11/25/2021

El Dios del Bosque

 TAKAHASHI HIROSHI (Yamagata-Japón, 1960)
El Dios del Bosque, una gran haya de la prefectura de Aomori

Especie: Buna (Fagus crenata, fagácea).
Direccion: Okuse, Towada-shi, Aomori-ken 034-0301.
Perímetro del tronco: 6,01 m.      Altura: 29 m.     Edad: 400 años (atribuida).
Tamaño ★★★★       Vigor ★★★★★    Porte ★★★★★    Calidad del ramaje ★★★★
Majestuosidad ★★★★

El gran tamaño de este ejemplar fue reconocido oficialmente por primera vez en 2007. Al oír hablar de hayas y de Aomori, lo primero que acudirá a la mente de muchos japoneses será seguramente el área montañosa de Shirakami (Shirakami sanchi). Pero no es allí donde se encuentra nuestro gigante, sino en otra zona montuosa más próxima a la costa pacífica de la prefectura, cercana al famoso paraje del torrente de Oirase, en el término municipal de la ciudad de Towada. Me desplacé hasta allí a petición de un conocido que me pidió que hiciera las comprobaciones del caso porque había una gran haya. Cuando llegué al lugar y me situé ante ella vi un ser realmente bello, de figura esbelta, alrededor de un tronco enhiesto y de buena altura. Tan esbelta es su figura que, vista desde lejos, esta haya no parezca merecer el calificativo de “árbol gigante”. Pero me bastó con tomar los instrumentos y ponerme a medir para que esa impresión inicial se desvaneciera. El perímetro de su tronco resultó superar los seis metros, suficiente para hacer de ella el haya de tronco simple más grande de Japón. Estábamos entonces en otoño, con las hojas del bosque en pleno enrojecimiento. Expuesta al sol de la mañana, la estampa de este árbol transmitía algo divino, que en nada deshonraba el nombre que se le ha impuesto: el Dios del Bosque. Es extraño que en los alrededores no se vea ninguna otra haya, todas han debido de ser taladas, quedando solo esta divinidad. El Sublime Solitario, sería otro buen nombre para este gallardo superviviente.
     A una cierta altura, el tronco del Dios del Bosque se divide en tres. En nuestro país el número tres tiene desde antiguo reminiscencias sagradas –pensemos, por ejemplo, en los Tres Tesoros Sagrados de Japón: la espada, el espejo y la joya–. Entre los leñadores de la zona se extendió la creencia de que los árboles trífidos alojaban en su seno lo divino y esta sería, según se dice, la razón de que se negaran en redondo a dirigir su hacha contra este ejemplar, salvándolo así de la tala. Muchas habrán sido las casualidades que han mantenido vivo a este Dios del Bosque, bienaventurado entre los bienaventurados. Pese al gran desarrollo físico que ha conseguido, no se detectan en él indicios de grandes ramas rotas, ni se advierten oquedades. Que se haya conservado vivo en una forma tan cercana a la perfección es poco menos que un milagro. Ahora se ha colocado junto a él un panel informativo y alrededor de su tronco un anillo de madera para protegerlo. No tengo ninguna duda de que con el tiempo se popularizará como un nuevo punto turístico de la ciudad de Towada. Pero poco después de ser instalado el panel informativo algún oso dejó en él unos buenos arañazos, así que el visitante que se aventure hasta aquí deberá ser consciente de que se ha internado en territorio de plantígrados y conviene andarse con cuidado.
Árbol Nº 051

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11/22/2021

Garoé, el árbol de la vida, del cronista de Canarias

JUAN GUZMÁN OJEDA
El sustituto de un tótem-maravilla, llamado Garoé

Cuánta razón tiene la teoría clásica que defiende que el valor de un bien depende tanto y más de sus circunstancias, que de su composición. Así es como, en pleno desierto, el diamante más grande resultará siempre objeto de trueque por una cantidad de agua proporcional a la sed y resistencia de su poseedor. El Hierro es la única isla canaria donde no existen afloramientos naturales de agua, y por ende la única isla en la que la muerte por deshidratación pudo llegar a ser una triste realidad para los bimbaches. Para contrarrestar fatales desenlaces, la cubierta arbolada –secuestrando sutilmente la humedad de las nubes– supo abastecer perfectamente esta necesidad básica.

