23 febrero 2020

MONEDAS DE LA SUERTE

Monedas en la cepa de un árbol sagrado de Kongōbu-ji.

Krapo arboricole hace una entrada a propósito de la foto de Meredith Peng, tomada de la entrada de su blog "Bosque mágico, templos e historia en la somnolienta Koya-san".
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20 febrero 2020

CRISTOVÃO BUARQUE (Brasil, 1944)
La internacionalización de la Amazonia

Durante un debate en una universidad estadounidense, el 23 de octubre del 2000, el exgobernador del Distrito Federal y exministro de Educación de Brasil con "Lula", Cristovão Buarque, fue interrogado sobre qué pensaba de la internacionalización de la Amazonia, una tesis sostenida por los círculos de poder de Washington. El joven que hizo la pregunta dijo que esperaba la respuesta de un humanista y no la de un brasileño. Esta fue la respuesta de Cristovam Buarque:

     De hecho, como brasileño yo simplemente estoy en contra la internacionalización de la Amazonia. Por mas que nuestros gobiernos no tengan el debido cuidado con este patrimonio, la Amazonia es nuestra. Ahora, como humanista, sabiendo del riesgo de degradación ambiental que sufre la Amazonia, puedo imaginar su internacionalización, como también de todo lo demás que tiene importancia para la Humanidad.
     Si la Amazonia, desde el punto de vista de una ética humanista, debe ser internacionalizada, internacionalicemos también las reservas de petróleo del mundo entero. El petróleo es tan importante para el bienestar de la Humanidad como la Amazonia para nuestro futuro. A pesar de eso, los dueños de las reservas se sienten en el derecho de aumentar o disminuir la extracción de petróleo y de subir o no su precio. De la misma forma, el capital financiero de los países ricos debería ser internacionalizado.
     Si la Amazonia es una reserva para todos los seres humanos, ella no puede ser quemada por la voluntad de un propietario o de un país. Quemar la Amazonia es tan grave como el desempleo provocado por las decisiones arbitrarias de los especuladores globales. No podemos dejar que las reservas financieras sirvan para quemar países enteros en medio de la especulación.
     Antes que la Amazonia, me gustaría ver la internacionalización de todos los grandes museos del mundo. El Louvre no debe pertenecer apenas a Francia. Cada museo del mundo es el guardián de las más bellas piezas producidas por el genio humano. No se puede dejar que ese patrimonio cultural, como el patrimonio natural amazónico, sea manipulado y destruido por el gusto de un propietario o de un país. No hace mucho, un millonario japonés decidió enterrar su cuerpo con un cuadro de un gran maestro. Antes que eso, aquel cuadro debería haber sido internacionalizado.
     Durante este encuentro, las Naciones Unidas están realizando el Forum del Milenio, pero algunos presidentes de países tuvieron dificultades para asistir por restricciones en la frontera de los EE.UU. Por eso yo pienso que Nueva York, como sede de las Naciones Unidas, debe ser internacionalizada. Por lo menos Manhattan debería pertenecer a toda la Humanidad. También París, Venecia, Roma, Londres, Río de Janeiro, Brasilia, Recife… Cada ciudad del mundo, con su belleza específica, su historia, debería pertenecer al mundo entero.
     Si los EE.UU. quieren internacionalizar la Amazonia, por el riesgo de dejarla en las manos de los brasileños, internacionalicemos todos los arsenales nucleares de los EE.UU. Ellos ya demostraron que son capaces de usar esas armas, provocando una destrucción millares de veces mayor que las lamentables quemazones hechas en las florestas del Brasil. En los debates los actuales candidatos a la presidencia de los EE.UU. han defendido la idea de internacionalizar las reservas forestales del mundo como canje de la deuda. Comencemos usando esa deuda para garantizar que cada niño del mundo tenga posibilidad de comer y de ir a la escuela.  
     Internacionalicemos a los niños, tratándolos a todos -no importando el país donde nazcan- como patrimonio que merece cuidarse en el mundo entero, aún más de lo que Brasil merece la Amazonia. Cuando los dirigentes traten a los niños pobres del mundo como un patrimonio de la humanidad, ellos no dejarán que trabajen cuando deberían estudiar, que mueran cuando deberían vivir.
     Como humanista, acepto defender la internacionalización del mundo. Pero, mientras el mundo me trate como brasileño, lucharé para que la Amazonia siga siendo nuestra. ¡Sólo nuestra!



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Yo al hilo de esta estrada quiero constatar que ya tenemos dos elementos fundamentales que son internacionales y no los respetamos. Me podéis decir ¿qué hacemos con los mares internacionales? ¿podemos hablar de la calidad del aire que también es internacional? 
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16 febrero 2020

BBC NEWS MUNDO
¿Por qué está muriendo Pando, uno de los seres vivos más grandes del mundo?
Foto Getty. Los álamos pueden vivir entre 100 y 130 años.
     Para el visitante desprevenido, Pando no es más que un hermoso bosque de una especie de álamos llamados álamos temblones. Pero durante unos 14.000 años sus raíces han guardado un secreto genético que lo hace aún más interesante. Pando ocupa un área de 43 hectáreas ubicada cerca de Fish Lake, en Utah, Estados Unidos.
     Aunque es muy similar a otros bosques, algunos científicos lo consideran "el organismo vivo más grande y más pesado del mundo". ¿Por qué?
     Resulta que los 47.000 árboles que conforman Pando están conectados por un sistema de raíces y son idénticos genéticamente. "Todos estos árboles son en realidad un solo árbol", le dice a BBC Mundo el geógrafo Paul Rogers, profesor del Departamento de Ecología de la Universidad Estatal de Utah.
Los álamos de Fish Lake son en realidad un solo organismo. Lance Oditt
     De hecho, a Pando se le conoce como "el bosque de un solo árbol" y su nombre en latín significa "Yo me esparzo".

