15 septiembre 2017

PRZEMYSŁAW KRUK (Polonia)
Fotógrafo

       
     "Para captar el auténtico corazón del otoño, visité el paseo de arces de Złoty Potok en Polonia.  Es un lugar realmente encantador.
     Está situado en la región del “Jura” (la tierra entre Cracovia y Czestochowa), entre rocas calcáreas y hermosos bosques. Anteriormente frecuentaban este camino coches de caballos. Me enamoré del lugar hace 8 años. Ahora vengo a menudo cada otoño, pero normalmente no hay buenas condiciones para fotografiarlo, sólo ocurre cada 2, 3 o 4 años.
     Los arces pierden las hojas muy rápido, y por eso tengo que sacar las fotos a contrarreloj. Sin embargo, si encuentras buen tiempo, los colores y la neblina lo hacen mágico. Aquí os presento varias fotos mías de ese momento en el que todo fue perfecto: el clima, la luz y el tiempo."
dice el maestro...

 
 
 
 
 
 
 
 
 
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12 septiembre 2017

LUC JACQUET Y FRACIS HALLÉ
Il était une fôret / Érase un bosque


https://www.youtube.com/watch?v=-nBt2k0T0kY&t=111s

Sinopsis

     Es la primera vez que una selva tropical nace ante nuestros ojos. Del primer impulso al florecimiento de los árboles gigantes, de la cubierta a través del desarrollo de los vínculos ocultos entre las plantas y los animales, no son menos de siete siglos los que pasarán ante nuestros ojos. Durante años, Luc Jacquet filmó la naturaleza, para excitar y sorprender a la audiencia a través de historias únicas y emocionantes. Su encuentro con el botánico Francis Halle dio a luz esta película histórica acerca de los últimos grandes bosques primarios de los trópicos, con mensaje, poesía y magia visual. "Fue un bosque" bucea excepcionalmente en este mundo salvaje que permaneció en su estado original, en perfecto equilibrio, en el que cada organismo -desde el más pequeño hasta el más grande- conecta a todos los demás, desempeña un papel fundamental.
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09 septiembre 2017

Angel oak tree

ANGEL OAK TREE, (Quercus virginiana)
John's Island, Carolina del Sur - EE.UU.

La ciudad de Charleston protegió en un parque público de la isla de John, al gran roble "Ángel", que es, definitivamente, un especimen impresionante. Según los visitantes se experimenta una gran calma bajo la sombra de este majestuoso coloso. El pasado se vuelve presente siguiendo la tortuosa dirección de las ramas que llegan a apoyarse en el suelo para después levantarse como nuevos árboles. Una pregunta que la gente siempre se hace… ¿qué edad tiene? No se puede saber con seguridad, quizás esté por su segundo milenio. El tronco mide 8,5 m de cuerda, tiene 20 m de altura y cubre una superficie de 1600 m2. Algunos cimales se han sujetado con cables y apoyos para preservar su estructura. El nombre le viene dado porque la finca perteneció a Martha y Justus Angel, antiguo esclavista. Ha sobrevivido a huracanes -Hugo, 1989- y a madereros. Esperemos que viva muchos siglos para que mucha más gente lo contemple y disfrute bajo su sombra.
 
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06 septiembre 2017

PEDRO TRAPIELLO, en el Diario de León
Míralo bien

     El pasmo vegetal de estos montes y de la Europa toda se llama tejo, el abuelísimo de todos los árboles. Hasta cuatro mil años llega a vivir esa catedral enramada si se lo permite el hacha o el fuego; de todo lo demás ya se defiende él a las mil maravillas: al sol le reta, del hielo se mofa, el tiempo ignora y no quiere ver demasiado cerca a sus hijos, así que le pone trampa a su semilla, que sólo puede germinar si ácidos gástricos le corroen el blindaje, es decir, que necesariamente ha de comérserla algún bicho o pájaro para perder la camisa en sus tripas y así cagarla bien lejos, que no siempre, pues también hace bosquete, tejedo, teixido, teijeira; si dejara que las semillas le nacieran justo al lado, los hijos le comerían por las patas, como les comen los ojos a los que crían cuervos. Sólo el tejo solitario aspira a cumplir milenios. Listo el tío. Y se tira al monte y a lo abrupto o le ponen de plantón a velar atrios y cementerios donde, por estar a sus anchas, también suele medrar arbolando el moño, pinando la figura o, a falta de laurel, perdiendo cuerpo en los ramoneos benditos del día de Ramos.
Foto de Teresa López, Braña de los Tejos
     Lo que más me fascina del tejo es que, al cumplir algunos siglos, amorcilla y retuerce los pliegues de su tronco hasta parecer una gavilla de boas. Qué dibujos. Qué arbol. Y qué madera veteada (cocida en cal, pasa por ébano).
     Debería estar muy penado que los talen, los quemen o los pisoteen porque el puto tendido tenía que pasar por allí. Los poquísimos que quedan son los últimos de estas filipinas perdidas. Ahora les urbanizan poniéndoles a desfilar como setos pirulones o les dan rincón en un chalet, como al mastín, que es gente tan de montaña como ese tejo original que sólo resiste encastillado en puertos, brañas o peñas calvas donde sólo el rayo pueda alcanzarle, pues de lo demás poco se fía (como para fiarse; todos los tejos que hubo a mano en las montañas leonesas se fueron talando desde hace siglos para quemarlos en fraguas y cocinas porque su brasa era antracita… o para agenciarse vigas, mangos, cruces o chavetas… pobre tejo). Y ahora que ya te presenté a mi amigo, mañana te presento aquí a otro que nos llevará a verlos de verdad.

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