     Mediante la minuciosa observación de los ciclos naturales, la cultura nativa ingenió diversas técnicas para poder almacenar el líquido elemento. Sin ir más lejos, los guásimos o guárzamos eran pequeñas hoquedades labradas en la propia madera o al pie de ejemplares alineados con el alisio. Estas miniestructuras se repartían por familias, las cuales aprovechaban, limpiaban y custodiaban, hasta el punto de que un mal cuidado podía suponer la retirada de los derechos por parte de los consejos bimbache.
      Pero el más conocidos que los guásimos fue el Garoé, leyenda y realidad de un árbol sinónimo de vida y salud para los pobladores prehispánicos. Aunque el verdadero Garoé cayera derribado en 1610, mucho antes de que se estudiara la botánica forestal canaria, lo cierto es que se sabe con certeza que fue un vigoroso ejemplar de til (Ocotea foetens), el árbol de los ambientes más umbríos y frescos de la laurisilva. La razón de este hallazgo se explica gracias a un detallado grabado, realizado por el historiador Leonardo Torriani a finales del siglo XV, así como a la descripción de Abreu y Galindo sobre sus bellotas de sabor amargo. Ciertamente, en la naturaleza canaria sólo los frutos del til resultan comparables a los del género Quercus.
      Por supuesto, este árbol no tenía ningún carácter milagroso, siempre que no consideremos mágico el propio funcionamiento del monteverde como ecosistema zonal. Fue siempre la especial ubicación de este árbol, a las faldas del volcán Ventejís, la que sirvió para atrapar el máximo del agua suspendida en forma de nubes alísicas. De esta circunstancia tomaron buena nota los bimbaches y por esa razón labraron huecos y albercas junto a la coordenada 27º 47´45´´N y 17º 56´ 31´´W, donde habitara el mítico árbol que poco a poco fuera pasando de la necesidad a la santidad.
     Se dice que el Garoé medía aproximadamente 15 metros y que su diámetro era de 5 metros, probablemente formado por varios chupones engrosados. Con tal diámetro y escasa altura, para ser un til tan desarrollado, su copa debió ser inmensa, ocupando a modo de gran embudo todo el espacio del anfiteatro o frontón que se construyó alrededor de su base.
      Las hojas del Garoé besaron el suelo 205 años después de que la isla fuera conquistada. Ya no era necesario recurrir a sus dádivas, sobre todo durante los calurosos veranos. El lugar que con tanto recelo fue ocultado a los conquistadores permaneció en el olvido durante exactamente 338 años, aunque no así en la cultura y en la literatura que mejor ha identificado a la isla herreña.
      Se dice que el anterior dueño del terreno, que finalmente fuera adquirido por el Cabildo Insular, llegó a plantar allí un ejemplar de castaño (Castanea sativa), pero que apenas creció, circunstancia seguramente achacable al exceso de humedad. En plena Guerra Civil Española, el ingeniero de Caminos Simón Benítez, de ascendencia herreña, remitió a la isla unos pocos ejemplares de tiles procedentes de Moya (Gran Canaria). La falta de cuidados culturales impidieron la supervivencia de estos individuos. Más tarde, en 1948, coincidiendo ya con la inflexión entre explotación y recuperación del monte canario, un ejemplar de til procedente de Anaga (Tenerife), acabó plantándose en este enclave. En dicha empresa fue de destacar la decidida labor del noble guarda forestal local de nombre Zósimo Hernández.
      Y allí ha prosperado este digno sustituto del tótem-maravilla, para rememorar la relación hombre-bosque más estrecha que jamás ha existido en Canarias. Cuando la niebla lo permite, podemos observar cómo tiene una altura que ronda los 11 metros y un perímetro de tronco de un metro. El ejemplar se ramifica sobre los dos metros, presentando una ligera inclinación hacia el viento dominante. Su corteza se encuentra alfombrada con frescos y esponjosos musgos y líquenes, que canalizan las microgotitas hasta el suelo.
     Actualmente el entorno cumple una importante función de uso público e histórico, siendo el único árbol canario que cuenta con visita certificada. El abrazo forestal, suave, vaporoso y húmedo, constituye un impulso frecuente entre los visitantes. Quién sabe si alguna vez la propia joven Argafa también se abrazó al Garoé, mezclando sus> lágrimas con las gotitas destiladas, mientras suplicaba perdón por haber desvelado el secreto mejor guardado del pueblo bimbache.
 
