CESAR-JAVIER PALACIOS
Las malas hierbas no existen
Las malas hierbas no existen
Olivar florido. Foto: SEO/BirdLife |
Amapolas, jaramagos, ajoporros, hinojos, ortigas, esparragueras, manzanillas, olivardas o borrajas han sido tradicionalmente plantas que han acompañado a los olivos en el campo. Muchas se han comido, otras se emplearon con fines medicinales, las hay que son forrajeras, otras que fijan nitrógeno o incluso que actúan como fungicidas o insecticidas. Son las plantas arvenses (plantas silvestres que crecen en los campos de cultivo) que, en cualquier caso, mejoran la estructura y fertilidad del suelo, el verdadero capital del agricultor, evitan la erosión e incrementan la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos para la agricultura.
Expresión injusta
Con tantos beneficios, ¿cómo pueden entonces llamarse ‘malas hierbas’? Para erradicar una expresión tan injusta y equivocada, el proyecto Life Olivares Vivos, coordinado por SEO/BirdLife, ha lanzado la publicación Buenas ‘malas hierbas’ del olivar, junto con el vídeo La cubierta vegetal en el olivar. Unos materiales didácticos que pretenden desmitificar tales prejuicios y percepciones en torno a las plantas arvenses e informar a los olivareros de los beneficios reales derivados de una gestión adecuada de la cubierta herbácea.
Coincidiendo con la primavera, cuando se realiza el control de la cubierta herbácea en el olivar, esta publicación analiza los pros y contras de los diferentes métodos de manejo de la cubierta herbácea, para que los agricultores puedan decidir cuál es la gestión más adecuada para sus fincas.
De igual modo, también muestra cómo está cambiando la percepción en torno a estas hierbas, desde la lucha sin cuartel que la mayoría de los olivareros han tenido tradicionalmente en contra de las cubiertas herbáceas, hasta el reconocimiento actual de los beneficios que aporta.
Las plantas como aliadas
Gestionar adecuadamente la cubierta herbácea en el olivar ofrece toda una serie de ventajas que van desde aquellas más obvias, como son la reducción de la erosión, la fertilización natural de las leguminosas (que fijan en el suelo el nitrógeno atmosférico) o el mantenimiento de la biodiversidad, a otras menos conocidas.
Entre estas últimas, la publicación destaca los servicios ecosistémicos que generan plantas arvenses relacionadas con el control de plagas y enfermedades del olivar. Por ejemplo, la presencia de la olivarda (Dittrichia viscosa) en zonas improductivas de los olivares aumenta la densidad de predadores de larvas de la mosca del olivo (la principal plaga del olivar y que ocasiona daños significativos en la producción y en la calidad del aceite de oliva), o los beneficios de crucíferas como la mostaza blanca (Sinapis alba) o el jaramago (Diplotaxis virgata), que actúan como fumigadores biológicos del hongo Verticillium dahliae, que causa la verticilosis y que está matando a miles de olivos.
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