. "En el hemisferio norte, en lugares como Suecia, Noruega, Finlandia... hay un gran número de especies incluidas en la Lista Roja que están asociadas con la madera muerta", añade. Los escarabajos violetas y el musgo nudoso, por ejemplo, están considerados en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
     Y no son sólo los animales los que dependen de los árboles en descomposición. Proporcionan protección natural y sustento para que las plántulas jóvenes broten de forma segura, según Lindenmayer. A medida que los árboles se descomponen, las reservas de carbono y nitrógeno se reabsorben lentamente en el suelo, un paso crítico en el reciclaje de nutrientes, tanto para los árboles jóvenes como para el ecosistema en general. Desde una perspectiva climática, dejar que los árboles se pudran es fundamental, afirma Lindenmayer. Los árboles grandes, en particular, actúan como importantes sumideros de carbono y permitirles que se descompongan de forma natural prolonga el proceso de secuestro de carbono, reduciendo la cantidad de dióxido de carbono (y, por tanto, de calor) en la atmósfera. ¿Qué hacer con los árboles muertos? Siempre que es posible, los expertos forestales prefieren dejar intactos los árboles muertos. “En las zonas boscosas, normalmente recomendaríamos dejar así los árboles en pie”, dice Kevin Rohling, especialista en gestión forestal y ecología de la Universidad de Illinois.
 
Lo hemos leído aquí
https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2024/06/arboles-podridos-muertos-incendios-forestales-excelente-fuente-nueva-vida
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