11/20/2020

El ailanto, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
El Ailanto

El ailanto (Ailanthus altissima) es un árbol de origen chino, incluido en el catálogo de plantas invasoras, que se reproduce por semillas (hasta 350.000 por árbol) y por vía asexual, con rebrotes de raíz y de tronco. Tolera prácticamente todas las condiciones ambientales, elimina por alelopatía la competencia vegetal, es muy resistente a los herbicidas y su madera es pésima. Lo que se dice toda una "joya", pese a lo cual aún hay gente que lo aprecia.
     No existe unanimidad acerca su llegada a Europa, de la que existen diversas versiones, una de las cuales achaca su llegada al botánico inglés Peter Collinson en 1751. En Italia se conoce, en palabras de Stella, al menos desde 1855 (posiblemente mucho antes). Según este autor, el 4 de noviembre de 1856, dos investigadores de la Academia de Agricultura de Turín (Griseri y Comba) recibieron del misionero piamontés Annibale Fantoni unos capullos del bombícido Samia cynthia, enviados desde la actual provincia de Shandong, en la costa china. Los bombícidos son insectos lepidópteros, generalmente nocturnos, cuyas larvas tejen capullos de seda de diferentes calidades. La especie más conocida es Bombyx mori, o gusano de seda, que se alimenta de morera. El bombícido Samia cynthia, produce la llamada "seda eri", a partir de las hojas del ailanto. Esta seda en el Japón feudal, anterior a la apertura a occidente (sobre 1867), estaba reservada exclusivamente a la familia imperial, y así mismo, tenía prohibida su exportación.
      En 1858, la segunda generación obtenida de aquellos capullos de Samia cynthia, estaba formada por miles de huevos, parte de los cuales Griseri envió a París a Guérin-Meneville, fundador y secretario de la Sociedad Imperial de Plantas y profesor de zoología aplicada. En 1860, éste consiguió convencer a Napoleón III para promover plantaciones de ailanto en Francia. Conseguir seda eri era casi un juego: el ailanto proliferaba, la mariposa no padecía las plagas de la otra, y casi se criaba sola, únicamente había que recoger los capullos y producir el hilo. Como contrapartida esta seda, del grupo de las llamadas "sedas salvajes", tenía una textura más áspera y era difícil de teñir. A finales del siglo XIX la seda europea comenzó su declive y la seda eri fue la primera en caer, junto a la producida por la Samia cynthia ricini, (una subespecie que se alimenta de ricino y que se criaba en Sicilia) y la de algunos satúrnidos asiáticos (Antheraea sp.) A principios del siglo XX, con el declive de la seda en marcha, aún se intentó en Barcelona la cría de Samia cynthia y la de Antheraea pernyi, que produce la seda "tussah". La experiencia terminó en fracaso, pero a resultas de esta iniciativa, aún se encontraron durante años ejemplares de Samia en los ailantos barceloneses (población que se da por desaparecida) y en la actualidad, al aparecer, sobrevive alguna Antheraea en Mallorca y Menorca. Cuando la Samia no dispone de su planta nutricia, se alimenta de aligustre, y también se le ha visto sobrer Prunus sp. y algunas otras plantas. Al salir del huevo, miden unos milímetros y llegan a tamaños de 7 u 8 cm (el adulto tiene una envergadura de alas de hasta 15 cm.), su temperatura ambiental óptima está entre los 20 y 25 ºC con una humedad ambiental de un 65 %. En estas condiciones pueden existir hasta cuatro generaciones al año. A la vista de la proliferación descontrolada del ailanto en muchas zonas del país, no es ninguna insensatez pensar en recuperar a esta mariposa que ya estuvo entre nosotros, tal vez no para conseguir seda, sino como plaga que controle el ailanto. Tal recuperación no puede ser una cuestión de la voluntad de algunos y, en caso de hacerse, deberá ser mediante un estudioso riguroso en las universidades oportunas.
     (...) No hay fecha conocida para la llegada del ailanto (Ailanthus altissima) a España, aunque a Europa parece ser que llegó a mediados del siglo XVIII. (...)  No estaba todavía en el listado de plantas invasoras, ni se concebía aún este concepto. 
     En esta foto de 1903, que me ha autorizado a compartir D. Juan Álvarez Mon desde la página Recuerdos de Madrid, vemos un grupo de hombres delante de unos ailantos y algunas plantas más indistinguibles. Como curiosidad decir que detrás de esos ailantos se hallaba la fuente de la Cibeles.