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11/19/2021

NIKOLA FALLER (Croacia)

Cada otoño en Osijek, Croacia, el escultor, académico y artista internacional Nikola Faller dibuja estas mágicas creaciones con un rastrillo y las hojas de los árboles. En otros sitios mutilan las ramas para no recoger las hojas. Es simplemente cultura. Y recorre las playas con sus mandalas.

 
"Es bueno trabajar en armonía con estas energías móviles de la naturaleza. Las hojas ya están caídas. Poco a poco empiezan a pudrirse. Para la primavera, ya serán tierra nueva, que alimentará la hierba que cortaré, al igual que la nieve derretida de las esculturas que haga. Cuando el tiempo es bueno, la hierba cortada se convierte en la paja que utilizo en verano."
"Además de trabajar solo, como autor, también realizo muchos talleres de Slama Osijek. Los hago con niños y jóvenes de todas las edades, incluso tan pequeños como los de jardín de infancia. Aprenden tanto sobre el arte como sobre la naturaleza. También vienen estudiantes de secundaria e incluso estudiantes universitarios de la Academia de Artes aquí en Osijek. Realizo talleres de Slama Osijek en toda la región, no solo en la ciudad misma. Muchos talleres incluyen a personas que no tienen una formación formal o experiencia en arte. A veces, la experiencia con estos participantes puede ser increíblemente gratificante: verlos descubrir su creatividad. A menudo se les ocurren grandes ideas, aunque a veces no están seguros de si es posible. Estoy ahí para ayudarles a hacer que sus ideas cobren vida. Cualquiera lo puede hacer. Todo lo que necesita inicialmente es la voluntad."

Fotos de "Los árboles mágicos" y más

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11/16/2021

EL MORAL DE «LAS TORMENTAS»
La Sequera de Haza (Burgos)
 
Este moral, situado en dominio público, está catalogado como árbol singular de la provincia de Burgos. El alcalde de la Sequera, Roberto Arroyo, afirma que se decidió presentar la candidatura a "Árbol europeo del año 2022" para «poner en valor el árbol y potenciar su divulgación y conservación con el objeto de que el mismo sea no solo el orgullo de los habitantes del municipio, sino de toda la comarca de la Ribera del Duero Burgalesa y por extensión de toda España y de Europa»
     Según datos recogidos por Cesar-Javier Palacios, en su libro «Árboles singulares de la provincia de Burgos», en el pasado la recolección de sus abundantes moras estaba regulada. El gran moral tenía clavado en su tronco con la inscricpión “Vedado de Moras”. La tabla la ponía un herrero y el texto lo escribía el secretario del Ayuntamiento. No es que no se pudiesen probar la moras, sino que lo que se trataba de lograr era un reparto igualitario. El 25 de julio se reunía a todos los chicos en la escuela; y a cada uno se le daba un bote o dos del suculento fruto. Se trataba de un importante aporte de vitamina en tiempos mucho más complejos que los actuales. 
     Ahora hay moras de sobra para los pocos que se interesan por ellas, y los tordos dan cuenta del resto. Palacios denomina al moral como, «Moral de las Tormentas». Parece que tiene ese nombre porque con cierta frecuencia las tormentas de verano arramplaban con todo pero el moral resistía. No obstante, primeramente tiene el nombre de «Morera Cocodrilo», ya que su aspecto actual recuerda a un cocodrilo que se arrastra por el suelo.-
 
 
Especie: Morus sp        Altura: 5m           Perímetro: 2m          Edad: 300años

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