04 diciembre 2016

Las grandes empresas y los sufridores

Carlos Cortés,
Talan sin permiso un castaño centenario en Carballedo después de que su dueño denunciase cortas abusivas
Un vecino presentó una denuncia y después le cortaron un castaño centenario

Los trabajos de limpieza de maleza que se llevan a cabo regularmente para mantener despejados los tendidos eléctricos han generado este año un considerable malestar en Carballedo. Vecinos de este municipio aseguran que el desbroce fue más agresivo que en otras ocasiones y que sobrepasó los límites que marca la ley. Uno de los afectados presentó este verano una denuncia por lo sucedido y poco más de un mes después la empresa contratada para llevar a cabo este trabajo volvió y le taló un castaño centenario de grandes dimensiones.
      Este episodio se produjo en la parroquia de Castro, en un paraje con abundantes soutos de castaños que los vecinos conocen como Penedos da Bouzoá. El enorme tronco del castaño está todavía en el sitio en el que cayó. Su pie medía dos metros de diámetro y siete de circunferencia.
      Junto a él, Miguel Suárez cuenta que él consiguió evitar que le pasase algo parecido a los castaños que tiene en un terreno cercano porque pudo plantarse frente a los operarios forestales. «Díxenlles que aquilo era un terreo privado e que non tiñan permiso para entrar», recuerda. Insistieron, pero se mantuvo en sus trece y amenazó con denunciarlos. Acabaron por marcharse sin entrar en su parcela. Suárez asegura que nadie recibió un aviso previo de que iban a empezar los desbroces ni una explicación de cómo iban a ser, que simplemente llegaron y entraron prácticamente donde quisieron, porque la mayoría de las propiedades están en manos de personas que ya no viven en la zona. Por ejemplo, el dueño del castaño centenario, un emigrante que cuando presentó la denuncia estaba pasando las vacaciones en Carballedo, pero cuando se lo talaron ya había vuelto a su lugar habitual de residencia en Venezuela.
      Los trabajos de limpieza que se llevaron a cabo en los Penedos de Bouzoá tienen que ver con una línea que originariamente era de baja tensión, pero que hace unos años fue reforzada. Los viejos postes de madera fueron sustituidos por otros de cemento y pasó a ser de media tensión. Las limpiezas de maleza se hacen de forma periódica y no es raro que se produzcan polémicas puntuales, pero los vecinos creen que esta vez ha sido distinto, más agresivo. Aseguran que el desbroce no se limitó a limpiar la habitual franja de cinco metros a cada lado de los tendidos, sino que la amplió a nueve. Y en algunos sitios incluso a más. Sostienen los vecinos que el castaño de gran porte cortado en los Penedos da Bouzoá estaba a cerca de diez metros de distancia del tendido y que su copa quedaba a mucha distancia de los cables.
 
Lo que dice la ley
Una obligación. Las empresas eléctricas están obligadas a mantener limpios los corredores por los que pasan las líneas eléctricas
Distancias. La Lei de Montes dice que no se puede plantar ningún árbol a menos de cinco metros de distancia del último cable de cada lado del tendido. Esa es la medida que usan las empresas contratadas por las empresas eléctricas para limpiar de vegetación el trazado de cada línea
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MI OPINIÓN: Estas empresas son los actuales señores feudales, derecho de "Ius primae noctis" y lo que les dé la gana, sólo somos cabrones a los que ordeñar.
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01 diciembre 2016

ANTÓNIO GEDEãO y los árvores

ANTÓNIO GEDEãO (Portugal, 1906-1997)
"As folhas dos plátanos"

As folhas dos plátanos

desprendem-se e lançam-se na aventura do espaço,

e os olhos de uma pobre criatura

comovidos as seguem.

São belas as folhas dos plátanos

quando caem, nas tardes de Novembro

contra o fundo de um céu desgrenhado e sangrento.

Ondulam como os braços da preguiça

no indolente bocejo.

Sobem e descem, baloiçam-se e repousam,

traçam erres e esses, cicloides e volutas,

no espaço escrevem com o pecíolo breve,

numa caligrafia requintada, o nome que se pensa,

e seguem e regressam,

dedilhando em compassos sonolentos

a música outonal do entardecer.

São belas as folhas dos plátanos espalhadas no chão.

Eram lisas e verdes no apogeu

da sua juventude em clorofila,

mas agora, no outono de si mesmas,

o velho citoplasma, queimado e exausto pela luz do Sol,

deixou-se trespassar por afiado ácidos.

A verde clorofila, perdido o seu magnésio,

vestiu-se de burel,

de um tom que não é cor,

nem se sabe dizer que nome tenha,

a não ser o seu próprio,

folha seca de plátano.

A secura do Sol causticou-a de rugas,

um castanho mais denso acentuou-lhe os nervos,

e esta real e pobre criatura

vendo o solo coberto de folhas outonais

medita no malogro das coisas que a rodeiam:

dá-lhes o tom a ausência de magnésio;

os olhos, a beleza.
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28 noviembre 2016

SANDRA MEEK (USA)
Welwitschia mirabilis, Namib Desert
 
The heart is a caldera of ash encircled
by two wind-whipped leaves: what begins

banner-broad as Miss Landmine’s sash ends
in a pageant of feather-fray spiraling the stem’s

terminal groove, tar-gray lips
spongy as hot asphalt crowning what bore

and bears it, a wind field’s drift
of sand. With distance, they’re great hulking spiders

hunching a limbless horizon, wind-raked debris, stacks
of tattered carcasses, not what felled Welwitsch

awestruck to his knees: mirabilis,
miracle, this circle of siblings born

five hundred years ago of a single freakish
week of rain. Not bushes, but trees

driven underground, five, ten, twenty
sentient centuries they thrive

off collision—morning’s fog belt an alchemy
divined of desiccation and a current’s

icy rise to a sabered coast rattling
its outsized pearls, sea-smoothed stones

and the knobby wreck of oysters
pried open, clean

as kneecaps.