Samia cynthia
Antheraea pernyi
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11/17/2020

Takahashi en Saitama, el cronista de Japón (012)

TAKAHASHI HIROSHI (Yamagata, 1960)
El kominekaede del templo de Saizenji, en Saitama
Especie: Kominekaede (Acer micranthum Sieb. et Zucc., familia Aceraceae, género Acer) *Algunos lo consideran de la especie irohamomiji (Acer palmatum).
Dirección: Yokoze 598, Yokoze-machi, Chichibu-shi, Saitama-ken 368-0072
Perímetro del tronco: 3,8 m.     Altura: 7,2 m.       Edad: 600 años.
Designado Monumento Natural de la Prefectura de Saitama.
Tamaño: ★★★   Vigor: ★★★★   Porte: ★★★★★   Calidad del ramaje: ★★★★★
Majestuosidad: ★★★★
 
El Saizenji es un templo budista de larga historia (fue erigido en 1429) que está situado en una suave pendiente al pie del monte Bukō, en su ladera norte. Desde su emplazamiento se divisa toda la cuenca de Chichibu. Octava escala en la ruta de peregrinación de las 34 Kannon de Chichibu, el Saizenji es muy visitado, por lo que su ambiente suele ser de gran animación. La trinidad budista venerada en el pabellón principal del templo se ha ganado la fe de quienes aspiran a tener una larga vida, siendo conocida desde tiempo inmemorial por el sobrenombre de Bokefūji (“Libradora de la senilidad”). 
      Pero su fama, más que a su condición de templo que acredita con un sello oficial el paso de los peregrinos, se debe al árbol de la especie kominekaede (Acer micranthum Sieb. et Zucc.) que se alza en su recinto. Visible apenas atravesada la puerta principal del templo, extiende su ramaje a todo lo ancho del jardín delantero del hondō o edificio principal. La suya es una copa tan grande que cuesta creer que se trate de una de las variedades de arce japonés (momiji), que colorean de intenso rojo los bosques otoñales del país. Su ramaje tiene una envergadura de 18,9 m Norte-Sur y de 20,6 m Este-Oeste, con un perímetro de copa de 56,3 m, medidas que hacen de este ejemplar uno de los mayores de su especie en el país.
     Como si el propio diseño del templo se hubiera hecho pensando en el famoso árbol, desde la fachada del hondō se obtiene una vista frontal del mismo, con toda la riqueza de sus variaciones estacionales. Durante la temporada de lluvias que precede al verano cuando el árbol ofrece un espectáculo más original, pues el musgo que lo recubre por completo cobra un matiz verde especialmente intenso. Si visitan la zona, no dejen de ver el singular aspecto que adquiere el árbol bajo esta aterciopelada cubierta, que extendiéndose a sus pies como una alfombra, crea una atmósfera de misterio.
Número 012 del mapa

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11/14/2020

El naranjo navelina

ABEL DOMÍNGUEZ
El Naranjo Navelina

Yo calificaría las variedades de naranja navel como uno de esos tesoros que de vez en cuando nos regala la Naturaleza, pues su obtención ha sido fruto de un hecho espontáneo, debido a una mutación, y que fue documentado por primera vez en 1820 en el huerto de un monasterio de San Salvador de Bahía (Brasil). Entre las características de esta mutación natural se halla su ombligo, de ahí el término "navel", que signfica ombligo en inglés. Ese ombligo es como una especie de embrión de una segunda naranja que permanece atrofiado en el interior del fruto ya maduro, y que podemos observar al desgajar una naranja navel.
      En 1870, informado el Departamento de Agricultura de EEUU, se interesó por esa nueva variedad de naranja obtenida en Brasil, que además de muy dulce, sabrosa y sin semillas, tenía una corteza fácil de pelar, llevándose material genético a Washington, y tres años más tarde involucrando a los agricultores de Florida y California para que comenzaran a cultivarla. Todavía hoy en día es conocida esa variedad como Washington navel.
      De la original navel surgieron otras variedades. Así, en Riverside (California) tuvo lugar en 1910 otra mutación espontánea de la Washington navel, que se demostró altamente productiva. La Universidad de California introdujo esta nueva variedad de navel en Valencia (España) y fue ahí cuando se le bautizó como Navelina. Debieron transcurrir unos 35 años hasta que el centro de investigaciones agrarias de España
accediera a que los viveros comenzasen a distribuir la navelina, extendiéndose rápidamente por el Mediterráneo español y Andalucía.
      En Valencia también se consiguieron otras variedades que triunfan hoy en el mercado. Así, en 1952 un agricultor de Vinarós observó que una rama de un naranjo Navel presentaba unos frutos diferentes al resto del árbol; se había producido otra mutación espontánea. El agricultor decidió injertar esa nueva naranja en otros pies; en pocos años multiplicó el número de plantas y a partir de 1957 salieron al mercado, triunfando plenamente. Esta variedad fue llamada Navelate (de Navel y late -tarde, en inglés-), ya que los frutos maduran más tarde que las otras variedades de navel.