Un árbol que se clona

     Los bosques de álamo se reproducen de dos maneras.
Una es cuando los árboles maduros dejan caer semillas que luego germinan.
     La otra, más común, es que liberan brotes de sus raíces, a partir de las cuales nacen nuevos árboles a los que se les llama clones. Pando no es el único bosque clon, pero sí el más extenso. Como los expertos lo consideran un mismo organismo, suman el peso de todos sus árboles, lo que da como resultado un ser viviente que pesa un estimado de 13 millones de toneladas.

¿Por qué se está muriendo?

     Rogers lideró un estudio que revela que durante los últimos 40 años Pando ha dejado de crecer, y de hecho ha reducido su tamaño.
Foto: Lance Oditt. Paul Rogers se dedica a monitorear la vida de Pando.
     Algunas imágenes aéreas incluso muestran zonas en las que ya no hay árboles. Rogers no tiene una cifra exacta de cuán rápido se seguirá reduciendo Pando, pero según él, "en 10 años habrá reducido su tamaño significativamente". Los álamos suelen vivir entre 100 y 130 años. El problema es que están muriendo sin que haya una nueva generación que los reemplace. "Es como si fuera una ciudad de 47.000 habitantes y todos tuvieran 85 años", dice Rogers.
     De acuerdo a sus investigaciones, la principal causa de que Pando no logre expandirse es que en la zona se ha concentrado una gran cantidad de ciervos y vacas que se comen los retoños antes de que estos logren crecer.

La sobrepoblación de venados es una de las causas de que los nuevos árboles no logren crecer. Foto: L.Oditt
     "Debemos comenzar a reducir el número de animales que se están comiendo los árboles", dice Rogers. "Si este bosque colapsa, todas las especies que dependen de él también desaparecerán".

¿Puede sobrevivir?

     Para Rogers la solución está en ampliar las vallas que protegen algunas zonas de Pando, así como trabajar con los ganaderos para que ayuden a retirar las vacas del área del bosque, e incluso sacrificar algunos de los venados. La idea, según Rogers, es "darle un espacio de respiro para que Pando se recupere". "A primera vista es un simple bosque, pero cuando te enteras de que es un solo organismo, se siente genial estar ahí", dice. "Aprender sobre Pando nos sirve para saber cómo vivir de manera compatible con nuestra Tierra".
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12 febrero 2020

IGNACIO ABELLA
El viejo árbol y la cuidad, 1ª parte
Publicado en VerdeCiudadRadio3

     El viejo árbol lleva décadas, incluso cientos de años, viviendo en el mismo lugar, extendiendo ramas y raíces y generando salud y vitalidad sobre su entorno. Podríamos decir que se encuentra en ese preciso lugar porque los gestores de ese territorio, sus vecinos o dueños, lo han respetado y conservado, por simple aprecio o como reconocimiento a las múltiples funciones que el árbol tiene en el paisaje. 
     Un árbol viejo es todo un símbolo de la sabiduría y cultura de las generaciones que han sabido preservarlo. Su valor es incalculable por la edad, la belleza y la fuerza que transmite a quienes lo contemplan o gozan de su sombra y presencia… Sin embargo, el urbanista o el arquitecto se encuentra con frecuencia que ese árbol, bosque o arboleda, está precisamente en las inmediaciones del sitio en el que ha de desarrollar su proyecto. Es entonces cuando ha de actuar con toda la sensibilidad, calma y previsión que el caso requiere, recordando siempre que un simple error, una actuación de apenas diez minutos, puede determinar la pérdida irreparable de un árbol.
     Es preciso recordar que somos, en cierto sentido, intrusos, recién llegados. Que del mismo modo que nuestros antecesores supieron transmitirnos este verdadero monumento vivo, tenemos la obligación moral, a veces también legal, de entregarlo a nuestros sucesores en el mejor estado posible… El proyecto debe, por tanto, integrarse a ese espacio singular, respetando las integridad del viejo árbol y adaptándose a su entorno. Es preciso en todo caso, para minimizar el impacto de la obra, un estudio previo a cargo de un experto, que contemple especialmente el desarrollo del sistema radicular, casi siempre mucho más extenso que la proyección de la copa, y los mecanismos de protección del árbol durante la obra y posteriormente.
     La obra debe adaptarse al árbol, no al revés. Bajo esta premisa seguramente descubriremos que, finalmente, la propia obra o edificación que ha integrado correctamente el reto de asimilarse a ese espacio ya habitado, adquiere en consecuencia madurez, armonía y originalidad.

“El viejo árbol y la ciudad”, de Ignacio Abella, autor de “El gran árbol de la humanidad”.


Fotografía Árbol Gordo en la década de 1930. Facilitada por Ayto. de Ciudad Rodrigo
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