§

Survival means living

always in reverse: night-opening
stomata, trunk a taproot

plunging toward core, that interred star
centering a planet warmed not by light

but decay: U238, forty-five hundred
million years a half life ghosting the age

of Earth where surfacing terminates
as discovery, as drilling

fuses, No Entry’s freshly dug
perimeter of signs jutting the park’s own

rusting signage warning tourists
against trespass, curiosity which killed

a lichen field laboring centuries
toward this very absence, the poise

of ore trucks straight-lining horizon paused
until the unearthing word—

Okay.
 

§
 
What survives is made visible
most for what scars it, field

history endures as ox wagon tracks neatly
scoring it still. A lichen’s fragility

its strength: that it exists
only as fusion, scaffold of fungus

an alga feeds. But nothing’s
singular; lop off either leaf, a welwitschia

will never sprout a third, will remain
always the flawed schism

it never lost faith with. Welwitschia:
in Nama, !kharos; in Herero,

 onyanga: desert onion. Because it isn’t landscape
that starves.

§
 
Lebensraum, just a little
elbow room
Konzentrationslager, a little space

to disappear in. Nama.
Herero. A little space

for forgetting, century
we were born to

born here
in genocide, all exits blocked

but to thorn, waterholes
poisoned, survivors

strung into plots
of barbed wire, narrative

enthralling the young Hitler
a halved world

away—

§
 
Whether influence
or confluence, inspire

or conspire, like
leads to like, desert by desert. Namib,

Kalahari. Nothing
singular. Nothing true

twinned: Race hygiene. Bastard
studies.
Operations overt

and covert, wars civil
and cold: history a spectral arc

so deeply dug, the desert’s pronged
with sand-shrouded tiaras, the antlered plates

of bounding mines; with blast mines
forged to the span of the human

palm, of baby carriage wheels
ground puck-smooth, scattered

like shattered spines, disks
of some fossil species more

or less human. But nothing’s fossil
but the living here—Darwin’s term, living

fossil, for the welwitschia, for what stalls
at origin. What changes only

circles: seasons clocked by arrival, fetal fists
of cones unfurling. Pollination

by flies. 

§
 
Like butterfly feelers, the narrow shoots
the cones top; like delicate antennae

tuning the static hum of the world’s latest
mined harbor. The human body

needs no acoustic signature. Is
both trigger and crutch.


§
 
Despite his urging a local name, the Academy ambered
Welwitsch in Latin: welwitschia since conserved

by military occupation, by colonial
proclamation, by the serendipitous sowing of mines

unharvested still.


§
 
Phantom by phantom, the desert unscrolls
dualed leaves rind-thick and corrugated

as the zinc roof held down by stones
of a house a woman one morning

walks away from, into a field suddenly
percussive with light.

To survive, the body
will seal at the thigh, heal

to a single bruise
of air—a tenderness that lies

only in the missing.
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Primera parte (traducción)

El corazón es una caldera de ceniza rodeado
por dos hojas azotadas por el viento: que comienza

en ancha franja como faja de Señorita en Campo de Minas
final en un desfile de plumas en espiral de tallos

surco terminal, labios de alquitrán gris
esponjoso de asfalto caliente coronado de luz

y la lleva, a la deriva en un campo ventoso
de arena. Con la distancia, grandes moles de arañas

encorvándose como horizonte sin extremidades, restos de viento-rastrillado,
apilados jirones de carcasas, la no talada Welwitscia

asombrado de rodillas: mirabilis,
milagro, este círculo de hermanos nacidos

quinientos años atrás en una única anormal
semana de lluvia. No arbustos, sino árboles

en la clandestinidad, cinco, diez, veinte
siglos sensibles que prosperan

de la colisión del cinturón de niebla de la mañana una alquimia
de divina desecación y una corriente

helada se levanta de una agitada costa
sus perlas de gran tamaño, piedras moldeadas por el mar

y el naufragio de restos de ostras
quedan abiertos, blancos

como rótulas.


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(Información)
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25 noviembre 2016

MARCOS ANA (Fernando Macarro)
Salamanca, 1920- 24/11/2016 
"Decidme cómo es un árbol"

Decidme cómo es un árbol,
contadme el canto de un río
cuando se cubre de pájaros.
Habladme del mar, habladme 
del olor ancho del campo.
De las estrellas. Del aire.
Recítame un horizonte
sin cerradura y sin llaves
como la choza de un pobre.
Decidme cómo es el beso 
de una mujer. Dadme el nombre 
del amor, no lo recuerdo.
(¿Aún las noches se perfuman 
de enamorados que tiemblan 
de pasión bajo la luna?
¿O sólo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mis losas?)
22 años. Ya olvido
la dimensión de las cosas, 
su olor, su aroma... Escribo
a tientas:  el mar, el campo...
Digo "Bosque" y he perdido
la geometría del árbol.
Hablo por hablar asuntos
que los años me borraron.
... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
(No puedo seguir
escucho los pasos del funcionario).

"Mi pecado es terrible; 
quise llenar de estrellas el corazón del hombre..."
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