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11/10/2020

El árbol de las manzanas de oro

ABEL DOMÍNGUEZ, en Naturaleza Educativa
El naranjo, El "Árbol de las manzanas de oro"


El naranjo posee una historia de más de 20 millones de años, con sus orígenes anclados en el sudeste asiático. Pertenece a un grupo de plantas (agrios) que comprende también el limonero, mandarino, pomelo o el kumquat; todos ellos descendientes de la familia de plantas denominada Rutáceas. Pero, los primeros agrios poco tenían en común con la naranja dulce y sus variedades de hoy en día, como veremos a lo largo de este artículo.
      Etimológicamente “naranja” proviene del sánscrito “nâranga” (traducido como aroma o fragancia). El término pasó de la India a Arabia donde se le llamó “naranch” (en persa “narang”), pasando después a lengua provenzal en el sur de Francia con el nombre de “naurange”. Esta palabra llegó a través de los árabes a la Península Ibérica, y también de ellos hemos heredado el nombre de la flor (azahar).
      El fruto del naranjo tenía gran simbolismo en muchos países asiáticos. En la antigua China, cuando un joven hacía una ofrenda de naranjas a la novia, significaba una petición de mano.
      En Vietnam, las numerosas pepitas de la naranja simbolizaban fecundidad, y puesto que era necesario una pareja para producirla, era costumbre ofrecer presentes de naranjas a las parejas jóvenes, pues en su ideario del amor una persona aislada no está completa, le falta su “media naranja”.
      La expresión “media naranja” proviene de la obra de Platón “El banquete”, donde muestra una de las historias mitológicas del poeta Aristófanes. En ella, se narra una época remota en la que los humanos tenían forma esférica, como las naranjas; poseían dos caras, cuatro brazos y cuatro piernas; y estos seres podían ser de tres clases: uno compuesto de mujer y mujer, otro de hombre y hombre, y un tercero de hombre y mujer al que llamaban “andrógino”. Todos ellos se consideraban a sí mismos seres superiores, casi perfectos, por lo que, creyéndose dioses, se volvieron vanidosos y se enfrentaron a los verdaderos dioses del Olimpo. Entonces Zeus los castigó con su rayo, partiéndolos por la mitad. Desde entonces, estos “medios seres”, incompletos, es decir, nosotros los seres humanos, de sólo una cara, dos brazos y dos piernas, nos vemos condenados a vagar por la Tierra buscando nuestra otra mitad, nuestro complemento inseparable, nuestra “media naranja”.

“The Garden of Hesperides” (1894) – Ricciardo Meacci
El jardín de las Hespérides sería, según la mitología, un maravilloso huerto repleto de naranjos (las “manzanas de oro”), vigilado por las tres ninfas de los árboles frutales.
      La mitología griega también nos habla de un hermoso jardín que se hallaría en las montañas de Atlas, vigilado por tres ninfas, las Hespérides. Ese jardín estaría repleto de árboles con manzanas de oro, que habrían sido regalo de bodas a la diosa Hera por parte de Gea (la Tierra). Estas “manzanas de oro” serían en realidad naranjos, cuyos valiosos frutos dorados proporcionaban la inmortalidad a los que se alimentasen de ellos.
      En la obra “Histoire Naturelle del Oranges” (1818), de los franceses Riso y Poiteau, se describe la expansión de los agrios según la mitología griega, estableciendo la noción más antigua que se tiene sobre ellos a las expediciones de Héracles, quien habría conquistado las “manzanas de oro” del Jardín de las Hespérides.
      La delicada y aromática flor del naranjo o azahar, tiene igualmente su espacio en la historia; simboliza pureza y virginidad. Era costumbre ya en la antigua China, utilizar flores de azahar en las bodas, como símbolo de castidad, pureza e inocencia de la novia.
      En la Edad Media y en la época victoriana, según las posibilidades de cada familia, todas las novias portaban ramos, tiaras o diademas de variadas flores, pero en ellas nunca podían faltar las flores de azahar, que además de la castidad significaba también fecundidad del matrimonio. En algunos países, la fecundidad también se asociaba con el naranjo por producir este árbol simultáneamente, flores, frutos y hojas. Los árabes, que también tenían la tradición de que las novias portasen flores de azahar en las bodas, fueron quienes introdujeron esta costumbre en Europa, junto con una hermosa leyenda:


    
  “En la Península Ibérica (España y Portugal), un árbol de naranjo era un privilegio real, nadie más podía poseerlo ni disfrutar de su belleza ni su aroma. En una ocasión, un embajador francés fascinado por las flores del naranjo, intentó sobornar sin éxito al fiel jardinero real para que le vendiera un esqueje. Entonces, la hija del jardinero, que deseaba casarse pero no disponía de dinero, aprovechó la ocasion y aceptó el soborno, vendiéndole un brote de aquellos bellísimos árboles. La joven, como señal de gratitud al naranjo que ayudó a materializar su deseo, el día de su boda adornó su cabeza con una guirnalda de flores de azahar. Desde entonces, comenzó a extenderse entre las novias la costumbre de portar flores de azahar en sus bodas, como un talismán para atraer la felicidad”.

      Al margen de la leyenda y la mitología, la naranja tiene su origen real en Asia, hace miles de años, en una región al sur de China e Indonesia, y que posteriormente se extendió a la India. Se tiene referencia de esta fruta en un bando del emperador Ta-Yu, alrededor del siglo XXIII a.C., donde entre los impuestos a recaudar se estipulaba también la entrega de dos tipos de naranjas, grandes y pequeñas. Probablemente, una de esas “naranjas” sería la mandarina, que llegaría mucho más tarde a Occidente con el nombre común de “naranja de la China”.
      Siglos después, en el IV a.C. aparece de nuevo una referencia a la naranja a través de la pluma de Teofastro (discípulo de Aristóteles), en una obra titulada “Historia de las plantas”, donde describe más de 500 especies que fueron descubiertas en los viajes de Alejandro el Magno durante la conquista de Asia. Uno de esos frutales era el cidro o cidra, que Teofastro llamaba “manzana médica” por sus propiedades medicinales. Virgilio (70-19 a.C.) fue el primer escritor latino en mencionar el cidro, y en destacar sus características medicinales antirreumáticas, entre otras propiedades.
      Ya en nuestra era, el médico y botánico griego Dioscórides, alrededor del año 60 o 70 d.C., en su obra “Materia Médica” describe las propiedades medicinales del fruto y la semilla de la naranja, y también Galeno de Pérgamo (año 130-210 d.C) hace mención de ellas, recomendando la corteza de la naranja como tónico estomacal.
      Durante el Imperio romano se manifestó una cultura agrícola importante, resultando fácil localizar referencias a los agrios en los escritos de la época. Así, Columela (siglo I d.C.) en su obra “Historia Natural”, habla sobre características, cultivo y propiedades del cidro. También Palladio (siglo IV d.C.), en su obra “Tratado de Agricultura”, explica las labores agrícolas del cidro, como la reproducción, trasplante, poda, riego o abonado.
      El árbol del naranjo amargo llegó a Occidente a través de la Ruta de la seda, después de haberse extendido a Japón y la India. Los árabes lo introdujeron en el sur de España y después a toda Europa. Se utilizaba sobre todo con fines decorativos por lo llamativo de los frutos y las flores; los árabes los plantaban en calles, jardines y patios de las mezquitas. El naranjo dulce (Citrus sinensis) se consiguió más tarde a base de distintos cruces con otros cítricos. El portugués Vasco de Gama, que regresó de Asia en el año 1520, fue quien introdujo las nuevas variedades de naranjas de la China, que resultaban más dulces y de mejor calidad.
      Actualmente, los trabajos de investigación sobre la génesis de los cítricos, estiman que las diferentes clases que hoy conocemos derivan de tres taxones principales: los cidros, los mandarinos y los pummelos o zamboas. Esos tres taxones procederían a su vez de un ancestro común originado hace unos 20 millones de años, sobre mediados del periodo terciario, en algún lugar del sureste asiático.
      Todas las diferentes especies e híbridos de cítricos que se hallan en el mundo, han sido fruto de la selección natural, las mutaciones espontáneas y, en los últimos tiempos, producidos directamente por la mano humana.
       Finalmente, concluir con un verso del gran Lope de Vega, donde la naranja y el azahar son objeto de la poética:

Naranjitas me tira la niña
en Valencia por Navidad,
pues a fe que si se las tiro
que se le han de volver azahar.
A una máscara salí
y paréme a su ventana;
amaneció su mañana
y el sol en sus ojos vi.
Naranjitas desde allí
me tiró para furor;
como no sabe de amor
piensa que todo es burlar,
pues a fe que si se las tiro
que se le han de volver azahar.  

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