05 noviembre 2012

LA FLOR DEL CEIBO 
Cuento de Argentina

     Cuenta la leyenda que en las riberas del Paraná, vivía una indiecita fea, de rasgos toscos, llamada Anahí. Era fea, pero en las largas tardes deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños... Pero llegaron los invasores, esos atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos, y su libertad.
     Anahí fue llevada cautiva junto con otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar. Pero al hacerlo, el centinela despertó, y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su guardián, y huyó rápidamente a la selva.
     El grito del moribundo carcelero, despertó a los otros invasores, que salieron en una persecución que se convirtió en cacería de la pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera.
     La ataron a un poste e iniciaron el fuego. El fuego parecía no querer alargar sus llamas hacia la  indígena, que sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con el poste en un asombroso milagro.
     Al siguiente amanecer, los soldados se encontraron ante el espectáculo de una hermosa ceiba de verdes hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.
---Fin---

01 noviembre 2012


CUANDO MUERA
Poema anónimo kuba, Congo Central

No hay aguja sin punta penetrante
No hay navaja sin hoja afilada
La muerte llega a nosotros de muchas formas.
Con nuestros pies andamos por la tierra del chivo
Con nuestras manos tocamos el cielo de Dios
Algún día futuro, en el calor del mediodía,
seré llevado en hombros
a través del pueblo de los muertos
Cuando muera, no me entierren bajo los árboles del bosque,
le temo a sus espinas.
Cuando muera, no me entierren bajo los árboles del bosque,
le temo al agua que gotea.
Entiérrenme bajo los grandes árboles umbrosos del mercado
Quiero escuchar los tambores tocando
Quiero sentir el ritmo de los pies bailando.

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31 octubre 2012

LA POESÍA DE LOS ÁRBOLES

Otoño, un buen tiempo para leer poesía...


Ignacio Abella ha hecho esta cuidada selección de poemas y
Leticia Ruifernández ha realizado las bellas ilustraciones  

29 octubre 2012

JOSEP SEBASTIÀ PONS (1886-1962) 
Xiprers adormits


        Dels xiprers envellutats,
        verdosencs, assolellats,
        la somniosa renglera
        entorneja la ribera
        i les hortes i els prats.

Xiprers adormits, vos guardeu els horts,
        i els lleugers tresors
dels aibres, riquesa blanca de la plana,
i amb el vostre silenci de la tramuntana
        ne burle l'esforç.

Altius i solius, amb vostra barrera,
        s'aixecant austera,
guardeu el misteri de l'hort encantat,
i ningú veurà si en l'hort amagat
        riu la primavera.

Xiprers adormits, ben atapeïts,
        jo vindré de nits
me seure en els prats que molla l'aiguatge,
caminant que cerca, després del viatge,
        la font de l'oblit.

A l’hora tranquil·la i de gran puresa
        on la lluna estesa
pertot diu son cant d'un ritme diví,
en la clariana que sap endolcir
        la més gran tristesa.

El cor, el meu cor, vull amurallar
         d'un negre llindar,
d'un semblant qu'aturi mirades bavoses,
llavis molsudets i dents verinoses
         que el fan sagnejar.

Aixís no sabran quines blanques roses
         ne són mig descloses
darrera el fullam, sota el cel d'argent;
aixís no veuran el meu sentiment
         les flors misterioses.

Xiprers adormits, verdosencs i forts,
         guardeu sempre els horts
de les rufucades i males ventades;
d'un amor passat guardeu les pensades
com en la nit clara vetllau tots els morts. 


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